Fidel y el ajedrez (II)
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Cubadebate ofrece otro capítulo del libro inédito “Fidel y el ajedrez”, de Jesús G. Bayolo, uno de los grandes periodistas deportivos cubanos e historiador del juego-ciencia, como regalo por el cumpleaños 90 del líder histórico de la Revolución. “Cuba tuvo la gloria de aportar al mundo una figura como José Raúl Capablanca, que ostentaba el título de campeón mundial cuando nació Fidel, y para orgullo de los ajedrecistas su máximo líder también es un cultor del intelectual deporte.”
- Vea la primera parte de este libro de Jesús G. Bayolo: Fidel y el ajedrez
De pie y sosteniendo el tablero
Hasta el último de sus días el Árbitro Internacional José Luis Barreras (falleció el 30 de julio de 2005) analizaba partidas en un tablero de madera, no de tamaño normal ni tan pequeño como para llamarle “de bolsillo”, y que le era muy eficaz en sus últimos años ante el temblor de sus manos, porque cada casilla contaba con un orificio para ajustar las piezas plásticas.
Le pregunté una vez que dónde y cómo había obtenido tan curioso juego de ajedrez, y aunque tenía dificultad para hablar en su década final, me respondió muy claro: -Me lo regaló Fidel.
Resulta que Joaquín Camarena, de México, le había obsequiado aquel juego al Comandante en Jefe luego del acto clausura de la Olimpíada, el propio 20 de noviembre de 1966, y en medio del salón cobró vida original partida, de la cual sabemos, por el siguiente testimonio de Barreras:
“Blancas: Joaquín Camarena – Negras: Fidel Castro Ruz
1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Cc3 Cf6 4.d4 Ab4 5.Ac4 d6
Con el tablero sujeto con la mano izquierda de ambos rivales, en posición de pie en medio del Salón de Embajadores, se jugó esta partida. Justamente en el momento de tomar el peón dama para llevarlo a la casilla 3 Dama, se produjo una foto que ha sido muy divulgada.
6.0-0 0-0 7.Te1 Cxd4 8.Cxd4 exd4 9.Dxd4 Ac5 10.Dd1 Ag4 11.Ae2
Camarena realizó esta jugada al tiempo que ofrecía tablas a Fidel, quién las aceptó sin reparos. Lo cierto es que ambos contrincantes no se podían mover, presionados por un público curioso y entusiasmado ante aquella batalla. Sin dudas fue la mejor partida jugada por Fidel en la Olimpiada”.
Hasta ahí la narración de Barreras sobre la carismática partida. Según me contó, Fidel le regaló allí mismo el curioso juego, que conservó siempre y al que tanto uso le dio.
México finalizó en el segundo lugar del Grupo D, que significa el lugar 44 de los 52 equipos que intervinieron en la XVII Olimpíada. Camarena hizo 5,5 puntos de 12 posibles en el cuarto tablero y Terrazas 3 de 5 en el sexto.
La idea de Capablanca…
Del encuentro de Fidel con los ajedrecistas y la prensa, luego del acto de clausura, tomo parte del testimonio de Eddy Martín, publicado en Juventud Rebelde el 21 de noviembre de 1966, con el título El ajedrez enseña al individuo a resolver sus problemas:
“Luego de comentar que había estado estudiando a Capablanca, añadió Fidel: – Creo que la idea de Capablanca de que el ajedrez se dé en las escuela como asignatura es una gran idea. Hay ciertos aspectos muy importantes en el ajedrez, como son: analizar, reflexionar y ejercitar la mente. Hay incluso un aspecto moral, porque al revés de los juegos de azar, que hacen esperar siempre por la suerte, el ajedrez enseña al individuo a resolver sus propios problemas sin esperar nada del azar.
“Creo que el mejor antídoto que puede haber del juego como vicio es el ajedrez… Y es alentador ver como cada día el ajedrez gusta más.
“De esta Olimpíada –expuso Fidel- vamos a recoger muy buenos resultados, pues el entusiasmo ha crecido enormemente. Vamos a tener que hacer miles de tableros y juegos porque la demanda va a aumentar considerablemente. No sé, quizá tengamos que hacerlo de plástico o algún otro material”.
Mientras tanto siguen llegando autógrafos, fotografías, álbumes, con la solicitud de la firma del Primer Ministro. El mexicano Terrazas, no queriendo que se pierda el hilo de la conversación lo invita a que continúe expresando sus conceptos sobre el juego ciencia, a lo que Fidel responde: “Yo decía que en el ajedrez hay un aspecto moral, y es que la juventud se aparta de los juegos de azar”.
Terrazas expresó también sus opiniones acerca de este juego que tiene mucho de ciencia, de arte y de deporte.
Fidel le dice: “ Mire, yo he descubierto que lo único que me hace estar toda una tarde tranquilo, sin moverme de un lado para otro, es el ajedrez. Me paso ocho o diez horas. Anoche mismo, al terminar la simultánea, estuve con Eleazar y otros Maestros y nos dieron las ocho de la mañana. Aprendí muchas cosas, sobre estrategia, dominio de la línea central, las diagonales, etcétera”.
Mientras tanto Fidel sigue firmando fotografías, álbumes., y les dice: “En términos ajedrecísticos, cuando llega la hora de firmar, esto es un jaque perpetuo”.
El mexicano Camarena le muestra un tablero portátil confeccionado por él, con las iniciales de las piezas en ruso e inglés, para poder traducir las partidas, y lo invita a un “rápid-transit”. Con el tablero en las manos inician la partida. Después Camarena le obsequia a Fidel el tablero.
Al retirarse el Comandante Fidel Castro, los ajedrecistas lo despidieron con una cerrada ovación”. Hasta ahí el valioso testimonio de Eddy Martín.
Transcurrido poco más de un mes del evento que convirtió el lomo de nuestro caimán en un tablero escaqueado, el 2 de enero de 1967, el Comandante en Jefe manifestó: “Últimamente se efectuó la Olimpíada de Ajedrez, y a juzgar por la opinión de todos los participantes, ningún evento de esa naturaleza había tenido tanta organización, nunca había existido tanto entusiasmo, y jamás en ningún sitio se encontraron una participación tan masiva del pueblo en ese deporte, o lo que pudiéramos llamar deporte mental”.
Fidel-Petrosian en un récord
El sábado 19 de noviembre de 1966 se jugó la última ronda en la XVII Olimpíada Mundial de Ajedrez en el Salón de los Embajadores del Hotel Habana Libre y a las nueve de la noche comenzó en la Plaza de la Revolución la mayor sesión de partidas simultáneas en la historia de la humanidad hasta ese momento. Se cumplía el 68 aniversario del natalicio de Capablanca.
Fischer, Spasski, Tal, Korchnoi, Najdorf, Portisch… los mejores del mundo con su campeón Petrosian a la cabeza, así como maestros y expertos cubanos hasta el número 371 rivalizaron contra 6 840 oponentes.
La gran mayoría de las partidas concluyeron, pero sobre las once de la noche las nubes se sumaron a la velada con tremendo aguacero que hizo desistir a algunos de los que quedaban… pero no a todos. Me contó José Luis Barreras que uno de los maestros que no habían concluido era el campeón mexicano Alfredo Iglesias, quien chorreando agua de su traje le dijo que seguiría jugando mientras quedara un rival y como otros, bajo lluvia terminó sus cotejos.
El campeón del mundo desde 1963 era el armenio Tigran Petrosian, primer tablero del equipo de la Unión Soviética, que retuvo la copa Hamilton Rusell. Le correspondió el honor de desempeñarse en la mesa presidencial y tuvo tablero por medio, entre otros, al líder de la Revolución Cubana.
Ya habían jugado juntos contra Fischer-Terrazas, el día inaugural. Ahora eran contendientes, pero no solo jugaban, también intercambiaban palabras, y Petrosian terminó por buscar una silla y sentarse frente a Fidel. Para ser testigo del histórico momento, a poco se le unió con similar acción otro amigo de Cuba –especialmente del Che-, el argentino Miguel Najdorf. ¿Cuál fue el resultado de la partida? Petrosian tuvo la cortesía de ofrecer tablas, y Fidel la cortesía de no rechazarlas.
(Continuará)