El Moncada de hoy y de siempre
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La figura del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, su pensamiento y legado, están íntimamente relacionados con las últimas siete décadas de la historia nacional; tanto, que sería prácticamente imposible escribir una sola página sin que en ella no esté presente la impronta de sus ideas, de su accionar práctico y de su conducción política.
Resultaría casi inagotable el recuento y análisis de los múltiples acontecimientos y hechos, de diversa índole, que han marcado dicha historia, y en las que el protagonismo o la huella del pensamiento de Fidel ha estado presente, desde su propia concepción hasta su ejecución práctica.
Mas entre ellos, hay uno que resalta, no solo por el hecho en sí, sino, sobre todo, por su significación y trascendencia en todo el devenir del proceso revolucionario cubano, desde entonces hasta la actualidad y el futuro: El asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953.
Este acontecimiento, celebrado año tras año, desde 1959, y cuya fecha ha sido justamente definida como Día de la Rebeldía Nacional, no puede convocarnos solo a recordar aquellos históricos sucesos, ni limitarnos a la efeméride para rendirle el merecido homenaje a sus protagonistas. En el actual contexto, aquellos hechos nos deben conducir a meditar en torno a las conmemoraciones, a su trascendencia histórica y a su vigencia en la actualidad. De hecho, no deberíamos nunca celebrar las fechas sin un análisis consciente de su significado. Es decir, sin evaluar cuánto impactan la vida social.
Debemos, por ejemplo, profundizar más en las frases o consignas derivadas de la conmoración. En este caso “Siempre es 26”, “Victoria de las Ideas”.
Aquel “Siempre es 26”, acuñado con mucho acierto desde hace bastante tiempo, debe significar constantemente superación de metas, realizaciones concretas, recordación de héroes, filosofía de lucha y mensaje de convocatoria perenne al cumplimiento de las tareas de la Revolución.
Y “Victoria de las Ideas” debe ser una plataforma para reafirmar conceptos revolucionarios, desarrollar nuestra filosofía y reflexionar en las ideas que condujeron al Moncada y su vigencia para estos tiempos.
Cuando hablamos de aquellos acontecimientos, no podemos olvidar que ese eterno joven, Fidel, encabezó la generación que tomó los fusiles para transformar radicalmente a una nación depauperada social, económica, política y moralmente. Sin embargo, no podemos vincular el Moncada y la figura de Fidel Castro solo con el cambio social necesario en la Cuba de entonces, algo que de por sí es sumamente extraordinario. Hemos de ver el hecho y a sus protagonistas ligados, también, al renacer de la ética, la moral y la virtud, preceptos defendidos por José Martí. Si no lo hacemos, cometeríamos el error de ver al Moncada con menos influencia de la que tuvo y tiene.
Tenemos que entenderlo unido, indiscutiblemente, a las ideas, una palabra jamás abstracta, identificada con la conciencia social y con la máxima martiana de que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Cuando el teniente del ejército batistiano Pedro Sarria, precisamente para proteger a su prisionero Fidel, dijo que las ideas no se matan, estaba dando, sin pretenderlo, una lección en la que todos deberíamos profundizar hoy.
Debemos encauzar el análisis a la luz de estos tiempos, lo que no equivale en modo alguno a una nueva interpretación de su significado. Siempre supondrá cambio, avance, desarrollo, valentía para hacer y mejoramiento humano. Ha de estar ligado también al muchas veces mencionado cambio de mentalidad, a métodos nuevos, a la lucha contra todo tipo de corrupción y de lucro; a la batalla contra las indisciplinas sociales, el burocratismo, la indolencia y las ilegalidades.
Es innegable que precisamos continuar llenándonos de muchos “Moncadas” para superar tendencias nocivas y mejorar, incluso, aspectos que apreciamos de positivos. En ese sentido, vale mencionar a Cintio Vitier, quien alertó que Cuba, aun con los altos índices educativos logrados, y con el desarrollo de una profunda e integral reforma de la enseñanza, cuya primera gran victoria fue la campaña de alfabetización, necesitaba continuar mejorando su educación, ya que esta no es solo la que se imparte en las aulas, sino también la que se manifiesta y vive en la familia, en las calles y los campos de la patria.
La sociedad cubana actual requiere multiplicar el ejemplo de la acción del Moncada en su día a día, para ganarle la partida a la “incultura en las formas de vivir”, enraizada en no pocos, como nos advirtió Raúl Castro, porque, siguiendo al propio Cintio Vitier, un pueblo de costumbres incultas no podrá ser jamás, martianamente hablando, un pueblo verdaderamente libre.
Necesitamos el espíritu de aquellos acontecimientos para mantener nuestra apuesta por la equidad social, la preservación de los derechos ciudadanos y el culto a la dignidad humana. Para percatarnos de que, a pesar de todas las victorias en diferentes ámbitos, es posible conquistar más justicia social, participación ciudadana, bienestar y felicidad para todos los cubanos y cubanas.
El asalto a los cuarteles Monada y Carlos Manuel de Céspedes, con el torrente de sus ideas, en el que resultan claves el legado martiano y el liderazgo indiscutible de Fidel, es importantísimo para ayudarnos a lanzar la honda contra los monstruos de adentro y de afuera, erradicar errores, para que se cumplan nuestros sueños y seguir edificando una patria unida, soberana, independiente y más plena.
Y las misiones de hoy requieren, con carácter imprescindible, del ejemplo y la actitud de aquellos jóvenes que se lanzaron “a tomar el cielo por asalto”. El país vive momentos extremadamente complejos, pues a pesar de los logros obtenidos en el enfrentamiento a la pandemia de coronavirus, resultado, en su más profunda esencia, de aquella virtud fundada en 1953, y que deviene cultura y divisa del pueblo cubano, asistimos hoy a una agudización sin precedentes de la agresividad del imperialismo norteamericano, que no solo ha recrudecido la guerra económica a niveles nunca antes vistos, sino que ha incitado a la desobediencia de unos cuantos vende patrias y otros sectores de la sociedad cubana, promoviendo, estimulando y financiando manifestaciones vandálicas y violentas en el país, con la concebida intención de justificar y provocar una intervención extranjera y el derrocamiento de la Revolución.
Y ante esta realidad, el pueblo revolucionario tiene que ser resueltamente firme y combativo; y ya no somos un pequeño grupo de jóvenes pobremente armados, ni 82 expedicionarios, ni un centenar de hombres y mujeres sobre las armas; ya somos millones de patriotas y seguimos estando en combate, como nos convocó el presidente Díaz Canel, en defensa de la soberanía y por las ideas de todos los que han ofrendado sus vidas por el progreso social en Cuba. Por eso, aquellos acontecimientos del Moncada y su trascendencia, también suponen patriotismo y defensa de los principios revolucionarios.
Nadie mejor que el Líder Histórico de la Revolución y principal protagonista de las acciones del 26 de Julio de 1953, Fidel Castro, para sintetizar el significado y la impronta de aquellos hechos, cuando señaló: “El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. No fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa de nuestro pueblo… Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas, y nos dejó la lección permanente de la perseverancia y el tesón de los propósitos justos. Nuestros muertos heroicos no cayeron en vano. Ellos señalaron el deber de seguir adelante… Los vemos renacer en las nuevas generaciones que crecen al calor fraternal y humano de la Revolución”.[1]
Es preciso, entonces, asaltar el Moncada del futuro, convencidos de la justeza de nuestra causa y seguros de la victoria, guiados por el ejemplo de nuestros héroes y mártires, el legado de Martí y de Fidel y bajo la certera dirección del Partido Comunista de Cuba y de su primer secretario y presidente de la república, el compañero Miguel Díaz Canel Bermúdez, quien muy acertadamente, consecuente con nuestra historia y con el legado de nuestros héroes, ha afirmado: “Somos continuidad”.
[1] Castro Ruz, Fidel. Discurso en el acto central en conmemoración del XX aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1973.