Hotel REX, un día antes del asalto al Moncada
Data:
24/04/2013
Fonte:
Diario Granma
Autore:
En la Avenida Victoriano Garzón, esquina a Marte, en Santiago de Cuba, se encuentra el hotel Rex, uno de los lugares escogidos por los asaltantes del Moncada para pasar el día 25 de julio, antes de dirigirse a la granjita Siboney y, de allí, a la fortaleza militar.
El día 16 tiene 5.00 pesos porque le pagó a un amigo la habitación 38 por una noche. Julio 16 -53. (Aparece una firma).
¿Cuál amigo? ¿Fidel? ¿Renato Guitart? ¿Quién...?
En la breve anotación —simple dato administrativo, de contabilidad—, el empleado del hotel Rex no puso el nombre del amigo de Abel Santamaría. La noticia está presillada con una cuenta-comprobante. En esta, la firma de Abel es inconfundible. Luego, desde ese día hasta el 25, aparece la misma firma en otros comprobantes de consumo de alimentos.
Cuando los reporteros de Granma encontraron el Libro de Registro de huéspedes del hotel Rex de Santiago de Cuba —donde un grupo de los asaltantes del Moncada pasó el día anterior al ataque—, no fueron pocas las interrogantes que surgieron en la mente. Además del libro, se habían hallado para la historia numerosos comprobantes y, entre ellos, el que registra, en detalle, lo consumido por los jóvenes el 25 de julio, pocas horas antes de dirigirse a la granjita Siboney, y de allí hacia la fortaleza militar.
El hallazgo de los documentos, sin embargo, y aparte de la fuerte emoción que produjo el conocerse su existencia, no podía arrojar más luz que la de las comunes anotaciones que se hacen en un hotel. En este caso, incluso, algunos datos del Libro de Registro están incompletos, lo que obligó aún más a los periodistas a hacer la investigación.
Allí figuraban, además de la firma de Abel Santamaría, las de Jesús Montané, Boris Luis Santa Coloma y otras.
¿Por qué solo unas pocas rúbricas si el grupo estaba constituido por 25 jóvenes? ¿Y la presencia de Abel, según la cuenta abierta, primero, el día 9 de julio, y luego, del 16 al 25? Pero más aún, ¿por qué el segundo jefe del ataque al Moncada firmó como Manuel Sampino a su llegada al Rex el 16 de julio? Quién era Rolando Rodríguez, el joven que entonces se hospedó con Abel?
Francisco Rivas, empleado del hotel Rex en aquella época, junto con otros de sus compañeros, ayudan con sus testimonios a despejar esas incógnitas.
De acuerdo con los testimonios y los comprobantes, Abel Santamaría se hospedó en el Rex el día 16 de julio, pero significativamente firmó como Manuel Sampino. Alguien que lo acompañaba lo hizo como Rolando Rodríguez.
"Ya Abel había estado aquí antes de esa fecha —cuenta— y al carpetero le llamó algo la atención ese cambio de nombre, pero realmente, en medio del trabajo, no le dio mucha o ninguna importancia, aunque ahora parezca un absurdo. El otro puso que era "casado", de profesión "Propaganda" y procedencia "Habana". Tenía un notable parecido con Ramón Castro, quien era un viejo cliente del hotel, que venía a menudo de allá, de Mayarí, y se hospedaba casi siempre aquí. Uno no estaba en nada, no podía sospechar nada, y estos detalles no tuvieron mayor importancia. Han pasado muchos años y no sería serio decir que se trataba de Fidel. Pero ya le digo, se parecía a Ramón Castro".
El amigo de "Manuel Sampino" solo estuvo hospedado un día —el 16—, y el precio de la habitación aparece en la cuenta de Abel. Curiosamente, el empleado de turno abrió la cuenta a nombre de "Sr. Santamaría", pese a que en el Libro de Registro, como dijimos, Abel puso otro nombre. Ello hace pensar que el carpetero o la carpetera actuó por reflejo y no tuvo en cuenta aquel "Manuel Sampino"... En esta oportunidad, Abel y su acompañante ocuparon las habitaciones 36 y 38. La primera de estas habitaciones fue utilizada por el segundo jefe de la acción del Moncada hasta el día 25.
Días después, Abel habló con los propietarios del hotel y les dijo que deseaba que le alquilaran varias habitaciones, "pues hay unos amigos míos que vienen de La Habana para los carnavales". Como el número de habitaciones era muy alto, se le respondió que no se le podía confirmar de inmediato, aunque harían lo posible por complacerlo. Abel, por su trato amable, evidentemente, había logrado ganarse cierta simpatía del personal del hotel, según afirma "Pancho" Rivas.
Días más tarde, ahora acompañado de Renato Guitart, a quien todos conocían bien por ser santiaguero, Abel se interesó nuevamente por las habitaciones. Entre él y la dueña se entabló este diálogo:
—Santamaría —le dijo— ¿son jóvenes tranquilos y pacíficos, sus amigos? Usted sabe que aquí hay familias, niños. Usted sabe cómo son las fiestas, los tragos.
—Mis amigos —aseguró Abel— son de lo mejor, de lo mejor.
La presencia de Renato —quien precisamente había gestionado una habitación para Abel cuando este estuvo en el hotel por primera vez el 9 de julio, y por quien los propietarios del Rex sentían confianza— influyó en la determinación de facilitarles las habitaciones: fueron las numeradas con el 37, 38, 39, 40 y 41, además de la 36 que ya tenía Abel.
Como quiera que el grupo de jóvenes se elevaba a 25, fue necesario habilitar cada cuarto con dos camas y dos "pin-pan-pun".
El día 25, y confundidos con los demás huéspedes, entre los que disfrutaban de los tradicionales carnavales, llegaron a las tres de la tarde los primeros jóvenes. Exactamente, llegaron cuatro.
"Por cierto, al carpetero le llamó la atención porque permitió que uno de los jóvenes —Boris Luis Santa Coloma— pusiera su nombre y debajo comillas, como si se tratara de dos personas a la vez. El carpetero se excusó con los dueños y dijo que él se lo iba a señalar a Boris cuando lo viera, pero eso se quedó así".
Abel y Renato habían mandado a preparar almuerzo para "los amigos que venían a los carnavales". Pero la demora de estos hizo que les pidieran a los dueños del Rex que fuera servido un poco más tarde. Los dueños accedieron, y alguien recuerda que se le dijo a Abel que no eran necesarias 25 raciones de comida, "pues cuando se está en grupo, algunos no comen o comen poco". Abel dijo que estaba bien. Solo se prepararon 20 raciones.
Según el comprobante que se conserva, el último pedido de este grupo de asaltantes fue el siguiente:
Veinte arroz con pollo, 20 ensaladas, 20 raciones de plátanos, 20 pan y mantequilla, 12 café, 27 agua mineral, tres cervezas Hatuey, siete postres, cuatro tabacos Moya, cinco tabacos H. Uppmann. El comprobante está firmado por B. Santamaría.
"Déjeme decirle que, como el grueso del grupo llegó tarde, ellos mismos ayudaron a los camareros a colocar las mesas. Es decir, pusieron varias mesas en fila, como en los banquetes, y después se sentaron todos. Hay otra cosa: como llegaron fuera de la hora anunciada, la mayoría no se registró en el Libro, y por eso solo aparecen tres o cuatro firmas. Esas cosas ahora no tienen, quizá, explicación, pero fue así. Hay que tener en cuenta que estábamos en carnavales, había tremendo movimiento de gente, ustedes saben...".
Esa misma lógica confusión impide que se recuerde qué hicieron los jóvenes después de almorzar. Algunos subieron a sus habitaciones, pero de los demás no se sabe qué rumbo tomaron.
A las nueve de la noche, según recuerdan, el grupo volvió a reunirse. Una parte bajó del piso donde estaban.
"En el primer grupito venía Abel. Eran como cinco, y recuerdo que uno de ellos apagó las luces que hay en el pasillo, pero pensamos que eran cosas de las fiestas, del ambiente que había. Abel se acercó a la carpetera y le dijo: "Ya nos vamos para la fiesta, señora". Allí, en un sillón, había una anciana, y no sabemos por qué comentó que "esos no parecen que van para una fiesta"... Al poco rato salió otro grupo, junto con Renato, pero Renato no los siguió. Ellos bajaron y Renato se quedó sentado en uno de los sillones, aquí, en el salón de espera. Él dijo que iba a esperar una llamada telefónica".
"Al poco rato, alguien que parecía estar borracho, y al ver a Guitart como que dormitaba, encendió una de esas bombitas, un cohetico, y lo dejó caer cerca de Renato. Vimos que este se sobresaltó y miró para todas partes. Preguntó si lo habían llamado y se le dijo que no. Como a las 10 y media, se marchó. El fue el último en salir esa noche del hotel".
Hasta ahí, los recuerdos de los antiguos trabajadores del hotel Rex sobre la estancia en ese lugar de uno de los grupos que en la madrugada del día 26 asaltarían el cuartel Moncada, dirigidos por Fidel Castro.
Por razones que se desconocen, ese mismo día 26, alrededor de las 10 de la mañana, una patrulla de soldados, pertenecientes al SIM (Servicio de Inteligencia Militar), se apareció en el hotel y registró el establecimiento, a la vez que reclamaban información sobre el paradero de Fidel: "¿Dónde está ese Fidel Castro? ¡Sabemos que está en la habitación 39! ¡En la 39!", gritaban los soldados.
El registro y las amenazas resultaron infructuosos. Únicamente encontraron unos libros de Abel. La resistencia de los dueños del hotel, que invocaron su derecho a conservar el Libro de Registro como documento oficial, impidió que este fuera ocupado, y que se mantuviera oculto hasta que, gracias a los indicios que ofreciera el compañero Francisco (Pancho) Rivas, fuera encontrado por los reporteros de Granma.
Hoy, esos valiosos documentos, de valor histórico extraordinario, forman parte de los otros muchos conservados por la Revolución, y que nos hablan de la página de heroísmo escrita por los jóvenes del Centenario de Martí, guiados y dirigidos por Fidel. (Fragmentos del reportaje publicado en Granma en 1973, con motivo del XX aniversario).
El día 16 tiene 5.00 pesos porque le pagó a un amigo la habitación 38 por una noche. Julio 16 -53. (Aparece una firma).
¿Cuál amigo? ¿Fidel? ¿Renato Guitart? ¿Quién...?
En la breve anotación —simple dato administrativo, de contabilidad—, el empleado del hotel Rex no puso el nombre del amigo de Abel Santamaría. La noticia está presillada con una cuenta-comprobante. En esta, la firma de Abel es inconfundible. Luego, desde ese día hasta el 25, aparece la misma firma en otros comprobantes de consumo de alimentos.
Cuando los reporteros de Granma encontraron el Libro de Registro de huéspedes del hotel Rex de Santiago de Cuba —donde un grupo de los asaltantes del Moncada pasó el día anterior al ataque—, no fueron pocas las interrogantes que surgieron en la mente. Además del libro, se habían hallado para la historia numerosos comprobantes y, entre ellos, el que registra, en detalle, lo consumido por los jóvenes el 25 de julio, pocas horas antes de dirigirse a la granjita Siboney, y de allí hacia la fortaleza militar.
El hallazgo de los documentos, sin embargo, y aparte de la fuerte emoción que produjo el conocerse su existencia, no podía arrojar más luz que la de las comunes anotaciones que se hacen en un hotel. En este caso, incluso, algunos datos del Libro de Registro están incompletos, lo que obligó aún más a los periodistas a hacer la investigación.
Allí figuraban, además de la firma de Abel Santamaría, las de Jesús Montané, Boris Luis Santa Coloma y otras.
¿Por qué solo unas pocas rúbricas si el grupo estaba constituido por 25 jóvenes? ¿Y la presencia de Abel, según la cuenta abierta, primero, el día 9 de julio, y luego, del 16 al 25? Pero más aún, ¿por qué el segundo jefe del ataque al Moncada firmó como Manuel Sampino a su llegada al Rex el 16 de julio? Quién era Rolando Rodríguez, el joven que entonces se hospedó con Abel?
Francisco Rivas, empleado del hotel Rex en aquella época, junto con otros de sus compañeros, ayudan con sus testimonios a despejar esas incógnitas.
De acuerdo con los testimonios y los comprobantes, Abel Santamaría se hospedó en el Rex el día 16 de julio, pero significativamente firmó como Manuel Sampino. Alguien que lo acompañaba lo hizo como Rolando Rodríguez.
"Ya Abel había estado aquí antes de esa fecha —cuenta— y al carpetero le llamó algo la atención ese cambio de nombre, pero realmente, en medio del trabajo, no le dio mucha o ninguna importancia, aunque ahora parezca un absurdo. El otro puso que era "casado", de profesión "Propaganda" y procedencia "Habana". Tenía un notable parecido con Ramón Castro, quien era un viejo cliente del hotel, que venía a menudo de allá, de Mayarí, y se hospedaba casi siempre aquí. Uno no estaba en nada, no podía sospechar nada, y estos detalles no tuvieron mayor importancia. Han pasado muchos años y no sería serio decir que se trataba de Fidel. Pero ya le digo, se parecía a Ramón Castro".
El amigo de "Manuel Sampino" solo estuvo hospedado un día —el 16—, y el precio de la habitación aparece en la cuenta de Abel. Curiosamente, el empleado de turno abrió la cuenta a nombre de "Sr. Santamaría", pese a que en el Libro de Registro, como dijimos, Abel puso otro nombre. Ello hace pensar que el carpetero o la carpetera actuó por reflejo y no tuvo en cuenta aquel "Manuel Sampino"... En esta oportunidad, Abel y su acompañante ocuparon las habitaciones 36 y 38. La primera de estas habitaciones fue utilizada por el segundo jefe de la acción del Moncada hasta el día 25.
Días después, Abel habló con los propietarios del hotel y les dijo que deseaba que le alquilaran varias habitaciones, "pues hay unos amigos míos que vienen de La Habana para los carnavales". Como el número de habitaciones era muy alto, se le respondió que no se le podía confirmar de inmediato, aunque harían lo posible por complacerlo. Abel, por su trato amable, evidentemente, había logrado ganarse cierta simpatía del personal del hotel, según afirma "Pancho" Rivas.
Días más tarde, ahora acompañado de Renato Guitart, a quien todos conocían bien por ser santiaguero, Abel se interesó nuevamente por las habitaciones. Entre él y la dueña se entabló este diálogo:
—Santamaría —le dijo— ¿son jóvenes tranquilos y pacíficos, sus amigos? Usted sabe que aquí hay familias, niños. Usted sabe cómo son las fiestas, los tragos.
—Mis amigos —aseguró Abel— son de lo mejor, de lo mejor.
La presencia de Renato —quien precisamente había gestionado una habitación para Abel cuando este estuvo en el hotel por primera vez el 9 de julio, y por quien los propietarios del Rex sentían confianza— influyó en la determinación de facilitarles las habitaciones: fueron las numeradas con el 37, 38, 39, 40 y 41, además de la 36 que ya tenía Abel.
Como quiera que el grupo de jóvenes se elevaba a 25, fue necesario habilitar cada cuarto con dos camas y dos "pin-pan-pun".
El día 25, y confundidos con los demás huéspedes, entre los que disfrutaban de los tradicionales carnavales, llegaron a las tres de la tarde los primeros jóvenes. Exactamente, llegaron cuatro.
"Por cierto, al carpetero le llamó la atención porque permitió que uno de los jóvenes —Boris Luis Santa Coloma— pusiera su nombre y debajo comillas, como si se tratara de dos personas a la vez. El carpetero se excusó con los dueños y dijo que él se lo iba a señalar a Boris cuando lo viera, pero eso se quedó así".
Abel y Renato habían mandado a preparar almuerzo para "los amigos que venían a los carnavales". Pero la demora de estos hizo que les pidieran a los dueños del Rex que fuera servido un poco más tarde. Los dueños accedieron, y alguien recuerda que se le dijo a Abel que no eran necesarias 25 raciones de comida, "pues cuando se está en grupo, algunos no comen o comen poco". Abel dijo que estaba bien. Solo se prepararon 20 raciones.
Según el comprobante que se conserva, el último pedido de este grupo de asaltantes fue el siguiente:
Veinte arroz con pollo, 20 ensaladas, 20 raciones de plátanos, 20 pan y mantequilla, 12 café, 27 agua mineral, tres cervezas Hatuey, siete postres, cuatro tabacos Moya, cinco tabacos H. Uppmann. El comprobante está firmado por B. Santamaría.
"Déjeme decirle que, como el grueso del grupo llegó tarde, ellos mismos ayudaron a los camareros a colocar las mesas. Es decir, pusieron varias mesas en fila, como en los banquetes, y después se sentaron todos. Hay otra cosa: como llegaron fuera de la hora anunciada, la mayoría no se registró en el Libro, y por eso solo aparecen tres o cuatro firmas. Esas cosas ahora no tienen, quizá, explicación, pero fue así. Hay que tener en cuenta que estábamos en carnavales, había tremendo movimiento de gente, ustedes saben...".
Esa misma lógica confusión impide que se recuerde qué hicieron los jóvenes después de almorzar. Algunos subieron a sus habitaciones, pero de los demás no se sabe qué rumbo tomaron.
A las nueve de la noche, según recuerdan, el grupo volvió a reunirse. Una parte bajó del piso donde estaban.
"En el primer grupito venía Abel. Eran como cinco, y recuerdo que uno de ellos apagó las luces que hay en el pasillo, pero pensamos que eran cosas de las fiestas, del ambiente que había. Abel se acercó a la carpetera y le dijo: "Ya nos vamos para la fiesta, señora". Allí, en un sillón, había una anciana, y no sabemos por qué comentó que "esos no parecen que van para una fiesta"... Al poco rato salió otro grupo, junto con Renato, pero Renato no los siguió. Ellos bajaron y Renato se quedó sentado en uno de los sillones, aquí, en el salón de espera. Él dijo que iba a esperar una llamada telefónica".
"Al poco rato, alguien que parecía estar borracho, y al ver a Guitart como que dormitaba, encendió una de esas bombitas, un cohetico, y lo dejó caer cerca de Renato. Vimos que este se sobresaltó y miró para todas partes. Preguntó si lo habían llamado y se le dijo que no. Como a las 10 y media, se marchó. El fue el último en salir esa noche del hotel".
Hasta ahí, los recuerdos de los antiguos trabajadores del hotel Rex sobre la estancia en ese lugar de uno de los grupos que en la madrugada del día 26 asaltarían el cuartel Moncada, dirigidos por Fidel Castro.
Por razones que se desconocen, ese mismo día 26, alrededor de las 10 de la mañana, una patrulla de soldados, pertenecientes al SIM (Servicio de Inteligencia Militar), se apareció en el hotel y registró el establecimiento, a la vez que reclamaban información sobre el paradero de Fidel: "¿Dónde está ese Fidel Castro? ¡Sabemos que está en la habitación 39! ¡En la 39!", gritaban los soldados.
El registro y las amenazas resultaron infructuosos. Únicamente encontraron unos libros de Abel. La resistencia de los dueños del hotel, que invocaron su derecho a conservar el Libro de Registro como documento oficial, impidió que este fuera ocupado, y que se mantuviera oculto hasta que, gracias a los indicios que ofreciera el compañero Francisco (Pancho) Rivas, fuera encontrado por los reporteros de Granma.
Hoy, esos valiosos documentos, de valor histórico extraordinario, forman parte de los otros muchos conservados por la Revolución, y que nos hablan de la página de heroísmo escrita por los jóvenes del Centenario de Martí, guiados y dirigidos por Fidel. (Fragmentos del reportaje publicado en Granma en 1973, con motivo del XX aniversario).