Siempre estaré al lado de Fidel
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«A mi amigo Juancito, con el cariño del viejo “camarada universitario”». Así escribía la mano de Fidel en las primeras páginas de uno de los ejemplares de La Contraofensiva estratégica hace ya algunos años.
Muchas fueron las alegrías que le provocó aquella dedicatoria al veterano guerrillero durante la presentación de ese libro en la Universidad de La Habana; y ante tanto orgullo después de años sin verse, ni siquiera las sabias paredes del Aula Magna sospecharon que aquella tarde sería la última vez que se encontrarían los dos compañeros de lucha.
El apretón de manos junto a la entrega del texto y la breve conversación de ambos, tenía sus raíces medio siglo atrás, cuando los jóvenes se conocieron. Fue el entonces estudiante de Ciencias Comerciales Raúl Castro quien los presentó en la casa de su hermana Lidia, ubicada en los altos de una florería, cerca de Jalisco Park en el Vedado.
Transcurría 1952, eran los tiempos en que se gestaba en Cuba un movimiento revolucionario; y de aquel encuentro el alumno de Ciencias Sociales y Derecho Público siempre contaba que allí él casi no pudo hablar, pues el joven abogado Fidel Castro llenó las casi tres horas con su palabra viva. Desde ese día, Juan Nuiry Sánchez supo que aquel muchacho hablador era el líder que necesitaba su generación.
Y la noche del 15 de enero de 1953 los reunió otra vez, pero ya no en la sala de un apartamento, sino en el Buró de Investigaciones de la Policía.
Por manifestarse en contra de la dictadura era la primera vez que Juan caía preso. José Antonio Echeverría también estaba allí y desde su celda, Quintín Pino Machado pudo ver que habían llegado unos abogados.
A Álvaro Barba, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria en aquella época, se lo llevaron 15 minutos y cuando regresó dijo que quien intercedería por ellos era el doctor en Leyes Fidel Castro.
La policía informó que los liberaría en la madrugada y pidió al joven abogado que se fuera; pero cuando salieron los estudiantes casi al amanecer, esperándolos allí estaba Fidel.
Aún no había ocurrido el asalto a los cuarteles de Oriente ni José Antonio había asumido la presidencia de la FEU, pero ya ambos destacaban en la lucha, y de la «excepcionalidad extraordinaria» del estudiante de Arquitectura se percató enseguida el abogado.Así, en medio de las conspiraciones contra Batista, nació la amistad de Juan, José Antonio y Fidel.
Y pasó el 26 de julio de 1953, la prisión en Isla de Pinos y desde La Habana, con protestas y manifestaciones los universitarios pidieron y lograron, junto al pueblo, la excarcelación de los moncadistas. Por ello, el 16 de mayo de 1955, en la Terminal Central de Ferrocarriles, con muchos otros cubanos, Juan y José Antonio recibieron a Fidel.
Y por esos días, pero esta vez enviado por José Antonio, Nuiry conversó con Fidel en la casa de Lidia; y en el mismo lugar donde se impresionó con su palabra, lo invitó para que hablara en el acto nocturno del próximo 20 de mayo por el Día de la República.
Fidel no pudo asistir; la policía rodeó las calles cercanas a la Universidad y quitó la luz eléctrica. Pero durante los 53 días que estuvo libre antes de irse a México a organizar la lucha se reunió con Juan, José Antonio y el político Rafael García Bárcenas en la casa del profesor universitario Raúl Roa.
Y Juanconversaría otra vez con él la tarde del 7 de julio ante la escalerilla del avión en el aeropuerto de Rancho Boyeros, cuando a él y René Anillo el pasajero les pidió que preparasen el acto en la Universidad para honrar el segundo aniversario del Moncada.
Y la próxima vez que Juan abraza a Fidel fue en la tierra azteca, cuando acompañó a José Antonio en octubre de 1956 al segundo encuentro tras la firma de la Carta de México. Contaba Nuiry que Fidel le pidió unirse a los futuros expedicionarios del Granma, pero José Antonio se negó, y prefirió que regresara a Cuba, pues le era necesario para las acciones de la FEU en la Habana.
Precisamente, el 13 de marzo de 1957, la emisora Radio Reloj trasmitió la voz de José Antonio mientras Juan y otros muchachos cerraron el paso en 21 y M; como parte del comando de asalto.
Minutos después, a un costado de la Universidad que tantas veces lo vio manifestarse, moría asesinado a tiros José Antonio. Ya Fidel estaba en las montañas de Oriente y a Juan no le quedó otro remedio que irse al exilio o más bien, como él lo llamaría, un repliegue estratégico. Estuvo en México primero, luego Nigeria, regresa al Distrito Federal y después Estados Unidos.
Y mientras Fidel, usando ya el uniforme de Comandante guerrillero libraba combates en la Sierra, en Miami, a sus espaldas el 1 de noviembre de 1957, se reúnen representantes de diferentes partidos políticos y organizaciones sindicales y estudiantiles para crear la Junta de Liberación que tenía como fin repartirse responsabilidades gubernamentales en Cuba una vez que triunfara la Revolución.
Entre los firmantes del Pacto de Miami estaban el ex presidente Carlos Prío Socarrás, Antonio Varona, Carlos Hevia, Pascacio Linera, Ángel Cofiño, Carlos Maristani, Faure Chomón, Julio García Olivera, Alberto Mora, Omar Fernández, Ramón Prendes, Hirigoyen, Roberto Agramonte, Manuel Bisbé, Felipe Pazos y Juan Nuiry Sánchez.
Quien quiera ser dirigente que venga a luchar contra Batista en Cuba. No quiero pacticos en el extranjero, sino en el campo de batalla, fueron las palabras de respuesta de Fidel.
Por eso, la noche del 13 de octubre en un avión cargado de armas,aterrizaron en las cercanías de Manzanillo Omar Fernández, José Fontanills y Juan Nuiry,representantes de la FEU, la única organización que participó en la Junta de Liberación y se fue a la Sierra a cumplir con Fidel. Ratificaba así, en el escenario de la guerra, el compromiso de José Antonio con el líder del 26 de Julio.
Y en la Comandancia de La Plata, después de una caminata entre el fango y bajo la lluvia, Juan otra vez abraza a Fidel.En la Columna 1 José Martí, siempre muy cercano al Comandante, Nuiry se gana los grados de capitán del Ejército Rebelde y participa en los combates de Providencia, La Estrella, Minas de Bueycito, San Pablo de Yao, Las Peñas, Guisa, Charco Redondo, Jiguaní, Baire y Palma Soriano.
Allí, en las lomas orientales, Juan era el símbolo de que la FEU combatía unida al 26 de Julio, «sin pedir grados ni posiciones, sencillamente un puesto de combate en la lucha por la liberación nacional», afirmaba Nuiry.
Y después del triunfo del 1 de enero, Juan fue de los barbudos que viajó en la avanzada con Fidel durante la Caravana de la Libertad; y en las principales ciudades del país habló en nombre del estudiantado. Antes del Comandante, el 8 de enero, en el Campamento de Columbia en La Habana, solamente habló él.
Como Auditor General del Ejército Rebelde, al frente de los Tribunales Revolucionarios de Justicia, político en el Ejército Oriental, vicerrector de la Universidad de La Habana, dirigente de planes agrícolas y ganaderos o como embajador en Italia, siempre estuvo cumpliendo encomiendas de Fidel.
En 1996, durante un encuentro con el Comandante en Jefe en el Palacio de la Revolución para organizar su presencia en la Cumbre de la Alimentación en Roma, le comentó a Fidel: Recuerde que el Vaticano está en Roma, y allí vive el Papa, y si usted va a Italia sería bueno que viera a Juan Pablo II.
Juan regresó a Roma sin una respuesta de Fidel. Y durante la visita del Comandante a Italia, el Papa lo recibió. Eran esos los antecedentes de que en enero de 1998 por primera vez la máxima autoridad de la Iglesia Católica llegara a la Isla.
Fueron muchos los encuentros, las cartas, telegramas y las llamadas telefónicas con Fidel, desde aquella tarde en la casa de su hermana Lidia, cuando Raúl los presentó, hasta el día en que se puño y letra le dedicó el libro La Contraofensiva Estratégicay lo trató con la misma amistad y respeto de siempre.
«No puedo esconder este orgullo que siento de haber estado en el Ejército Rebelde al lado de Fidel, como lo estaré siempre», dijo satisfecho Juan, quien desde hace ya tres años no está; pero hasta las sabias paredes del Aula Magna, cuando amigos y familiares despedían sus cenizas, llegaron las flores de Raúl y Fidel para ratificarle su aprecio y agradecimiento en los días difíciles de la lucha, cuando no todos en la Universidad de La Habana confiaban en el líder del 26 de Julio. Juan, fue el único de los asaltantes al Palacio Presidencial y Radio Reloj que se fue a la Sierra, en tiempos donde era imprescindible la unidad entre universitarios y guerrilleros de la Sierra. Esa decisión de Juan, Fidel jamás la olvidó.
Y con ese honor, se marchó «Juancito», para vivir desde la historia, como el eterno joven rebelde que nunca dejó de ser y el amigo incondicional; y viejo “camarada universitario” para Fidel.