¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel!
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Preguntó Daniel Ortega en el Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución de la Habana, en el tributo a Fidel, ¿en dónde está Fidel? Y el pueblo cubano, enardecido, agradecido y amando, al unísono contestó: ¡Yo soy Fidel¡ ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel! En ese instante volvió a vibrar Cuba, como en aquel 1ro. de enero de 1959; el mundo escuchó al pueblo cubano, los vientos y los mares hicieron eco del amor recíproco entre el Líder la Revolución Cubana y su pueblo.
El hombre más calumniado del planeta, que sobrevivió a más de 600 intentos de asesinato, el más odiado por los que odian a los pueblos soberanos y a los seres íntegros y enteros; conscientes de la realidad y de la historia. Hay un antes y un después de Fidel en Latinoamérica y el mundo. Y eso, por si alguien no había querido darse cuenta en los últimos 50 años, lo reafirmó el pueblo cubano abarrotando la Plaza de la Revolución y las calles aledañas. No hay forma de manipulación visual, de fotografías truculentas, las imágenes hablan por sí mismas; eran miles de adultos mayores, jóvenes y niños, despidiendo al más grande de los revolucionarios de los últimos tiempos.
Ni la mediatización mundial con todos los millones de dólares gastados en propaganda para desprestigiar a la Revolución Cubana, ni el bloqueo impuesto por Estados Unidos pudieron con Fidel y con su pueblo. Muchos lacayos se preguntan, ¿qué sucederá ahora con la Revolución?, esperando ansiosos que el Plan Cóndor aterrice en Cuba, con el águila imperial, para ir urgente, como aves de rapiña a devorar la savia de la dignidad; pero la respuesta contundente la dio anoche el mismo pueblo cubano. ¡Y fue estremecedora! ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel!
Por si creían que la Revolución Cubana y Fidel habían muerto, se equivocaron. Fidel se hizo sangre en las venas de los niños y jóvenes cubanos que han sido el fruto dulce de la ardua lucha generacional de sus mayores. Muchas vidas se perdieron en el camino, ninguna fue en vano. En el tributo a Fidel, por consiguiente también se le rindió tributo a Camilo y al Che Guevara, pilares de la Cuba hermosa y soberana. Se celebraba pues, la vida, la honra, la lealtad y rectitud de un hombre que con su sola existencia hizo temblar a todo un imperio.
Emotivo fue sentir el amor y el agradecimiento de gobiernos de países en los cinco continentes, hablaban de un Fidel amigo y hermano. Y en casa, escuchar a los nuestros, prometiendo la unidad de la Patria Grande. Sin lugar a dudas hicieron falta en ese tributo: Chávez, Lugo, Néstor, Lula, Dilma y Cristina.
Que quede claro pues, que cada vez que alguien se pregunte, en cualquier lugar del mundo, ¿en dónde está Fidel? La respuesta la va a encontrar en cada rincón de la Cuba soberana y en el corazón enardecido de cada ser humano que luche por la libertad de los pueblos.