Final de la guerra
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Comentario escrito por el Comandante de la Revolución en diciembre de 2008
En los últimos días de diciembre de 1958 se combatía muy fuertemente en las ciudades de Palma Soriano y Maffo, Contramaestre, pues en esos 2 lugares se encontraban tropas muy bien atrincheradas y con armamento muy bueno.
Para el día 22, por la noche, recibimos la orden de tomar posiciones en los bordes de la pista del central Dos Ríos, con el objetivo de hacer prisionera a una avioneta que aterrizaba todos los días y que conducía a un alto oficial, con la información para los oficiales y soldados que se encontraban acantonados en el cuartel de Palma.
El día 25, por orden de Fidel, se avanzaba para estrechar el cerco del cuartel.
El día 26, se ordenó hacer el asalto final, donde fue rendida las tropas que se encontraban acantonadas en dicho cuartel, esa misma tarde, llevé al oficial Jefe de las Tropas y la defensa de las posiciones que ocupaban en el cuartel y sus alrededores, el oficial era Campo Pontigo, que fue conducido al Puesto de Mando de Fidel, desde donde dirigía la Toma de Palma Soriano.
Esa misma tarde, Fidel se dirigió al cuartel de Maffo, donde se combatía contra las tropas que estaban atrincheradas en el Banfai de esa localidad.
El día 27 de diciembre, se rinden todas las guarniciones de Palma Soriano y el día 30 se rinden las tropas que ofrecieron las resistencias más fuertes, por su posición en Maffo. Ahí recibo la orden, de reorganizar mis tropas y avanzar hacia los caminos de San Luis, Puerto Boniato, el Cristo y el Alto del Escandel.
Ese día 30, se rendían las tropas que estaban acantonadas en el Banfai, Maffo, que estaban en edificaciones muy preparadas para la defensa, por las tropas de Batista. Las guarniciones de Palma, ya habían capitulado.
Cuando marchábamos en la madrugada del Primero de Enero de 1959, escuchamos la noticia de que Batista se había ido, esto causó alegría (porque se terminaba el derramamiento de sangre) y por otro lado tristeza, pues no habíamos capturado al principal asesino de nuestro pueblo.
Ya para esa fecha, Fidel preparaba el Asalto final a Santiago de Cuba.
A mí me habían encomendado, hacer una embocada en la carretera que une al Aeropuerto con Santiago, y no permitir que los refuerzos que provenían del aeropuerto, reforzaran al cuartel de Santiago, pero en ese intermedio, cuando avanzábamos a tomar las posiciones, llega la noticia que las tropas del Cuartel Moncada se habían rendido.
Nosotros continuamos la marcha, para cumplir con las decisiones de Fidel, pero en ese momento, se nos detienen la marcha y nos mandan a buscar para el lugar conocido como el Escandel y nos dicen que esperaban los oficiales de la Guarnición de Santiago que llegarían muy pronto allí, al final llegaron y allí compartimos junto a Fidel, ese primer momento de alegría, pero Fidel, como un gran estratega, ordena todas las medidas de seguridad y ordena al comandante Almeida, que se haga cargo de todos los medios blindados que se encontraban en las provincias orientales.
Almeida me traslada la orden y me nombra jefe de todos los blindados y transporte que marcharían junto a la columna hacia La Habana.
Esa misma noche del primero de enero, empecé a organizar mi tropa y escoger todos los blindados, pero nos encontramos con el primer escollo, no teníamos conductores de tanque, teníamos que utilizar los propios conductores de la tropa de Batista; ahí ordenamos desartillar todos los equipos, municiones de los tanques y completar las tripulaciones con soldados y oficiales del Ejército Rebelde, para que sobre la marcha aprendieran a conducirlos y prepararse como artilleros, todo esto en seco, teoría nada más. Recogimos tanques en Guantánamo, Santiago, Bayamo y Holguín; en Santiago se encontraba el grueso de estos tanques, tanques americanos Sherman y tanquetas T-17.
Al otro día, arrancamos junto a la columna hacia La Habana, por su propia rueda (estera). Esto fue una odisea, los mecánicos eran del Ejército de Batista, la seguridad se duplicaba y se dormía dentro de los tanques.
Fidel, en todas las cabeceras de provincias producía un acto a petición del pueblo, yo no pude asistir a ninguno, cuidando la seguridad del convoy.
El día 8 de enero, entrábamos a La Habana y el día 9, salíamos para el campamento de Managua, un centro de reclutas abandonado, que sirvió de preparación para incorporarlos al Ejército Americano y participar en la II Guerra Mundial, por supuesto como carne de cañón.
Una anécdota
… en medio de la alegría por el triunfo de la guerra, estoy conversando con Fidel, y me pregunta: ¿qué tú quisieras hacer..? Yo le respondo: Ya cumplí con usted y con la guerra y me voy a mi casa para seguir trabajando con el deber de campesino y él me contesta: Oye, tú sabes que la Revolución empieza ahora, no hemos terminado, a quién le entregamos esto, así que olvídate de esas ideas.