Cómo se enteró Fidel de la caída de Batista
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EL 31 de diciembre de 1958 sorprendió a la Comandancia General del Ejército Rebelde acampada en el batey del “Central América". Fidel, Celia, los comandantes Calixto García, Paco Cabrera y otros miembros del Estado Mayor estuvieron hasta tarde en Palma Soriano, rendido cinco días antes a las tropas del 26 de Julio.
Alrededor de las doce y veinte, cuando ya dormíamos en la casona de don Ramón Ruiz, Jefe de Máquinas del Ingenio, nos despertó una ronda que entonaba la marcha del Movimiento. Eran las muchachas de la tropa "Mariana Grajales" que improvisaban una serenata de Año Nuevo.
Luego se oyó la voz de Celia Sánchez que daba las gracias a los valientes combatientes de la escuadra femenina. Las muchachas se marcharon cambiando las notas marciales, por las suaves y melancólicas de "Noche de Paz".
Ya a la una de la madrugada - mientras todo era nervioso trajín en el Campamento de Columbia - estaba tranquilo el batey del América. Todos, hasta él propio Fidel Castro, ajenos a lo que ocurría en La Habana.
El día primero de año nos despertamos a las seis de la mañana. Tomamos café con Olivera, el jefe de Trincheras y en el portal de la casa nos pusimos a comentar los incidentes de la rendición de Maffo cuya guarnición resistió durante veinte días el fuego de cañones, morteros y bazookas del Ejército Rebelde. Serian las siete y media de la mañana cuando vimos a Fidel. En aquellos momentos no sabía absolutamente nada de los sucesos de Columbia. Estaba indignado porque algunos rebeldes habían desperdiciado parque celebrando con tiros la llegada del nuevo año.
- ¿No oíste la balacera de anoche?
Y agregó enfático
- Voy a celebrarle consejo a todos los que se pusieron a derrochar las balas que tanto trabajo nos cuesta conseguir, A todos los de Contramaestre los voy a rebajar a cincuenta tiros cada uno. Figúrate, hubo quien disparó hasta cinco cargas.
Y dando paseos, a grandes zancadas, de un lado a otro:
- Una celebración más y me quedo sin parque.
En uno de sus movimientos característicos - con los hombros algo encorvados, las manos cogidas atrás, el rostro abstraído - se topó con el Capitán Raposo, oficial del Ejército incorporado a las fuerzas Rebeldes. Este le felicitó por el Nuevo Año, y contestó Fidel:
- ¿Usted cree que será en verdad feliz, Capitán?
Alguien apuntó:
- Este será el año de la Victoria. Sonrió Fidel y descansando una mano sobre nuestro hombro - otro de sus gestos típicos, como si se excusara de su gigantescos seis pies dos pulgadas de estatura- comentó despaciosamente:
- De lo que sí estoy seguro es que este año será el de las preocupaciones. A mayores victorias, mayores responsabilidades.
Como se ponía un poco grave, suavizó con una alusión festiva a las frugales comidas de la Sierra Maestra:
- El año 59 será el de las preocupaciones. El 58 fue el año de las reses. Y el 57 el de la malanga.
El ayudante de Raposo, un hombretón gordo, jovial, satisfecho, hizo un comentario que tendría valor de profecía:
- Pues mire, Comandante, yo soñé que ya Batista se había caído.
Fidel no contestó. Tras medio minuto en que todas callamos, se volvió a nuestro compañero Manolo Penabaz, que acababa de llegar de Contramaestre y le preguntó:
-¿Hay alguna noticia?
- Bueno - contestó el Auditor de Las Vegas -, desde ayer, muchas bolas. Que si se fue la familia de Batista; que si hay reuniones en Columbia. Pero todo luce rumor, laborantismo.
Evidentemente, Fidel lucía más preocupado que de costumbre. Con su carabina M-2 al hombro y la gorra echada hacia adelante, retornaba a su inquieto ir y venir por frente a la casa de vivienda. Llegó Celia con unas cartas para el Comandante y el grupo se dispersó. Fuimos a una casa próxima, a pedir ayuda para desmontar un rollo de cámara fotográfica.
No recordamos exactamente, pero debían ser las ocho menos cuarto, tal vez las ocho de la mañana, cuando escuchamos un "flash" que daba Radio Progreso:
Dentro de unos minutos ofreceremos amplia información al pueblo de Cuba sobre la caótica situación cubana. En estos momentos se celebra en el Campamento de Columbia una importante reunión a la que han sido convocados los periodistas.
No necesitamos escuchar nada más.
Dejamos la "Kodak" y el rollo y casi corriendo fuimos a dar noticias a Fidel.
El comandante se disponía a desayunar. Como para que se desquitara de las dietas hambrientas de La Sierra, la señora de la casa - Yolanda de Ruiz le había preparado además del café con leche, un arroz con pollo. Es decir; además del arroz con pollo un desayuno de café con leche y pan con mantequilla. En la mesa, junto a Fidel estaban en ese instante Celia Sánchez - delgada, menuda, fina -; su ayudante Marcelo - un muchacho de diecinueve años que lleva invariablemente el famoso fusil de mira telescópica-; el Comandante Aldo Santamaría, Director de la Escuela Rebelde de Reclutas y el Comandante Calixto García otro de los del "Granma".
Repetimos a Fidel el “flash” que acabábamos de escuchar y de inmediato se puso de pie. Su rostro, más que sorpresa denotaba indignación.
Llegó hasta la puerta del comedor y retrocedió.
-¿Por dónde oíste la noticia?
- Era una planta de La Habana; Radio Progreso.
Celia entraba en el cuarto que había servido de dormitorio a Fidel. Todos estábamos en silencio. Todos pendientes de la decisión del Comandante.
Fidel se retorcía los pelos de la barba y hacía esfuerzos ara contenerse. En esos instantes habría, unas doce o trece persona en la casa. Al fin como en un desahogo, dijo en voz alta:
¡Es una cobarde traición! ¡Una traición! ¡Pretenden escamotearle el triunfo a la Revolución!
Atenazado por el reclamo de acción salió a la puerta y gritó:
- Ahora mismo me voy para Santiago. Hay que tomar Santiago ahora mismo. Que me busquen a René de los Santos. Que llamen a Calixto. Que se presenten enseguida los Capitanes de Santiago.
Alguien - creo que Ramoncito, el dueño de la casa - llegó con nuevas noticias:
- Una estación americana acaba de informar que Batista y su familia salieron de Cuba.
Fidel repetía:
- Hay que asaltar Santiago sin más demora. Si son tan ingenuos que creen que con un golpe de Estado van a paralizar la Revolución vamos a demostrarles que están equivocados.
Luis, el dentista personal del Comandante - que es al mismo tiempo el encargado del parque y material de Guerra - se le acercó: - Perdone, Comandante, pero yo creo que debía esperar. Por lo menos quince minutos.
Con tenaz resolución, Fidel seguía llamando a sus oficiales dando órdenes para el avance sobre Santiago de Cuba.
Disciplinadamente, el Dentista y Cuartel Maestre ordenó de inmediato que los camiones del parque tomaran rumbo a Santiago de Cuba. Al mismo tiempo, llegaban los comandantes del Estado Mayor. Fidel no hacía comentarios. Dictaba ordenes.
Llegaba Luis Orlando Rodríguez, el viejo combatiente revolucionario. Lo acompañaba el dominicano Jiménez, todavía convaleciente de una grave herida en el vientre durante el cañoneo de Maffo.
Gente que entraba y salía ofrecían nuevos partes:
- Ahora el radio anuncia que Cantillo asumió la Jefatura del Ejército. El presidente es Piedra, magistrado del Supremo. Batista huyó a Santo Domingo. Ledón, el de Tránsito, es jefe de la Policía.
En medio del barullo, Fidel se apoyó en un armario y sacando una libretica de notas - de las que venden a medio en los tencents.- comenzó a escribir su respuesta al golpe de Estado.
Diez minutos más tarde, nos leía sus Instrucciones a todas los comandantes del Ejército rebelde y al pueblo:
Instrucciones de la Comandancia general a todos los comandantes del Ejército rebelde y al pueblo: Cualesquiera que sean las noticias procedentes de la Capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego en ningún momento.
Nuestras fuerzas deben proseguir sus operaciones contra el enemigo en todos los frentes de batalla.
Acéptese sólo conceder parlamento a las guarniciones que deseen rendirse.
Al parecer se ha producido un golpe de estado en la Capital. Las condiciones en que ese golpe se produjo son ignoradas por el Ejército Rebelde.
El pueblo debe estar muy alerta y atender sólo las instrucciones de la Comandancia General.
La Dictadura se ha derrumbado como consecuencia de las aplastantes derrotas sufridas en las últimas semanas, pero eso no quiere decir que sea ya el triunfo de la Revolución.
Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta Comandancia, la que sólo será emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la Capital se pongan incondicionalmente a las órdenes de la Jefatura Revolucionaria.
¡Revolución SI; golpe militar No!
¡Golpe militar de espaldas al pueblo y a la Revolución N0, porque sólo serviría para prolongar la guerra!
¡Golpe de Estado para que Batista y los grandes culpables escarpen, N0; porque sólo serviría para prolongar la guerra!
¡Golpe de Estado de acuerdo con Batista, N0: porque sólo serviría para prolongar la guerra!
Escamotearle al pueblo la Victoria, N0: porque sólo serviría para prolongar la guerra hasta que el pueblo obtenga la victoria total!
Después de siete años de lucha la victoria democrática del pueblo tiene que ser absoluta, para que nunca más se vuelva a producir en nuestra Patria un 10 de marzo
¡Nadie se deje confundir ni engañar!
¡Estar alerta es la palabra de orden!
EI pueblo y muy especialmente los trabajadores de toda la República, deben estar atentos a Radio Rebelde y prepararse urgentemente en todos los centros de trabajo para la huelga general e iniciarla apenas se reciba la orden si fuese necesario para contrarrestar cualquier intento de golpe contrarrevolucionario.
¡Más unidos y más firmes que nunca deben estar el pueblo y el Ejército Rebelde, para no dejarse arrebatar la victoria que ha costado tanta sangre!
(Fdo.) FIDEL CASTRO,
Comandante en Jefe
Este documento lo leyó Fidel Castro en un estado de verdadera exaltación. El mismo tono que le escuchó horas después el pueblo de Cuba, cuando todas las plantas retransmitían la grabación de Radio Rebelde, fue el que escuchamos al Comandante en el Batey de "América" cuando nos dictaba su alocución.
Al terminar, sólo hizo dos pequeñas correcciones En el párrafo convocando a la Huelga General, que quiso alargarlo; y en la triple insistencia sobre la significación del golpe de estado, "que sólo serviría para prolongar la guerra".
Terminada la redacción del documento- tal vez la arenga más patética que recuerde nuestra Historia republicana - llegó el doctor Humberto Sorí Marín, Auditor General. Le acompañaban Juanito Nuiry, Presidente de la FEU y el Capitán Crespo, uno de los hombres de confianza de Fidel Castro.
Todos acudían a reportar urgentemente a la Comandancia, ante la confirmación de las graves noticias de La Habana.
Significativamente, nadie hacia comentarios sobre la trascendencia de los acontecimientos. Sencillamente, se disponían a cumplir con sus deberes militares.
Mario Hidalgo, un chiquillo lampiño que perdió a su hermano en los primeros encuentros de la Sierra Maestra y ahora sirve en la escolta de Fidel, anunciaba que el "jeep" ya estaba listo. El propio Fidel reclamó que alguien se adelantara hasta Palma Soriano demandando de Franqui - responsable de la Radio Rebelde - que tuviera dispuesta la planta para grabar la alocución y seguir viaje a Santiago de Cuba. Quince minutos antes, ya habían partido tropas de los comandantes Almeida y García.
A las nueve de la mañana una pequeña caravana se dirigía hacia la planta móvil de Radio Rebelde situada en Palma Soriano. A la cabeza, el Comandante en Jefe; le seguía una perseguidora -"microonda" le llaman los orientales - ocupada por Luis Orlando en Jiguaní, el "land Rover" azul de Sorí Marín y otro carro más con escasa escolta.
Una hora más tarde, el pueblo de Cuba luego la emocionante identificación de la planta revolucionaria... "Aquí... Radio Rebelde”- conocía de la enérgica reacción de Fidel Castro ante el golpe de Estado: Contrarrevolucionario.
Así se inició el primero de año de 1959. Una vez más, la ya legendaria decisión del Comandante Rebelde ante las situaciones difíciles salvaba a la Revolución en su minuto más trascendente.