Vivencias solidarias de nuestros colaboradores de la salud en Guatemala
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Prensa Latina pudo recorrer varios albergues con damnificados por el volcán de Fuego, donde los cooperantes de la salud de Cuba realizan jornadas voluntarias de pesquisa activa para controlar las principales enfermedades postdesastre. En particular, los 26 médicos que viven y trabajan en Escuintla, mantienen voluntariamente turnos de 12 horas, después de cumplir su jornada diaria en el hospital del departamento y en el área de salud.Aquí están parte de esas vivencias, casi siempre silenciadas por la gran prensa.
En unas 15 colchonetas, regadas al azar, duermen varias familias de la aldea El Rodeo que hoy intentan borrar de sus vidas la tragedia provocada por el volcán de Fuego, a una semana de su más potente erupción desde 1974.
Estamos en uno de los cubículos de la Escuela Oficial Urbana Mixta Tipo Federación, José Martí, convertida en albergue para atender a más de 900 personas afectadas por la catástrofe en el departamento sureño de Escuintla, uno de los más golpeados por la furia del coloso.
Repleto de personas y de bultos de ropas por doquier, varios niños retozan cuando un grupo de doctoras cubanas irrumpe en el pequeño espacio preguntando quién necesita ayuda sanitaria.
Su presencia allí no comenzó con la emergencia. Forman parte de los 26 trabajadores de la salud de la brigada de la Mayor de las Antillas que desde hace años conviven con los pobladores de la zona, por lo que conocen bien sus costumbres y necesidades.
Nada más divulgarse el elevado número de damnificados del fatal domingo 3 de junio, acudieron de inmediato a ofrecer sus servicios voluntariamente y sin dejar de cumplir con la jornada de trabajo diario en el hospital de Escuintla y el área de salud.
¿Se siente bien señora?, pregunta la doctora Lizette Alfonso García a una Doña (señora) que minutos antes de entrar tuvo un ligero desmayo. Es diabética e hipertensa, por lo que revisa los medicamentos que siempre toma, ajusta la dosis, le da palmaditas en la espalda, la consuela.
Una madre pide que miren a sus hijos, pues toda la noche uno tuvo diarrea y el otro, tos. La médico y cirujana Evelyn Cabeza Machado advierte entonces que pertenecen a una misma familia y casi todos presentan los síntomas, por lo que deben tomar medidas de inmediato.
Mientras tanto, sus compañeras Niovis Duvergel Margendié (patóloga) y Dina Lafargué Mayoz (epidemióloga) realizan un censo de las enfermedades agudas en el lugar con ayuda de un listado primario de personas evacuadas por voluntarios de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres y Bomberos Municipales.
Relmar Quintana Martínez, coordinador del grupo de Escuintla, asegura que el hacinamiento, la poca ventilación y disponibilidad de servicios sanitarios, generan la aparición temprana de infecciones respiratorias y digestivas, cuyas primeras manifestaciones comienzan a observarse.
‘Estamos pesquisando a todos -explica- con el fin de tenerlos controlados y frente a cualquier emergencia actuar rápidamente. Como ven, predomina una población en edades extremas de la vida, niños y ancianos, siempre los más vulnerables a infecciones respiratorias y gastrointestinales’, asegura.
‘A pesar de ser fin de semana, días de descanso, nuestros médicos están en varios centros del departamento en jornadas de pesquisa activa para saber cuántas familias hay, qué enfermedades tienen, e implementar acciones preventivas’, puntualiza Quintana, con experiencia en eventos de reducción de desastres.
El apoyo de estos galenos ha sido fundamental, sobre todo en horas de la noche y madrugada, cuando colegas de otros países y voluntarios que permanecen algunas horas del día se retiran y el albergue queda expuesto a riesgos.
De ahí que un dúo cubra turnos de 12 horas y después se incorpora a sus tareas diarias en la comunidad, precisa el doctor Quintana.
Fiama Roxana Dardoy, trabajadora social guatemalteca que ha estado desde el domingo en la atención y cuidado de los damnificados, contó a Prensa Latina que la ayuda ha sido grande en estos días en que debieron acoger de golpe a más de 200 familias de El Rodeo, La Reyna, La Trinidad y Sabana Grande.
‘Les agradecemos mucho, han estado todo el día y la madrugada atendiendo niños, mujeres, ancianos y siempre con una atención muy humana, caritativa y paciente’, resalta.
Por su parte, Yessenia Peralta, bombera voluntaria y quien no se ha retirado del albergue desde el pasado domingo, dijo contar en todo momento con la brigada médica de la Isla para controlar los brotes en aumento de enfermedades diarreicas, de la piel y respiratorias.
‘Nos han ayudado a referir a niños al hospital cuando requieren de atención las 24 horas y siempre están dispuestos’, afirma.
La presencia del ejército de batas blancas de la Mayor de las Antillas se hace sentir también en el vecino gimnasio Casa Sola, adaptado al igual que la escuela para familias que lo han perdido todo y aún no saben qué les depara el futuro.
En el recinto, una cancha de baloncesto, el calor es casi insoportable ante la falta de ventilación y el elevado número de personas, en su mayoría niños en edades tempranas y hasta varios recién nacidos.
Las donaciones de medicamentos llegan, pero estos no están clasificados, de ahí que los internistas Alberto Infante Pedreira y Jorge Beltrán Franqui junto al entomólogo Wilfredo Espinosa Jorrín, asumen la tarea sin dejar de consultar a quienes se les acercan.
En la iglesia Canahan, sector industria, el Coordinador Nacional de la BMC, Yuri Batista está junto a otros cinco colaboradores evaluando la situación epidemiológica del lugar, y los acompaña permanentemente el embajador cubano en Guatemala, Carlos de Céspedes Piedra.
Desde el primer momento de la catástrofe natural, el gobierno de Cuba puso a disposición de las autoridades guatemaltecas la experiencia acumulada por la BMC durante casi 20 años de presencia ininterrumpida en esta nación centroamericana.
Batista enfatiza que en total son 431 trabajadores de la salud desplegados por 16 de los 22 departamentos del país, y que abarcan diversidad de especialidades.
De ellos, hay 245 médicos y 136 enfermeras. En particular, 39 cooperantes integran la Brigada Henry Reeve, especializada en situaciones de desastres y constituida el 19 de septiembre de 2005 por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
Fue también en otras horas tristes para la tierra del Quetzal, tras el impacto del huracán Mitch, que llegó, para quedarse, en noviembre de 1998, la primera avanzada de un contingente que dio origen al Programa Integral (PIS) para Centroamérica.
Hoy siguen junto a los guatemaltecos repartiendo salud y sin mucha algarabía mediática, porque saben que ocupan un lugar en los corazones de un pueblo que a diario les expresa su cariño y admiración.