Médicos en Birán: Mortalidad infantil 0
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Birán huele a madera recién cortada, a lluvia, al tiempo que no se detuvo y hoy forma parte de la historia. La nororiental provincia de Holguín abraza estas tierras, localizadas a solo 72 kilómetros de la cabecera municipal. Visitantes nacionales y extranjeros entran y salen constantemente. Sus motivaciones van más allá de la naturaleza que se desborda entre la estrechez de sus caminos, la sombra de sus árboles y el susurro de sus ríos. Llegan atraídos por la historia, para visitar el sitio que hace cien años acogió a la familia Castro Ruz y donde nacieron los líderes más importantes de la Cuba contemporánea: Fidel y Raúl Castro Ruz.
La tierra de Birán es fértil, rojiza, húmeda, guarda con recelo de madre los recuerdos de la infancia de estos hombres, los remedios caseros de Lina para que crecieran sanos y fuertes, porque en esa época era difícil el acceso a los médicos por la distancia y la escasez de ellos. El hospital más cercano se encontraba en Marcané y la mayoría de los medicamentos de la casa de Birán se adquirían en la farmacia de Castellanos ubicada en el mismo poblado. Lina sabía curar malestares y padecimientos, cuidaba de su familia y de los trabajadores del batey. En el libro “Todo el tiempo de los cedros” se explica que Ramón Eusebio, el segundo hijo de los amores de Ángel y Lina, resultó ser una criatura enfermiza. Si la brisa traía olor a hierba mojada y humedad de sombras, cambiaba el color y respiraba con unos silbidos roncos que solo se calmaban después de las inhalaciones de mentol y aceite tibio de bacalao que la madre frotaba en el pecho (…). Tanto afán puso ella en las atenciones que cumplido el año el niño crecía sano y animoso.
La realidad de hoy es bien diferente; el poblado de Birán cuenta con cuatro Consultorios de Familia: Birán Comunidad, Evia Norte, Evia Sur y Sabanilla, una Clínica Estomatológica y una Farmacia, pertenecientes al policlínico Juan Manuel Márquez, ubicado en Marcané, Cueto. En la comunidad rural de Birán fundada en 1970, viven unas 2869 personas.
La salud es un sector al que se le brinda especial interés en nuestro país. Desde el triunfo de la Revolución, el servicio de Salud Pública en Cuba llega a todos sus habitantes sin distinción de raza, sexo o estatus económicos. La atención primaria de la salud existe en cada rincón de la isla, los médicos, enfermeras, estomatólogos, tecnólogos y asistentes de la salud llegan hasta las zonas más intrincadas a brindar su ayuda.
Esta máxima se cumple con la doctora del consultorio Birán Comunidad,Yalena Infante Pérez, quien vive en el municipio de Holguín y después de graduada fue a cumplir su servicio social a Birán donde encontró una comunidad de gente sencilla, personas que la cuidan y quieren como su propia familia. En la actualidad asegura sentirse tan feliz en ese sitio que desea permanecer allí cuando termine su servicio social.
El doctor Ramón Rodríguez González, funcionario de la Sección de Atención Primaria en la provincia comenta: “Los consultorios del médico de la familia han sido favorecidos por una reparación capital, se les han creado las condiciones a los médicos y enfermeras que trabajan y viven allí con el objetivo de que se sientan cómodos y puedan atender a la población sin dificultades. Esto ha traído como resultado una estabilidad de los médicos quienes permanecen largos periodos de tiempo en los consultorios sin ser trasladados y la población lo agradece porque logran un vínculo médico-paciente que es fundamental”.
Hoy, a 58 años del triunfo revolucionario, los hombres y mujeres de Birán han envejecido, las generaciones se han renovado y sus campesinos, maestros, médicos, son jóvenes que crecieron escuchando anécdotas de la familia Castro Ruz, niños que ayer correteaban entre los olores silvestres del campo y el lodo de los caminos.
Si conversas con la gente de Birán descubres historias que reafirman los azares del destino como la de Neilén Rizo LaO, doctora del consultorio Evia Norte. Neilén cuenta que nació en el mismo sitio donde hoy trabaja. Su mamá fue la enfermera fundadora de ese consultorio hace 27 años. “Yo crecí viendo el amor con que mi mamá atendía a los pacientes y me enamoré de la humanidad que hay en esta profesión. Me gusta salvar vidas, cuando llega un paciente su dolor es mío y hago todo lo posible para que encuentre mejoría. Hace un año mi madre está cumpliendo misión internacionalista y ahora soy yo quien cuida de los pacientes. La enfermera y yo hacemos terreno dos veces por semana, los conozco a todos y sé de qué padecen, además llevo el seguimiento de cada embarazada y cada niño de Evia Norte, La Colorada, Naranjo y La Granja, esta última zona comprende los predios de la casa histórica, donde visito a sus trabajadores y las viviendas cercanas. En ocasiones me es difícil llegar a algunos hogares pues tengo que cruzar un río y más de una vez he tenido que montar a caballo para poder llegar, pero todo eso vale la pena cuando tienes en tus manos salvar una vida o devolverle la salud a alguien”.
Elizabeth Bichara Bauzá, jefa de la Sección de Atención Primaria en la provincia de Holguín, reconoce la importancia de la labor que desempeñan los médicos y enfermeras de la familia y el resultado de ese trabajo se muestra en los índices de mortalidad materno infantil, que desde el 2014 es de 0 por ciento.
Birán protege las memorias de sus hijos, los mantiene a salvo del olvido por eso desde los más jóvenes hasta los más viejos, todos evocan a Don Ángel, su inteligencia, su fuerza de voluntad, sus consejos, pero sobre todo su estridente humanidad reverenciada por aquellos lados. Cuentan los trabajadores del batey que en una ocasión Angelita, Ramón y Fidel enfermaron de la misma dolencia y alguien recomendó jugo de naranjas o cocimiento de la corteza para aliviar las calenturas y los ahogos, pero no había donde conseguir la fruta y fue necesario esperar la llegada de un envío lejano. Cuando los muchachos mejoraron el gallego ya lo había decidido: plantaría quince mil naranjos para que nunca faltasen en caso de neumonías o resfriados. Esas cosas las hacía Don Ángel para que sus hijos crecieran saludables.
“Vengo de una familia revolucionaria”, esa es la respuesta de Joel Cruz Reyes, estomatólogo de la clínica de Birán, cuando le preguntan sobre sus orígenes. “Nací en Birán, mi mamá es profesora de la escuela primaria y mi papá trabaja en el sitio histórico. Desde pequeño quise ser estomatólogo y puedo decir que me siento doblemente satisfecho porque puedo ejercer mi profesión en el mismo lugar donde nací, aquí puedo ayudar a los compañeros que estudiaron conmigo, a los vecinos y familiares que me vieron crecer y hoy son mis pacientes”.
Sobre los servicios médicos a los que tienen acceso los pobladores nos habla la Doctora Bichara Bauzá: “En Birán la población recibe los servicios correspondientes a la atención primaria, pero a pocos kilómetros se encuentra el policlínico Juan Manuel Márquez que presta servicio de hospitalización y cuenta con un laboratorio clínico, rayos x, electrocardiograma, ofrece consultas de pediatría, obstetricia, cirugía y tiene además una unidad de tratamiento al cólera. En Marcané se encuentra también un hogar materno y un hogar de ancianos, esto quiere decir que los pobladores de toda esa zona tienen garantizado su acceso a los servicios de atención primaria así como los de hospitalización y atención por especialidades”.
Birán es un pueblo sencillo, tanto o más que cualquier otro pueblo de Cuba. Puede tener hijos nobles, laboriosos, abnegados pero siempre será la cuna de Fidel y Raúl, el pedazo de Oriente que escogió Don Ángel para hacer su familia y que por siempre ha de mencionarse si de historia de Cuba se habla. La casa de los Castro Ruz parece detenida en el tiempo, aún conserva sus techos rojos y las tablas de las paredes pintadas de amarillo, los muebles pulimentados, las camas recién arregladas y el rinconcito donde Lina encomendaba su familia a los santos. Entonces la mirada se detiene en uno de sus corredores e imaginas a don Ángel fumando tabaco en su sillón, mientras, en Birán la vida continúa.