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Fidel dejaba siempre una enseñanza

Data: 

25/11/2021

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El mensaje a Lavín desde Morón corrió hasta Punta Alegre: Fidel está en la Isla de Turiguanó y quiere verlo. Sudado, lleno de tizne por estar apagando cañaverales incendiados por aviones procedentes de Estados Unidos, llegó allí el joven dirigente.
 
Estaba sofocado, con el asma en su punto y un apetito que devoraba lo que le pusieran delante. José Antonio Lavín Silva, con veintiún años, asumió la jefatura del Partido en esa región de la entonces provincia de Camagüey.
 
Morón atesoraba como fortaleza económica a varios centrales azucareros, generadores del grano para la exportación y el consumo nacional, producciones ganaderas y agrícolas.
 
Antes de que lo ubicaran en Morón, Lavín estuvo en los municipios de Florida y Esmeralda con la tarea de la constitución del Partido Unido de la Revolución Socialista (Purs), nacido de la unificación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas, que el pueblo bautizó popularmente: “La ORI es la candela”, por su empuje de hacer avanzar al país.
 
De manera sutil llegó ante Fidel. Preguntaba mucho y nunca se sabía con qué te iba a salir, dic Lavín al cabo de más de 56 años de transcurrida la vivencia.
 
En el momento del encuentro, el Líder Histórico de la Revolución se dio cuenta de que el rostro de Lavín reflejaba cierto malestar y le preguntó a José Fuertes Jiménez, segundo del Partido en la provincia de Camagüey. “Es que padece de asma”, respondió este.
 
El entrevistado recuerda que hablaba de problemas internacionales, de las posiciones de grandes potencias y él pensó: “Menos mal que no va a preguntar nada de Morón”.
 
“Ese día concentró el interés en la producción de ganado Santa Gertrudis, un hato excelente, asentado en la Isla de Turiguanó”.
 
En otro momento, al explicar que al día siguiente iría a un recorrido por plantaciones de cítricos, Fidel le dijo a Lavín: “Como tú no andas bien, te quedas aquí. ¿Qué tomas para el asma”.
 
“Comandante, remedios caseros. Lo que más me ayuda son los spray, pero no están entrando”, le respondió y su interlocutor le hizo lógicas preguntas como si había comprobado que mejoraba al salir por la influencia de los factores climáticos.
 
Cuando el joven secretario del Partido relató que estando un tiempo en Santa Clara en un curso en la Universidad, no le había dado asma, Fidel se dirigió a Arnaldo Milián, quien fuera primer secretario del Partido en la antigua provincia de Las Villas y en forma jocosa sugirió: ¿Por qué no te lo llevas para Las Villas?.
 
Y girando la vista para su médico: ¿No entraron ahora spray? Mándale para acá unos aparaticos”. Después hablaron de otros tópicos. Lavín fue a dormir y no volvió a darle asma. “Amanecí entero, parece que por la impresión de tener allí a Fidel. Me incorporé al recorrido por las plantaciones de cítricos entre Ceballos y Morón”.
 
En medio de uno de los naranjales, Fidel preguntó por la distancia de siembra entre una planta y otra y sugirió hacerlo a “Trigadillo”, fórmula en la que cabían más en una misma superficie y con mayores rendimientos.
 
Cuenta Lavín que la otra vez que el Comandante en Jefe estuvo en Morón fue con diferente propósito, el fomento de la siembra de café Caturra en la Loma de Cunagua. De retirada por el Circuito Norte para dirigirse a la zona de Sola, en el actual municipio Sierra de Cubitas, inquirió: ¿Cuántos metros tiene la Loma de Cunagua?.
 
 


 “Si le digo, le miento”, respondió el camagüeyano. Y como era una cualidad de Fidel estudiar e investigar insaciablemente, dejó boquiabierto a todos: “Tiene trescientos treinta y ocho metros sobre el nivel del mar. Lo medimos cuando el helicóptero paso por allí”.
 
“Él para cada pregunta tenía una respuesta… y una gran capacidad de enseñar. Nunca se me olvidó la altura de la loma. Fue una persona excepcional, con un relámpago de preguntas y conocimientos insospechables. No es fácil hablar de él, impresionaba mucho, siempre te dejaba marcada una enseñanza, sin avasallar”.