Crudo análisis de un momento histórico
Data:
02/05/2014
Fonte:
Periódico Granma
Duro resultó el revés de la Huelga General del 9 de abril de 1958, y aunque las acciones alcanzaron una magnitud extraordinaria a lo largo del país, factores de índole diversa imposibilitaron el triunfo
Duro resultó el revés de la Huelga General del 9 de abril de 1958, y aunque las acciones alcanzaron una magnitud extraordinaria a lo largo del país, factores de índole diversa imposibilitaron el triunfo. Frustrados los planes de los revolucionarios y con el enemigo pisándoles los talones, el 3 de mayo, en Alto de Mompié[1], la dirección de la Revolución decidió reunirse con sus máximos líderes.
Al encuentro —que se extendería hasta la madrugada del siguiente día— asistieron Fidel, Faustino Pérez, miembro de la Dirección Nacional del M-26-7 y jefe de esa organización en La Habana; René Ramos Latourt, jefe nacional de Acción y sabotaje del M-26-7; Vilma Espín, su cordinadora provincial en Oriente; Celia, Marcelo Fernández, Haydée Santamaría, Luis Buch, David Salvador, todos miembros de la Dirección Nacional del 26 de Julio; Antonio Ñico Torres, dirigente obrero; Enzo Infante, responsable nacional de propaganda del Movimiento y el Che como invitado especial.
Entonces se trataba de un contexto bastante desfavorable para las filas insurrectas pues la tiranía, airosa por el revés, aunaba todas sus fuerzas para llevar a cabo una ofensiva militar con el propósito de liquidar, de una vez por todas, al movimiento revolucionario. El plan recibiría el nombre de Ofensiva de Verano o F.F (Fin de Fidel).
Por ello y en vistas de las circunstancias, se imponía un análisis exhaustivo de los factores que condujeron al fracaso de la acción, reorganizar las funciones y cargos de los miembros de la Dirección Nacional en el Llano y la Sierra, y definir los cambios que se llevarían a cabo en la conducción de la lucha a partir de ese momento.
Entre los errores analizados figuró la falta de preparación por parte del Frente Obrero Nacional (FON) en la medida en que no contribuyó a la inclusión de otros sectores políticos a sus comités de Huelga y dejó de la mano el factor unidad tan potenciado por Fidel. La subestimación al movimiento obrero y actitudes sectarias por parte de algunos líderes. La sobrevaloración de las fuerzas del Movimiento y el efecto contrario en las del enemigo. Diversos errores de apreciación al creer que el triunfo era posible solamente con acciones de milicias y no con un movimiento político de masas, además de deficiencias en la preparación y organización de la Huelga.
La reunión sirvió para explicitar la importancia estratégica de la unidad entre el Llano y la Sierra, y en ese sentido se llegó al punto de la restructuración de la Dirección Nacional.
Fidel fue designado como Secretario General del Movimiento y Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las milicias; se definió la lucha armada directa extendiendo la guerra hacia otras regiones del país como vía principal a aplicar y la huelga solo como estrategia final y correctamente organizada.
Al respecto, Enzo Infante Urivazo, responsable nacional de Propaganda del M-26-7, minuciosamente puntualizó sobre los acuerdos tomados en la reunión[2]. Entre ellos se incluían: la unificación en un solo mando (el Estado Mayor del Ejército Revolucionario) de la dirección bélica de las milicias en las ciudades y de las fuerzas rebeldes en los campos. Los aparatos de dirección provinciales, municipales y locales del Movimiento se subordinarían a los jefes militares rebeldes en las zonas y frentes donde estos operasen. Radio Rebelde sería el órgano de información principal del Movimiento. Se cambiaba el nombre de Ejército Revolucionario del Movimiento 26 de Julio por el de Ejército Rebelde (en busca de que los militantes de cualquier organización revolucionaria ingresaran a sus filas como expresión de unidad plena), se ratificó que todos los sectores obreros tenían derecho a participar en los comités de huelga, entre otros aspectos.
Aún en medio de aguas turbias, en un contexto poco favorable para los revolucionarios y con un precedente como la Huelga del 9 de Abril, Mompié se alzaba triunfante. Ahora se levantarían como un movimiento más unido, más fortalecido y con más vehemencia en la victoria.
[1] Se emplea Alto de Mompié, en lugar de Altos, pues se adopta la anécdota de Osvaldo Mompié, dueño en aquel entonces del territorio donde se llevó a cabo la cita: “Cuando los rebeldes llegaron, la única casa que había allí era la mía; entonces Fidel empezó a llamarle el Alto de Mompié y así se quedó”. Véase Granma, “Mompié, el del Alto”, Hernández, Rodolfo y Sierra, Tania Mayelín, 3-5-2010.
[2] Encuéntrese en “De la profunda discrepancia salió fortalecida la unidad de la Revolución”, Granma, 3-5-2013.
Duro resultó el revés de la Huelga General del 9 de abril de 1958, y aunque las acciones alcanzaron una magnitud extraordinaria a lo largo del país, factores de índole diversa imposibilitaron el triunfo. Frustrados los planes de los revolucionarios y con el enemigo pisándoles los talones, el 3 de mayo, en Alto de Mompié[1], la dirección de la Revolución decidió reunirse con sus máximos líderes.
Al encuentro —que se extendería hasta la madrugada del siguiente día— asistieron Fidel, Faustino Pérez, miembro de la Dirección Nacional del M-26-7 y jefe de esa organización en La Habana; René Ramos Latourt, jefe nacional de Acción y sabotaje del M-26-7; Vilma Espín, su cordinadora provincial en Oriente; Celia, Marcelo Fernández, Haydée Santamaría, Luis Buch, David Salvador, todos miembros de la Dirección Nacional del 26 de Julio; Antonio Ñico Torres, dirigente obrero; Enzo Infante, responsable nacional de propaganda del Movimiento y el Che como invitado especial.
Entonces se trataba de un contexto bastante desfavorable para las filas insurrectas pues la tiranía, airosa por el revés, aunaba todas sus fuerzas para llevar a cabo una ofensiva militar con el propósito de liquidar, de una vez por todas, al movimiento revolucionario. El plan recibiría el nombre de Ofensiva de Verano o F.F (Fin de Fidel).
Por ello y en vistas de las circunstancias, se imponía un análisis exhaustivo de los factores que condujeron al fracaso de la acción, reorganizar las funciones y cargos de los miembros de la Dirección Nacional en el Llano y la Sierra, y definir los cambios que se llevarían a cabo en la conducción de la lucha a partir de ese momento.
Entre los errores analizados figuró la falta de preparación por parte del Frente Obrero Nacional (FON) en la medida en que no contribuyó a la inclusión de otros sectores políticos a sus comités de Huelga y dejó de la mano el factor unidad tan potenciado por Fidel. La subestimación al movimiento obrero y actitudes sectarias por parte de algunos líderes. La sobrevaloración de las fuerzas del Movimiento y el efecto contrario en las del enemigo. Diversos errores de apreciación al creer que el triunfo era posible solamente con acciones de milicias y no con un movimiento político de masas, además de deficiencias en la preparación y organización de la Huelga.
La reunión sirvió para explicitar la importancia estratégica de la unidad entre el Llano y la Sierra, y en ese sentido se llegó al punto de la restructuración de la Dirección Nacional.
Fidel fue designado como Secretario General del Movimiento y Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las milicias; se definió la lucha armada directa extendiendo la guerra hacia otras regiones del país como vía principal a aplicar y la huelga solo como estrategia final y correctamente organizada.
Al respecto, Enzo Infante Urivazo, responsable nacional de Propaganda del M-26-7, minuciosamente puntualizó sobre los acuerdos tomados en la reunión[2]. Entre ellos se incluían: la unificación en un solo mando (el Estado Mayor del Ejército Revolucionario) de la dirección bélica de las milicias en las ciudades y de las fuerzas rebeldes en los campos. Los aparatos de dirección provinciales, municipales y locales del Movimiento se subordinarían a los jefes militares rebeldes en las zonas y frentes donde estos operasen. Radio Rebelde sería el órgano de información principal del Movimiento. Se cambiaba el nombre de Ejército Revolucionario del Movimiento 26 de Julio por el de Ejército Rebelde (en busca de que los militantes de cualquier organización revolucionaria ingresaran a sus filas como expresión de unidad plena), se ratificó que todos los sectores obreros tenían derecho a participar en los comités de huelga, entre otros aspectos.
Aún en medio de aguas turbias, en un contexto poco favorable para los revolucionarios y con un precedente como la Huelga del 9 de Abril, Mompié se alzaba triunfante. Ahora se levantarían como un movimiento más unido, más fortalecido y con más vehemencia en la victoria.
[1] Se emplea Alto de Mompié, en lugar de Altos, pues se adopta la anécdota de Osvaldo Mompié, dueño en aquel entonces del territorio donde se llevó a cabo la cita: “Cuando los rebeldes llegaron, la única casa que había allí era la mía; entonces Fidel empezó a llamarle el Alto de Mompié y así se quedó”. Véase Granma, “Mompié, el del Alto”, Hernández, Rodolfo y Sierra, Tania Mayelín, 3-5-2010.
[2] Encuéntrese en “De la profunda discrepancia salió fortalecida la unidad de la Revolución”, Granma, 3-5-2013.