“Comandante”, exposición fotográfica dedicada a Fidel en Canadá
En el salón de actividades de la Embajada de Cuba en Ottawa será inaugurada este viernes 26 de mayo la muestra fotográfica “Comandante”, que reúne fotografías de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana. A lo largo de este año, la muestra recorrerá las ciudades canadienses de Montreal, Kitchener, Toronto y Vancouver.
En un total de 31 instantáneas, este homenaje póstumo abarca diferentes facetas de la vida del Comandante en Jefe, en imágenes tomadas por los fotógrafos cubanos Alberto Korda, Liborio Noval y Roberto Chile, éste último presente en Canadá para la inauguración.
Como expresa el escritor Rafael Acosta de Arriba en sus palabras introductorias a la exposición, “en las imágenes de los tres artistas, aparecen retratados con imaginación y detalle el rostro del revolucionario, sus atributos simbólicos, sus costumbres, sus manos, su forma de caminar y hablar… Se trata de tres fotógrafos muy talentosos que hicieron de Fidel un modelo en movimiento, una figura en constante accionar, como lo fue toda su vida”.
A la inauguración asistirán autoridades del país norteño, miembros del cuerpo diplomático, cubanos residentes y amigos de Cuba.
La muestra ha sido patrocinada por la institución cultural The Museum, de la ciudad de Kitchener, así como por organizaciones políticas amigas y grupos de solidaridad.
(Con información de la Embajada de Cuba en Canadá)
Palabras de Rafael Acosta: “Fidel Castro y la fotografía”
La fotografía siempre fue concebida por el líder de la Revolución Cubana como un arma de difusión de ideas, una herramienta de trabajo en la construcción y defensa de la causa revolucionaria.
Se trata de una relación de larga data, que comenzó tan temprano como 1955, cuando en Nueva York, en ocasión de recaudar fondos para la expedición que proyectaba hacer para comenzar la lucha guerrillera, Fidel, acompañado del periodista Vicente Cubillas, fue al encuentro del fotógrafo emigrado Osvaldo Salas para que le hiciera algunas fotos a él y a Juan Manuel Márquez, uno de los lugartenientes del movimiento revolucionario cubano. Aquellas fotos de los actos de recaudación y agitación política que realizaron en la ciudad norteamericana, dan fe de ello. También en la Sierra Maestra, las fotografías documentaron el proceso de la guerra. La dirección rebelde tuvo el cuidado de realizar esa crónica histórica, para que no se perdiera en la posteridad.
Pero fue después del triunfo revolucionario de enero de 1959, que esa confianza de Fidel Castro en el poder movilizador de la fotografía, encontró un cauce extraordinario. Desde luego que eran necesario diestros fotorreporteros, y ellos existían, además de que eran firmes aliados de la naciente Revolución. Las imágenes del triunfo, de los primeros momentos de la consolidación del poder revolucionario, las batallas de Playa Girón, las tensiones de la Crisis de Octubre, las grandes movilizaciones populares, los rostros de los héroes y las batallas económicas y culturales, todos esos hechos cardinales de los años sesenta del siglo pasado, fueron registrados por un grupo de notables fotógrafos que construyeron toda una crónica de la Revolución.
Fidel Castro los animó y estimuló, les brindó el periódico Revolución, en el que personalmente discutió ideas de diseño e imagen con ellos; los llevó como fotógrafos acompañantes en sus constantes giras por el país y en sus viajes al exterior. Esto facilitó el registro fotográfico de un amplio espectro de la vida del país en revolución, con las ideas más modernas en cuanto a publicidad gráfica y política. Tal conjunto de imágenes se ha conocido posteriormente como “fotografía de la épica”.
En la presente muestra fotográfica aparecen obras de dos de aquellos legendarios fotorreporteros, Alberto Díaz (Korda) y Liborio Noval, y de un artista más joven, pero que en las décadas más recientes acompañó a Fidel Castro como camarógrafo en sus intensas jornadas de trabajo, Roberto Chile. Entre los tres ofrecen un panorama representativo de la vida y obra del líder de la Revolución Cubana.
En las imágenes de los tres artistas, aparecen retratados con imaginación y detalle el rostro del revolucionario, sus atributos simbólicos, sus costumbres, sus manos, su forma de caminar y hablar, gestos y actividades como gobernante. Se trata de tres fotógrafos muy talentosos que hicieron de Fidel un modelo en movimiento, una figura en constante accionar, como lo fue toda su vida.
Finalmente, la antigua relación de Fidel con la fotografía se expresó en el hecho de que se convirtió en uno de los hombres más fotografiados del siglo XX. Pasó de impulsor de la fotografía documental en Cuba a ser uno de los modelos más asediados del planeta. En los años finales de su vida tuvo momentos de reconocimiento para los fotógrafos, y en una reunión de 2001 con cuatro de ellos (Raúl Corrales, Korda, Liborio y Roberto Salas), documentada no casualmente por Roberto Chile, les confesó que, sin su trabajo, la obra de la Revolución no hubiese sido conocida como en realidad lo ha sido.
Artísticamente hablando, los tres artistas aquí reunidos, son fotógrafos de altos valores estéticos en sus obras, y de personales y sensibles poéticas de la visualidad. Aquí están las imágenes que hablan por sí solas.
Texto introductorio de Rosa Miriam Elizarde para el libro “Hasta siempre, Comandante”
Cuesta creer que el dolor pueda resultar poético. Pero surgen aquí como estrofas de un poemario vivo las carreteras iluminadas y a oscuras (o alumbradas débilmente al paso de la caravana con el destello de los celulares y las velas); los altares con imágenes recortadas de una vieja Bohemia; Raúl Castro acariciando la pequeña urna funeraria en el Cementerio Santa Ifigenia; los techos, las puntas de las lomas, las mejillas y los brazos grabados con un nombre; los crespones negros en los árboles; el paso del armón militar entre lágrimas, brazaletes, flores arrancadas con premura y mil y un gestos de desolación; el tapiz de una muchedumbre apretada en una plaza donde flotan al mismo tiempo la bandera, la lluvia y el silencio.
Este es un espejo en el que nadie habría querido mirarse y que retrata la noticia de la muerte del líder de la Revolución cubana, el 25 de noviembre de 2016. Son estas fotografías el testimonio del abatimiento colectivo en los nueve días de duelo nacional que siguieron a esa fecha, pero también la demostración empírica de que habrá que pasar por encima de millones para arrebatarle a este archipiélago la memoria y el amor por Fidel Castro.
El Comandante en Jefe de los pobres, el guerrillero y el estadista, aquel que se extraña cuando apenas se ha ido, descansará dentro de una piedra tan sencilla como la almendra de un río y es para Cuba, en su partida, el vínculo más fuerte que a esta hora la une.