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Algunas consideraciones acerca del principio del partidismo y el análisis de la estructura socio-clasista en La Historia me Absolverá

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Revista Cubana de Ciencias Sociales

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El presente trabajo sólo aspira a ser valorado como el primer acercamiento a un problema de enorme interés teórico y práctico-ideológico: la relación objetividad- partidismo en La historia me absolverá. En él, se presentan algunas consideraciones sobre la problemática mencionada, que se refieren al análisis de la estructura socio- clasista de la sociedad cubana anterior a 1959, realizado por el máximo líder de la Revolución el 16 de octubre de 1953, cuando era sometido a un proceso judicial, sin precedentes en toda la historia del País, por el asalto al Cuartel Moncada, cuyo significativo XXX Aniversario corresponde celebrar.
 
En la sociedad burguesa, desgarrada por irreconciliables contradicciones clasistas, no puede existir una ideología —ni una ciencia social— al margen de las clases ni por encima de las clases. No tomar partido en la investigación de los fenómenos y procesos sociales es, en las condiciones creadas por el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, “la forma de encubrir hipócritamente la adhesión al partido de los que están ahítos, al partido de los que dominan, al partido de los explotadores.” (1) Es por ello, que el enfoque clasista, de partido, constituye el principio metodológico cardinal para el análisis de la estructura social de cualquier sociedad escindida por la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción.
 
El principio del partidismo aplicado al análisis de la estructura social y de clases de la sociedad burguesa está dirigido, en dependencia de las fuerzas sociales que lleven a cabo dicho examen, a fundamentar teóricamente dos objetivos políticos diametralmente opuestos por su propia naturaleza: conservar esa estructura o subvertirla. En el primer caso, el enfoque clasista-partidista significa sustituir la investigación científica por la apología de todo lo existente, mediante la gene-ralización formal y ecléctica de datos empíricos o sobre la base de puras abstracciones vacías, divorciadas, por ende, del condicionamiento histórico-social. Tales procedimientos, como señalara Lenin en una de sus obras tempranas, "en lugar de contribuir al estudio, y explicación del problema, sólo conducen a suplantar el concepto de sociedad por ideas burguesas... o por ideales socialistas filisteos... y nada más." (2) En el segundo caso, el partidismo implica reflejar la realidad tal cual ella es, lo que se traduce en el esclarecimiento de la esencia más profunda de los antagonismos de clase y de las tendencia progresivas del movimiento social. El riguroso espíritu de partido es así una de las condiciones que transforman la investigación de la realidad social en análisis objetivo, preciso y fiel a los principios de la ciencia.
 
El enfoque que surge para consagrar el “statu quo" a través del análisis de las relaciones sociales, al expresar en forma abierta, o en ocasiones encubierta, los intereses de las clases retrógradas, representa el pasado que lucha por su incesante reproducción en el presente; mientras que la posición revolucionaria, al representar los intereses de esa otra clase que el propio desarrollo de las relaciones burguesas ha hecho proliferar y cuya explotación ha ido creciendo en relación directa con ese propio desarrollo, encarna al futuro, es decir, la línea que apunta hacia un nivel cualitativamente superior del desarrollo de la humanidad.
 
En la época contemporánea, caracterizada por el .advenimiento del imperialismo y la apertura de las revoluciones proletarias, la lucha de clases se eleva a su nivel superior y más alto. En este contexto histórico, la clase obrera es la única clase social verdaderamente revolucionaria por ser la portadora de un modo de producción superior, capaz, por ello, de destruir las bases más profundas de la sociedad explotadora y construir una sociedad nueva, libre de antagonismos y diferencias sociales, con el concurso de una masa de aliados, en primer lugar, del campesinado trabajador. Esto significa que sólo a partir de la asunción de las ideas, aspiraciones e intereses de esta clase, puede el in-vestigador social o el hombre público llevar a cabo un estudio de la estructura socio-clasista de la sociedad, que coincida, realmente, con la marcha ascendente del proceso histórico-social.
 
La toma consciente de partido no está reñida en modo alguno con la verdadera objetividad científica. El análisis riguroso de los fenómenos y procesos sociales conduce por sí mismo al partidismo en la medida en que la investigación profunda de la realidad, al revelar el carácter objetivo de las leyes y regularidades que en un momento histórico-concreto rigen su desarrollo y al constatar que en esa misma realidad y no fuera de ella se encuentran las fuerzas sociales capaces de actuar en pro de su transformación, supera la falsedad, unilateralidad e inconsecuencia de cualquier interpretación teleologista y fatal acerca del desenvolvimiento social y del incondicionado libre arbitrio de los sujetos de la historia. Pero semejante análisis de ¡a realidad social sólo es posible, como se ha indicado, cuando el investigador deviene representante de los puntos de vista de la clase social portadora de las tendencias vitales del progreso histórico. De forma tal que la objetividad científica expresa, por un lado, la naturaleza del conocimiento social en tanto reflejo adecuado de la realidad y, por otro lado, la orientación social-clasista de la actividad cognoscitiva basada en las tareas y exigencias que dicta la práctica social transformadora. De ahí la interrelación orgánica entre objetividad científica y partidismo consciente. "Colocándome en este punto de vista del objetivismo de la lucha de clases, —dice Lenin—, no justifico de ningún modo la realidad, al contrario, señalo en esa misma realidad las fuentes y las fuerzas más profundas que obran para su transformación.” (3) Como acertadamente se señala en el trabajo El partidismo objetivo como principio rector de las investigaciones sociales marxistas en Cuba revolucionaria
La argumentación de esta relación interna y no externa de ciencia (objetividad) y de valor, ideología (subjetividad) en el marxismo, se encuentra en que la necesidad histórica no se concibe de modo "objetivista'' y fatalista, como tendencia inalcanzable, donde la historia es dictadura fatal y el hombre simple instrumento de ella. (4)
 
V. I. Lenin indicó en reiteradas ocasiones, en lucha frontal contra el subjetivismo y el “objetivismo” sociológico burgués, defensor a ultranza de las concepciones “sin partido”, que el problema de la relación objetividad-partidismo en la investigación social no consiste en excluir del análisis los ideales y la valoración, sino en el hecho de que estos ideales y valores respondan a una férrea fundamentación histórica, al resultado obtenido a partir de la reflexión seria y profunda sobre el material concreto aportado por esa misma realidad, a la revelación, en fin, de determinadas formas concretas de la estructura social. En este sentido, señalaba que en el famoso tratado sobre El Capital ... considerado con razón uno de los modelos más admirables de objetividad inexorable en el estudio de los fenómenos sociales ... se encontrarán agudezas polémicas mordaces y apasionadas contra los representantes de clases sociales que, a juicio de su autor, frenan el desarrollo social.
 
Y subraya a continuación  
 
ningún ser viviente puede menos de tomar partido por una u otra clase (tan pronto como haya comprendido la relación entre ellas), no puede dejar de alegrarse con el éxito de esa clase ni de sentir amargura por sus fracasos, ni puede dejar de indignarse contra los enemigos de esa clase, contra los que ponen trabas a su desarrollo. (5)
 
El principio del partidismo consciente y objetivo, aplicado a los complejos procesos y fenómenos sociales —económicos, políticos y espirituales—, previene de posibles unilateralidades en el conocimiento y la valoración de la realidad, y sirve, de guía rigurosa en la lucha contra el subjetivismo y el objetivismo burgués. En este sentido, puede afirmarse que el sin partidismo es una idea burguesa, mientras que el espíritu de partido es una idea socialista. (6)
 
En su extraordinaria defensa durante el juicio por el asalto al Cuartel Moncada,   (7) Fidel Castro analiza con certera perspectiva científica la estructura socio-clasista de la sociedad cubana prerrevolucionaria. En este trascendental alegato —primer gran documento de la Revolución Cubana— se vincula, de forma indisoluble, el enfoque inexorablemente objetivo de la realidad social y de las relaciones que ella origina entre las diferentes ciases, grupos y sectores sociales, con una valoración apasionada, expuesta desde el punto de vista de los ideales y las aspiraciones de aquellas clases, grupos y sectores sociales interesados, por su posición objetiva en el sistema de la producción, en el cambio radical del régimen social existente hasta el primero de enero de 1959.
 
En el presente trabajo, que sólo aspira a ser valorado como un primer acercamiento —por cierto panorámico— a un problema de enorme interés teórico y práctico-ideológico: la relación objetividad-partidismo en La historia me absolverá, se presentan algunas consideraciones sobre la problemática mencionada, referidas al análisis de la estructura socio-clasista de la sociedad cubana anterior a 1959, realizado por el máximo líder de la Revolución, el 16 de octubre de 1953, cuando era sometido a un proceso judicial, sin precedentes en toda la historia del País, por el asalto al Cuartel Moncada, cuyo significativo XXX Aniversario celebramos.
 
Como contexto necesario del presente análisis se impone, al menos, una breve referencia a los rasgos más sobresalientes de la estructura económica de Cuba en la década del 50. Un certero análisis sobre estos rasgos se encuentra en un artículo de Carlos Rafael Rodríguez.(8) Desde este punto de vista, hay que señalar que la economía cubana:
 
— presentaba un carácter agrario, y se distinguía por la falta de integración técnica y económica entre los diversos sectores;
— era retrasada en lo económico y lo social: sus rasgos más característicos eran el latifundio —sobre todo el de tipo plantación y el foráneo— su contrapartida el minifundio, y el monocultivo;
— se definía por su incapacidad para asegurar un empleo remunerativo y estable, de cualquier tipo, a las grandes masas de la población;
— era una economía abierta, y altamente dependiente, para su abastecimiento, del comercio exterior;
— era monoproductora y monoexportadora de azúcar de caña;
— se significaba por el carácter unilateral de sus relaciones comerciales externas, sostenidas básicamente con Estados Unidos;
— los sectores fundamentales de la economía cubana se encontraban en manos de monopolios extranjeros, esencialmente norteamericanos.
 
La referencia a estos aspectos es relevante por cuanto ellos constituyen un fiel reflejo del carácter capitalista dependiente de la sociedad cubana durante las cinco primeras décadas del siglo XX, lo cual impidió, naturalmente, que el régimen de propiedad privada imperante en el país alcanzara los niveles de desarrollo económico y social de los centros capitalistas desarrollados. Por este motivo, durante el período mencionado, la propiedad privada sobre los medios de producción se identificó ante todo con los intereses norteamericanos en el territorio cubano, y estuvo acompañada de su secuela lógica de dominación tecnológica, política y cultural.
 
Ya en los años 50, el subdesarrollo estructural de Cuba no ofrecía alternativas de solución dentro del marco de las relaciones sociales vigentes. En la mencionada década, la economía cubana, esencialmente agraria, podía ser definida así: una concentración de grandes y valiosas extensiones de tierra en manos de un número cada vez más reducido de propietarios, y explotadas por métodos extensivos, con todas las consecuencias en cuanto a subutilización de riquezas y rendimientos que de ello se derivaba; junto a ello, subsistían un gran número de productores pequeños, sometidos de una u otra forma a los propietarios de tierras (el 64 % de las fincas era operado indirectamente por arrendatarios, subarrendatarios, aparceros, colonos, subcolonos, y precaristas, lo que evidencia, además, la pervivencia en el campo cubano prerrevolucionario de rasgos de relaciones de explotación semifeudales). Y, por otra parte, la preponderancia de la fuerza de trabajo asalariada, que había surgido como resultado del despojo de la tierra al pequeño campesinado. Según el Censo de Población y Viviendas realizado en el año 1953, existían en e! país 480 549 trabajadores agrícolas asalariados, que representaban el 60 % de la población rural del País. Todo esto unido, como es lógico, a un nivel de vida increíblemente bajo en el medio rural cubano, a condiciones de pobreza, de insalubridad y de subescolarización extremas (más del 41 % de la población rural era analfabeta).
 
La contradicción trabajo-capital era la esencial en la sociedad cubana y sus clases antagónicas fundamentales, la burguesía y el proletariado. Al mismo tiempo, el cuadro general característico para la sociedad capitalista presentaba en Cuba, como se ha visto, un conjunto de rasgos peculiares. Las relaciones capitalistas de producción se desarrollaron .. .pero en condiciones de dominio y subordinación a los intereses de los monopolios norteamericanos lo que, si bien condujo a un cierto cre-cimiento de nuestras fuerzas productivas, significó también la consolidación y acentuación de la estructura deformada de nuestra economía” (9) y, por consiguiente, de la composición socio-clasista.
 
La influencia deformadora de la penetración imperialista norteamericana en la economía del país condicionó su estructura socio-clasista; consiguientemente, la posición histórica de las clases, sectores y otros grupos sociales se determinó en dependencia de la formación de sus intereses respectivos a través de toda la república neocolonial.(10) De hecho, Cuba se inscribía, en el período de referencia, entre aquellos países marcados por el síndrome del subdesarrollo, en los cuales opera el abigarrado entrelazamiento de relaciones capitalistas de producción —que actúan como las dominantes—con    rezagos de relaciones de producción precapitalistas —países de multiestructura, como los califica, por ejemplo, el científico soviético A. I. Levkovski" en una interesante monografía.
 
La situación descrita no le era ajena a Fidel Castro, como él mismo subrayara en su discurso del 22 de junio de 1972 en la Universidad Carolina de Praga, donde afirmó que las ideas esenciales y los principios del marxismo aplicados al análisis de las condiciones cubanas * ... nos permitió ver con toda claridad la ensencia de nuestros problemas económicos y de nuestros problemas sociales y sus causas más profundas; nos permitió comprender la época en que vivimos, nos permitió comprender la historia y las leyes de la historia; sobre todo, nos permitió saber en qué consistía la sociedad y cómo vivíamos en una sociedad clasista ... y qué es una sociedad de clases, y quiénes son los explotadores y quiénes son los explotados, y quiénes son los parásitos dentro de la sociedad y quiénes son los creadores de riqueza, y quiénes son los verdaderos oprimidos y quiénes son los verdaderos opresores. (12)
 
Es a partir de esa perspectiva —científica sin lugar a dudas— que se examina en La historia me absolverá la estructura socio-clasista de la sociedad cubana prerrevolucionaria. El análisis hecho por Fidel Castro no pretende, en modo alguno, caracterizar la estructura social en su acepción más amplia, esto es, el conjunto de todas y cada una de las agrupaciones más o menos estables de hombres que integran una sociedad dada en un tiempo social histórico-concreto; sino más bien, y sobre todo, Fidel Castro se plantea la tarea de examinar a aquellas agrupaciones de hombres que surgen y se desarrollan objetivamente en la esfera social, agrupaciones que se forman con independencia de la voluntad y el deseo de los individuos que las integran. En este sentido, cabe recordar la tesis leninista acerca de que en cualquier sociedad escindida por la presencia de la propiedad privada sobre los medios de producción, es posible identificar lo social con lo clasista, (13) o lo que es igual, que en cualquier sociedad de clases “el papel determinante le pertenece a la estructura clasista, que se cruza con la étnica y está estrechamente vinculada con la profesional." (14)
 
De forma tal que al poner al descubierto la composición y el estado de la estructura socio-clasista de la sociedad cubana de la época, Fidel Castro establece el lugar diferente y opuesto que ocupan los distintos grupos sociales en el sistema de las relaciones de producción vigente, el cuadro de la desigualdad o diferenciación entre ellos y entre la ciudad y el campo,** en fin, entre los componentes esenciales del sistema social.
 
La lógica del discurso en La historia me absolverá es la lógica del análisis partidista, de clase. Aunque es inútil buscar en el texto… agresiones desembozadas a la propiedad privada,” ni términos tales como “antiimperialismo”, "lucha de clases" o "revolución social", como bien se indica en el ensayo El leninismo en “La historia me absolverá," (15) sí es posible encontrar en él otras expresiones y otras categorías que definen e identifican claramente al polo conservador y reaccionario de la estructura socio-clasista de la sociedad cubana de entonces, tales como "manos extranjeras”, "poderosos intereses”,    "los ricos",    “intereses    de grupo”, "millonarios que no conocen a    los pobres”, "poseedores de capital”, “propietarios terratenientes”, "sectores acomodados”, “monopolio eléctrico”, "trust telefónico”, “grandes fincas privadas”, “palacetes de lujo”, “enemigos del pueblo”, etc.16 Cuando Fidel Castro quiere referirse a los grupos sometidos, expoliados, desposeídos —al polo revolucionario de la estructura social— deja establecido, definitivamente, que estos grupos se encuentran ubicados en un lugar diferente del sistema: “Cuando hablamos de pueblo —dice Fidel— no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación, a los que viene bien cualquier régimen de opresión, cualquier dictadura, cualquier despotismo, postrándose ante el amo de turno hasta romperse la frente en el suelo." (17) Se habla aquí, fundamentalmente, de la oligarquía política gobernante, que actúa como instrumento político idóneo del imperialismo norteamericano: los latifundistas, la gran burguesía azucarera —los llamados “hacendados”— y la gran burguesía comercial importadora. (18)
 
En la Plataforma Programática del PCC, se sintetiza los intereses de esas tres fuerzas cuando se dice que ellas estaban indisolublemente vinculadas al imperialismo, y para el mantenimiento de su dominación era indispensable impedir la liquidación del latifundismo, el desarrollo industrial del país, la diversificación de la economía y todo cambio de nuestro status colonial. De ahí el papel de carácter retrógrado y de traición nacional que jugaron permanentemente. (19)
 
Del análisis de Fidel Castro se desprende también la caracterización de aquel sector de la burguesía que podría considerarse, dada las condiciones socio-históricas concretas del país, como una suerte de “burguesía nacional”: la burguesía industrial no azucarera, la cual carente de fortaleza económica y de coraje político no legró —ni pudo lograrlo— enfrentarse a la estructura neocolonial y dependiente, y dejó así, por ende, de desempeñar —siquiera tímidamente— un papel histórico de corte progresista. (20) (21)
 
Existen no pocos trabajos que destacan el tratamiento marxista que el concepto de pueblo recibe en La historia me absolverá (22) (23) (24) (25) entre los cuales merece particular atención el ya citado ensayo, (22) en el que se demuestra de forma exhaustiva y profunda que en su combativo discurso de defensa, acusación y programa de acción revolucionaria, Fidel Castro expone el concepto de pueblo desde una perspectiva clasista, antiburguesa que emana de un progresivo subsuelo leninista. (26) En efecto, la categoría de pueblo en La historia me absolverá se identifica con la de masas populares en tanto refleja la existencia de una comunidad históricamente cambiante de grupos sociales con diferentes niveles de desarrollo, pero que por el lugar que ocupan en el sistema de la producción social (que los hace desposeídos, carentes de medios fundamentales de producción y, a la vez, copartícipes de intereses vitales comunes) son capaces de actuar decidida y activamente en la solución del desarrollo progresivo de la sociedad. Entre esos grupos, los creadores de bienes materiales ocupan el lugar relevante, en la medida en que representan la fuerza social principal en la transformación estructural de tipo radical.
 
El orden de sucesión en que Fidel Castro relaciona a los grupos sociales cuando define, desde una óptica clasista, el concepto de pueblo, no es ni casual ni espontáneo:
 
Nosotros Mamamos pueblo si de lucha se trata, a los seiscientos mil cubanos cubanos que están sin trabajo deseando ganarse el pan honradamente sin tener que emigrar de su patria en busca de sustento; a los quinientos mil obreros del campo que habitan en los bohíos miserables, que trabajan cuatro meses al año y pasan hambre el resto compartiendo con sus hijos la miseria, que ni tienen una pulgada de tierra para sembrar y cuya existencia debiera mover más a compasión si no hubiera tantos corazones de piedra; a los cuatrocientos mil obreros industriales y braceros cuyos retiros, todos, están desfalcados, cuyas conquistas les están arrebatando, cuyas viviendas son las infernales habitaciones de las cuarterías, cuyos salarios pasan de las manos del patrón a las del garrotero, cuyo futuro es la rebaja y el despido, cuya vida es el trabajo perenne y cuyo descanso es la tumba; a los cien mil agricultores pequeños que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya, contemplándola siempre tristemente como Moisés a la tierra prometida,^ para morirse sin llegar a poseerla, que tiene que pagar por sus parcelas como siervos feudales una parte de sus productos, que no pueden amarla, ni mejorarla, ni embellecerla, plantar un cedro o un naranjo porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que irse; a los treinta mil maestros y profesores tan abnegados, sa-crificados y necesarios al destino mejor de las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga; a los veinte mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por !as crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales; a los diez mil profesionales jóvenes: médicos, Ingenieros, abobados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etc., que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas, sordas al clamor y a la súplica. Ése es el pueblo, el que sufre todas las desdichas y es por tanto capaz de pelear con todo el coraje (27)
 
En esta amplia definición de pueblo, Fidel Castro, partiendo de un conocimiento profundo de las condiciones existentes en el País, generaliza, en primer lugar, la situación a que estaban sometidas las grandes masas de la población, y resalta como fenómeno común y más significativo: el desempleo; con lo cual valora en toda su dimensión la situación social y laboral en que vivía la población de toda Cuba. Más adelante, después de analizar exhaustivamente la situación de pobreza, miseria y depauperación existente en el País exclama: "Con tales antecedentes. ¿Cómo no explicarse que desde el mes de mayo al de diciembre un millón de personas se encuentren sin trabajo, y que Cuba con una población de cinco millones y medio de habitantes, tenga actualmente más desocupados que Francia e Italia?” (28)
 
Fidel sabe que si bien el concepto de pueblo no es idéntico al concepto “productores de bienes materiales”, los creadores de riquezas constituyen, no obstante, su núcleo sustancial; por ello el segundo lugar en su definición lo ocupa ese poderoso eslabón mediador entre el obrero industrial y el campesinado trabajador, que es el proletariado agrícola, fortalecido por el desarrollo de la industria azucarera, cuya tradición de lucha es sobradamente conocida. Después, Fidel pasa a caracterizar al proletariado urbano (sobre todo al industrial), cuyo peso numérico en las condiciones de los países subdesarrollados y de pobre desarrollo industrial no es proporcional a su potencialidad revolucionaria y a su capacidad de dirigir la lucha contra la explotación por el progreso social y el socialismo, en tanto destacamento industrial de la clase obrera que constituye la vanguardia de los trabajadores al portar relaciones de producción infinitamente superiores y cuyos intereses, por ende, expresan los intereses de las amplias masas populares.
 
En su definición, Fidel destaca asimismo la situación, el lugar y el papel de los pequeños agricultores —campesinado trabajador— en el régimen social de entonces. Subraya la existencia en el ámbito rural de formas y métodos de explotación semifeudales, entre los cuales resalta la renta. Aquí Fidel Castro subraya que los pequeños agricultores que tienen que pagar por sus parcelas como siervos feudales “están pagando renta y viven bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas  (29) En esta parte de la definición de pueblo se esboza la compleja estructura interna del campesinado cubano prerrevolucionario, compuesta por grupos tales como los aparceros, precaristas, colonos, subcolonos, arrendatarios y subarrendatarios, manifestación real de la estructura social compleja y específica, engendrada en el campo por la existencia de rasgos precapitalistas, entrelazados con las dominantes relaciones burguesas de producción, como resultado de la deformante penetración imperialista en la economía del País. Fidel tiene presente que el campesinado trabajador, sometido a feroz explotación en Cuba prerrevolucionaria y vinculado orgánicamente a la clase obrera por intereses económicos y políticos en la lucha contra enemigos comunes, la burguesía rural, los latifundistas y los monopolios extranjeros, es un elemento esencial e indispensable para asegurar la culminación exitosa de las transformaciones revolucionarias.
 
Luego, Fidel se refiere a !a pequeña burguesía urbana. El conocimiento de la realidad del País, fortalecido por su quehacer revolucionario, lo lleva a valorar a la pequeña burguesía como una capa social que tuvo en Cuba un apreciable volumen y que sufrió de forma sistemática las consecuencias de la explotación de la oligarquía y el imperialismo y que, por consiguiente, ‘‘en su conjunto fue muy sensible a los grandes males de nuestro país ... su ala radical mantuvo su presencia activa en todas las luchas de nuestro pueblo.” (30)
 
Finalmente, sitúa también, en el polo disruptivo de la estructura socio-clasista de Cuba prerrevolucionaria, a los maestros, técnicos, artistas, profesionales, a los trabajadores intelectuales en general, carentes de todo género de posibilidades en las condiciones de atraso tecnológico, subdesarrollo industrial, sometimiento cultural, etc. El sector de los intelectuales, grupo social integrado por elementos provenientes de clases y sectores sociales diferentes, se encontraba en Cuba, como gráficamente describe Fidel Castro, en un verdadero ‘‘callejón sin salida.” (31)
 
La lectura atenta de la amplísima definición de pueblo contenida en La historia me absolverá, nos lleva a suscribir el juicio hecho por las autoras del ensayo El leninismo en "La historia me absolverá," cuando señalan que aunque la exposición que hace Fidel Castro es exhaustiva, en ella, sin embargo, “no aparece un sólo gran receptor de plusvalía, nadie que viva del sudor de la frente ajena.” (32) Es indudable que Fide! se orienta por el segundo y esencial rasgo de la clásica definición de Lenin sobre las clases sociales: la relación con los medios de producción; de ahí que en el análisis de la composición estructural de las masas populares —del pueblo— contenida en La historia me absolverá, se excluya rotundamente a los explotadores latifundistas, grandes industriales, grandes comerciantes, grandes importadores, grandes burgueses y hasta la mediada burguesía. Esto lo destaca Armando Hart Dávalos cuando expresa: “... Las clases y capas sociales que comprendía el lla-mamiento, eran las de los obreros agrícolas e industriales, los campesinos pobres, los trabajadores intelectuales y los sectores más explotados de la pequeña burguesía.” (33)
 
Al referirse al uso que hace Carlos Marx de la palabra “pueblo,” V. I. Lenin señala que Marx “no velaba con ella la diferencia de las clases, sino que unifica a determinados elementos capaces de llevar la revolución hasta el fin.” (34) Precisamente, es eso lo que hace Fidel Castro cuando, lejos de limitarse a exponer con vehemencia magistral las penurias, la miseria, la situación, de las masas preteridas, sometidas y explotadas, subraya, a la vez, y con la misma fuerza, que en ellas se encuentra la única fuerza motriz para cambiar la vieja estructura social obsoleta y retrógrada por una de nuevo tipo: democrática, popular, soberana, independiente. Para Fidel Castro, el pueblo no es en modo alguno una masa amorfa y destructiva, ni un elemento necesario, pero inerte y sufrido dentro de la estructura social estratificada, desigual y discriminante en grado sumo, sino, por el contrario, el elemento constructivo, apto para asumir la responsabilidad histórica de hacer valederas sus reivindicaciones ancestrales mediante el vuelco radical del régimen social imperante. Esto se expresa con toda nitidez en La historia me absolverá cuando se subraya: “A ese pueblo, cuyos caminos de angustia están empedrados de engaño y falsas promesas, no le íbamos a decir: Te vamos a dar, sino: ¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!” (35)
 
Fidel Castro expone la diferencia objetiva en la situación de los diferentes grupos y sectores sociales de la población y los diferencia desde una óptica clasista; sobre la base de esta interpretación llega a la conclusión de que existen intereses generales comunes para el conjunto de las clases, sectores y grupos que integran el pueblo cubano en la década del 50. Esto puede hacerlo porque para delimitar el contenido histórico-concreto de! pueblo en las condiciones de Cuba neocolonial y dependiente, Fidel ha partido de las tareas objetivas del desarrollo progresivo del país. En esta dirección, el concepto de pueblo en Fidel Castro refleja la determinada unidad de las clases, sectores y grupos de la población cubana prerrevolucionaria vinculados en la búsqueda de una solución a tareas ya maduras por el condicionamiento económico social. En el texto estas tareas maduras se explican ampliamente para ser, finalmente, resumidas así:
El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política. (36)
 
El enfoque histórico-concreto y el principio de! partidismo permitió al máximo líder de la Revolución Cubana llevar a cabo en todo momento una política efectiva y justa; trazar una estrategia y una táctica que posibilitó, por un lado, tener en cuenta los cambios en las posiciones de las diferentes clases y grupos sociales y, por otro, incorporar también, consecuentemente, junto al proletariado urbano y rural y al cam-pesinado trabajador, a otros grupos de la población, como la pequeña burguesía urbana y los intelectuales progresistas, a la lucha decisiva por la democracia primero y el socialismo después.
 
El examen profundo que Fidel Castro realiza, desde una consciente posición partidista, en La historia me absolverá de las clases, grupos y sectores sociales, conformadores de la estructura socio-clasista de la sociedad cubana anterior a 1959, no está exento, como se desprende de los fragmentos arriba citados, de calificativos certeros, valientes, llenos de entusiasmo, coraje, indignación. Y aquí de nuevo es válido recordar a Lenin cuando decía que “Si se exige que las opiniones acerca de los fenómenos sociales se asienten en un análisis inexorablemente objetivo de la realidad y de la evolución real. ¿Hay que deducir de ahí que no se tiene derecho a enojarse? ¡Eso —afirma el gran conductor de la Revolución de Octubre— es simplemente un galimatías, un absurdo!” (37) El análisis de la estructura socio-clasista de la sociedad, contenido en La historia me absolverá, así lo confirma.
 
 * Aquí es interesante recordar el siguiente fragmento del discurso de Fidel Castro en el Centenario de Lenin, el 22 de abril de 1970: “Lo que sí podía decirse es que el grupo de los que habíamos organizado aquel movimiento estábamos fuertemente impregnados del pensamiento marxista-leninista.” (En Selección de textos del MINFAR, La Habana, Ciencias Sociales, t.973,17),
 
** El estudio de las diferencias campo-ciudad en La historia me absolverá merece una atención aparte; lo mismo puede decirse del tratamiento que en la obra recibe el ejercito.
 
REFERENCIAS
 
1. LENIN, V. I. “El partido socialista y el revolucionarismo sin partido”. En Obras completas,    Buenos Aires, Cartago, 1980, t. 10, p. 72.
2. "¿Quiénes son los ‘amigos del pueblo' y cómo luchan contra los socialdemócratas?”. En Obras completas, Moscú, Progreso, 1981, t. 1, p. 155.
3. "Sobre la línea política". En Obras completas, Buenos Aires, Cartago, 1960, t. 18, p. 322.
4. RODRÍGUEZ, Z. “El partidismo objetivo como principio rector de las investiga-ciones sociales marxistas en Cuba revolucionaria.” Revista Cubana de Ciencias Sociales, no. 1, 1983.
5. LENIN, V. I. "¿A qué herencia renunciamos?". En Obras completas, Moscú. Pro-greso, 1981, t. 2, p. 571.
6. "El partido socialista y el revolucionarismo sin    partido”.    Ed. cit., p.    72.
7. CASTRO, F. "La historia me absolverá”. En Cinco documentos, La Habana, Cien
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8. RODRÍGUEZ, C. R. "La Revolución Cubana: rasgos característicos” [en ruso]. En
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9. CUBA; PARTIDO COMUNISTA. Plataforma Programática. En Tesis y resoluciones
del Primer Congreso del PCC, La Habana, Ciencias Sociales, 1978, p. 10.
10. RODRÍGUEZ, C. R. Cuba en el tránsito al socialismo, 1959-1963. La Habana, Edit.
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11. LEVROVSKI, A. I. La estructura social de los países en desarrollo [en ruso],
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12. CASTRO, F. "Discurso en la Universidad Carolina de Praga, el 22 de junio de
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13. LENIN, V. I. "Las tareas inmediatas del poder Soviético". En Obras escogidas
(en 12 t.), Moscú, Progreso, 1977, t. 3, p. 22-
14. RUTKEVICH, M. "La estructura de la sociedad soviética y su marcha hacia la
homogeneidad social”. Rev. de Ciencias Sociales de la URSS, no. 3, 1974, p. 22.
15. AGUIRRE, M., MONAL, I., y GARCÍA, D. El leninismo en "La historia me absolverá." La Habana, Ciencias Sociales, 1980, p. 46.
16. CASTRO, F. La historia me absolverá. Ed. cit., pp. 25, 32, 33, 35, 38, 45, 47, 50.
17. Ibídem, p. 38.39.-
18. RODRIGUEZ, C. R. Cuba en el tránsito al socialismo, 1959-1963. Ed. cit., pp. 33-34.
19. CUBA; PARTIDO COMUNISTA. Plataforma programática. Ed. cit., p.11.
20. CUBA; PARTIDO COMUNISTA. Plataforma programática. Ed. cit., p.11.
21. RODRÍGUEZ, C. R. Cuba en el tránsito al socialismo, 1959-1963. Ed.    cit.r pp.33-34.
22. AGUIRRE, M., MONAL, I., y GARCÍA, D. El leninismo en “La historia me absolverá". Ed. cit., pp. 45-65.
23. MARIMÓN, E. El estado cubano. La Habana, Editora Política, 1978, pp. 5-8.
24 MARTÍNEZ, F. “La noción de 'pueblo' en 'La historia me absolverá'” Verde Olivo, no. 46, 1973, pp. 26-29.
25. SÁNCHEZ, G. "El Moncada: crisis del sistema neocolonial, inicio de la Revolución Latinoamericana’’. Rev. Casa de las Américas, no. 79, 1973, pp. 44-90.
26- AGUIRRE, M., MONAL, I., y GARCÍA, D. El leninismo en “La historia me absolverá". Ed. cit., p. 52.
27. CASTRO, F. La historia me absolverá. Ed. cit., pp. 39-41.
28 Ibidem, p. 45.
29. Ibidem, p. 40.
30. CUBA; PARTIDO COMUNISTA. Primer Congreso: Plataforma programática.    Ed.
cit., p. 12.
31. CASTRO, F. La historia me absolverá” Ed. cit., p. 41.
32. AGUIRRE, M., MONAL, l„ y GARCÍA, D. El leninismo en “La historia me absol
verá". Ed. cit., p. 53.
33. HART, A. “Discurso por el XX aniversario del alzamiento del 30 de Noviembre".
Granma, 19 de diciembre, 1976, p. 3.
34. LENIN, V. I. "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática ".
En Obras escogidas (en 12 t.). Moscú, Progreso, 1976, t. 3, p. 571.
35. CASTRO, F. La historia me absolverá. Ed. cft., p. 41.
36. Ibidem, p. 45.
37. LENIN, V. I. “¿A qué herencia renunciamos?". En Obras completas, Ed. cit., p. 571.
 
ON PARTISANSHIP AND THE ANALYSIS OF THE SOCIAL AND CLASS STRUCTURE IN HISTORY WILL ABSOLVE ME
ABSTRACT. In his remarkable defense —known as “History will absolve me”— during the trial for the attack of the Moncada Garrison, Fidel Castro skillfully analyzes with a scientific perspective the social and class structure of pre-revolutionary Cuban society. In this significant document the objetive approach to social reality and to the    relations it    establishes between the    different social classes and    sectors    is
closely linked to    the    impassioned    appraisal expressed from the point    of view    of
the ideals and aspirations of the social groups interested —by their objective position in the system of production— in the radical change of the existing social regime that prevailed until the first of January, 1959.
fiie present    work    is only an initial    approach to a problem of    tremendous
theoretical, practical, and ideological interest: the relation objectivity and partisanship in History will absolve me. Some points are developed that concern the above mentioned question of the analysis of the social and class structure of Cuban society previous to 1959, made by the main leader of the Revolution on October, 1953, when through an unprecedented legal process as a result of the attack on the Moncada Garrison, whose 30th Aniversary is celebrated.
 
 
Rojas Requería. Lic. en Historia (1967); C. Dr. en Ciencias Filosóficas (1980). Ha publicado investigaciones sociólogicas, especialmente referentes a la sociología y la educación rurales. Profesa en !a Universidad de La Habana. Investiga en el Instituto de Filosofía de ¡a Academia de Ciencias de Cuba.