Hace un año que decidistes enrumbar tus pasos a la eternidad y todavía tu pueblo, tus ideas y tu revolución no nos hemos percatado de la ausencia, porque evidentemente no existe, claro,… si estas allí donde quiera que haya vida, esperanza, amistad y futuro.
 
Tu partida se dio como lo habías anunciado, luego de noventa años de complicidad con mortales e inmortales, en constante desafío con el mal que pretendió desaparecerte a su antojo y no lo permitiste, en franca porfía por hacer valedero tu firme ideal y en eterna manera de pensar por hoy y hacer para mañana.
 
Todos recordamos que en tu último viaje te detuviste en varias ocasiones, primero para volver a Martí y decirle sin temor a equívocos que habías cumplido lo que él ya había prometido, luego en Santa Clara una noche junto al Che, en agradable reencuentro con ese amigo entrañable que dejo en ti y en tu pueblo una huella indeleble. Con Ignacio
Agramonte en el legendario Camagüey dialogaste sobre justicia, sobre ideales puros y limpios, y patentizaste con esa firmeza tan propia de ti, que el dedo acusador siempre debe estar levantado contra todo tipo de maldad.                                                                     
 
Por último, la reunión con tus compañeros del Granma y el Moncada y luego a la heroica, rebelde y hospitalaria ciudad de Santiago de Cuba, cuna de la revolución y testigo fiel de tantas hazañas tuyas.
 
Pero decir hasta luego no, no te estaba permitido todavía… y es por eso que no te has marchado, estas aquí en la sonrisa inocente del niño, en la picardía del pionero, en la audacia del joven, en el empeño y la responsabilidad de tantos científicos, profesionales, obreros, campesinos y soldados que unidos, como tú nos enseñaste, seguimos tus huellas hacia ese mundo mejor que para ti es posible y nos demostraste que es cierto, por eso hay que luchar.
 
Aquí estamos Fidel, seguidores de tu ejemplo, orgullosos de tu estirpe y comprometidos a continuar tu obra, la que iniciaste con la fortaleza de un caguairan, la misma que nos dejaste como digno legado de un verdadero maestro y que defenderemos hasta las últimas consecuencias.
 
Aquí estamos Comandante, seguros que desde tu monolito en la eternidad, nos guiara por siempre tu mano conductora, y responderás a cada uno de nuestros acertados actos  con una sonrisa de aprobación, al ver con orgullo como germina entre los agradecidos que te acompañan,    la semilla que sembraste en esta isla tuya, nuestra y de  una   Revolución Invencible.
 
Revolución que es faro y guía para las causas más justas que existen en cualquier punto de la geografía mundial y que hemos sabido honrarte siendo fieles a tus convicciones y principios, teniéndote como un paradigma de justicia, de sacrificio, de entrega y voluntad.
 
Seguiremos juntos Fidel, vives entre nosotros,  porque la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.