La convicción de los sueños políticos de Fidel y Chávez
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Los líderes revolucionarios de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, ya fallecido, firmaron el 14 de diciembre de 2004 en La Habana la fundación de la Alternativa (ahora Alianza) Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) en el interés de alejar para siempre de las tierras del Sur de América la sombra injerencista de Estados Unidos, empeñado siempre en quebrar las economías más débiles, a las que tiene por hábito exprimirles hasta el último centavo.
Estados Unidos, siempre en su afán de apoderarse de gobiernos económicamente dependientes y sin posibilidades de quebrar las leyes del capitalismo y su ya fracasado modelo neoliberal en su fase más radical, intentó en los años 90 del pasado siglo introducir en la región latinoamericana la llamada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que cubría desde Alaska hasta Tierra del Fuego, con un enorme impacto en la vida de unas 800 millones de personas.
El ALCA fue presentado por el ex presidente William Clinton en la Primera Cumbre de las Américas realizada en Miami a la que invitó a 33 naciones —todas menos Cuba— para crear lo que calificó de “agenda común para el futuro de las Américas”. El fundamento de esa mega-organización era la implementación del libre comercio y la expansión del Tratado de Libre Comercio, conocido además por sus siglas en inglés, NAFTA, que incluye a Canadá, Estados Unidos y México. Temas complementarios resultaron los políticos y militares.
Fidel y Chávez decidieron que, ante el empuje de la Casa Blanca para ingerir de un bocado a Centro y Suramérica, era imprescindible la formación de un eje que, al contrario de la imposición de las leyes del mercado capitalista, fomentara el crecimiento de la región a partir de nuevas normas comerciales basadas en la solidaridad y la complementación entre países de economías asimétricas.
Cabe a estos visionarios dirigentes el mérito de adelantarse a la historia. Con solo dos miembros, el ALBA nació y se ramificó en estos 10 años llevando, más allá de lo que hubieran podido imaginar Chávez y Fidel, una posibilidad de crecimiento y desarrollo personal y nacional gracias a los proyectos sociales que contribuyeron a transformar no solo a Latinoamérica sino también al Caribe insular, dependientes del turismo y la hotelería como bases económicas fundamentales.
Para iniciar los programas del ALBA, Cuba y Venezuela, y las naciones que fueron adhiriendo la entidad no esperaron por la desaparición del ALCA estadounidense, la que quedó sepultada siete años después. En abril del 2001, el ALCA recibió el golpe de muerte en Mar del Plata, Argentina, cuando en un contexto político nacionalista que recorría Latinoamérica, el extinto presidente argentino Néstor Kitchner y otros dirigentes progresistas de la región rechazaron los planes estadounidenses en la Tercera Cumbre de las Américas y dieron el golpe de gracia al programa de la Casa Blanca en presencia del presidente estadounidense de turno, George W. Bush.
La agenda de Estados Unidos para la región resultó un fracaso, ya que la línea de pensamiento de los nuevos dirigentes populares de Suramérica difería por completo del proyecto global de liberalización del comercio que allí donde se ha aplicado tiene como ganadores a las corporaciones trasnacionales, a expensas de las grandes masas vulnerables, la equidad social y la destrucción del medio ambiente.
EL ALBA MÁS ALLÁ DE LO SOÑADO
Millones de habitantes de América Latina y del Caribe, pero también de África, Asia y Europa fueron y son beneficiados por los programas económicos y socioculturales del ALBA, a la que ahora pertenecen además de los países fundadores, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbudas, Santa Lucía y Surinam. Haití, Irán y Siria aparecen como observadores.
La Alianza logró en una década que la realidad superara los sueños de Fidel y Chávez. Son notables los éxitos alcanzados por esta entidad ahora conocida como ALBA-Tratado de Libre Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) en materia tanto económica como social.
Gracias a la mancomunada unidad de Cuba y Venezuela, gestores de los proyectos realizados en esta década, unos tres millones de latinoamericanos y caribeños recobraron la visión gracias a la Operación Milagro, que de manera gratuita realizó consultas, diagnóstico y operó de la vista a quienes vivían en la ceguera. Una misión que aún continúa recorriendo las zonas más intrincadas de América en busca de pacientes, como ocurrió en fecha reciente cuando a Caracas llegaron 56 pacientes localizados por especialistas venezolanos en la Honduras profunda.
El sentimiento humanista de Fidel y de Chávez hizo crecer la concepción con que nació el ALBA. La materia de salud se extendió a la sanidad pública integral, que se expande hasta naciones que han solicitado la desinteresada colaboración —sin ser miembros de la organización— no solo en esa área sino también en otras importantes para el desarrollo social, como el deporte y la cultura.
Básicas para alcanzar los niveles educacionales que permitieron contar con poblaciones de mayor desarrollo intelectual —a la que nunca más han podido engañar las maniobras de la derecha regional apoyada por la Casa Blanca— resultaron las Campañas de Alfabetización que gracias a la colaboración de Cuba, permitió que en casi la totalidad de las naciones de Centro, Suramérica y El Caribe los iletrados llegaran a niveles cero.
Los países de gobiernos progresistas e incluso aquellos que con ideologías diferentes así lo solicitaron, no solo fueron declarados por Naciones Unidas libres de analfabetismo, sino que fomentaron una base educacional que permite continuar estudios a millares de personas que elevaron su nivel de instrucción.
De igual manera, en Cuba se han formado en esta década una masa de millares de jóvenes de la región —y de más de otras 60 naciones, en especial de África— en estudios superiores, entre ellos en la carrera de Medicina, quienes después atenderán a las poblaciones más pobres en sus respectivos países.
Chávez, que al igual de Fidel constituyó un ejemplo de desprendimiento político y humano, fomentó a la luz del ALBA la fundación de PETROCARIBE, un ente petrolero que ha contribuido con la seguridad energética y el desarrollo socioeconómico de sus estados miembros. Esa organización no solo comprende el Caribe, pues hay insertadas naciones de Centroamérica y de otras regiones. Se trata de un acuerdo de intercambio petrolero a precios compensados —en momentos en que un barril del crudo costaba más de 100 dólares— y que permitió la supervivencia y el mejor desempeño de naciones pequeñas y pobres sin posibilidades de sobrevivir sin el combustible.
La Alianza se mantiene como bloque de especial valor en la integración latinoamericana en su conjunto, como lo fue el surgimiento de PETROCARIBE, es de suma importancia en la unidad regional con su trabajo junto a otros mecanismos que operan bajo conceptos similares en términos de reciprocidad alejados de las leyes del capitalismo, como es la Comunidad Económica Latinoamericana y Caribeña (CELAC) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM).
En esta década, la Alianza también ha dado muestras de solidaridad con naciones que han sufrido el embate de la naturaleza —como Cuba, con el huracán Sandy—, los bloqueados habitantes de la Franja de Gaza, a donde llegaron 12 toneladas de productos de diferente tipo en un avión del ALBA durante los bombardeos y el bloqueo de Israel, y la preparación de personal médico de la región para la prevención y atención de posibles pacientes infectados con el virus del ébola.
Cuba es la única nación del hemisferio sur en enviar un contingente de 165 médicos y enfermeros especializados en tareas de contingencia a Sierra Leona para el combate de esa enfermedad que ha diezmado a miles de africanos, en tanto se preparan otros centenares de facultativos para aplicarse en Guinea Conakry y Liberia, tres de los Estados más afectados. Otros más de cuatro mil cooperantes cubanos de la salud laboran ya en 32 países africanos y están incorporados al esfuerzo preventivo contra el ébola
Ante la gravedad de la epidemia, Cuba, que posee amplia experiencia en el tratamiento en otros países de graves epidemias, convocó a una Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado o Gobierno de la ALBA-TCP con el único propósito de coordinar los esfuerzos de su membresía para prevenir y enfrentar el virus del ébola, epidemia sin reportes en América Latina y El Caribe.
En esa reunión se adoptó un plan conjunto sobre medidas de seguridad que eviten la propagación del ébola en Sur y Centroamérica y las islas del Caribe, en respuesta al llamado de la ONU a sus 193 países miembros.
“Para los países del ALBA, lo primero es la vida”, afirmó el presidente de Bolivia, Evo Morales, cuando periodistas le preguntaron en su país por qué la urgencia de una Cumbre anti-ébola en una región donde no hay casos reportados, respuesta que resume la preocupación de esa entidad por los seres humanos. .
En la actualidad, los mecanismos integracionistas de la región sureña fomentan una Zona Económica formada por el ALBA, PETROCARIBE y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la cual fortalecerá el desempeño de nuevos planes de desarrollo y crecimiento sostenible, en momentos en que Washington intenta crear la llamada Alianza del Pacífico con el interés de debilitar a los bloques unitarios vigentes.
La nueva área de complementación económica trabajará desde ahora en cinco áreas consideradas estratégicas: transporte y comunicaciones, programas estructurales de entrenamiento productivo; de turismo; de comercio e integración; y desarrollo social y cultural.
El ALBA ha sido vital para la creación de una nueva geopolítica de la América Latina y el Caribe a partir de los criterios de Fidel y de Chávez de ampliar al máximo, como ha sucedido, los niveles de integración, solidaridad y complementariedad, para avanzar en la búsqueda de un mundo multipolar y sin hegemonías.