A las puertas de Santiago
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Hacia finales de febrero de 1958 las condiciones estaban preparadas para extender la guerra revolucionaria a otras regiones de la misma provincia oriental. La importante victoria del segundo combate de Pino del Agua, el 16 de ese mes y año, abrió las posibilidades de crear las Columnas 6 y 3 a las órdenes de los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida e iniciar la apertura del Segundo Frente Oriental Frank País y el Tercer Frente Mario Muñoz, respectivamente.
Con ese propósito el Comandante en Jefe redactaba el 27 de febrero de 1958 lo siguiente:
(...) Se comunica por este medio que ha sido ascendido al grado de Comandante el Capitán Juan Almeida Bosque y se le nombra Jefe de la columna 3 que operará en territorio de la Sierra Maestra, situado al este del poblado de María Tomasa, debiendo extender el campo de operaciones lo más lejos posible hacia esa dirección.
Se le faculta para conceder grados oficiales hasta capitán que deberán ser ratificados por la Comandancia Central, así como aplicar cuantas medidas estime pertinente para la buena marcha de las operaciones y poner en práctica todos los preceptos del Código Penal Militar Rebelde. Así mismo se le faculta para recibir e invertir todo aporte espontáneo2 que se le ofrezca por la ciudadanía (...)
El comandante Juan Almeida, al analizar los factores que determinaron ensanchar la guerra en las regiones orientales expresó:
Una vez liberada completamente la zona occidental de la Sierra Maestra, con las armas ocupadas, y teniendo en cuenta el ascenso de la lucha insurreccional que tenía lugar en todo el país, así como los preparativos para el intento de huelga general revolucionaria que se llevaría a cabo a principios de abril, nuestro Comandante en Jefe consideró llegado el momento para abrir dos nuevos frentes de combates a la tiranía en la provincia oriental, donde el régimen batistiano tenía concentradas sus principales fuerzas.
(…)
Fue así como, el día primero de marzo, después de reunimos con Fidel en el campamento del Che, en La Mesa, la columna del compañero Raúl y la nuestra emprendimos la larga caminata a lo largo de la Sierra hasta Puerto Arturo, donde nos separamos.
A partir del 5 de marzo, la Columna 3 Santiago de Cuba iniciaba su primera etapa de lo que posteriormente se conocería como Tercer Frente Mario Muñoz.
La organización de los grupos de escopeteros que ya existían en el lugar y la preparación de acciones con el objetivo de apoyar la huelga general que se avecinaba, fueron tareas fundamentales del mencionado frente en sus primeras semanas de asentamiento.
El 12 de marzo se daba a conocer el Manifiesto de la Sierra Maestra, que en una de sus partes exponía:
(…) A partir de ese instante el país debe considerarse en guerra total contra la tiranía. Las armas que tienen el ejército, la marina, la policía pertenecen al pueblo. La acción revolucionaria debe irse intensificando progresivamente hasta desembocar en la huelga que sería ordenada en el momento culminante (…).
Tal como planeaba el documento, los hombres que integraban el Tercer Frente comenzaron a ejecutar actividades bélicas diversas, como la de hostigar los movimientos del enemigo por las carreteras y sabotajes. Sin embargo, no fue hasta la noche del 10 y madrugada del 11 de abril, cuando se sintió en toda su magnitud la presencia rebelde en la nueva zona beligerante. Durante esa jornada se efectuó un ataque simultáneo al entronque de Melgarejo y El Cobre. Después de tomado el poblado de El Cobre los revolucionarios volaron el polvorín cuya detonación estremeció a la heroica ciudad de Santiago de Cuba.
El revés de la huelga del 9 de abril alentó los ánimos de la tiranía batistiana. Los estrategas del dictador pensaron que ese era el momento oportuno para lanzar su ofensiva contra el Ejército Rebelde. Concretamente pensaban aniquilar el Primer Frente bajo la jefatura de Fidel. En el plan FF (Fase Final o Fin de Fidel) los estrategas del estado mayor asesorados por los yanquis cifraron sus esperanzas en unos diez mil soldados bien armados con el apoyo de la aviación, tanques de guerra y otros medios.
Fidel, para hacerle frente a la ofensiva enemiga, ordenó el regreso paulatino y secreto de las Columnas 2, 3, 4 y 7 que operaban militarmente bajo los mandos militares de Camilo Cienfuegos, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Crescendo Pérez. Estas agrupaciones junto a la Columna 8 que comandaba Ernesto Che Guevara y la 1, bajo la jefatura del Comandante en Jefe, tenían la misión de defender una franja continua de unos treinta kilómetros de extensión hacia el norte y sur en el alto de la cordillera de la Sierra Maestra.
Acerca de la partida de la Columna 3 Santiago de Cuba para reforzar las posiciones antes mencionadas, Juan Almeida expresó:
Cuando nos marchamos, el 18 de mayo, el Tercer Frente no dejó de existir ni de luchar. Aquí quedó un grupo valeroso de oficiales y de combatientes que, mal armados y sometidos a las continuas acciones de las tropas y la aviación enemiga, supieron comportarse ejemplarmente y mantuvieron en alto las insignias de este baluarte revolucionario. En los Tres Pechos cayeron combatiendo heroicamente Orlando Fonseca y otros compañeros. En El Loro se peleó duramente. En Filé se produjo, en medio del combate, uno de los hechos más impresionantes de la guerra: el más joven de dos hermanos rebeldes, de apellido Robert, naturales de Candonga, fue mortalmente herido, el hermano mayor se lanzó a rescatarlo y ambos cayeron casi simultáneamente. La historia de nuestro Ejército Rebelde guarda muchas páginas como esta, que demuestra el espíritu de sacrificio y el coraje con que luchaban sus combatientes.
Completada la derrota de la ofensiva batistiana de verano, la cual tuvo su significado más relevante en las casi mil bajas sufridas, entre ellas 400 prisioneros y la pérdida de 507 armas, la etapa posterior del Tercer Frente se caracterizó por el surgimiento, poco a poco, de nuevas fuerzas militares.
El 16 de agosto, Juan Almeida establecía su campamento en La Lata. En las semanas siguientes llegaba a la zona la columna de vanguardia al mando de Guillermo García. Después operarían la Columna 9 Antonio Guiteras por las jurisdicciones de El Caney, El Cristo y Puerto Boniato, y la número 10 René Ramos Latour con base en la Loma del Gato.
Con esos contingentes comenzaba una nueva etapa cuyo fundamento estratégico consistía en ir estrechando el cerco alrededor de Santiago de Cuba para paralizar los movimientos de tropas de la tiranía en los territorios mencionados.
En agosto de 1958, el Tercer Frente Mario Muñoz contaba en lo fundamental con 62 San Cristóbal, 55 Garands, 23 M-l, 8 Browning, 7 Berettas, 5 M-3, 4 Springfi elds, 3 Thompson, 2 ametralladoras calibre 30, un M-2, un Johnson, un Remington, 14 Springfi elds y 11Termis. De estas armas la Columna 3 tenía 61, mientras que la 10 y la 9 poseían 73 y 69, respectivamente.
Paralelo a las acciones combativas, el comandante Juan Almeida reorganizaba el frente con instituciones esenciales para garantizar la buena marcha de esa amplia región que abarcaba los municipios de El Caney, El Cobre, Jiguaní, Palma Soriano y Santiago de Cuba.
Los sistemáticos bombardeos y ametrallamientos de la aviación enemiga —320 operaciones aéreas— no pudieron impedir la construcción de 52 escuelas, 6 hospitales y numerosos caminos. De esa forma los hombres combatían en el frente tanto al ejército proimperialista como a algunas secuelas de aquella sociedad: el analfabetismo y la falta de atención médica. En los cinco municipios donde incursionaban las fuerzas militares principales del Tercer Frente, las personas que no sabían leer ni escribir sumaban 76 543 de una población total de 413 065. Realmente los números expuestos no reflejan la realidad de ese territorio por cuanto, junto con El Caney, El Cobre, Jiguaní y Palma Soriano, se incluía a Santiago de Cuba con todas las facilidades de una ciudad que devenía en la segunda de la isla.
El 8 de octubre del año final de la guerra, el Comandante en Jefe Fidel Castro le enviaba a Juan Almeida una carta en la cual delineaba la estrategia a seguir en los meses venideros.
(…)He luchado por adelantar lo más posible los preparativos para la Operación Santiago —expresaba Fidel— a fi n de hacerlo coincidir con la farsa electoral con el propósito de obligar a las fuerzas enemigas a una batalla de gran envergadura por esos días, que junto con otras medidas que vamos a tomar hicieran imposible su celebración (...) El plan de tomar primero a Santiago de Cuba lo estoy sustituyendo por el plan de tomar la provincia. La toma de Santiago de Cuba y otras ciudades resultaría así mucho más fácil, y sobre todo podrán ser sostenidas. Primero nos apoderaremos del campo; dentro de doce días aproximadamente todos los municipios estarán invadidos; después nos apoderaremos y si es posible destruiremos todas las vías de comunicación por tierra, carreteras y ferrocarril. Si paralelamente progresan las operaciones en Las Villas y Camagüey, la tiranía puede sufrir en la provincia un desastre completo como el que sufrió en la Sierra Maestra.
Fidel le orientó también al jefe del Tercer Frente que después del 3 de noviembre todos sus pensamientos debería dirigirlos hacia la preparación del momento en que decidiera aislar y sitiar a todas las ciudades simultáneamente.
En otro párrafo subrayó que él iría moviéndose y situando fuerzas, y que en la fecha ideal daría la orden del ataque final. Por último le puntualizó que a muy pocos le revelara sus intenciones y cada quien recibiría sus instrucciones por partes.
Fiel a la estrategia trazada por Fidel, las tropas del Frente Mario Muñoz desplegaron una actividad notable durante octubre y noviembre como antesala a la ofensiva final de diciembre (…) En este último enfrentamiento 32 alistados del ejército de la tiranía abandonaron precipitadamente sus posiciones. Un convoy entre Palma Soriano y Santiago de Cuba fue atacado, y se produjeron encuentros armados cerca del cementerio de Santa Ifigenia y con una patrulla adentro de la ciudad santiaguera por parte de los integrantes de la Columna 10.
A las victorias anteriores le siguieron la entrada de los rebeldes en el poblado de Sevilla y la toma del cuartel de El Cristo, entre otras acciones de interés.
Las instrucciones del Comandante en Jefe trasmitidas por Radio Rebelde el 13 de noviembre eran cumplidas por las fuerzas militares del Tercer Frente. Aquel día se llamaba a todos los comandantes y jefes de columnas rebeldes de las provincias de Oriente, Camagüey y Las Villas, y a la población civil, muy especialmente de la provincia oriental, y se especificaba:
El tráfico en la provincia de Oriente debe quedar, por tanto, paralizado de nuevo, totalmente. Todos los hombres de todas las unidades deben estar en sus puestos. Todas las vías de entrada y de salida de las ciudades, así como la provincia de Oriente, deben quedar cortadas.
Las columnas del Segundo Frente Frank País deben proseguir su avance, cercando y rindiendo todos los cuarteles posibles en la zona comprendida dentro del triángulo Mayarí-San Luis-Guantánamo, mientras las columnas que bordean a Santiago de Cuba, deben estrechar el cerco impidiendo el menor movimiento de tropas enemigas.
Para esa fecha el Frente Mario Muñoz había generado potencialidades para emprender satisfactoriamente su parte en la acometida final. A las primeras columnas 3, 9 y 10, y la de Guillermo García, siguieron nuevas agrupaciones dirigidas por Calixto García, Vilo Acuña y Universo Sánchez.
Cuando se efectuó la histórica Batalla de Guisa en los últimos veinte días de noviembre, varios contingentes participaron de manera destacada, la tropa de Calixto García fue una más. A raíz de ese hecho bélico que concluyó con el triunfo rotundo para las armas rebeldes, un elemento nuevo surgió en el desarrollo final de la guerra revolucionaria: las acciones coordinadas del Primer y Tercer frentes en el ataque y rendición de importantes guarniciones enemigas. Fue así como se libraron combates en San José del Retiro, Maffo, Baire Abajo, el central Palma y Palma Soriano.
Como característica de la complejidad de acciones combativas y la coordinación necesaria que reveló la capacidad del Ejército Rebelde, es imprescindible mencionar que entre los pueblos de Palma Soriano y San Luis se unieron contingentes del Primer, Segundo y Tercer frentes. Esto permitió detener y aniquilar los refuerzos de la tiranía que inútilmente trataba de rescatar a los soldados cercados en Palma Soriano.
A la par de esos acontecimientos, los integrantes de las Columnas 9 y 10 combatían incesantemente y culminaban el cerco a Santiago de Cuba, donde 5000 soldados acantonados en las guarniciones de esa ciudad quedaron inmovilizados, sin poder ayudar a las fuerzas asediadas en los cuarteles del centro de la provincia.
Dentro del contexto de la ofensiva final rebelde se registró un hecho importante. En El Naranjal, fuerzas al mando de Guillermo García y otros jefes rebeldes, diezmaron una columna de la dictadura procedente de Maffo. Mas, lo peculiar de ese encuentro armado radicó en que fue herido y hecho prisionero el teniente coronel Nelson Carrasco Artilles, el oficial de más alta graduación del ejército de la tiranía que durante la guerra cayó en manos de los rebeldes.
Si quisiéramos delinear la trascendencia del Tercer Frente Mario Muñoz durante la guerra civil, las palabras de su fundador y jefe, el comandante
Juan Almeida, definen su magnitud, cuando expresó:
«El Tercer Frente, nacido de la concepción revolucionaria y del espíritu de ofensiva de Fidel, cumplió con honor la misión que le asignó el Comandante en Jefe y fue uno de los puntales de la victoria definitiva del pueblo cubano».
1 Tomado de: Verde Olivo, edición especial, (49): 48-49, La Habana, 3 de diciembre de 1981.
2 El subrayado pertenece al documento original, (N. del E.).