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Secretos de Fidel Castro en Contramaestre a sus 86 años

Data: 

13/08/2012

Fonte: 

Blog Caracol de Agua

Autor: 

En 1939, el  10 de octubre, Contramaestre  recibió a un escolar  de trece años, estudiante del colegio Dolores, en Santiago de Cuba, Fidel Castro Ruz. El poblado cumplía sus primeros 26 años.

El 26 es el número de la suerte  para Fidel Castro. Su cumpleaños es el trece (mitad de 26), en 1926. Fue aspirante a Representante en 1952 (su mitad es 26) con el número 26, por el Partido del Pueblo Ortodoxo.  Con 26 años, un 26 de julio,  trató de tomar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba.

El 10 de octubre de 1939 ocurrió el primer contacto de Contramaestre con Fidel Castro. El escolar aceptó la invitación formulada por Aquilino Fernández, padre de su compañero de estudios René Fernández Barzaga (ya fallecido), para pasar del 10 al 12 de octubre, en casa de los Fernández.

Aquello días brindaron al adolescente Fidel Castro tres opciones: quedarse en el colegio, iniciar en tren el periplo Santiago-Antilla, Antilla-Dumois y Dumois-Birán, este último, lugar donde vivía en la antigua provincia de Oriente, o aceptar la invitación de viajar a Contramaestre. Optó por la tercera variante.

El asiento trasero del auto-cuña de Aquilino acogió a los dos estudiantes. Llegaron a la casa, en el entonces reparto “San Luis”, al medio día del 10 de octubre. El almuerzo se sirvió con un menú a gusto de la dueña de la casa, Enma Bárzaga.

Fidel Castro se compenetró pronto con Aida, la cuarta en orden cronológico  de los cinco hijos de Aquilino y Enma. Conversaron mucho en el patio de la casa. Desde ese momento, Fidel Castro grabó en su memoria aquella mesa redonda que mediante un rodaje, le ponía delante cualquiera de los platos del menú.

El día 11, después del desayuno, fueron al río Contramaestre, que baña la vertiente este del poblado. Visitaron la poza del Diablo, sitio vinculado a leyendas populares. Fidel domina la natación, hecho que demuestra al  visitar la poza de Pitillán, que los nativos bautizaron más tarde con el nombre de   “Chorrerón”. Decían las invenciones  de los lugareños que en aquella poza existían caimanes. Fidel ni René  vieron ninguno. Un paseo de rocas permitía cruzar de un lado a otro del río sin mojarse los pies.

Aquilino no les extendía el permiso para ir a la más célebre  de las pozas del Contramaestre: “El Encanto”, también con una carga de ficciones, desde apariciones fantásticas de sirenas hasta ahogados impactantes. La desfavorable celebridad, no la convertía en sitio preferido para bañarse unos adolescentes.

Dentro del Contramaestre, además de largas zambullidas, las brazadas  a lo largo de las pozas, jugaban, bromeaban y las horas transcurrían sin apenas darse cuenta.

El día 12, alrededor de las cinco de la mañana, iniciaron el viaje de retorno hacia Santiago de Cuba. Catorce años después, el mismo Fidel Castro, ya no adolescente, iniciaría un viaje, alrededor de esa hora, en la hombrada por apoderarse del cielo que lo sembró en la historia: el asalto al cuartel Moncada, un 26 de julio de 1953.