Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea
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En el año 1960 para los días entre el 22 y el 29 de agosto la OEA convocó la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores.
En agosto de 1960, a solicitud del gobierno de Perú, la OEA convocó la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores para los días del 22 al 29 de agosto, en la ciudad de San José de Costa Rica. La petición del gobierno peruano en realidad correspondía a la servil postura del presidente Manuel Prado, ante las presiones ejercidas por el gobierno de Dwight Eisenhower.
¡ENCONTRARÁN AQUÍ SU WATERLOO!
El mandatario estadounidense pretendía crear en este cónclave, un contexto político y diplomático favorable para condenar y aislar a Cuba. Así podría enmascarar los planes de agresión militar que preparaba la CIA, según el Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro contenido en la directiva secreta aprobada el 17 de marzo de 1960.
Días antes de iniciarse la reunión de Cancilleres, Fidel Castro había desenmascarado esta maniobra yanqui para hacerle una encerrona a Cuba y destacó que la OEA no había hecho nada mientras Cuba era objeto de numerosas agresiones. Sin embargo, bastó que la Unión Soviética declarara su apoyo a Cuba si se cometiera contra ella el crimen de una agresión, para que convocara a esta reunión.
Por aquellos días, en Cuba solo se escuchaba esta exclamación: “¡Con OEA o sin OEA ganaremos la pelea!”
Al dar a conocer que Cuba iría a esa cita no solo a revelar la agresión contra su economía, sino a denunciar todas las agresiones perpetradas a los pueblos de América Latina, con inolvidables palabras, el Comandante en Jefe proclamó: “Si los yanquis intentan destruir la Revolución Cubana por la fuerza, ¡no encontrarán aquí su Guatemala, sino que encontrarán aquí su Waterloo!”[1]
CANCILLERES MEMORABLES EN LA VII REUNIÓN DE CONSULTA
En San José, durante la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de América, hubo momentos memorables. Entre ellos, el discurso del martes 23 de agosto pronunciado por Raúl Porras Barrenechea —canciller de Perú—, quien desobedeciendo la orden del presidente Prado, defendió ante la OEA el derecho de la Revolución Cubana.
Así también se destacó el canciller venezolano Ignacio Luis Arcaya, ejemplo de dignidad para todo el continente, quien —contrariando las instrucciones del presidente Rómulo Betancourt—, se negó a condenar a Cuba. Ambos cancilleres renunciaron a sus cargos.
Del mismo modo que, al decir de Martí, “hay hombres que llevan en sí la dignidad y el decoro de muchos otros”, Raúl Porras Barrenechea e Ignacio Luis Arcaya llevaron en sí la dignidad y el decoro de los pueblos de América. Ellos fueron la excepción ante una asamblea sometida a la voluntad del país norteamericano.
El jueves 25, tocó el turno a Raúl Roa García. La intervención del Canciller cubano, publicada en el periódico Revolución del 26 de agosto, fue una rigurosa denuncia a las maniobras intervencionistas del Gobierno de Estados Unidos. Roa inició sus palabras afirmando: “La voz que habla por mí es la voz limpia, entrañada, entera de Cuba, que suma a sus vibrantes timbres martianos, bolivarianos, juaristas, los más nobles registros de Lincoln y Reeve”.
Aunque en la agenda de la reunión no aparecía mencionado, Cuba era el centro de imputación de la Asamblea. Por ello, Roa alertó que lo más grave que enfrentaba la América Latina no provenía de una hipotética amenaza extracontinental, sino de los continuados actos de agresión contra Cuba por parte del Gobierno de Estados Unidos, y expresó: “Ese debió haber sido el enunciado del primer punto de la agenda. A menos que a Cuba se le pueda amenazar y agredir, sin que ello afecte ni conmueva al sistema interamericano”.
Raúl Roa declaró: “Digámoslo ya sin ambages. El Gobierno Revolucionario de Cuba no ha venido a San José de Costa Rica como reo, sino como fiscal. Está aquí para lanzar de viva voz, sin remilgos ni miedos, su yo acuso implacable contra la más rica, poderosa y agresiva potencia capitalista del mundo”.
Luego, con extrema sabiduría, Roa trajo a la memoria reflexiones de los hijos más ilustres del continente:
“Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar a América de miserias en nombre de la libertad". Por si alguno de esos titulados expertos latinoamericanos se apresuran a achacarle a Carlos Marx la paternidad de ese dictum, me permito aclararle que fue estampado por Simón Bolívar en carta al coronel Campbell.
“El respeto al derecho ajeno es la paz". Fue Benito Juárez, y no Carlos Marx, el autor de esa lúcida advertencia.
Así, Roa continuó su intervención destacando el pensamiento de nuestros próceres:
“Viví en él monstruo y le conozco las entrañas; y mi onda es la de David"; no lo dijo Nikita Khrushchev; lo dijo José Martí. […] Ese lenguaje de pura cepa americana es el lenguaje de la Revolución Cubana.
El Canciller de la Dignidad concluyó afirmando que nuestra Revolución era tan cubana como la Sierra Maestra, tan americana como los Andes y tan universal como los cimeros valores humanos que encarna, porque se gestó durante un siglo, en las entrañas mismas del pueblo cubano.
CON MI PUEBLO SE VAN DE AQUÍ LOS PUEBLOS DE ISPANOAMÉRICA
La noche del 28 de agosto, tras la votación de los gobiernos latinoamericanos contra una propuesta cubana que denunciaba la agresión a un Estado americano por otro Estado del continente, la delegación cubana se retiró de la Conferencia. El día anterior, el Canciller cubano había denunciado la injerencia de los Estados Unidos en la redacción del proyecto de resolución de la Conferencia, ejerciendo presión sobre distintos cancilleres con el fin de torcer su voluntad en contra de Cuba.
Asimismo, Roa reveló las anormalidades que estuvieron presente en el desarrollo de los debates, y destacó que allí no podía discutirse "bajo la presión del vicepresidente Nixon, que expresó que ‘bastaba solamente terminar con el gobierno de Fidel Castro’, y la declaración del Pentágono que manifestó tenía ‘listas sus tropas para asaltar a Cuba ante cualquier indicación de la Conferencia de Cancilleres’.”
Antes de retirarse de la sesión plenaria, el Canciller de Cuba declaró:
Señor presidente y señores Cancilleres: la delegación de Cuba que me honro en presidir ha decidido retirarse de esta Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos.
La razón fundamental que nos mueve a ello es que no obstante todas las declaraciones y postulaciones que aquí se han hecho en el sentido de que Cuba podía tener en el seno de la Organización de Estados Americanos a la cual pertenece, protección y apoyo contra las agresiones de otros estados americanos, no han tenido eco, resonancia ni acogida alguna. Me voy con el pueblo, y con mi pueblo se van de aquí los pueblos de Hispanoamérica. [2]
Al ponerse de pie, parte del público comenzó a aplaudirlo y se escucharon exclamaciones de "Patria o Muerte", "Venceremos", y algunos cantaron el Himno Nacional cubano. Cuando el Canciller cubano salió a la calle, se oían gritos y exclamaciones de un numeroso público que escuchaba por radio el curso de la sesión. Roa se dirigió a una residencia en un barrio extramuros. Al llegar, se encontró la casa rodeada de policías y, en las aceras, una comisión de cubanos residentes y de amigos costarricenses que apoyaban a la Revolución Cubana.
La VII Reunión de Consulta, para la eterna vergüenza de la OEA, aprobó la resolución, llamada Declaración de San José de Costa Rica, que atentaba contra la soberanía e independencia de Cuba y de todos los pueblos de América.
LOS PUEBLOS DE AMÉRICA NO PERDONARÁN LA TRAICIÓN
Mientras, en La Habana, la noche del 29 de agosto, en el homenaje a 1 400 maestros voluntarios que regresaban de un curso de capacitación en la Sierra Maestra, Fidel se refirió a los acontecimientos ocurridos en la OEA, y precisó que él nunca esperó una rebelión de las cancillerías de América, y proclamó que Cuba sí pudo rebelarse contra el imperio porque no era un gobierno de los privilegiados, ni de los oligarcas, ni de las misiones militares americanas, ni de los explotadores, ni de los monopolios norteamericanos.
Luego de condenar a los cancilleres que se plegaron a las órdenes del imperialismo, Fidel expuso el ejemplo del pueblo venezolano, que estaba en la calle protestando contra la traición de Costa Rica y destacó:
¡Venezuela, es uno de los pueblos más heroicos y revolucionarios de este continente! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia revolucionaria! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia antimperialista! ¡Venezuela es un país que ha tenido que sufrir mucho la opresión de las tiranías militares y la explotación de los monopolios yanquis! ¡Venezuela no es un país cruzado de brazos! ¡En Venezuela hay un pueblo que es amigo de Cuba! ¡Venezuela es el pueblo de donde surge Simón Bolívar, y de Venezuela surgieron los soldados que dieron la libertad a la mitad del continente sudamericano! [3]
Según reflexionó Fidel, la reunión de Costa Rica fue una lección para los pueblos de América, que no perdonarán jamás la traición de los que, en bandeja de plata, le fueron a llevar al imperio los derechos de la nación cubana, y expresó que quienes suscribieron la Declaración “¡pasarán a la historia como los Judas Iscariote de América!”[4]
Por último, Fidel declaró que aún faltaba la respuesta de Cuba a la Declaración de San José de Costa Rica y anunció que esta la daría el pueblo de Cuba, en Asamblea General, frente a la estatua de José Martí, el viernes 2 de septiembre en la Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución.
[1] Revolución, 8 de agosto de 1960, La Habana, pp. 7 y 14.
[2] Revolución, 29 de agosto de 1960, pp. 1 y 2.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.