Fidel x Guayasamín
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La amistad y el respeto mutuos entre el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, son conocidos; de ahí que en vísperas del cumpleaños 85 del Comandante, la Casa cubana del “pintor de Iberoamérica” ha organizado una singular muestra —inaugurada el jueves último— que desde todos los ángulos reverencia la entrañable relación entre el artista y el estadista.
Según comentó en entrevista exclusiva a La Jiribilla, Aliana Martínez, actual directora de la Casa Guayasamín (Obrapía No. 11 e/ Oficios y Mercaderes, La Habana Vieja), la exposición —titulada A Fidel de Guayasamín— es un recorrido por toda la obra de retratística de Guayasamín a Fidel.
“Hay que recordar que el Comandante a lo largo de toda su vida solamente posó para Guayasamín y lo hizo en cuatro ocasiones. En esta muestra se exhiben tres retratos porque el primero, realizado en 1961, desapareció y contamos —en sustitución— con la fotografía que conserva y guarda para la memoria el momento de la entrega de ese primer original. Se exhiben los retratos realizados en 1981 y en 1986 y el último que fue cuando el 70 cumpleaños del Comandante. Además, la exposición la conforman algunos obsequios que le hizo Guayasamín a Fidel —ya sean grabados, libros u otros originales como “La niña azul”, lienzo de 1:20 x 1:20 que pertenece a los fondos de la Casa.
Desde la perspectiva de estudiosa de las artes plásticas, ¿cuál considera que es la mayor virtud de estos retratos?
Cada cuadro tiene su peculiaridad, sus especificidades y su momento histórico. En el primer retrato —aunque lo que tenemos es una fotografía de la revista Bohemia— podemos ver un Fidel vigoroso, o sea, al barbudo que era en el año 61, con toda su expresividad. A pesar de que la foto es en blanco y negro, se puede notar la excelencia de la pincelada, la firmeza del trazo —insisto en que el propio pintor era un hombre joven.
El retrato de 1981 corresponde al año que Cuba comienza una suerte de “cruzada internacional de lucha contra el pago de la deuda externa” por parte de los países latinoamericanos, y es otro el tratamiento que Guayasamín le da a Fidel. En ese retrato —aunque continúa la imagen quijotesca que veo reiterada en las otras piezas—, se aprecia un delicado tratamiento en la barba, que es como el continente sudamericano y tiene un gran simbolismo y un interesantísimo juego del color.
En el retrato de 1986 —cuando el cumpleaños 60 de Fidel—, hay un abordaje diferente en el que predominan los tonos amarillos y aparece el desgaste, el impacto del tiempo en la persona; pero es un cuadro muy hermoso, muy vital.
El último, que es el más grande, es el único retrato en el que Guayasamín no solo a Fidel, sino a cualquier otro retratado en ese período, les pinta las manos: por su fuerza, muchos coinciden en que es una obra medular. Ese óleo lo vamos a colocar sobre el mismo caballete en que fue concebido. Es decir, que es el caballete original sobre el que nació la obra y conserva, aún, los restos de pintura. Es una obra muy bien lograda y en ella se disfruta a un Fidel con 70 años con un trabajo espléndido en las manos y pinceladas muy pensadas. Los empastes y colores logran efectos audaces de luces y sombras y convincentes texturas de la piel. Guayasamín, sin duda, es un maestro del retrato y logró captar la esencia de Fidel en los cuatro momentos en que lo pintó. En más de una ocasión, Guayasamín dijo que a la hora de hacer un retrato “le absorbe a la persona todo lo que puede” y que lo deja “como vacío” porque refleja todos sus sentimientos. Así son estos retratos.
¿Esta exposición se conformó con los propios fondos de la institución?
El único retrato que no pertenece a la institución es el de 1986, que es propiedad de la Fundación Núñez Jiménez con la que Guayasamín tuvo un estrechísimo vínculo y es depositaria de una excelente y extensa colección de su obra. El pintor ecuatoriano fue una suerte de “padrino” de la expedición “En canoa del Amazonas al Caribe”. Fue él quien hizo el estandarte de esa expedición y, además, coordinó con los indígenas de la Amazonía ecuatoriana para la confección de las canoas construidas para esos fines.
¿Qué otros objetos importantes atesora la Casa y que tengan un valor patrimonial?
Tenemos una colección que por estos días está cumpliendo cinco años: se trata de una importante donación que hizo a la Casa la Fundación Guayasamín, de Ecuador, y que consta de unos 50 grabados distribuidos por todos nuestros salones a manera de diseño museográfico de la institución. Las colecciones de este tipo de museo —especialmente el nuestro— se nutren de la colección Fidel Castro y de la colección Raúl Castro, que parten de las donaciones que les hacen a los jefes de estado y, posteriormente, su destino es llegar a los museos.
Uno de los aspectos más interesantes de esta colección es que está muy bien curada, muy bien escogida porque aborda distintas etapas del maestro: es como si poseyéramos los lienzos llevados a la obra gráfica. Tenemos, también, una excelente colección de artesanía ecuatoriana que ha sido donada, fundamentalmente, por la Fundación Guayasamín. En la parte documentalística, contamos con un tesoro porque custodiamos todo lo que se ha hecho de la obra de Guayasamín en cuanto a documentales, cortos, películas, audiovisuales, etc., y todo ese material está en función de la comunidad y de aquellos que nos visitan y lo solicitan.
No puedo decir que custodiamos una biblioteca totalmente especializada, pero sí un fondo bibliográfico importante que, sin duda, sirve para acercarse a la obra de Guayasamín, a su vida y a la “Capilla del Hombre”, que fue su última gran obra y sueño.
Por sus características, esta Casa tiene una gran responsabilidad…
Efectivamente, no solamente por lo que nos compete en relación con la salvaguarda del patrimonio, sino por lo que nos compromete en la difusión de la obra de Guayasamín con la comunidad y su interacción.