Fidel: Una luz en mi camino
Un 13 de agosto de 1926, el cielo se ilumino cuando abrió sus ojos un pequeño infante, que gracias a la educación que recibió, el amor y los principios con que se formó, se empinó en llanos y montañas como un hombre de trascendental trayectoria.
Como abogado y revolucionario se destacó en el transcurrir de los años, como cubano fue fiel defensor de nuestras ideas de libertad, independencia y soberanía.
Un ser de incalculable e inigualable valor, fue Fidel Castro Ruz, quien con su oratoria, dirigió a toda una nación por el camino del bien, la igualdad social, solidaridad, revolución y en perspectivas de una continuidad histórica de las ideas de Marx, Engels y Martí.
Gracias a ti, podemos alzar nuestras voces al mundo para impugnar lo mal hecho y ratificar nuestra condición de cubana fidedigna de tu fervor revolucionario.
Hoy, aun cuando sabemos que no estás en físico entre nosotros, continuas con tu legado en cada acción a implementar en nuestra cotidianidad, eres faro y guía de las nuevas generaciones, eres una luz en el camino. Te digo que no te preocupes, cumpliremos con tu concepto de Revolución, no permitiremos que tu lucha haya sido en vano, no regalaremos jamás nuestro más preciado tesoro: tu Cuba: isla bella del Caribe.
Frente a tu piedra, ahí donde descansan tus restos, me detengo ante ti, ofrendo mi humilde flor y te digo:
“Por todo esto y más, gracias por todo Fidel”.