Discursos e Intervenções

DISCURSO EN LA CLAUSURA DEL V CONGRESO DE LA FEDERACION ESTUDIANTIL UNIVERSITARIA. PALACIO DE LAS CONVENCIONES, CIUDAD DE LA HABANA, 25 DE MARZO DE 1995

Data: 

25/03/1995

Distinguidos invitados;

Queridas y queridos compañeros:

Cuántas cosas se mezclan hoy en nuestros corazones, cuántos sentimientos y emociones fuertes.   Ahora, cuando escuchábamos que despedían a Otto, por ciertos momentos me preguntaba yo:  "No será una despedida de duelo" (RISAS), y es que, realmente, nos deja tristes a todos este cambio de tarea, de funciones, porque él va a realizar otra.   Sí, por cada nueva tarea que les dan a los revolucionarios, como son duras, yo bromeo con ellos y los felicito.

Hoy es un día cargado de recuerdos, de historia. Bueno, se está conmemorando en estos momentos el centenario del Manifiesto de Montecristi, uno de los más grandes legados políticos que ha recibido nuestro pueblo; casualmente se conmemora también el cumpleaños de Mella, y vivimos un momento que puede recordarnos el que menciona esa frase suya:  La hora más solemne de la historia.

Para los que han sido invitados no resultará tan fácil comprender una sesión de clausura, puesto que los demás estamos impregnados de todo lo que se ha discutido, de todo lo que se ha debatido aquí.

Debo decir que para mí ha sido impresionante la capacidad de expresión, la forma concreta, clara, franca, culta, con que se han expresado los que han participado en los debates. Es algo realmente impresionante, y lo puede comprender mejor quien ha tenido oportunidad de estar en muchos congresos, entre ellos, muchos de la Federación Estudiantil Universitaria —no sé si me habrá faltado alguno, creo que llevo cinco también—, y se observa un notable cambio; pero ese cambio no solo puede ser producto de la cultura adquirida, considero que tiene que ver mucho también con los tiempos que estamos viviendo, la conciencia de la hora que vivimos, que hace que cada cual sea más preciso, más concreto y con mayor sentido de la responsabilidad.

Nosotros hemos estado meditando mientras ustedes debatían, hemos disfrutado las alegrías de ustedes y hemos sufrido las tristezas de lo que no hemos podido hacer todavía.

Tema importante y nuevo fue la cuestión de la ubicación, que es fruto de nuestro tiempo —como ya decíamos ayer—, puesto que es un problema realmente nuevo.

¿Qué podemos decir en adición a lo que aquí se ha expresado y a lo que se ha discutido en las comisiones?   Que nosotros haremos todo, lo posible y lo imposible, por encontrar soluciones justas y soluciones razonables a estas cuestiones que hoy preocupan con razón a los estudiantes, y que encontraremos, de una forma o de otra esas soluciones.

Tal problema se reflejaba en distintas intervenciones, y mucho podría decirse de todo lo que aquí se ha hablado.   Realmente me esforcé por no perder ni una palabra, ni una coma, de lo que aquí se decía.   Tuve por eso el privilegio de escuchar muchas intervenciones de gran interés.

Algunos compañeros dijeron determinadas cosas que compendiaban, en parte, la situación que vivimos hoy.   Por ejemplo, recuerdo tres o cuatro cosas de las que dijo el matancero Carpio —lo conozco de su intervención, antes no sabía cómo se llamaba—; él reflejaba algunos de nuestros problemas, de nuestras contradicciones.

Ayer discutíamos la cuestión de los estudiantes de lengua inglesa. Se escucharon los pronunciamientos de los compañeros, sus preocupaciones fundadas y justificadas de que los fueran a llevar a otra actividad para la cual no habían sido preparados.  Quise que se echara un vistazo también sobre la situación de otros profesionales universitarios que, a su vez, con motivo de la situación actual, han pasado de una actividad a otra, para la cual no estaban propiamente preparados, como los maestros de inglés u otras materias.

El problema es viejo, no es nuevo.   Quizás nuestra primera batalla con relación a las reubicaciones hubo que hacerla con los maestros, porque como todo surgió de repente con la Revolución, el Partido, las organizaciones de masa y todo el mundo se quería llevar a los maestros, porque eran, lógicamente, los que tenían más preparación.   Cuando la Revolución triunfa, había 10 000 sin empleo; se acabaron rápido.   Algunos pueden haberse marchado al exterior, pero se crearon 10 000 plazas de una sola vez, a los pocos meses del triunfo.

Pero después se acabaron también los bachilleres.   En cierto momento no teníamos alumnos que ingresar en la universidad, porque unos iban a trabajar en el Estado, era una época de mucho desempleo; otros ingresaban en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se iban a estudiar cohetería y veinte técnicas, para lo cual se necesitaba un mínimo de preparación; otros ingresaban en el Ministerio del Interior, y así, en un momento dado, no había ni bachilleres.

Recordemos cuando comenzamos por la alfabetización; recordemos a los estudiantes —no se ha mencionado— alfabetizando, y debemos decir sin inmodestia —porque a la Revolución Cubana no la caracteriza la inmodestia o el autoelogio—, observando lo que ha ocurrido en el mundo después del triunfo de la Revolución Cubana, que la más exitosa batalla que se libró jamás contra el analfabetismo fue la que se libró en Cuba.   Después vinieron los seguimientos; luego, de repente, una explosión, no solo demográfica, sino de graduados de sexto grado.   No había escuelas secundarias; una explosión de escuelas enormes.   Hubo un año en que se construyeron más de 100 escuelas en el campo.

Luego la explosión de los profesores.   No había profesores y hubo que recurrir a los estudiantes de nuevo:  "¡Corran, háganse profesores; aprendan por la mañana, enseñen por la tarde!" Después se graduaron por decenas de miles los alumnos de secundaria, de preuniversitario, entonces la explosión de las universidades; no había suficientes universidades, siempre fue una lucha por buscar respuestas.

Lo que faltaban entonces no eran plazas, hubo que realizar milagros para llevar a cabo estos programas de la Revolución.  El pirateo era general, desde luego, porque unas empresas se llevaban a unos directores, otras a otros y así; había movimiento, pero no era un problema de falta de plazas.

De eso discutíamos ayer, y el matancero hablaba de ese problema.  El mencionaba un caso, el caso del profesor de biología que se fue para Varadero —sí, porque para Varadero se han ido unos cuantos.   El lo expresaba con dolor, no precisamente con espíritu de crítica; explicó muy bien que comprendía que cada persona era un mundo, pero dijo algo que duele.   Ese profesor de biología contaba —decía él— que estaba construyendo una casa y no tenía materiales, que tenía hijos y no podía atenderlos, que no disponía de suficientes recursos para atender a la familia y que había tenido que ir a buscar un modesto puesto allá en Varadero.   Yo recordaba en ese momento los esfuerzos que nosotros veníamos haciendo hasta hace unos pocos años para que a nadie le faltaran los materiales con que construir una casa, ni piedra, ni cemento, ni arena, ni ladrillos, nada.   Ya habíamos creado las capacidades para  100 000 viviendas, ya teníamos los constructores, los contingentes; nadie tenía que abandonar su cargo de profesor para ir a trabajar a Varadero, y disponíamos de recursos económicos, de ropa, zapatos, alimentos en cantidades muy superiores a las de que disponemos hoy.   Nadie tenía que hacer un cambio de esa naturaleza.

Claro, pero esta es la situación no de uno, es la de cientos de miles.   Es, realmente, la de millones de personas hoy, podríamos decir, que tienen necesidades de un tipo y de otro y, naturalmente, tales situaciones compulsan a fenómenos de esa naturaleza que no se podrían jamás resolver por esa vía.

El habló de otros problemas actuales muy presentes.   Contaba, por ejemplo, en las discusiones y en el trabajo de las brigadas estudiantiles, la necesidad de estar bien preparados, con argumentos sólidos, porque venían y les decían:  "Sí, educación y salud." El argumento de educación y salud como tareas casi exclusivas y fundamentales realizadas, es uno de los más pérfidos del enemigo para negarle a la Revolución todo lo demás; pero si algún proceso político hubiera hecho únicamente lo que la Revolución ha hecho en educación y salud, sería uno de los más grandes procesos políticos de la historia (APLAUSOS).   Es que no hay comparación ni siquiera en el mundo desarrollado.

Yo les mencioné algunos datos que usé también en el viaje por Europa, de maestros y profesores per cápita, de médicos per cápita, podría decir de enfermeras per cápita, podríamos hablar de estudiantes procedentes de otros países per cápita que hemos formado en nuestro país, como podemos hablar de medallas de oro per cápita en las competencias, instructores deportivos per cápita, instructores de arte per cápita.

Pero es que no solo avanzó este país en educación y en salud.   En deporte somos un país admirado en el mundo; no se imaginan ustedes cuánto admiran a Cuba hoy por lo que hace en deporte, cuando ven a la islita bloqueada ocupando el quinto lugar en las olimpiadas.  ¿Pero cómo el país al que durante treinta y tantos años han mantenido en condiciones de presión, de amenaza, de hostilidad, de bloqueo, puede ocupar el quinto lugar en las olimpiadas, un mejor lugar en las olimpiadas que cualquier otro país de Europa Occidental?

Ya China con sus 1 200 millones de habitantes quedó por delante de nosotros. Los que fueron soviéticos en su tiempo —les queda gente todavía allí, deportistas, a pesar de que lo han desbaratado todo— ganaron más medallas que nosotros.   Estados Unidos también.   Y quedó alguien por ahí, se me debe haber olvidado uno; ¡ah!, esta sí, esta creció, quedó Alemania, ya unida la RDA que fue potencia deportiva, por eso no podía decir cualquier otro país de Europa Occidental.   Pero lidiaremos, con nosotros van a tener que seguir contando.

Sí podemos decir de nuestro país que tiene más instructores deportivos en el exterior que los que tiene cualquiera de ellos, son cientos de instructores; ya nosotros mismos estamos ayudando a que otros nos ganen medallas.

¿Y los avances de nuestro país en el terreno de la cultura?  ¿Se puede cuestionar el aprecio que hoy siente el mundo por nuestros pintores, por nuestros músicos, por nuestros artistas? No se puede cuestionar; y estoy hablando de desarrollo social, ya no solo es educación y salud.

¿Se pueden cuestionar los avances alcanzados por nuestro país en la ciencia? Entre todos los países del Tercer Mundo, el primero, sin discusión.  ¿Hay en algún otro país un movimiento como el Foro de Ciencia y Técnica, en que participan más de un millón de personas y cuyos frutos y efectos se han podido apreciar aquí en las intervenciones de ustedes?  ¿Hay algún otro país que haya llevado a las instituciones universitarias el nivel de investigaciones científicas que hemos llevado nosotros, y sobre todo en los últimos años, en medio del período especial?  ¿Hay algún otro país que haya sido más solidario, que haya enviado más médicos que nosotros al Tercer Mundo, o más maestros que nosotros, o más técnicos, o más combatientes?  ¡Que levante la mano el país que lo haya hecho!  ¿Hay otro país que haya luchado más por la igualdad de la mujer?  ¿Hay otro país que haya luchado más contra la discriminación por razones de raza, que lo que ha luchado nuestro país?

¿Hay otro país que haya luchado más por la dignificación del ser humano, por la protección del niño, por la protección del inválido, por la seguridad social para todos aquellos que envejecieron, o se quedaron enfermos, o se quedaron solos en este mundo? Me pregunto si algún país con menos hizo más por la dignidad humana y por la igualdad humana, por la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, o si no, mediten un segundo de dónde viene cada uno de ustedes:  si sus familias eran dueñas de centrales azucareros, grandes almacenes, grandes tiendas, grandes fábricas; quiénes eran sus padres o abuelos, quiénes eran sus tíos, quiénes eran sus familiares, y hoy están aquí participando en todo lo que tiene que ver con algo tan importante como la educación y la vida del estudiante, del joven y del futuro sin necesidad de ninguna fortuna.

Entonces, ¿esas cosas que tienen que ver con la dignidad del hombre y con la justicia no valen nada?  ¿Qué país ha luchado más contra el imperialismo que nosotros?  ¿Qué país pequeño pudo quedarse solo frente al más poderoso imperio que existió jamás y ser capaz de resistir?  ¿Qué pequeño país habría podido soportar el derrumbe del campo socialista y de la URSS, la pérdida abrupta de nuestros mercados de exportación, de nuestras fuentes fundamentales de suministro de energía, de alimentos, de materias primas?  ¿Qué país hizo más en menos tiempo, no solo en el terreno del desarrollo social, sino en el terreno del desarrollo económico, con un crecimiento sostenido de más de 30 años, que transformó la vida de los campos, que hizo propietarios de la tierra a todos aquellos campesinos que pagaban rentas, alquileres, aparcería y eran miserablemente explotados; que desarrolló la agricultura técnica, moderna en los campos; que dignificó al obrero, aquel que vivía en el tiempo muerto, sin trabajo, sin asistencia médica, sin seguridad social, sin ningún auxilio para la familia, sin ninguna esperanza?

¿Qué país hizo más por humanizar el trabajo?   Solamente por haberle puesto fin al corte manual de caña, ya eso solo hacía acreedora a la Revolución Cubana de una proeza:  más de 300 000 hombres haciendo colas en los cañaverales para poder encontrar unos meses de trabajo, y endeudados todo el tiempo; ese trabajo inhumano que antes hacían los esclavos.   Aquellos hombres arrancados de Africa —como nos recordaba el compañero al que no puedo llamar extranjero, sino compañero que nació en otras tierras y que habló aquí— eran los que cortaban la caña y recogían el café, y después eran los inmigrantes del Caribe, los antiguos esclavos que se quedaron allá sin tierra, sin empleo, sin nada.   En este país el arroz se cortaba con una hoz —que la han desaparecido de la bandera de la URSS; la quitaron, ¿no?   Yo he perdido el hábito de andar mirando banderas, porque he visto tanta gente cambiando de bandera como se cambia de camisa, que ya no se puede estar aprendiendo de nuevo de memoria la bandera de cada cual, prefiero esperar a que vuelvan la hoz y el martillo a las banderas de muchos países, ¡es preferible!  (APLAUSOS), o que aparezcan nuevas.

Todo el transporte se mecanizó, se humanizó; las construcciones se humanizaron, las cargas en los muelles se humanizaron.  Fue un esfuerzo material y económico tremendo el que hizo el país para que un hombre no cargara un saco de 325 ó 350 libras, y los cargaran en tolvas, en máquinas, en poleas.  Fue creada la Marina Mercante que adquirió notable desarrollo y una moderna flota pesquera capaz de laborar en los mares más remotos fue establecida a partir de cero.

Se llenó el país de carreteras y de caminos. No sé si alguien tendrá el dato exacto, pero deben haberse construido entre 40 000 y 50 000 kilómetros de carreteras y caminos.   Se llenó el país de presas y de canales para el riego. Se estableció el regadío, la fertilización, la mecanización del ordeño; prácticamente todos los trabajos durísimos de los cuales tenía que vivir nuestro pueblo se humanizaron con la Revolución.   Se alcanzaron producciones anuales de cientos de miles de toneladas de carne de ave, de cerdo, de leche y de huevos.   Se electrificaron los campos; en este país, que no tiene ni grandes ríos para producir energía hidráulica ni ha podido disponer de grandes yacimientos de petróleo, se logró llevar la electricidad a las montañas, a todas partes, a más del 90% de la población en los años de Revolución. Se construyeron cientos de miles de confortables viviendas que fueron entregadas al pueblo.

Se le dio de una forma o de otra empleo a todo el mundo, se desarrollaron las ciudades.   Antes había una universidad en la capital y el sueño de alguna otra en otro lugar; ahora son 14 provincias, cada provincia tiene sus facultades, su escuela de medicina y algunas más de una, en cada una de ellas se hacen especialistas en muchas ramas; las escuelas vocacionales o los institutos de ciencia y técnica, los centros de investigación están regados por todo el país; las ciudades cambiaron, de lo que era cualquiera de aquellas aldeas a lo que es hoy es un cambio enorme el que se ha producido; se hicieron cientos de fábricas, y todo eso en medio de la amenaza constante del imperialismo, todo eso teniéndonos que movilizar todos los años, teniendo que disponer en las fuerzas armadas de cientos de miles de hombres sobre las armas durante quinquenios enteros, teniendo que defendernos no solo del bloqueo, sino de guerras sucias, invasiones mercenarias, sabotajes, cosa que nadie se imagine que ha terminado ni mucho menos; como no han terminado los planes de asesinato de dirigentes de la Revolución, ¡ni se lo imaginen!, o los planes de sabotajes, de incursiones armadas, intentos de destruir nuestras industrias claves, de golpear nuestra economía en los puntos más sensibles, porque son planes activos y actuales del imperialismo.   Son planes activos y actuales, repito, no solo el bloqueo.

Todo aquello se hizo, en el orden material, en el orden económico, y demuestra la influencia de la propaganda mercenaria y enemiga, cuando quisiera negarle todo esto a la Revolución.   Vergüenza debiera darle al mundo rico y desarrollado el no haber resuelto problemas que nosotros hace rato ya hemos resuelto.

El compañero matancero decía otra cosa —me fijé en uno, si me pusiera a explicar aquí las reflexiones que hacía mientras hablaba cada uno de ustedes, no terminaría nunca—, dijo que ellos lamentaban no haber vivido los tiempos del Moncada, o del Granma, o de la Sierra Maestra, o de las misiones internacionalistas.   Pero él decía muy bien que este era uno de los momentos más duros, más difíciles.

Al mediodía me estaban haciendo unas preguntas para un documental, por televisión, asociado a los cuadros que han pasado por la juventud a lo largo de los autos de la Revolución, y me pidieron que les dijera algo.   Di mis opiniones y mi impresión sobre la juventud, sobre los pioneros, y me refería, precisamente, a esa idea de que algunos de ellos —algunos o muchos, tal vez— sienten no haber vivido aquella época, y decía que yo sentía no vivir a esa edad en esta época; que me lamentaba de no ser uno de ustedes, de los delegados que están aquí en este congreso (APLAUSOS), porque fui también estudiante universitaria y recuerdo aquella juventud tan sufrida, tan dividida, fragmentada, muchas veces desorientada, confundida por una prensa al servicio de los intereses del imperialismo. Todos los medios estaban al servicio de los intereses de los explotadores, de los terratenientes, de los dueños de casa, de las transnacionales, de los intereses de Estados Unidos, vomitando veneno a todas horas para poder mantener aquel sistema.

¿Cómo habrían podido aquellos estudiantes de aquellas poquitísimas universidades —la de La Habana, casi con una sola instalación; la de Santiago de Cuba que empezaba a desarrollarse, y algún esfuerzo por hacer algo en Camagüey y en Holguín—, cómo hubiéramos podido los estudiantes de aquellos tiempos tener un congreso como este, un papel como este, una participación como esta, y discutiendo delante de todo el país, para todo el país y delante del mundo, los problemas de hoy?

No tiene ninguna importancia especial que los dirigentes participemos aquí junto con ustedes y escuchemos con el máximo interés lo que ustedes digan, qué mejor trabajo que ese podemos hacer nosotros y qué otro deber puede ser el nuestro.

Pero a nuestras reuniones estudiantiles no asistían ni los concejales, ni la prensa, nada; asistían a las batallas de los estudiantes cuando salían a la calle a protestar contra las injusticias. Cuando la policía les lanzaba los carros bombas, cuando la policía los golpeaba, los reprimía, entonces eran noticia los estudiantes.   Y eso hoy, desgraciadamente, sucede todavía en muchas partes del mundo, o en casi todas partes.

Ayer nosotros salíamos de la sesión de la tarde y estábamos escuchando las noticias de que habían muerto cinco estudiantes en la vecina isla de Santo Domingo, estudiantes que protestaban contra algunas medidas que afectaban allí sus intereses, ¡cinco muertos! Es raro el día que no aparezca en la prensa la noticia de algún estudiante asesinado por la represión.

Es una vida tan distinta, es tan diferente todo, realmente; el nivel de preparación, de educación, de cultura que tienen ustedes, la masividad de ustedes.   Nada de eso conocimos nosotros:  unos pocos estudiantes que iban a clases, unos pocos profesores, muy poquitos, no esa cifra de decenas de miles de la que hablábamos ayer.

Es cierto que tuvimos la oportunidad de luchar contra aquellas cosas; teníamos muchos objetivos por conquistar y muy pocos que defender. Es cierto que tuvimos la oportunidad de luchar contra gobiernos corruptos, gobiernos tiránicos y todo eso, pero la envidia no es solo por la diferencia entre la vida de ustedes y la que nosotros conocimos; la envidia es por los tiempos que les ha tocado vivir a ustedes hoy, por las luchas de ustedes hoy, cuando su país se enfrenta —repito— a la más poderosa potencia imperialista, al más inhumano y despiadado bloqueo; cuando la bandera de la estrella solitaria no se pliega ni admite convertirse en estrella de otra bandera, ni concibe dejar de tener el lugar de honor que hoy tiene a los ojos del mundo.

Tengo la más absoluta convicción de que nunca nuestra bandera fue más respetada, de que nunca nuestro país fue más admirado; lo digo no porque alguien me lo contara, sino porque cuando viajo converso con mucha gente, y converso con muchos políticos, y converso con muchos jefes de Gobierno y de Estado.

Si ustedes hubieran vivido la experiencia que yo viví, habrían sacado la misma convicción de que nunca Cuba estuvo menos sola, ¡nunca!; nunca tuvo más prestigio y nunca se depositaron en ella más esperanzas.

Cómo sufren nuestros enemigos, no se lo imaginan ustedes.   Cómo enloquecen, cómo tratan de hacer más cosas contra nosotros, cómo no se resignan a que hayamos resistido, cómo no les basta su bloqueo y quieren endurecerlo todavía más a extremos que ya son de locos.   Porque quiero decirles otra cosa:  parejamente al crecimiento del prestigio de Cuba, crece la convicción en el mundo de que la política de Estados Unidos con relación a Cuba es una política loca.

Eso se ve en Naciones Unidas:  101 votos contra el bloqueo; 2 votos  —incluyendo el de Estados Unidos— a favor del bloqueo, y un montón que se van para no estar allí a la hora de votar y otros que se abstienen.   Pero cuando uno participa en una conferencia como la cumbre de Copenhague, donde están ministros, viceministros, funcionarios de gobierno de todo el mundo; o cuando se visita a la UNESCO, donde hay trabajadores de todas partes del mundo, la reacción y la actitud de aquella gente es más asombrosa todavía que la que se puede apreciar en las Naciones Unidas.   Y esto a pesar de las calumnias contra Cuba, ¡es increíble!

De milagro no les dio un infarto con motivo de nuestro viaje a Francia. Yo no sabía que nosotros constituíamos una enfermedad del corazón para alguna gente, es nueva. Se hablaba del infarto, de la isquemia y de no sé cuántas cosas más —una gran parte de ustedes deben saberlo—; ahora, se veía rabia, incapacidad de tolerar, de resistir ese tipo de cosas, esa conducta por parte de una potencia tan poderosa y tan influyente en todos los terrenos, y por eso el concepto que tienen en el mundo de la política que sigue hacia Cuba es muy malo.   Sin embargo, quieren establecer nuevas leyes contra Cuba.

Hay en Estados Unidos dos gobiernos en este momento —es lo más complejo de la situación—:  una administración que es conocida, la actual, y un Congreso que pertenece al partido opuesto, bajo el control de fuerzas muy reaccionarias, llenas de odio contra Cuba, que son las que quieren ahora hasta prohibir visitar Estados Unidos a quienes tengan negocios con Cuba, prohibir todo comercio con Estados Unidos a quienes tengan negocios con Cuba.   Hablan de mantener el bloqueo, incluso, si se cayera la Revolución.

¡Ah!, un invento nuevo en esa ley que está proponiendo uno de estos señores, que no hay con quien compararlos:  plantean que hay que indemnizar las propiedades norteamericanas que fueron nacionalizadas por la Revolución, pero que también hay que devolver las propiedades de todos los terratenientes, latifundistas y ricos que había en nuestro país, que se fueron para Estados Unidos y se hicieron ciudadanos norteamericanos.   Esto quiere decir que hay que devolver hasta la casa en que cada uno de ustedes vive, el pedacito de tierra que tenga el más modesto campesino en este país; habría que devolverlo todo.   Es uno de los inventos más absurdos y más monstruosos del mundo; no tiene nada de extraño que se note en Estados Unidos no solo una falta de cárceles para los crímenes, las drogas, etcétera, sino una considerable falta de manicomios (RISAS Y APLAUSOS).

Hacen proposiciones de leyes de este tipo, cuando 101 votan en la Asamblea General de Naciones Unidas contra el bloqueo y solo dos a favor.

Claro, hay algunas comisiones de Naciones Unidas donde tienen una mayoría mecánica resultado de sus calumnias; pero eso fue después del desplome del campo socialista, donde hay cola para hacer lo que le ordena Estados Unidos.

Antes siempre Cuba tenía una mayoría frente a los aliados de Estados Unidos y no podían adoptar resoluciones contra nuestro país; ahora, una de las primeritas fue Rusia, que ha tenido dos posiciones:   en la del bloqueo, este año, votó en contra de la proposición del bloqueo; pero en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, votó contra Cuba.

Yo pensaba en Chechenia y digo:  Qué cosas raras pasan en este mundo.   Y debo advertir que soy contrario a la desintegración de cualquier país, estoy en absoluto desacuerdo con eso.   Pero los cables traían noticias de no sé cuántos miles de cañones rusos disparando cañonazos, cientos de aviones y helicópteros lanzando bombas, decenas de miles de civiles, ancianos, mujeres y niños muriendo allí, y en la Comisión de Derechos Humanos votando contra Cuba, el país donde no ha existido jamás un desaparecido, el país donde no ha ocurrido jamás, en 36 años de Revolución, un crimen político, el país donde no hay torturados.

A quienes les estoy diciendo esto es a ustedes, que viven en toda la república y saben cuál ha sido el comportamiento de nuestras fuerzas, ustedes que tienen un concepto tan alto de nuestras fuerzas armadas y de nuestro Ministerio del Interior, por su comportamiento, por su elevada ética, por su caballerosidad.   Es que no hay ni siquiera un solo caso en todas las misiones internacionalistas cumplidas por nuestras fuerzas armadas en que haya habido un prisionero asesinado, algo tan raro que es lo más raro del mundo, pues sabemos lo que pasa, por lo general, en el mundo.

Cientos de miles de hombres nuestros han cumplido misiones internacionalistas y nadie podría mencionar un solo caso de un prisionero asesinado, golpeado o maltratado.   Esa fue la tradición del Ejército Rebelde y ese fue el comportamiento cuando Girón.   En masa caían prisioneros mercenarios.   Ni uno solo recibió un golpe, y no lo hay; lo rebuscan por Miami, por toda la tierra y no se encontrará uno solo que pueda decir que cuando lo hicieron prisionero, en el fervor de los combates y donde habíamos tenido muchas bajas entre muertos y heridos, fue golpeado.

Les puedo decir, y a partir del conocimiento que tenemos de la historia de la humanidad y de la historia de las revoluciones, que no ha habido una revolución más humana ni una revolución más limpia que la Revolución Cubana (APLAUSOS PROLONGADOS).   Esa verdad no han podido destruirla nuestros enemigos, a pesar de su gigantesco e inmenso aparato publicitario.   Y eso lo vemos nosotros, lo comprobamos en los contactos que tenemos con mucha gente en el mundo.

Hoy somos el único país bloqueado.   China es un país grande, poderoso, no está bloqueado, y nos alegramos muchísimo de que China no esté bloqueada.   Viet Nam es un país no tan grande pero de mucho mayor población que nosotros, un país importante, no está bloqueado y nos alegramos.   Corea es un país donde hasta hace poco las relaciones con Estados Unidos eran tensas, y hoy discuten allí cuestiones nucleares, suministros de reactores, combustible.   Nos alegramos mucho.  ¡Ah!, pero con Cuba no es esa la política, sino más leyes, más medidas de bloqueo es lo que están proponiendo, y sin que nadie pueda, dentro del caos que es la política de ese país, predecir cuál es el curso de los acontecimientos.

Pero es peligroso que los grupos más reaccionarios, que los grupos fascistas, se hagan del poder en ese país; es peligroso, es un peligro real y digno de prestársele toda la atención que requiere, no solo por nosotros sino por todo el mundo.   No es algo que nos asuste ni es algo que nos pueda asustar, porque nada nos asusta, nada nos puede ya asustar (APLAUSOS PROLONGADOS).

¿Qué puede asustarnos después de todas las experiencias que hemos vivido?   De la Crisis de Octubre casi ni hablamos, un episodio más de los tantos, y era una crisis nuclear.   Cuando desaparecen el campo socialista y la URSS, ¿qué catástrofe mayor podía haber para nosotros que ese momento en que nos quedamos solos aquí frente a un imperio que había adquirido la categoría de poder hegemónico mundial y unipolar?   No podía asustarnos, como no nos asustan las noticias que tenemos de las cosas que hacen, de los planes que elaboran.   Pero son estas las realidades, y no vamos a renunciar a nuestras ideas, nuestras banderas no vamos a plegarlas.  ¿Rendirnos?   No nos rendiremos jamás (APLAUSOS).

Su odio da la medida de nuestros méritos y de la grandeza de nuestro pueblo.   Su odio y sus amenazas dan la medida del momento de la historia que están viviendo ustedes.   Sí, nos tocó esto.   Cuando nadie se imaginaba que podíamos resistir, hemos resistido.

Alguien me recordaba hace unos minutos que en el congreso anterior todavía existía la URSS, era en diciembre de 1990, ¿y qué ha pasado, nos hemos retrasado nosotros en el congreso de la FEU?   Pero han pasado físicamente más de cuatro años, ¿no?

¿Ya ves —¿dónde está el compañero que discutía?, ¿cómo le decías tú, Otto—, Guanchy?  (APLAUSOS.)  Cuatro años y medio, no cuatro, si estos siguen retrasando sus congresos; pero yo no pienso que tienen tales intenciones.   Hace cuatro años y medio desapareció la URSS, sin embargo, la FEU no ha desaparecido, la Revolución no ha desaparecido, Cuba no ha desaparecido (APLAUSOS), y eso irrita.

Yo le comentaba a un compañero hoy:  Bueno, mirando este congreso...  No sé cuántos años tienen los pulóveres de ustedes o determinadas camisas.   Si les faltan algunas se las presto, porque en estos días se ha puesto de moda regalarme camisas, trajes y cosas de esas (RISAS Y APLAUSOS); se las puedo donar a la FEU para un congreso futuro.   Pero los veía bien, una buena presencia, un paisaje alegre, agradable, me refiero ya a lo físico:  colorido, energía, fortaleza, vigor, y, además, talento.   Esto no niega los enormes sacrificios que hace nuestro pueblo, pero a pesar de eso están ustedes ahí, y mi impresión es que están más firmes, mi impresión es que están más decididos, mi impresión es que están más dispuestos a vencer (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:  "¡Fidel, amigo, la FEU está contigo!").

Al senador Helms le podíamos enviar también un mensaje:  "¡Oigame, estamos aquí y pensamos seguir estando hagan las leyes que hagan!" (APLAUSOS.)

Para ellos mismos no resulta tan fácil llevar a cabo sus maquiavélicos planes.   Ahora están en una especie de "luna de miel" con la opinión, pero una miel que se está aguando y puede terminar convirtiéndose en vinagre, porque ya las encuestas de opinión empiezan a señalar que no están muy contentos con las cosas que están haciendo, entre otras, porque quieren barrer cuantos avances sociales, cuantas medidas de apoyo a la gente más pobre, desempleados, enfermos, etcétera, se aplicaron en ese país desde la época de Roosevelt; determinados programas sociales que constituían una necesidad para millones de personas, los están barriendo.  Todos los días proponen un proyecto para suprimir esas medidas de avance en un llamado Nuevo Contrato con el que quieren sustituir el New Deal de Roosevelt, y están tomando medidas muy duras para el pueblo norteamericano, medidas que favorecen a los ricos, que reducen la protección a los sectores más humildes.

En las últimas elecciones presidenciales no hay que olvidarse de que la mayoría de las mujeres, de los hispanos, de los negros, de los jóvenes, de los desempleados, votaron contra el neoliberalismo en ese país, votaron contra el gobierno de Bush y votaron por Clinton, quien había ofrecido una serie de medidas, incluido un plan de salud que alcanzara a todos los norteamericanos —hay decenas de millones de norteamericanos que no tienen ningún acceso a la salud—, una serie de medidas sociales, y fue esa gente la que dio la mayoría que le permitió el triunfo electoral a la fracción del Partido Demócrata.

Allí vota la mitad de la gente y si hay tres candidatos con el 30% de los votos se decide una elección; pero eso produjo una reacción fuerte por parte de los adversarios, que empezaron a trabajar duro y están llevando a cabo todas estas medidas, o tratando de llevarlas a cabo, entre ellas medidas más duras contra Cuba, pero se encuentran oposición creciente incluso en la prensa de Estados Unidos.

Desde la crisis famosa de los balseros, más de 300 editoriales se escribieron en los principales periódicos y revistas de Estados Unidos criticando su política hacia Cuba.   Muchos medios de prensa norteamericanos, muchos hombres de negocios norteamericanos, que ven que vienen inversionistas de Europa, de todas partes y ellos no pueden venir, tienen prohibido venir, no los dejan invertir.   Y no es que Cuba sea un mercado grande, gigantesco como China, que por sí sola atrae las inversiones, sino por una cuestión que para ellos es de honor, de principio:  al hombre de negocios no le gusta que lo excluyan en ninguna parte.

Es creciente el número de empresarios que se oponen a esa política; es creciente el número de norteamericanos que se oponen a esas estupideces; es creciente, además, el número de norteamericanos que se oponen a los programas reaccionarios que están llevando a cabo estos grupos de ultraderecha en el Congreso de Estados Unidos; es creciente la oposición internacional a ese tipo de política.

Les quiero decir con esto que el camino no es tan fácil para ellos, pero se mueven en enmiendas de leyes, y nadie podría descartar que algunas de esas leyes, algunas de esas medidas, pudieran aplicarlas aunque no les resulte tan fácil hacerlo por las razones que les daba anteriormente.

Sin embargo, nosotros debemos estar preparados para luchar aun en el caso de que se apliquen esas leyes, como estamos preparados para luchar en todos los terrenos.   En el terreno de la defensa se hacen enormes esfuerzos por fortalecerla y por fortalecer el trabajo del Ministerio del Interior con cada vez menos gastos.

Aquí se reflejó la alta valoración que ustedes hicieron en la Comisión de Defensa y las ideas que se elaboraron acerca de cómo perfeccionar la participación del estudiantado en ese esfuerzo, pero tenemos que seguir defendiéndonos, nadie se imagine que podemos olvidarnos de eso.   Si yo no tuviera la obligación de ser discreto, podría contarles algunas cuantas cosas, que a ustedes los asombrarían, de los planes que elaboran y de las cosas que tienen en el cerebro, y sin que uno acabe de saber quién allí es el que tiene eso en la cabeza, sin que usted pueda tener la seguridad de que es una conspiración de estos grupos extremistas que hay en el Parlamento; si algunos sectores de la administración son los que estén alentando todo eso, porque la propia administración está dividida; qué papel juega la famosísima CIA en todo esto.

Pero nosotros reunimos información, acumulamos datos, acumulamos pruebas.   No, no es que estemos con los brazos cruzados, estamos discretos, observando todo; hay que observar muchas cosas porque ahora hay que tener más tacto que nunca, más calma que nunca, más ecuanimidad que nunca, más paciencia que nunca, hasta para hablar hay que ser discreto, y las cosas que haya que denunciar hay que saber cuándo se denuncian, dónde y cómo, y qué hay que hacer, porque ellos no ignoran que sabemos, y hasta, incluso, les hemos hecho saber de alguna forma que sabemos.   Le hemos dicho:  "Oiga, esto está pasando, esto otro está pasando." No hacemos nada con salir rápidamente a denunciar en la prensa.

Ahora estamos aprendiendo a administrar bien los secretos.   Antes los administrábamos, pero ahora creo que los sabemos administrar mejor y más políticamente.   Es una lucha dura, no se debe subestimar; son grandes los obstáculos, no se deben subestimar.

A mí me dolía muchísimo cuando se hablaba hoy de que a veces faltaban los lápices para copiar una clase, o que faltaban las libretas.   Me hacía recordar los tiempos aquellos en que imprimíamos por decenas de miles los libros universitarios y que adoptamos la decisión, no solo de imprimirlos, sino de venderlos, a un precio muy económico, pero venderlos, para que el estudiante universitario no se quedara sin libros después que se graduaba, y es duro, es triste ver que eso es verdad, y que llegan libretas por aquí y libretas por allá y se reparten en la secundaria, en la primaria y no alcanzan.

Nosotros hasta nos rompemos la cabeza pensando cuántos metros cuadrados de tela hacen falta para que los estudiantes de secundaria y preuniversitario mantengan sus uniformes.  ¡Cómo nos duele que tantas cosas que hicimos durante tanto tiempo, hoy estén sufriendo todos estos problemas y todos estos inconvenientes!  ¡Cómo nos duele haber paralizado tantos programas como los que hemos paralizado!   Es triste, es realmente triste para los que hemos tenido que vivir tantos años de Revolución y tantas experiencias diferentes, ¡qué duro es!   Y cuando escuchábamos esto de los lápices y las libretas, pensábamos, tenemos que seguir pensando.

Con este congreso se demostraba una cosa:  es la posibilidad de hacer cosas.   Se citaron ejemplos magníficos, desde los estudiantes del central Yaguajay, o los otros de Sancti Spíritus que se hicieron cargo de salas de un hospital, o aquellos que resolvieron el problema de los maestros en las montañas.

Con las mismas cosas que teníamos, vean cuánto hemos adelantado en muchos aspectos, a pesar de las increíbles limitaciones materiales de 1994; la creatividad humana, la voluntad humana, el heroísmo humano es capaz de obrar, realmente, milagros.   Y ya les digo, a pesar de que expreso que pueden amenazarnos dificultades todavía mayores por todas estas cosas que están ocurriendo, no soy pesimista, al contrario, tenemos que trabajar, tenemos que luchar, la diplomacia y la política tienen que desempeñar un papel importante aquí; pero lo decisivo es nuestra voluntad y nuestra capacidad de resistir.   Eso es lo decisivo:  nuestra voluntad y nuestra capacidad de resistir.   Y no estamos defendiendo treinta y tantos años de Revolución, estamos defendiendo más de 100 años de Revolución, casi 130 años de Revolución es lo que defendemos.

Ya que no nos dieron oportunidad de escoger al vecino, aquí estamos al lado de esos señores expansionistas, guerreristas, imperialistas; pero nos puede consolar también la idea de que ellos piensen que ya que no tuvieron oportunidad de escoger al vecino ni de tragárselo, no les quede más remedio que contar con nosotros, hasta el día en que haya paz; porque tendrá que venir una paz, pero paz con absoluto respeto a la soberanía y la independencia del país, porque exigiremos siempre tanto respeto por nuestra soberanía como ellos puedan exigirlo por la suya.

Habrá paz porque habrá cambios, estamos viviendo en otro mundo, ya no existe justificación de guerra fría, etcétera, como no existe justificación para extender la OTAN hasta la frontera de Rusia, una cosa loca, absurda, que no se entiende ni se puede entender.

Hay que confiar en el pueblo norteamericano, a pesar de todo el veneno que le han inculcado, porque también a medida que le inculcan veneno, lo van inmunizando; el organismo humano se inmuniza de las bacterias, de las toxinas, de los virus.   Dicen que lo difícil del virus del SIDA es que muta frecuentemente, y no hay duda de que se están produciendo mutaciones en la mentalidad del pueblo norteamericano y muchos productos venenosos y nocivos ya no resultan tan venenosos y tan nocivos allí dentro de la sociedad norteamericana que está observando todas estas cosas.

Repito, cambian también las perspectivas de muchos medios de divulgación masiva que piensan con sentido común, con sensatez con relación a muchos problemas, y que están en contra, incluso, de la ola de chovinismo, de la ola de xenofobia que se ve crecer allí y en otras partes.   Hay mucha gente que piensa, muchas inteligencias, muchos talentos, y se producirán cambios, y algún día esta locura tendrá que ser sustituida por la paz, ¡pero paz con dignidad, paz con respeto, paz con revolución, paz con justicia social, paz con la preservación de todas las conquistas del socialismo y paz con nuestro derecho más absoluto a seguir construyendo el socialismo cuando las circunstancias objetivas lo permitan!  (APLAUSOS.)

Es así como estamos viendo estos acontecimientos internacionales.   Pero no somos los primeros en sufrir esto, bien saben ustedes todo lo que sufrieron nuestros antepasados, desde Céspedes hasta Martí, y a lo largo de más de medio siglo, en la falsa república, en la neocolonia; duro tienen que haber sufrido.   Y nosotros los comprendemos, cuando iniciaron su primera guerra por la independencia y cuando después de casi 30 años iniciaron la segunda, los engaños, las mentiras, la intervención, la conversión de nuestro país en una nueva colonia.   Por eso no debemos permitir, no podemos permitir que nadie nos engañe, que nadie nos confunda.   Argumentos hay millones para defender la Revolución, la obra de la Revolución y la línea de la Revolución.

Por eso fueron tan alentadoras las palabras de algunos visitantes que nos hablaron y nos dieron estímulo, nos expresaron su reconocimiento y nos exhortaron a luchar y a seguir luchando, que es a lo que nos exhorta todo el mundo.   Todo el mundo en todas partes nos dice una palabra:  ¡Resistan!, ¡resistan!, ¡resistan!   Eso es lo que nos dicen y repiten.   Y resistir quiere decir ¡victoria!; resistir significa ganar esta contienda que lleva ya —como decía— casi 130 años o más, porque los expansionistas del norte se querían apoderar de nosotros desde hace más de 200 años; soñaron siempre con apoderarse de Cuba, y es un privilegio histórico haber evitado que aquella manzana no cayera como fruta madura, ¡ni caerá como fruta madura, ni como fruta podrida!; porque madurez tenemos, madurez política, madurez revolucionaria, y primero se pudrirá quien con las fauces abiertas espera que caiga la manzana, antes de que se pudra la manzana (APLAUSOS); primero se pudrirá el imperio que la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Por eso hoy aquí, donde ustedes han ilustrado con el pensamiento preclaro de nuestros más ilustres antecesores este congreso, podemos grabar bien esa frase con la que Mella expresó:  ¡Vivamos la hora más solemne de la historia!

¿Qué diría Mella si estuviera aquí en este momento, estaría aconsejando rendición?  (EXCLAMACIONES DE:  "¡No!")  El dijo:  Aun después de muertos somos útiles, porque servimos de bandera ¡Cuánta verdad en esas palabras y cuánta bandera en Mella!  (APLAUSOS.)

"Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad.”  Tienes razón, José Antonio:  ¡Tu sangre nos está señalando el camino de la libertad!  (APLAUSOS PROLONGADOS.)

¡Tienes razón, Martí, mil veces razón!  ¡Jamás nos lamentaremos!  ¡Jamás nos desalentaremos, cuando está enfrente la obra sagrada de la Revolución!

 

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!  (EXCLAMACIONES DE:  "¡Fidel, Fidel!"

 

(OVACION)

(VERSIONES TAQUIGRÁFICAS - CONSEJO DE ESTADO)