El Comandante en Jefe anda por ahí
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Evelio Capote Castillo, el Héroe del Trabajo de la República de Cuba, el hombre que le dijo a Fidel que sí se podían construir caminos sobre el mar, traspasó el reino hermético de su humildad y, en voz muy baja, compungida, dio a entender que entre su carácter recio y la fuerza de su corazón dolido, el límite es imperceptible.
Apenas unas horas después de enterado de la partida física de Fidel, entré en la oficina de Capote, uno de los avileños que más intercambió con el líder de la Revolución Cubana.
Me dio la bienvenida con la mano extendida, los ojos brillosos y las palabras entrecortadas, la prueba más contundente de una realidad que todavía no podía creer y calaba muy hondo en quien le fue fiel al «Comandante en Jefe», como, él mismo lo asegura, le seguirá llamando cada segundo de la vida, cumpliendo con honor de caballero amigo, labrado en la vorágine del trabajo diario, cuando inició la construcción del pedraplén Isla Turiguanó-Cayo Coco.
Fue frente al mar azul que se conocieron. «El encuentro ocurrió cuando menos lo pensé. Ya yo era director del contingente Roberto Rodríguez —El Vaquerito— y en marzo de 1987, una orden suya nos lanzó hacia la construcción del vial, el primero con esas características en Cuba, una misión que en aquellos momentos consideramos una locura, porque no es fácil emprenderla a piedras contra el mar, pero era una de esas locuras cuerdas de Fidel, que siempre veía el horizonte y el futuro cercanos», comenta.
A los 84 años, Capote se mantiene activo, y todavía es jefe de aquella fuerza constructora y sigue haciendo caminos; caminos de futuro, aunque se enfrente a algunas zancadillas que desde hace unos meses le impone la vida, achaques que, dice, son causados por la vejez.
«La noche fatídica, entre esos achaques y la responsabilidad de las labores del día siguiente, me desvelé. Algo me sucedía y no podía dormirme. Cogí un pestañazo y me despertó el timbre del teléfono. Alina, mi esposa, no quería decirme nada, y yo le preguntaba con insistencia, hasta que me dio la noticia de que Fidel había…
«Fue cuando llegaron a la mente otros recuerdos: las reiteradas veces que nos encontramos en Cayo Coco, en La Habana, cuando puso en mi pecho la medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, cuando andaba yo por las seis décadas de vida y me dijo: ‘Tú no te vas a jubilar. Vas a trabajar hasta que tengas 80 años.
Después, descansas un poquito’. Ya tengo 84 y sigo. Ahí voy, con mi marcapasos, porque este corazón, de tan bueno, se me ha convertido en malo. Las hemodiálisis me las hago los lunes, miércoles y viernes, los otros días de la semana voy pa’l cayo a cumplir con Fidel, porque él anda por ahí, con sus consejos, su humildad y su exigencia; y yo seguiré cumpliendo sus órdenes».