Artigos

Los retoños seguirán la lucha

Data: 

04/01/2014

Fonte: 

Cubadebate

El 4 de enero de 1959 fue un domingo inolvidable para los camagüeyanos. La Caravana de la Victoria, con el Líder de la Revolución al frente, irrumpía la noche de ese día en la Plaza de la Caridad, hoy de La Libertad, de donde Fidel en emocionado discurso se dirigió al pueblo delirante de alegría.

Durante el día Fidel, después de su entrada triunfal por Guáimaro, de ser aclamado en Sibanicú y en cuanto asentamiento existía a lo largo de la carretera central, recorrió el corazón de la ciudad, saludó a la muchedumbre y fue hasta el aeropuerto Ignacio Agramonte, a contactar con un grupo de luchadores que venían de la capital a su encuentro.

Fidel desde Palma Soriano convocó horas antes a la huelga general revolucionaria frente a posiciones entreguistas de posible golpe de Estado, que se gestaba en La Habana. Y fue aquí en Camagüey, donde anunció la consolidación del triunfo de la Revolución y declaró el cese de la paralización del país ante la abyecta posición enemiga.

A 55 años de aquel acontecimiento que marcó un viraje para Cuba en el ambito económico, político y social, Pablo Humberto Garcy Castro, integrante de la Caravana, recuerda pasajes desde que se incorporó al patriótico convoy en Holguín como refuerzo de la escolta del Comandante en Jefe hasta concluir en la capital.

Garcy, el rebelde de copia barba, al lado de Fidel durante una visita del Comandante en Jefe a la Revista Bohemia en los primeros días del triunfo
Garcy, quien desde 1960 reside en Camagüey, perteneció a la Columna 17 “Abel Santamaría”, al mando de Antonio Enrique Lussón, actualmente vicepresidente del Consejo de Ministros. A ellos los sorprendió el primero de enero rodeando a Holguín. Él se enteró que era oficial de las tropas ese día. Terminó con el grado de capitán.

“A la entrada de Camagüey la caravana paró, era inmensa. Llegaba hasta cerca de la farmacia de La Mosca. La mayor parte de las tropas permaneció en el Casino Campestre, mientras Fidel recorría puntos de la ciudad.

“El pueblo paraba a Fidel, en ocasiones él bajaba del tanque y conversaba con la gente”, añadió Garcy y mientras afirmaba lo anterior recordaba una descripción hecha por Juan Nuiry, recientemente fallecido en el libro La Caravana de la Victoria, de Luis Báez y Pedro de La Hoz: “Las mujeres vestían sayas negras y blusas rojas, los colores del 26 de Julio. En las calles no se podía dar un paso, era imposible calcular las personas que estaban presentes”.

El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque recordaba la fecha: “Llegamos a los límites con la provincia de Camagüey al amanecer del día 4. En los tramos largos y descampados, el viento besa a los que van en los camiones y en los autos descapotados. Por momentos me asalta la impresión de que vamos a ser ametrallados y bombardeados por la aviación enemiga, pero me digo:”No hay que temer, los pilotos asesinos y criminales están presos y serán juzgados, como todos los que cometieron actos vandálicos”.

Vale recordar en este minuto citas de Fidel en la Plaza de la Libertad:

”Un pueblo que sabe hablar, que sabe reunirse, que sabe reclamar, es imposible que, si lanza una ofensiva contra todo lo que ha constituido su desgracia, no logre la victoria.
“Por nuestra parte, pueden considerar que ya la hemos empezado. La guerra se acabó ayer y ya esta mos trabajando, trabajando más que cuando no había paz; la paz para nosotros es trabajo triplicado, es lucha triplicada. Y estaremos luchando, mientras nos quede
una gota de energía estaremos en pie y no descansaremos y no dormiremos.

“Ya estamos trabajando sobre la marcha, haciendo algo, sentando las bases de algo, adelantando algo, en todo lo que está dentro de nuestras atribuciones. Porque esto no quiere decir que uno lo vaya a hacer todo, sino que todos tenemos que hacer algo, cada cual dentro de sus atribuciones”.

Garcy cuenta hoy con 87 años, cumplidos el pasado 3 de noviembre. La mayoría de ellos lo ha pasado vinculado a Camagüey. Después que cesó sus funciones de escolta y de trabajar en el Estado Mayor General vino para Florida donde se asentó a un escuadrón militar. No cesó su lucha: combatió aquí a los bandidos y en la región central del país. Licendiado de las FAR trabajó hasta el día de la jubilación en la Empresa Pecuaria Triángulo Tres.

“Fidel es un hombre extraordinario. Nacimos el mismo año. Somos hermanos de armas y alma, sostuvo este hombre, proclamado por la Asamblea del Poder Popular como Hijo Adoptivo, según nos dice con orgullo, sin olvidar su querido Santiago, cuna de origen. Alli integró un célula clandestin en época en que se desempeñaba como chofer de ómnibus de la línea La Oriental.

Aquella noche desde el balcón de la Plaza de la Libertad, Garcy vio la multitud que aclamaba a Fidel, a quien califica de hombre excepcional, humanista y solidario con la suerte de tenerlo aún vivo entre nosotros.

“¿Qué me viene a la mente en estos 55 años? Progreso, libertad y la firmeza de un pueblo junto a Fidel. Habrá Revolución para rato. Aunque yo muera los retoños seguirán la misma vía de nosotros y todo nuestro ejemplo”.