Encuentro de hermanos
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La fuerza de la solidaridad transformó en cercana la gran distancia geográfica entre Cuba y Angola. “Con la sangre de los bravos combatientes angolanos y cubanos pudo salvarse la alegría de ustedes, las sonrisas de ustedes, la felicidad de ustedes, el futuro de ustedes”, expresó el Presidente cubano Fidel Castro Ruz desde el balcón del Palacio de Gobierno de Luanda en su primera visita a suelo angolano del 23 al 27 de marzo de 1977.
La presencia de Fidel coincidió con el primer aniversario de la expulsión de los invasores racistas el 27 de marzo de 1976, que permitió proclamar desde Cabinda hasta Cunene un solo país.
Mucho quedaba por hacer allí y Cuba estaba dispuesta, como lo había hecho en el ámbito militar, a prestar su ayuda para la reconstrucción y el avance de la Revolución encabezada por Agostinho Neto.
Así lo demostró Fidel en su discurso pronunciado en el museque del distrito de Golf, en Luanda, donde expresó que si se quería tener una noción de lo que significaba el colonialismo y el capitalismo y la explotación del hombre por el hombre, bastaba ver cómo alrededor de las casas fabulosas y los edificios preciosos reservados hasta entonces para unos pocos, proliferaban los museques, nombre local de los barrios marginales donde se hacinaban los más desfavorecidos en condiciones paupérrimas, carentes de agua, electricidad, calles, escuelas, médicos… “¿Qué había en el museque? —recalcó Fidel— En el museque faltaba todo lo necesario y sobraba todo lo malo: parasitismo, tuberculosis, desnutrición, enfermedades de todo tipo, analfabetismo, ignorancia, desempleo, humillación, discriminación, sufrimiento, pobreza, miseria”.
Ante esa situación y para contribuir a los grandes esfuerzos que Angola debía realizar a favor de los suyos, el Comandante en Jefe expresó que si bien Cuba era un país pequeño y sin muchos recursos naturales, contaba con médicos, ingenieros, arquitectos, obreros calificados, y le había asegurado al compañero Neto que brindaríamos toda la cooperación que fuese necesaria.
Un ejemplo de ello, mencionado en el encuentro en el museque del distrito de Golf, fue el apoyo cubano para reconstruir los puentes angoleños volados por los imperialistas. “(…) les solicitamos a nuestros trabajadores de la construcción en Cuba la colaboración, cómo ayudar al desarrollo de las construcciones en Angola y por eso hay cientos de constructores cubanos en este país”, y agregó que los de la brigada de puentes, que ya estaban allí, y los que vendrían próximamente, tenían el compromiso de construir esos puentes en 16 meses.
En otro acto efectuado en Caxito, mencionó con satisfacción que en la anterior zafra realizada en ese lugar habían laborado junto con los angolanos más de 40 cubanos que seguirían ayudándolos. “¡Eso es lo que significa el socialismo, el marxismoleninismo y el internacionalismo proletario!”, recalcó.
Y alertó con su penetrante mirada de futuro, como lo hizo en Cuba al conquistarse la victoria, sobre el duro camino que a ese pueblo le aguardaba en lo adelante y los exhortó a enfrentar el porvenir con espíritu de resistencia y victoria. “Todavía los imperialistas y los racistas tratan de crear dificultades en Angola, de organizar bandas contrarrevolucionarias para sabotear la producción, para matar angolanos. También con nosotros ocurrió eso durante muchos años, pero trabajamos, luchamos y vencimos a los enemigos. ¡Y nosotros sabemos que ustedes también vencerán!”.
En su último día de estancia en Angola, en acto celebrado en la Plaza Primero de Mayo, en Luanda, aprovechó la oportunidad para reafirmar ante el mundo las posiciones de Cuba en cuanto a su asistencia militar y civil, basada en los acuerdos entre los Gobiernos de ambas naciones: “Nosotros —enfatizó— jamás negociaremos con los imperialistas esa colaboración”.
Y agregó: “Como es lógico, una vez finalizada la guerra, el número de combatientes cubanos en Angola ha disminuido y el número de trabajadores civiles para la reconstrucción del país aumenta. Pero esto no debe conducir a error a los reaccionarios y los imperialistas. Las fuerzas de las FAPLA crecen y, junto a las FAPLA, el número de combatientes y de armas cubanas son suficientes para aplastar cualquier agresión a Cabinda o a Angola, al norte, al sur, al este, al oeste, por tierra, por aire o por mar”.
La historia le dio la razón. La Operación Carlota, nombre en clave que recibió la campaña militar internacionalista cubana en Angola, se extendería en el tiempo. Y coincidió que ocurriesen en el mes de marzo en años posteriores dos hechos demostrativos del heroísmo de los cubanos en esa nación africana: la valerosa resistencia de los colaboradores civiles en Sumbe y el rotundo triunfo de Cuito Cuanavale, que obligó al enemigo, muy a su pesar, a sentarse en la mesa de negociaciones.
En cada batalla librada estuvo presente el genio militar de Fidel, quien inculcó a sus compatriotas, tanto militares como civiles, la convicción de que la solidaridad con África era una deuda histórica a saldar con una de las raíces de nuestra nacionalidad.