El primer día de mayo en libertad
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La celebración del 1ro. de mayo en Cuba adquirió una connotación y singularidad diferente a partir de 1959. A pesar de la larga tradición conmemorativa del Día Internacional de los trabajadores en la Isla, que se remonta a finales del siglo XIX, no sería hasta la llegada al poder de una verdadera revolución, que los obreros cubanos saldrían por primera vez a las calles; no a exigir demandas por mejoras salariales y otros derechos y reivindicaciones, sino para manifestar su respaldo al Gobierno Revolucionario y a las transformaciones sociales en curso. A partir de ese momento, el 1ro. de mayo se convertiría en una fiesta no solo para la clase obrera, sino para todo el pueblo cubano, algo también distintivo con relación al mundo. Es una fecha, además, para expresar nuestra solidaridad con las causas y luchas de otros pueblos, y denunciar la política agresiva del imperialismo estadounidense contra Cuba y otros países.
En aquel 1ro. de Mayo del año 1959, la participación del pueblo a lo largo y ancho de toda la Isla sería impresionante en cuanto a masividad, colorido y entusiasmo; muestra palpable de cómo el proceso revolucionario había prendido en el alma de los cubanos.
Fue la primera vez que desfilaron unidos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los trabajadores. El Comandante en Jefe Fidel Castro se encontraba fuera del país, en una importante gira internacional que lo había llevado a Estados Unidos, Canadá y Argentina, y que luego se extendería hasta Uruguay y Brasil.
El 28 de abril de 1959, mientras Fidel viajaba hacia Buenos Aires para participar en la Conferencia del Comité de los 21, las estaciones receptoras y transmisoras de Boyeros lograron establecer contacto con el avión Libertad mientras este sobrevolaba el archipiélago cubano. La emisora Radio Rebelde transmitió el acto periodístico sui géneris que fue introducido por el locutor Eddy Martin. Fidel, además de responder varias preguntas de los periodistas cubanos que viajaban en el avión, aprovechó la oportunidad para transmitir un mensaje al pueblo cubano en vísperas de la celebración del 1ro. de mayo:
«Desde aquí, con tres días de anticipación, quiero expresar nuestra simpatía y solidaridad con los trabajadores de Cuba, y esperamos que ese día se reúnan allí también no solo los trabajadores, sino que se reúna todo el pueblo, porque el Día de los Trabajadores debe ser el día de todo el pueblo, como el Día del Campesino debe ser el día de todo el pueblo, como el Día de los Estudiantes, de los profesionales, de cada uno de los sectores que integran nuestra patria, debe ser el día de todo el pueblo; puesto que esta obra grande que nuestra patria se ha propuesto realizar y que está realizando por encima de todos los obs-táculos, es una obra de toda la nación, de todos los que verdaderamente sienten por ella y están dispuestos a poner sus intereses personales y sus intereses de sector, por debajo de los supremos intereses de la nación.
El triunfo de nuestra Revolución será el triunfo de todos, como el fracaso de nuestra Revolución será el fracaso de todos».
Frente a la Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución, desfilarían, en una marcha nunca antes vista en Cuba, durante 14 horas, obreros, campesinos, estudiantes, las fuerzas armadas, profesionales, el pueblo en sentido general. Duró desde las 10:00 a.m. hasta las primeras horas de la madrugada del día 2 de mayo, cuando haría el resumen del acto el Comandante Raúl Castro. En Camagüey haría uso de la palabra el Comandante Camilo Cienfuegos, y en Santiago de Cuba el Comandante Ernesto Che Guevara. Las tres intervenciones serían un llamado a la unidad como principal garantía para el avance del proceso revolucionario y salirle al paso a todo intento de sembrar cizañas y divergencias entre las fuerzas revolucionarias, haciéndose eco de las campañas enemigas, entre ellas la de incentivar los temores sobre la «infiltración comunista» o el «fantasma del comunismo» ante cada medida que beneficiaba al pueblo.
En 1959 todavía el anticomunismo, que había sido inoculado hasta el cansancio por el régimen neocolonial y la propaganda yanqui, estaba a flor de piel. De ahí que los enemigos de la Revolución comenzaran desde los primeros meses del triunfo revolucionario a explotar estos prejuicios para azuzar miedos, dividir y frenar un curso más radical de los cambios que ocurrían en Cuba. No pasaría mucho tiempo, en ese propio año 1959, para que estallaran las conspiraciones internas de los «moderados» que querían Revolución, pero no tanta. La mayoría de los representantes de esta tendencia serían barridos por el pueblo, ese pueblo que Fidel había definido muy bien en La Historia me Absolverá; en definitiva, el verdadero protagonista de la revolución, y con el cual los líderes de la generación del centenario habían echado rodilla en tierra.
Raúl insistió, en sus palabras, en que no bastaba con predicar la unidad, era necesario materializarla en la práctica: «Es cierto que en todas las tribunas, sobre todo en esta tribuna proletaria, que hoy es tribuna del pueblo de Cuba, mucho hablamos de la unidad, y a veces nos preguntamos, observando algunos casos aislados, si esa unidad se practica con la misma fuerza que se predica. Y no podemos negar que hoy el espíritu unitario es más fuerte que nunca. No podemos negar que paso a paso esa palabra fácil de pronunciar y difícil de lograr ha ido cobrando cada vez más terreno. Pero tampoco podemos negar que hay quienes hablan de unidad aquí, en una tribuna, y en la práctica, por ambición o por ideología política equivocada, practican la desunión entre el pueblo de Cuba. A esos casos hay que salirles al paso firmemente. (…)
«Y este tema, que tanta importancia tiene para nuestra Revolución, debiera quedar de una vez y por todas completamente definido. O nos unimos y nos enfrentamos unidos a todos los enemigos de nuestra Revolución, o por pretextos mal intencionados o políticamente equivocados nos dividimos cada uno por nuestra parte, y nos quedaremos a merced de los poderosos enemigos que tiene la Revolución, sobre todo fuera de Cuba. ¿Qué quieren ustedes, unirse o dividirse? (GRITOS DE ¡UNIDAD!) Luego, hablamos de unidad y vienen aquellos de los que aquí suelen hablar de unidad, entonces en la retaguardia, como pudiéramos llamarle, utilizando los pretextos tradicionales, unas veces obrando con la mejor intención del mundo, pero ocasionándole a la patria uno de sus daños más terribles.
«Otras veces, muy intencionadamente, por temor ante los prejuicios existentes ante el monstruo, producto de la propaganda interesada, no logramos avanzar, no logramos cuajarla, no logramos consolidarla.
«El otro día, en la propia ctc, decíamos en un discurso que existen campañas… Preparan, a base de propaganda, un estado falso de opinión. Recalcan sobre el mismo tema, para después terminar acusando de comunista al gobierno, acusando de comunistas a varios jefes rebeldes, no solo pretendiendo entronizar la división en la clase obrera, en los estudiantes, en los jóvenes, sino también en nuestro propio Ejército Rebelde. Para eso hacen la campaña».
El joven Comandante Raúl explicó que las horas de lucha y sacrificio no habían terminado: «Muchas veces, cuando hablamos de sacrificio, no es por patrioterismo, es porque tal vez sea una necesidad del pueblo de Cuba en estos momentos, cuando tiene un dilema. Allá está lejana una estrella que señala el porvenir y la felicidad de los cubanos. Llegar a aquella estrella es duro, es difícil, hay que sacrificarse; tal vez nuestro pueblo tendría nuevamente que sangrar. Quedarse aquí, es estar como hasta ahora hemos vivido. Allá tenemos una estrella. Para llegar a ella hay que sacrificarse. Aquí tenemos un yugo. Para llegar a él lo único que hay que hacer es someterse nuevamente. ¿Qué quieren ustedes, cubanos? ¿El yugo o la estrella? (APLAUSOS Y GRITOS DE: LA ESTRELLA, LA ESTRELLA)».
Transcurridos más de 60 años de aquel histórico 1ro. de mayo de 1959, sigue vigente el llamado a la unidad, en su amplísima, rica y singular diversidad del pueblo cubano en torno a su Revolución, sus líderes, su historia, sus valores, sus sueños de justicia para la nación y para el mundo; con la vista siempre puesta en la estrella solitaria, aquella que sigue enfrentada a un yugo que no deja de pretender desunirnos y regresarnos a un pasado ignominioso.
Hace 20 años, en otro memorable y masivo acto del 1ro. de mayo en la Plaza de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, una vez más dejaba trazada la ruta en su concepto de Revolución; concepto que hay que interpretar, pero sobre todas las cosas, incorporar a nuestra conducta diaria.
En este 2020, debido a la terrible pandemia que azota a la humanidad, el pueblo en muchas plazas, es decir, las casas, cantó el Himno Nacional a las
08:00 a.m., y así como aplaude cada día a los valerosos médicos, ovacionó el Día Internacional de los Trabajadores, en una jornada en la que sigue ondeando, libre y soberana, la bandera de la estrella solitaria.