Dos hombres, dos pueblos unidos en un abrazo: Fidel y Mandela
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Excelentísima Sra. Yvonne Nkwenkwezi Phosa Embajadora de Sudáfrica en Cuba
Invitados del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país
Amigos todos
La Revolución Cubana, en su más puro espíritu solidario, hizo suya desde los primeros días del triunfo de enero de 1959, la lucha contra el colonialismo y el apartheid. Impregnada por los ideales de justicia social que nos legaran los fundadores de la Patria, no era posible ser indiferentes a la suerte de un continente unido a Cuba por indestructibles lazos históricos: África.
Fueron miles las mujeres y hombres que arrancados de su terruño llegaron a Cuba en travesías infrahumanas, para convertirse en esclavos, condición degradante cuya eliminación fuese uno de los principales motivos por los que el pueblo de esta Isla se lanzó a luchar por su independencia. No es posible olvidar a los cientos de africanos que se sumaron al Ejército Libertador, a los tenientes coroneles Agustín Zaldívar Socarrás y Matías Varona Montejo, y al comandante Quirino Amézaga, angolano muerto en combate a inicios de la guerra del 95.
Juntos, cubanos y africanos, forjaríamos la patria durante las guerras por la independencia del colonialismo español. Juntos, haríamos historia, desde inicios de la década del sesenta del pasado siglo, en apoyo a los movimientos de liberación nacional en el continente africano.
Argelia, Guinea y Cabo Verde, el Congo, Mozambique, Angola, entre muchos otros, fueron países hermanos por los que vertieron su sudor y su sangre, incondicionalmente, más de medio millón de cubanos como prenda de lealtad a las raíces y amor a la humanidad.
La presencia cubana en Angola, no podía concluir sin la independencia de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica. Allí, al sur de la patria de Agostinho Neto, combatientes del Congreso Nacional Africano, hermanados con soldados cubanos, de las SWAPO y las FAPLA, escribieron una de las más hermosas páginas de la solidaridad internacional. La victoria de Cuito Cuanavale trajo consigo, la paz en Angola, la independencia de Namibia, la libertad de Nelson Mandela y el fin del oprobioso régimen del apartheid en Sudáfrica.
Quizás por ello el hombre símbolo que fue Nelson Mandela, líder del Congreso Nacional Africano y de la lucha del pueblo sudafricano contra el racismo, por la igualdad y la justicia social, sintiera tan inmensa admiración por Cuba, su pueblo, y en especial por el líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz.
Cuando en 1991 visitara nuestro país, lo primero que hizo Madiba, como cariñosamente su pueblo le llamara, fue una exigencia a Fidel:
«Antes de hablar absolutamente de cualquier tema me tiene que decir cuándo viene para Sudáfrica. Nos han visitado una gran cantidad de personas y nuestro amigo, Cuba, que nos ayudó a entrenar a nuestra gente, que nos dio recursos, que nos ayudaron tanto en nuestra lucha, que entrenó a nuestros combatientes, a nuestros médicos… Cuba no ha venido a visitarnos, usted no ha ido a visitarnos. ¿Cuándo va a venir?».
A lo que respondió el líder de nuestra Revolución:
«No he visitado a mi patria sudafricana. La quiero como a una patria. La quiero como te quiero a ti».
Para Mandela, el pueblo cubano ocupaba un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. Calificaba a la Revolución Cubana como una fuente de inspiración para todos los pueblos amantes de la paz.
La exposición que hoy inauguramos, muestra la sincera hermandad entre dos hombres unidos por valores comunes, dos gigantes morales que trascenderán como símbolos de la solidaridad humana, y la fe en las ideas como motor de desarrollo y transformación de la historia.
Hermanados en un abrazo, Mandela y Fidel. Sudáfrica y Cuba.