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Fidel Castro: “La mujer de este pueblo es invencible”

Data: 

23/08/2024

Fonte: 

Cubadebate

Autor: 

Hace 64 años, se constituyó en Cuba la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) con el propósito de promover la igualdad de la mujer en todos los ámbitos y niveles de la sociedad. Fundada con la presencia de Fidel Castro y Vilma Espín, quien estuvo al frente de la federación hasta su fallecimiento en el 2007.
 
Aquél 23 de agosto de 1960 el líder de la Revolución cubana reafirmó su creencia en el rol de la mujer al destacar que: “Las mujeres constituyen un verdadero ejército al servicio de la Revolución (…) La mujer es una Revolución dentro de la Revolución (…) Cuando en un pueblo pelean los hombres y pueden pelear las mujeres, estos pueblos son invencibles, y la mujer de este pueblo es invencible”.
 
Muchas mujeres valerosas han sido miembros destacadas de esta prestigiosa organización, aportando su fuerza y dedicación a la causa. Vilma Espín, sobresalió desde el momento en que se unió al movimiento revolucionario, demostrando un compromiso inquebrantable con los ideales de justicia y igualdad. En cuanto a su primer encuentro con Fidel Castro, durante una entrevista, rememoró con emoción cómo se cruzaron sus caminos y cómo surgió una colaboración:
 
“Antes de conocer a Fidel nosotros habíamos comenzado la lucha en lo que era el Movimiento Nacional Revolucionario en el que entró Armando Hart, Faustino Pérez, a través de un profesor de la Universidad amigo, de García-Bárcenas, que había creado la organización. Frank País acababa de ingresar a la Universidad, en la que había de todo, comunistas, de la Juventud Católica, de diferentes procedencias e ideas. Empezamos a organizar manifestaciones, pronunciamientos; pero Frank, que sí lo vio todo muy rápidamente, con una proyección a través de la acción y mucho más política también, comenzó a descollar. A pesar de que era el más joven de todos ―tenía diecisiete años― se convirtió en el líder natural desde el primer momento, todo el mundo lo respetaba como la figura central, esto sucedió a fines de 1952. Ya cuando vino el Moncada, en 1953, estábamos organizados, teníamos contactos, buscando armas, dinamita y concibiendo cómo sería la lucha.
 
Cuando los hechos del Moncada yo estaba en mi casa, que era muy cerca del cuartel, y sentimos los tiros como si fueran en el patio. Empezamos a tratar de averiguar qué pasaba. Mi hermana, por la tarde, fue con un vecino al Arzobispado, un edificio de cuatro pisos al otro lado de la calle, y vieron muy bien a los muchachos muertos. Ya sabíamos que estaban asesinando porque los tiros eran sueltos. Muchos de esos jóvenes, que lograron escapar, fueron recogidos por las familias y salvados de esa manera. En casa estuvo uno. A los que se hallaban en el hospital y después en la cárcel íbamos a llevarles comida, mientras tanto Frank seguía en la labor de acopiar armas.
 
Cuando Fidel salió de la cárcel, Frank nos propuso unirnos todos, y lo que había organizado se lo ofreció a Fidel.
 
Mi padre, desde el año anterior, que yo había acabado la carrera, quería que fuera a hacer un postgrado a Estados Unidos, y también, claro, él trataba de sacarnos —a mi hermana y a mí— del peligro, porque se daba cuenta de que hacíamos las cosas con poca salvaguarda. Como yo vi que Fidel, cuando fue excarcelado, iba para México, le dije que estaba bien, que iría a hacer el postgrado.
 
Después de los exámenes finales, en junio, ya yo venía para Cuba y llamé a México ―el teléfono me lo dio un muchacho que había estado en el Moncada―; les dije que ya salía para Cuba y pregunté si hacía falta que pasara por México. Cuando casi tenía que partir me dijeron que sí.
 
La llegada al aeropuerto fue muy emocionante, estaban esperándome, Fidel con una orquídea, Raúl y tres compañeros más. Ellos sabían quién era yo, pero me sorprendió que estuviera Fidel. Me llevaron a la casa de unos amigos, que los ayudaban mucho, era una familia rica; él estaba casado con una cubana. Allí me quedé dos días y medio. Fidel me preparó una cantidad grande de cartas para que las entregara y me explicó las cosas que debía decirle a Frank.”
 
Sobre ella Fidel expresó: “Consagró toda su vida a luchar por la mujer cuando en Cuba la mayoría de ellas era discriminada como ser humano al igual que en el resto del mundo, con honrosas excepciones revolucionarias”.

Fidel Castro condecora a Melba Hernández con la Medalla Conmemorativa
“50 aniversario del 26 de julio”, Santiago de Cuba, 26 de julio de 2003
Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Melba Hernández también se destacó por su contribución a la causa de la justicia social en Cuba a través de su incansable labor en la lucha por la igualdad y la equidad en la sociedad cubana. Su compromiso y dedicación la llevaron a ser una figura emblemática en la lucha por un país más justo y solidario. Sobre su primer encuentro con Fidel recordó:
 
“Primero conocí a Abel Santamaría, exactamente el 1.º de mayo de 1952, en el cementerio de Colón, en la peregrinación a la tumba de un joven dirigente que había sido asesinado poco tiempo antes, en las luchas de entonces. Ese día Abel me invitó a que fuera a su apartamento para que conociera a un joven que me iba a impresionar, que representaba mucho y que él consideraba que era la esperanza de Cuba. Ese joven era Fidel.
 
Fui esa noche, pero Abel no llegó. Volví al día siguiente, sobre la una o las dos de la tarde y conocí a Fidel. En ese apartamento vivían Abel y su hermana Haydée. Abel, desde que conoció a Fidel, se unió a él, como me pasó a mí también.
 
Aquel 2 de mayo lo primero que hizo Fidel fue exponerme sus ideas y sus planes, sus proyectos para organizar la lucha, que conllevarían al derrocamiento de Batista. Fue muy convincente. Me di cuenta de que Fidel era el compañero que habría de hacer la Revolución. En aquel momento el pueblo de Cuba lo que quería era un lugar donde enrolarse, tomar el fusil, para enarbolar las banderas de la libertad”.
 
El papel desempeñado por Celia Sánchez en este contexto también fue de gran relevancia, ya que su presencia y acción contribuyeron de manera significativa al desarrollo y consolidación de los ideales revolucionarios en favor de la mujer. Melba Hernández recuerda con admiración y respeto la forma en que conoció a Celia:
 
“La vi por primera vez, físicamente, en La Plata, yo subí a La Plata, a la Comandancia General y ella estaba allí. ¡Para todos nosotros significó mucho…!
 
Celia fue una muchacha ejemplar, íntegra, no recuerdo en ella una debilidad desde el punto de vista revolucionario; sencilla, entregada, consagrada, modesta, austera, muy austera, muy amante de los demás”.
 
Celia se unió al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra en marzo de 1957, bajo la dirección de Fidel Castro, y se convirtió en la primera mujer combatiente al tomar parte en el enfrentamiento del Uvero el 28 de mayo de ese mismo año. Debido a su dedicación, sacrificio y lealtad a la Patria y a los ideales revolucionarios, ganó el respeto y la confianza del líder supremo, quien le encomendó importantes responsabilidades y tareas.

Fidel Castro: “Sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible”.
Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Antonio Núñez Jiménez sobre la relación entre Fidel y Celia explicó: “Fue una relación verdaderamente excepcional que Fidel ha valorado altamente. Hay que decir que cuando Fidel desembarcó en el Granma fue la compañera que había organizado las fuerzas revolucionarias para apoyar el desembarco, y en la Sierra Maestra fue, no su mano derecha, sino las dos manos de Fidel”.
 
Eusebio Leal sobre la importancia del papel de Celia afirmó: “Celia era una mujer de una importancia enorme en la historia de la Revolución y en la historia del Comandante. Creo que ella, su ausencia, hace ya dieciocho años, es un vacío que no ha sido posible llenar. Ella era como la sensibilidad, como la punta de los dedos de él para actuar en una serie de cosas. Desempeñaba un papel que quizás después nadie pudo llenar, de mediación, de dar a conocer aquellas cosas que a veces nadie se atreve a decir. Tenía virtudes personales excepcionales”.
 
En la historia de Cuba hay muchos ejemplos de mujeres abnegadas, de mujeres entregadas totalmente al proceso revolucionario, la lista sería interminable, muchas con su ejemplo y abnegación contribuyeron a construir la Revolución cubana. Después del triunfo cada una en su puesto ocupa un lugar de vanguardia y de compromiso.
 
Que cada aniversario sea eco del compromiso como estableció Fidel que: “Sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible. A lo largo de estos años difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa de nuestro suelo y de la soberanía de la Patria, que no haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de la mujer cubana. Nadie como ella ha hecho los mayores sacrificios en el periodo especial que estamos aún viviendo, ni se ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano”.