Recuerdos de una misión
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Hay un hecho de esa época que a mí nunca se me olvidará. Ocurrió poco después del Moncada, recién cumplida la condena de Yeyé (Haydée) y mía.
Cuando se editó el libro sobre el gran patriota cubano Juan Gualberto Gómez por el escritor Leopoldo Horrego Estuch, hablé con Horrego porque a mí me interesaba muchísimo esa obra y él me orientó que fuera a recoger un ejemplar a la imprenta donde lo habían editado, y fui una mañana a esa imprenta para buscar el volumen. Pocos minutos después de haber salido de allí, llegó la policía, destrozó la imprenta, se llevó los libros de Juan Gualberto Gómez que todavía había allí. Aquello fue tremendo. Pongo siempre este ejemplo para que se tenga una idea del grado de represión y de control con respecto a nosotros —a Yeyé y a mí—, y a las imprentas del país. Nosotras éramos consideradas la gente más peligrosa de Cuba, Yeyé y yo éramos tabú”.
No obstante pudimos crear las condiciones y se publicó otra cantidad de ejemplares en la imprenta de un compañero de apellido Gener, en San Juan y Martínez. Fidel nos había pedido que hiciéramos imprimir cien mil ejemplares ¡100 000! para su pronta distribución, pero era imposible, no creo que en esa época se publicaran tantos ejemplares de una obra, pero teníamos que hacer el máximo. Fidel nos había recomendado a Yeyé y a mí en sus cartas desde el presidio que tratáramos de encontrar dos imprentas y que cada 10 000 ejemplares no nos costara más de trescientos pesos, que debíamos recolectar entre compañeros y amigos.
Viendo que nosotras no podíamos garantizar la cifra que Fidel había indicado de 100 000 ejemplares en la imprenta de Emilio Jiménez, tratamos de buscar una alternativa para resolver aquella situación, ver si las provincias podían imprimir La Historia me Absolverá. Le dimos una copia mecanografiada a Ángel Eros, un muchacho de Guanajay: él había pertenecido al movimiento pero no pudo participar en el asalto al Moncada. Sin embargo fue hecho prisionero y enviado al juicio. Eros nos garantizó que iba a imprimirla por allá con la colaboración de otro joven llamado Pedro Esperón; para ello contaban con un impresor ortodoxo de apellido Gener que tenía una pequeña la imprenta de obras en San Juan y Martínez en la provincia de Pinar del Río. La gestión tuvo éxito. Según Ángel Eros, se imprimieron pocos ejemplares, entre 300 y 400 o quizás algunos más…
Fuente: La Pequeña Gigante. Historia de La Historia me absolverá. Marta Rojas