Entrevista concedida a la prensa nacional, después de rendir tributo al Apóstol en el cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba
(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)
Periodista.- Comandante, en el centenario de la caída en combate de nuestro Héroe Nacional, en este momento, ¿qué ha significado para usted, cuando usted fue el que hizo revivir a Martí en el Año del Centenario de su natalicio, cuando encabezó este valioso grupo de la Generación del Centenario?
Fidel Castro.- Muy brevemente, debo decir que he sentido una emoción muy grande en los dos lugares: en Dos Ríos y aquí. En Dos Ríos hubiera querido quedarme unos minutos reflexionando junto al obelisco. No tuve mucha oportunidad, porque había que cumplir el programa, que era muy estricto, pero más de una vez miré hacia allí a través de las palmas cubanas.
A uno le gustaría más solitario ese lugar, me gustaría que se pareciera a como era el día en que Martí murió. Hay algunas construcciones por allí. Bueno, me chocaba un poco, ver ciertas construcciones; debiera estar más solo, más campo en el paisaje; pero realmente es muy, muy hermoso.
Después aquí; pero aquí, por lo menos, pude pararme un minuto, y pensar, reflexionar, recordar.
Les he contado a los compañeros, les he contado a los niños que hoy no es un día de luto, hoy es un día de fiesta; porque es como el día en que se sembró una semilla y fructificó.
Periodista.- Pero, incluso, con una proyección tremenda para el próximo siglo, Comandante.
Fidel Castro.- Sí, para los próximos siglos, para siempre. Por eso no he sentido tristeza, no he sentido sensación de duelo, sino, en cierto sentido, una sensación de alegría. No es una emoción triste, es una emoción alegre, una emoción profunda; es la emoción de pensar en todo lo que es Martí.
Y el Martí 100 años después, no es el mismo Martí de cuando cayó hace 100 años. Muchas de sus obras no se conocían, muchos de sus escritos, mucho de su pensamiento, todo eso se supo después: aquella carta a Mercado, su profundo sentido antimperialista, latinoamericanista.
Solo cuando los historiadores han recogido todos su papeles —y todavía puede haber papeles que aparezcan—, es que Martí adquiere la talla de hoy.
Periodista.- Universal.
Fidel Castro.- La talla, sí, universal. Ese prestigio enorme, esa personalidad extraordinaria, como lo vemos hoy, porque en aquel momento tenía un enorme mérito, pero no se le conocía suficientemente; lo conocían aquellos que escucharon sus discursos, algunos de los que leyeron sus escritos.
El Martí de hoy es un Martí mucho más gigante ante los ojos de todos los cubanos. Ellos tienen que haber sufrido mucho con la muerte de Martí, pero no sabían todavía sus propios compañeros toda la magnitud de su gloria, de su talento, de su proyección, de sus sentimientos.
Hoy hace 100 años, pero es algo que se agiganta cada día. Por eso digo que es un árbol que crece, un ejemplo que crece, una semilla que se sembró ese día, no desapareció ese día. Empezó, como una semilla, a germinar, a crecer, a fructificar y hoy vemos lo que es nuestro pueblo, no solo en lo que ha hecho —que ha hecho mucho—, sino en lo que siente; en su espíritu, en su capacidad de luchar, en su heroísmo, vemos los frutos de ese gran árbol que crece, como un árbol eterno que dará siempre frutos y como un árbol que ha sido cultivado. Lo que ha hecho nuestro pueblo hoy es cultivar ese árbol para que crezca más, sobre todo, entre nosotros mismos.
Esas son las ideas, los sentimientos que yo he experimentado; pero fuertes, fuertes, muy fuertes.
Periodista.- Comandante, ¿pudiera considerarse esta la segunda generación del centenario? ¿Usted piensa que somos merecedores de tal premio?
Fidel Castro.- O de la tercera, eso es cuestión ya de métodos para determinar qué es una generación; pero sí es muy cerca, muy aproximada, porque hay jóvenes ahora, hay adultos que surgieron después del primer centenario, que fue el centenario de su nacimiento.
Los jóvenes de hoy constituyen casi la tercera generación. Los jóvenes pudieran decir que son la generación del centenario, de este centenario; y todo el pueblo también, todos los que están escribiendo esta página de heroísmo tan grande, inspirados en Martí, inspirados en todos los patriotas, inspirados en la historia de Cuba, inspirados en Maceo, Gómez y otros.
Cuando veníamos hacia acá, veíamos el monumento a Maceo con sus machetes. Y cuando estábamos allí, en Dos Ríos, yo recordaba que a pocos kilómetros de allí está Baraguá, y pensaba en esa simbiosis, en esa suma de grandeza: la grandeza de Maceo en Baraguá y la grandeza de Martí en Dos Ríos.
Almeida me explicaba algunas obras que habían hecho con piedra allí, me contaba que era rememorando aquel momento en que Máximo Gómez había pasado por allí con sus tropas y le había dicho a cada uno que lanzara una piedra e hicieron un pequeño túmulo. Por eso ellos, alrededor del obelisco, hicieron algunas obras de piedra. Uno sentía deseos de que el obelisco fuera más grande, uno quisiera verlo desde más lejos.
Alguien me decía: “Pero las palmas crecen.” Sí, pero el obelisco podía ser tan alto como la más alta de las palmas. Luce sencillo, luce modesto, cuando lo comparamos con el que tiene en La Habana, con la torre del monumento a Martí, en la Plaza de la Revolución.
Uno quisiera verlo desde lejos, solo al final se encuentra con él. Realmente está muy bonito; pero desde ahora tenemos que evitar que se empiece a construir alrededor de aquello, hay que mantener aquello como un paisaje.
Si alguna vez podemos —no sé ni lo que hay por allí en edificios de concreto, una tribuna sí, la carretera—, me gustaría ver más árboles allí, más campo, más césped y ningún edificio en los alrededores de aquello.
Periodista.- A uno también le hubiera gustado conocer a Martí.
Fidel Castro.- Sí, pero hoy lo conocemos más que nadie, lo conocemos mejor que a nosotros mismos, ¡bien que lo conocemos! Lo sentimos, lo palpamos, lo vemos como algo tan familiar, tan entrañablemente hermano, padre, hijo, todo.
Periodista.- Comandante, ahora se ha definido a Martí como un misterio que nos acompaña, ¿a usted cuáles misterios de Martí lo han acompañado en este día?
Fidel Castro.- Ninguno, no hay misterios. Algunas cosas de su vida o quizás su muerte haya sido un poco misteriosa, o muy difícil de explicar por el tipo de combate, la forma en que se produce, cuando cargó solo, se fue solo, invitó al que estaba con él y cargaron; ha realizado una carrera de caballería solo contra el ejército español.
Quedan algunas incógnitas en hechos de su vida, no su vida, no su grandeza, no su pensamiento. Es un hombre latinoamericano, un hombre universal, un pensamiento extraordinario, enorme; una inteligencia capaz de crear tantas cosas, que cada frase, cada palabra de Martí es todo un pensamiento que se guarda para la historia, todo: sus cartas, sus discursos, sus escritos, sus proclamas políticas.
Desde muy temprano, y no es extraño eso, me resultó tan atractiva la figura de Martí, su pensamiento, su prosa, sus versos, que no me extraña lo mucho que atraen a todo el mundo desde muy temprano.
Periodista.- Comandante, ¿y hoy se acordó del Moncada?
Fidel Castro.- Yo no pensaba tanto hoy en aquel hecho, no había tiempo, no había espacio. El Moncada nos parecía algo natural de nuestra historia y algo natural de los sentimientos, porque es una cosa muy cierta, y yo lo dije cuando me preguntaron en el juicio; no es que lo hubiera premeditado, pero me preguntaron aquello, dije que era él, estaban averiguando quién era el autor intelectual, y digo con la mayor espontaneidad: “José Martí”, y era verdad.
Periodista.- Comandante, ¿usted cree que a 100 años de distancia de la caída en combate de nuestro Héroe Nacional esta es y seguirá siendo la Cuba que soñó Martí?
Fidel Castro.- En un sentido sí. En un sentido que puede llamarse tan alto o más de lo concebible; el propio Martí no fue quizás capaz de imaginar cuánta lucha tendríamos. Bueno, sí, él veía el peligro. Él soñaba con una independencia más rápida en una guerra breve, pero en nuestro país no fue rápida, no fue breve, fue muy dura, más de lo que él esperaba. En su impaciencia porque fuéramos libres antes de que Estados Unidos se apoderara de Cuba, vio el peligro; pero tal vez no pudo imaginar hasta qué punto fue grande ese peligro.
De los frutos de sus enseñanzas tenía que surgir una revolución como la nuestra y tenía que ser como la nuestra, pero en un país soberano, independiente, que buscara la justicia, aquello que decía Alarcón cuando recordaba una idea de Martí: “conquistaremos toda la justicia”, y como yo decía no hace mucho: conquistar toda la justicia era la revolución socialista. No se podía llamar así ni era el momento de la revolución socialista, pero en sus ideas están las raíces de la revolución socialista.
¿Podía imaginarse que un día estaría casi sola Cuba frente a Estados Unidos defendiendo sus ideas, defendiendo su independencia? ¿Podía imaginarse un período especial como el que estamos en este momento viviendo? ¿Pudo imaginárselo? Es muy difícil. Pero sí estoy seguro de que él pudo imaginarse a este pueblo capaz de librar esa batalla, de librar esa lucha y de salir adelante; porque no olvidemos Baraguá y su frecuente recuerdo del gesto de Maceo en Baraguá cuando ya la Guerra de los Diez Años estaba prácticamente perdida, cómo él tuvo el gesto aquel de levantarse. Y pudiéramos decir que nuestro país está viviendo hoy un gigantesco Baraguá.
Yo creo que Martí estaría orgulloso de su pueblo, ¡pero muy orgulloso!, y luchó y murió por un pueblo como ese, por darle a ese pueblo toda la dignidad que se requería —él y otros muchos, él y los que lucharon en 1868, los que lucharon y murieron en 1895, sin olvidar a Céspedes, sin olvidar a Agramante, sin olvidar a Máximo Gómez que tanto hizo—; pero sí, yo creo que es un pueblo digno del Martí que cayó en Dos Ríos.
Periodista.- Comandante, frente a todas las virtudes de Martí y todo el legado de Martí, ¿dónde usted considera que el pueblo cubano es más martiano?
Fidel Castro.- En su patriotismo, en su sentido de la dignidad, en su espíritu de soberanía, de independencia. Es martiano en su sentido del decoro, de la dignidad y de la justicia, ¡muy martiano!; y hoy es martiano haciendo cosas nuevas, haciendo un revolución profunda y defendiéndola, en su disposición al sacrificio y en su disposición a caer en Dos Ríos, como él.
Periodista.- Comandante, es conocida la significación de la Fernandina en la Guerra de 1895. ¿Se puede decir que el período especial puede convertirse en la Fernandina de la Revolución de ahora?
Fidel Castro.- No, no puede convertirse; es lo que dijo Lage, que estamos viviendo en una gran Fernandina, que el período especial es como una gran Fernandina, pero de la cual se puede sobreponer la Revolución como se sobrepuso Martí. Es increíble aquello, todo lo que pasó después; aparte de que uno se puede imaginar la amargura infinita que él sufrió cuando se perdieron las armas, después de tantos años de esfuerzo, de dinero recogido centavo a centavo, lo que hizo de ir a Santo Domingo, reunirse con Máximo Gómez y desembarcar aquí.
Hace unos días conmemoramos el desembarco de Playitas, esa es otra cosa milagrosa si queremos hablar de milagros, increíble, uno no sabe cómo pudieron desembarcar en aquel lugar donde lo hicieron; pero qué audacia, qué valentía se necesitaba para hacer eso, llegar como llegaron unos pocos hombres; se muestra la disposición en eso.
Es que si me preguntan qué puede explicar un poco la muerte en Dos Ríos, pudiera decirse que Martí soñó morir en combate. Martí soñó con las cargas de caballería, se pasó muchos años en todos sus discursos hablando del heroísmo, en aquella lucha de los 10 años. Él, en ese sentido, satisfizo un sueño: morir en combate y morir en una carga de caballería, y la hizo solo, él solo.
Periodista.- Comandante, el Maestro trasciende como la luz hasta nosotros, ¿cómo trascenderá nuestro tiempo para el próximo milenio?
Fidel Castro.- Como un gigantesco Baraguá, así.
Periodista.- Comandante, ¿usted cree que con la independencia actual que tiene Cuba, se logró lo que decía Martí de impedir con la independencia de Cuba que Estados Unidos se extendiera por otras tierras de América?
Fidel Castro.- Yo pienso que sí, que ha ayudado mucho. Por algo nos odian como nos odian; además han combatido contra nosotros durante tanto tiempo, no nos toleran la idea de la rebeldía. Pienso que de una forma o de otra el ejemplo de Cuba ha contribuido al espíritu de rebeldía de nuestro hemisferio y han querido liquidar ese ejemplo, pero tenemos todavía que seguir manteniendo ese ejemplo. Todavía estamos, digamos, un poco como cuando Martí cayó en Dos ríos, en la necesidad de seguir luchando por la independencia, en ese caso de defenderla, de preservarla.
Periodista.- Comandante, por mi parte, una última pregunta, aprovechando su deferencia. Se ha hablado mucho internacionalmente del acuerdo migratorio que alcanzaron Cuba y Estados Unidos, ¿piensa usted que este es el principio o el despegue para posibles acuerdos posteriores sobre temas que interesen a ambos gobiernos?
Fidel Castro.- Es un buen ejemplo, un buen ejemplo de que se pueden resolver problemas difíciles con el diálogo. Sin la cooperación de Cuba no se habría podido resolver ese gigantesco problema que ellos mismos crearon. Crearon el problema del éxodo masivo y lo estimularon por todos los medios posibles, y lo compulsaban a través del bloqueo y del recrudecimiento del bloqueo, sobre todo, en la época del período especial.
Ellos crearon el problema, crearon esa gigantesca acumulación allí en Guantánamo, que no había manera de resolverlo sin violar los propios acuerdos; si se los llevaban, violaban los acuerdos. Estaban empezando a sacar, primero, por ejemplo, mujeres. Correcto, nadie se va a oponer a que se lleven a mujeres a niños, a enfermos; pero ya eran 10 000 los que se habían ido y estaba empezando a reproducirse el problema otra vez, a estimular las salidas, a complicarse, porque es que crearon un problema insoluble. Sin embargo, tenía que tener solución ese problema, tanto el problema de Guantánamo como el problema de evitar el estímulo, y aún no es un problema totalmente resuelto, tiene que cumplirse ese acuerdo estrictamente, el primero y el segundo. El segundo es complemento del primero y, en ciertas cosas, rectifica al primero.
Recientemente se produjo el caso de una lancha rápida que vino a buscar gente —eso es contrabando de personas—, eso lo están ellos investigando allí; nosotros estamos esperando a ver qué decisiones toman ellos con relación a esto, porque el problema está en que hay alguna gente que cree que si viene en una lancha rápida y recoge, puede llegar a Estados Unidos. Aunque el acuerdo comprende distintas variantes: los que son recogidos en el mar, los que entran en la base, los que logran llegar a territorio norteamericano; es decir, el acuerdo es racional, pero hay gente todavía que piensa en otras cosas. Hay, además, la posibilidad de marchar por vías legales. Los norteamericanos están dando un número relativamente elevado de visas; pero están los que no califican o no clasifican para que les den visa, están los impacientes también. La mayor parte de los que tratan de salir ilegalmente son aquellos que no tienen esperanza de obtener la salida legal, y creen que llegando allí pueden hacerlo, tal vez de una manera u otra, ocultos, ayudados por la familia, si tienen familia; hay otros que no tienen familia; es decir que este es un trabajo largo.
Las bases sobre las cuales se hizo este acuerdo deben contribuir a resolver este problema, porque lo que creó este problema fue el estímulo a la inmigración ilegal, fueron los honores que recibían los que se marchaban ilegalmente, los privilegios que recibían los que se marchaban ilegalmente, el tratamiento diferente al de todos los demás ciudadanos del resto del mundo.
Ahora, a pesar de las leyes migratorias, siempre hay gente que trata de cruzar la frontera. Se dice que en México viran o devuelven alrededor de 120 000 mensuales, y allí hacen una cerca, otra cerca, un muro, otro muro, ¡ya no se sabe los gigantescos muros que tienen!
A pesar de todo, esa tendencia de emigrar de los países menos desarrollados a los más desarrollados se manifiesta en todo el mundo —en América Latina también muchos dominicanos por el canal de La Mona—; eso ha ido creando un fuerte sentimiento antimigratorio en Estados Unidos, sobre todo, contra la inmigración ilegal. Eso es lo que explica que se haya aprobado esa Ley 187 —ley o resolución, no sé cómo le llaman— en California; eso explica que una mayoría de norteamericanos esté contra la inmigración ilegal. Pero hay algo peor: están desarrollando un sentimiento fuerte también contra la inmigración legal.
Hay quienes proponen una moratoria de cinco años, que no entre nadie legalmente a Estados Unidos. Pero, bueno, eso multiplicaría los esfuerzos de la gente por entrar ilegalmente.
Hasta de China quieren llegar ilegalmente a Estados Unidos. A cada rato aparecen noticias de gente que cobra 35 000 dólares por trasladar a un ciudadano de China a Estados Unidos. Claro, únicamente gente rica pueden tratar de traer algún allegado. Pero por 35 000 dólares se trata de hacer contrabando de allá para acá.
Este es un problema que le preocupa mucho a todo el mundo desarrollado. Creo que en este sentido se explica, tiene lógica, que en Estados Unidos hayan crecido las preocupaciones por eso en las autoridades, y han llegado a la conclusión de que no podía haber una excepción y que todo eso contribuía a violar las leyes.
Se fue acumulando durante mucho tiempo este problema y tenían que tomar medidas.
Periodista.- ¿Usted piensa, Comandante, que la reacción de la extrema derecha allí puede cambiar esos acuerdos?
Fidel Castro.- ¿Cuál reacción? Yo diría que en el Congreso, en este momento, no.
La extrema derecha puede cambiar muchas cosas, pero creo que este tipo de acuerdo no; presionarán, pero principalmente la extrema derecha de Miami.
Periodista.- A esa me refiero.
Fidel Castro.- A esa te refieres. No los pueden cambiar.
He visto algunos documentales y realmente no han movilizado a mucha gente. Y tenemos noticias y sabemos que hay mucha gente que no habla, no podrá, porque no tiene con qué hablar, no tiene estación de radio ni de televisión. Aquellos dominan allí mediante el dinero, mediante el terror, mediante los medios de comunicación masiva, en que calumnian a la gente, la insultan todos los días, y a mucha gente la presionan terriblemente.
Pero hay un número relativamente alto de cubanos que está a favor del acuerdo. La mayoría de la gente del condado de Dade está a favor del acuerdo, contándolos a todos, cubanos y no cubanos; y las tres cuartas partes del electorado de la Florida está a favor de que se apruebe. De la Florida ya, no solo de la nación. No tienen fuerza para cambiarlo, pero presionan y agitan.
Han perdido fuerza porque, incluso, muchas de las medidas tomadas por ellos allí han chocado con la tranquilidad de la ciudad, han molestado a los ciudadanos de Miami. Están descontentos.
Además, los cabecillas de esa extrema derecha fueron partidarios de que los llevaran para Guantánamo. Después empezaron a hacer demagogia, y cuando se llega al acuerdo y los van a llevar para Estados Unidos, protestan y dicen que no van a hacer ninguna contribución. De modo que tienen toda una serie de contradicciones. Se han enredado en una madeja que les quita fuerza y les quita prestigio. No tienen fuerza.
Periodista.- Comandante, y en medio de esta situación en la que se mueve Cuba, ¿usted tiene confianza en que otras generaciones también puedan tener una celebración centenaria del 1ro. de Enero de 1959?
Fidel Castro.- ¿Otras generaciones? ¿Creen que no va a haber nadie aquí? (Risas.)
Periodista.- Esos niños que hablaron con usted.
Fidel Castro.- A no ser que nos invadan y cumplamos el principio de luchar hasta la muerte, entonces no habrá nadie. Si hay gente aquí, habrá un centenario.
Periodista.- Habrá un centenario de la Revolución.
Fidel Castro.- Sí, sí, sí.
Periodista.- Muchas gracias, Comandante (Aplausos).
Fidel Castro.- ¿Han trabajado mucho?
Periodista.- Bueno, hemos trabajado en toda la jornada esta del centenario y estuvimos en el evento internacional de Martí; incluso vimos su declaración creo que muy oportuna y muy valiente.
Fidel Castro.- Han estado por todas partes.