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Raúl, Almeida y los nuevos frentes guerrilleros

Los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida tuvieron la misión de extender la lucha armada por el Oriente a través de la creación de dos nuevos frentes guerrilleros.

Data: 

26/02/2016

Fonte: 

Periódico Granma

Autore: 

Por indicación de Fidel, era necesario abrir otros frentes hacia el oeste de Santiago de Cuba, el nordeste de la antigua provincia de Oriente, la re­gión central del país y la zona montañosa de Pinar del Río

Fidel siempre tuvo presente la ne­cesidad de extender ampliamente la zona de operaciones del Ejér­cito Rebelde, una vez consolidado el fren­­te de la Sierra Maestra, con la creación de nuevos focos guerrilleros en distintas regiones del país.
 
Según le explicara al entonces ca­pitán Raúl Castro Ruz en diciembre de 1957, los puntos adonde debían dirigirse las nuevas columnas en un futuro mediato serían el oeste de Santiago de Cuba, el nordeste de la antigua provincia de Oriente, la re­gión central del país y la zona montañosa de Pinar del Río.
 
Poco después, la primera parte de este plan estratégico comenzó a hacerse realidad. Tras ascenderlos a comandantes, el 27 de febrero de 1958, Fidel nombró a Juan Al­meida Bosque y Raúl Castro Ruz, respectivamente, jefes de las co­lumnas 3 Santiago de Cuba y 6 Frank País, con la misión de abrir nuevos frentes de combate en los alrededores de la Ciudad Héroe y en la Sierra Cristal.
 
Cerca del mediodía del primero de marzo de 1958, Almeida le co­mu­nicó a Israel Pardo Guerra: “Va­mos a partir”. El campesino, intrigado, inquirió hacia dónde iban. “Ha­cia Santiago de Cuba”, respondió el Comandante. Pardo recibió la encomienda de adoptar las medidas necesarias para garantizar la exploración del camino a recorrer.
 
Antes de la partida, Fidel se reunió con los jefes y oficiales de las dos columnas y les puntualizó sus misiones. Subrayó que, pasara lo que pasara, el plan previsto debía ser cumplido. Luego se despidió de cada uno de los combatientes. En­tre las dos y las tres de la tarde de ese día las dos fuerzas abandonaron Pata de la Mesa y emprendieron el largo recorrido que las llevaría a sus respectivas zonas de operaciones.
 
La columna 3 de Almeida había quedado conformada por una co­mandancia y dos pelotones, para un total de 52 combatientes de los que solo 38 estaban armados. Co­mo jefe de la vanguardia iba el en­tonces capitán Calixto García Mar­tínez, asaltante al cuartel de Baya­mo, en las acciones del 26 de julio de 1953, y expedicionario del Gran­ma. Al entonces capitán Guillermo García Frías, segundo al mando de la columna, se le asignó la jefatura del pelotón de retaguardia. In­cor­porado a la guerrilla desde el 25 de diciembre de 1957, antes había formado parte de la red campesina, integrada después de la llegada de Fidel y sus compañeros, que brindó un importante apoyo a los revolucionarios y les facilitó su reagrupación en Cinco Palmas.
 
Por su parte la tropa de Raúl contaba con 67 efectivos, organizados en una escuadra de la comandancia y cuatro pelotones al mando de Félix Pena, Reinero Jiménez  Lage, Ciro Frías y Efigenio Ameijeiras, es­te último expedicionario del Gran­ma y segundo al mando de toda la columna 6, además.
 
El 6 de marzo, en horas de la madrugada, la columna 3 se separó de la 6 y al reemprender la marcha, llegó al firme de la Maestra. El pelotón de Calixto García fue el primero en llegar a Puerto Arturo en horas de la tarde y ocupó todos los caminos de acceso. Entretanto, el pelotón de Guillermo García se ubi­có en el camino hacia Las Pe­ñas, a la vez que algunos de sus hombres se apostaron en el sendero que conducía a la costa. El campamento se erigió en una elevación que dominaba todo el paraje. Así quedó fundado el Tercer Frente Oriental Ma­rio Muñoz Monroy.
 
De inmediato, según lo relatado por el Comandante de la Re­vo­lu­ción Guillermo García, procedieron “a la realización de distintas acciones bélicas alrededor de esta ciudad para que la tiranía, al saber que las tropas rebeldes estaban en las cercanías de Santiago de Cuba, con­centrara a sus soldados en estos lu­gares”, lo que permitiría a Raúl y su tropa llegar a la zona de operaciones asignada.
 
Por su parte la columna 6 en su recorrido hacia la Sierra Cristal transitó por lugares particularmente sim­bólicos, como los históricos Man­gos de Baraguá y San Lorenzo, don­­de estuvo el caserío en el que Car­los Manuel de Céspedes vivió sus últimos días y murió en combate. De allí fueron a Jimbambay, efectuaron el peligroso cruce de la ca­rretera central y atravesaron llanos hasta arribar a Piloto del Medio, al norte de San Luis, el 11 de marzo del mismo mes, donde se proclamó oficialmente abierto el Segundo Frente Oriental Frank País.
 
En sus recorridos por el territorio asignado de Mayarí a Baracoa, Guan­tánamo, Alto Songo y San Luis, la columna 6 fue creando Comités de Campesinos Revo­lucionarios e in­corporando los grupos de alzados que encontró allí, los cuales habían realizado acciones combativas con éxito. En la organización de la zo­na, se dejaron constituidas cinco compañías territoriales con la mi­sión de defender el territorio liberado. El 26 de mar­zo el frente estableció su Co­man­dancia en el Agua­cate, Monte Ruz, al norte de Guan­tánamo, donde fue creando los primeros servicios tales como Ar­me­ría, un Hospital, Servicio de Inte­li­gencia Rebelde (SIR), Comu­ni­ca­ciones y Abas­te­cimientos.
 
Un importante apoyo encontraron ambas columnas, desde los inicios, en el campesinado de su región y en las secciones del Mo­vimiento 26 de Julio en esa porción del Oriente cubano.
 
Realmente la creación y desarrollo de estos dos frentes guerrilleros fue el inicio de un proceso que posteriormente se extendió a lo largo de toda la geografía nacional du­rante la conflagración. Tras la de­rrota de la ofensiva de verano de la tiranía en la serranía oriental, Fidel ordenó el reforzamiento de los frentes ya establecidos, envió las columnas de Che y Camilo hacia el centro del país para concretar la unidad revolucionaria en esa re­gión, creó los nuevos frentes de Camagüey y el IV Orien­tal que operó en los llanos del Cauto y Holguín.
 
Y a finales de diciembre de 1958, en una ofensiva final avasalladora, los frentes rebeldes ases­taron de­moledores golpes al ene­migo, que derrotado en Maffo, Palma So­riano, Yaguajay y Santa Clara, cercado en Guantánamo y San­tiago, no tuvo otra opción que rendirse.