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El ideario bolivariano en Fidel Castro y Hugo Chávez

Data: 

28/06/2024

Fonte: 

Centro Fidel

Autor: 

Los pueblos de Venezuela y Cuba son privilegiados por muchas razones, entre ellas, la dicha de ser herederos del pensamiento y las enseñanzas de dos gigantes morales: Simón Bolívar y José Martí. Sin lugar a dudas, junto a Benito Juárez, fueron los políticos más preclaros de este continente en la etapa fundacional de su vida republicana.
 
El Libertador de América y el Apóstol de la independencia de Cuba, inspiraron hombres, levantaron pueblos y elevaron el espíritu patrio y orgullo nacional de los hijos de estas tierras. Identificaron males, peligros, enemigos y soñaron en como vencerlos y encontrar las vías hacia un futuro de prosperidad y bienestar soberano.
 
Bolívar fue el faro de luz americana, el inspirador mayor, el referente de resistencia, optimismo, victoria e independencia; la fuerza volcánica que transformaba y magnética que unía. Fue la principal inspiración creadora de José Martí. A través de Martí, llega Bolívar a Fidel, y lo contagia con su esplendoroso legado espiritual y político.
 
Fue Fidel un lector insaciable, en especial de la historia, con preferencia en la de América y Cuba. De esas lecturas descubrió la pasión del Padre de la Patria cubana Carlos Manuel de Céspedes, por Bolívar, la presencia de venezolanos en el Ejército Libertador durante las guerras cubanas por la independencia, las tres expediciones venezolanas del Virginius, las referencias frecuentes de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo a Simón Bolívar y del sueño de ambos en dar a España un Ayacucho cubano en las cercanías de La Habana.
 
En esas lecturas supo Fidel de la historia de aquel joven cubano que, sin quitarse el polvo del camino, tras arribar a La Guaira el 20 de enero de 1881, al anochecer, llegado a Caracas, sin preguntar donde se comía o se dormía, sino como se iba a donde estaba la estatua de Bolívar, sólo y como testigos los mudos árboles altos y olorosos de la plaza, lloró frente a la estatua que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo.
 
Ese joven era Martí, el hombre que admiró a Bolívar como al «…Padre Americano…» , a quien «¡Los cubanos lo veremos siempre arreglando con Sucre la expedición, que no llegó jamás, para libertar a Cuba!«, quien reconocía a Venezuela como «…la Jerusalén de los sudamericanos, la cuna del continente libre…», confesara haber viajado a Caracas a trabajar, lo que en su febril pasión patriótica era sinónimo de «…verdaderos días de fiesta…» y que sellara su compromiso con esta tierra cuando escribió, «…Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mi un hijo».
 
El periodista español Ignacio Ramonet, en la introducción a su libro Cien Horas con Fidel, destaca que, en la oficina del líder de la Revolución Cubana, junto a su inmensa biblioteca, dispuestas en las estanterías o sobre mesitas a ambos extremos de un sofá, se apreciaban una figura en bronce y un busto del Apóstol José Martí, una estatua de Simón Bolívar, otra de Sucre y un busto de Abraham Lincoln. Además, realizada con alambre, una escultura del Quijote a lomos de Rocinante. Una muestra del ambiente bolivariano, martiano y quijotesco que acompañaba el entorno de trabajo del líder de la Revolución Cubana.
 
Identificado profundamente con el pensamiento solidario, independentista y antimperialista de El Libertador, Fidel le rindió culto desde la propia guerra de liberación, nombrando Simón Bolívar a un Frente Guerrillero. No es casual que designara como primer embajador de la naciente Revolución en Venezuela al historiador Francisco Pividal Padrón, uno de los más grandes y profusos biógrafos de Bolívar en este continente. Tampoco que su primera visita al exterior, apenas 23 días después del triunfo de la Revolución, fuese a Caracas, como Martí, a rendirle tributo al héroe inspirador y testimonio de gratitud al pueblo venezolano que hizo suya la causa revolucionaria cubana. Allí declaró:
 
«¿Hasta cuándo vamos a permanecer en letargo, fuerzas indefensas de un continente a quien El Libertador concibió como algo más digno y grande? ¿Hasta cuándo vamos a estar divididos, víctimas de intereses poderosos? La consigna ha de ser la unidad de las naciones (…) Venezuela ha de ser el país líder de la unidad de los pueblos de América, pues Bolívar es el padre de la unión de los pueblos de América».
 
En el discurso político del líder de la Revolución Cubana, Bolívar fue referente permanente. A él acudió varias veces en aquel histórico viaje, donde insistió en la necesidad de la unidad continental como garantía del desarrollo y la soberanía de nuestros pueblos. Así expresó el 24 de enero ante el Parlamento:
 
«Los latinoamericanos no nos vamos a quedar a la zaga del mundo, bastante hemos estado ya en la cola; vamos a adelantar, vamos a hacer lo que es un mandato de los tiempos. Y, además, ese fue un ideal de los que fundaron esta república; yo estoy seguro de que no las concibieron así. Bolívar no concibió a América así, no la concibió así, concibió otra América. Y, como si adivinara cuál iba a ser su destino, durante largos años sufrió en vida lo que sufrió, porque aquella inteligencia clara que adivinaba el porvenir, aquel estadista que era Bolívar, comprendió las dificultades en que nos íbamos a encontrar, y, claro, esas dificultades que, en sí ya existían, vinieron a aumentarlas los traidores, los parásitos, los grupitos de ambiciosos que tanto daño le han hecho a la América».
 
Pocos meses después, en la Explanada Municipal de Montevideo, Uruguay, el 5 de mayo de 1959, volvía con la idea bolivariana de la unidad:
 
«Parécenos que, si se presentaran hoy ante nosotros, desde Bolívar hasta Martí, desde San Martín hasta Artigas, y con ellos todos los próceres de las libertades de América Latina, nos reprocharían al ver cómo nos encontramos todavía y se preguntarían si esta es la América que ellos soñaron, grande y unida, y no el racimo de pueblos divididos y débiles que somos hoy».
 
Guiado por la fuerza inspiradora de la Patria de Bolívar, el 29 de agosto de 1960, en el acto de graduación de los maestros voluntarios a su regreso de la Sierra Maestra, celebrado en el Teatro Auditorium, en La Habana, Fidel refería:
 
«¡Venezuela, Venezuela es uno de los pueblos más heroicos y revolucionarios de este continente! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia revolucionaria! ¡Venezuela es un país donde hay una tremenda conciencia antimperialista! ¡Venezuela es un país que ha tenido que sufrir mucho la opresión de las tiranías militares y la explotación de los monopolios yankis! ¡Venezuela no es un país cruzado de brazos! ¡En Venezuela hay un pueblo que es amigo de Cuba! ¡Venezuela es el pueblo de donde surge Simón Bolívar, y de Venezuela surgieron los soldados que dieron la libertad a la mitad del continente sudamericano! ¡Y ese pueblo de Venezuela está ahí! ¡Ese pueblo de Venezuela no lo maneja la cancillería yanki como pueda manejar a un grupo de muñecos en una conferencia de la OEA!».
 
Esa confianza de Fidel en el pueblo venezolano y en lo que significaba no solo para Cuba, sino para América, recibió una carga energizante con la irrupción del comandante Hugo Rafael Chávez Frías en la vida política venezolana, hecho que despertó en Fidel un especial interés.
 
Pronto lo identificó como bolivariano puro y sincero, amante de la historia, hombre de pueblo y patriota. Al respecto, expresó:
 
«Sin un hombre como Hugo Chávez, nacido de cuna humilde y formado en la disciplina de las academias militares de Venezuela, donde tantas ideas de libertad, unidad e integración latinoamericana fueron sembradas por Bolívar, no habría surgido en este momento decisivo de nuestra América un proceso de tanta trascendencia histórica e internacional como el actual proceso revolucionario en ese hermano país».
 
Meditando sobre el primer encuentro personal con Chávez el 13 de diciembre de 1994, decía Fidel al periodista Ignacio Ramonet:
 
«Fue una pura casualidad. Me enteré de que Eusebio Leal lo había invitado a dar una conferencia sobre Bolívar. Y quise conocerlo. Lo fui a esperar al pie del avión. Cosa que sorprendió a mucha gente, incluido al propio Chávez. Pero yo estaba impaciente por verlo. Nos pasamos la noche conversando. (…) Quería saberlo todo de él. Y me dejó impresionado... Por su cultura, su sagacidad, su inteligencia política, su visión bolivariana, su gentileza, su humor... ¡Lo tenía todo! Me di cuenta de que estaba frente a un gigante de la talla de los mejores dirigentes de la historia de América Latina».
 
Chávez sintió no merecer aquel recibimiento cuando lo esperó el Comandante en Jefe Fidel Castro al pie de la escalerilla del avión. Al respecto diría: «Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día en los meses y en los años por venir…» y añadiría «…Esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos, y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano…», palabras proféticas que el tiempo se encargaría de legitimar.
 
Nació entre ambos líderes una relación muy especial. Tuvo Chávez para el líder de la Revolución Cubana, frases de profundo respeto y admiración.
 
«Fidel es un soldado, soñador, ejemplo sin duda para todos nosotros y para generaciones enteras de latinoamericanos, caribeños y de luchadores del mundo».
 
«Fidel no le pertenece solo a Cuba, le pertenece a este mundo nuestro, a esta América nuestra»,
 
Y agregaba:
 
«Patria es Humanidad: es el legado del que es viva encarnación el Comandante Fidel Castro».
 
Más de una vez Chávez se refirió a Fidel como a un miembro de su propia familia. «…Fidel para mí es un padre, un compañero, un maestro de la estrategia perfecta…» y en sus discursos lo citaba como paradigma de ética política y humanismo revolucionario.
 
Decía Chávez:
 
«Fidel le puede mostrar la cara con integridad plena y con moral absoluta, no solo al pueblo cubano, sino a todos los pueblos del mundo. Cuba bloqueada, casi sin recursos desde el punto de vista material, pero conducida por Fidel y construida por su pueblo ha entrado al siglo XXI en una situación social que envidian los pueblos de América Latina y el Caribe. He ahí diferencias para la historia que quedan y están ya sembradas en el juicio de la historia».
 
De la unidad de ideas y principios revolucionarios, nació una nueva, potente y contagiosa fuerza revolucionaria en América, derivada de la alianza estratégica entre la Revolución Bolivariana y la Revolución Cubana. Ya no era Cuba la única voz que sin tapujos desafiaba, desenmascaraba y enfrentaba, sin temor, las políticas imperiales. La voz del comandante Hugo Rafael Chávez Frías, llevaba, como la de Fidel, la valentía del pensamiento bolivariano y martiano que sostienen la ideología política de ambas revoluciones, esencialmente solidarias y antimperialistas.
 
De esa alianza e identidad de sueños y esperanzas, nació el 29 de abril de 2006 el ALBA. Antes habían cooperado desde 2003 en la implementación del sistema de misiones como Barrio Adentro, Sucre, Robinson, con el método de alfabetización «Yo sí puedo», en 2004 con la Operación Milagro, y en 2005 con la plataforma comunicacional Telesur, ejemplos sólidos de la visión integracionista y solidaria que compartían ambos líderes.
 
El 5 de marzo de 2013, falleció el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Fue uno de los días más dolorosos para el líder de la Revolución Cubana. El 11 de marzo, a las 12 y 35 a.m., Fidel concluía su Reflexión titulada Perdimos nuestro mejor amigo, en la que expresó:
 
«El 5 de marzo, en horas de la tarde, falleció el mejor amigo que tuvo el pueblo cubano a lo largo de su historia. Una llamada por vía satelital comunicó la amarga noticia. El significado de la frase empleada era inconfundible. Aunque conocíamos el estado crítico de su salud, la noticia nos golpeó con fuerza. Recordaba las veces que bromeó conmigo diciendo que cuando ambos concluyéramos nuestra tarea revolucionaria, me invitaría a pasear por el río Arauca en territorio venezolano, que le hacía recordar el descanso que nunca tuvo.
 
»Nos cabe el honor de haber compartido con el líder bolivariano los mismos ideales de justicia social y de apoyo a los explotados. Los pobres son los pobres en cualquier parte del mundo.
 
»Déme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo», proclamó el Héroe Nacional y Apóstol de nuestra independencia, José Martí, un viajero que sin limpiarse el polvo del camino, preguntó dónde estaba la estatua de Bolívar.
 
»Martí conoció el monstruo porque vivió en sus entrañas. ¿Es posible ignorar las profundas palabras que vertió en carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado víspera de su caída en combate?: “…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas…”.
 
»Habían transcurrido entonces 66 años desde que el Libertador Simón Bolívar escribió: «…los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad».
 
»El 23 de enero de 1959, 22 días después del triunfo revolucionario en Cuba, visité Venezuela para agradecer a su pueblo, y al gobierno que asumió el poder tras la dictadura de Pérez Jiménez, el envío de 150 fusiles a fines de 1958. Dije entonces:
 
“…Venezuela es la patria de El Libertador, donde se concibió la idea de la unión de los pueblos de América. Luego, Venezuela debe ser el país líder de la unión de los pueblos de América; los cubanos respaldamos a nuestros hermanos de Venezuela”.
 
»He hablado de estas ideas no porque me mueva ninguna ambición de tipo personal, ni siquiera ambición de gloria, porque, al fin y al cabo, la ambición de gloria no deja de ser una vanidad, y como dijo Martí: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
 
»Así que, por tanto, al venir a hablarle así al pueblo de Venezuela, lo hago pensando honradamente y hondamente, que si queremos salvar a la América, si queremos salvar la libertad de cada una de nuestras sociedades, que, al fin y al cabo, son parte de una gran sociedad, que es la sociedad de Latinoamérica; si es que queremos salvar la revolución de Cuba, la revolución de Venezuela y la revolución de todos los países de nuestro continente, tenemos que acercarnos y tenemos que respaldarnos sólidamente, porque solos y divididos fracasamos.
 
»¡Eso dije aquel día y hoy, 54 años después, lo ratifico!
 
»Debo solo incluir en aquella lista a los demás pueblos del mundo que durante más de medio siglo han sido víctimas de la explotación y el saqueo. Esa fue la lucha de Hugo Chávez.
 
»Ni siquiera él mismo sospechaba cuán grande era.
 
»¡Hasta la victoria siempre, inolvidable amigo!»
 
Fidel Castro Ruz
 
Bolívar y Martí. Fidel y Chávez: torrentes inspiradores de pueblos que iluminan el porvenir de América.