RESPALDO POPULAR
El cuartelazo del general Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, marca el principio del fin de un viejo orden político en Cuba. Mirando retrospectivamente la historia, se tiene la sensación que se trató de un acontecimiento inevitable.
La protesta organizada, como es usual, la hicieron los estudiantes y la juventud. Tan pronto emergió Fidel Castro y sus jóvenes, se constituyó en un símbolo para aglutinar a los descontentos y creció la oposición violenta.
Su autodefensa es un documento que los cubanos comparan por sus efectos con “El Presidio Político en Cuba”, de José Martí. Bravo, elocuente, exaltado, largo – tomó seis horas -, es recordado todavía, porque contenía las reformas sociales que Fidel Castro puso en efecto inmediatamente después de su entrada victoriosa a La Habana en enero de 1959. Aquel pronunciamiento histórico, concluía con estas palabras célebres: “La Historia me Absolverá”.
A las pocas semanas del desembarco del “Granma”, la permanencia en la Sierra Maestra, de Fidel y sus hombres se convertiría en símbolo para construir la oposición militante: una pequeña fuerza armada y un movimiento de resistencia cívica.
Antes que Fidel Castro se convirtiera en un símbolo y en el principal dirigente de la rebelión, tenía que probar que estaba vivo y comenzando la lucha. Eso se logró, el 24 de febrero de 1957, cuando “The New York Times” publicó una entrevista que obtuve semanas antes en la Sierra Maestra.
Toda la juventud cubana se puso al lado de Fidel Castro y miles muchachos sufrieron la persecución policíaca, la tortura y la muerte.
Muchas personas que quieren comprender lo que pasa hoy en Cuba, deben tener esto presente: fue una revolución de jóvenes y son los jóvenes cubanos quienes le dan contenido y significado a las transformaciones sociales del momento.
La Revolución que siguió a la rebelión triunfante es clásica en sus objetivos, pero con características cubanas.
No hay nada más importante que pueda decirse de la Revolución Cubana que este hecho: el imponente respaldo popular con que cuenta.
Debe tenerse bien claro esto: el proceso no puede echarse para atrás, ni Cuba será más como antes.