Fidel sobre el equilibrio del mundo aún vacilante
Data:
18/01/2013
Fonte:
Diario Granma
A propósito de la cercanía de la Tercera Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, Granma reproduce fragmentos del discurso del Comandante en Jefe en la Clausura de la primera versión de ese importante evento, en enero del 2003
¿Qué significa Martí para los cubanos?
En un documento denominado El Presidio Político en Cuba, Martí cuando apenas tenía 18 años, después de sufrir cruel prisión a los 16 con grilletes de hierro atados a sus pies, afirmó: "Dios existe, sin embargo, en la idea del bien, que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La lágrima es la fuente de sentimiento eterno".
Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió.
(¼ ) Más allá de Cuba, ¿qué recibió de él el mundo? Un ejemplo excepcional de creador y humanista digno de recordarse a lo largo de los siglos.
(¼ ) En la ya famosa carta inconclusa a su amigo entrañable Manuel Mercado, que Martí interrumpe para marchar sin que nadie pudiera impedirlo a un inesperado combate, reveló para la historia su más íntimo pensamiento, que no por conocido y repetido dejaré de consignar una vez más: "Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, [...] de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso".
Semanas antes, al suscribir en Santo Domingo el Manifiesto de Montecristi junto al ejemplar patriota latinoamericano Máximo Gómez, de origen dominicano y escogido por Martí como jefe militar de las fuerzas cubanas, próximo a partir hacia Cuba, entre otras muchas y brillantes ideas revolucionarias, Martí escribió algo tan admirable que, aun a riesgo de aburrir, también necesito repetir: "La guerra de independencia de Cuba [...] es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo".
Cuán precozmente escribió esta última frase, que se ha convertido en el tema principal de este encuentro. Nada hay hoy más necesario y vital que ese distante y al parecer utópico equilibrio.
Ciento seis años, cuatro meses y dos días después de la carta de José Martí a Manuel Mercado, y ciento seis años, cinco meses y veintiséis días después del Manifiesto de Montecristi firmado por Martí y Gómez, el presidente de Estados Unidos, en discurso pronunciado el 20 de septiembre del 2001, ante el Congreso de esa nación, pronunció las siguientes frases:
"Vamos a utilizar cualquier arma de guerra que sea necesaria".
"El país no debe esperar una sola batalla, sino una campaña prolongada, una campaña sin paralelo en nuestra historia".
"Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o está con nosotros o está con el terrorismo".
"Les he pedido a las Fuerzas Armadas que estén en alerta, y hay una razón para ello: se acerca la hora de que entremos en acción, y ustedes nos van a hacer sentir orgullosos".
(¼ ) "No sabemos cuál va a ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser el desenlace. [...] Y sabemos que Dios no es neutral".
En discurso pronunciado el 1 de junio del 2002, al cumplirse el aniversario 200 de la Academia Militar de West Point, el presidente de Estados Unidos, entre otras cosas, declaró:
"En el mundo en el que hemos entrado, la única vía para la seguridad es la vía de la acción. Y esta nación actuará.
"Nuestra seguridad requerirá que transformemos a la fuerza militar que ustedes dirigirán en una fuerza militar que debe estar lista para atacar inmediatamente en cualquier oscuro rincón del mundo, [...] que estemos listos para el ataque preventivo cuando sea necesario defender nuestra libertad y defender nuestras vidas.
"Enviaremos diplomáticos a donde sean necesarios, y los enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, donde ustedes sean necesarios.
"Estamos ante un conflicto entre el bien y el mal. [...] No creamos un problema sino que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en la lucha contra el problema".
(¼ ) Aquellas palabras no las pronunciaba un loco desde un oscuro rincón de un manicomio. Están avaladas por decenas de miles de armas nucleares, millones de bombas y proyectiles destructores, decenas de miles de misiles teleguiados y precisos, miles de bombarderos y aviones de combate, con pilotos y sin pilotos; decenas de escuadras y destacamentos navales con portaaviones y submarinos de propulsión nuclear o convencional, bases militares con permiso o sin permiso en todos los rincones del mundo; satélites militares que espían cada kilómetro cuadrado del planeta, sistemas de comunicación seguros e instantáneos, capacidad de aplastar los de cualquier otro país y posibilidad de interceptar simultáneamente miles de millones de conversaciones; arsenales fabulosos de armas químicas y biológicas y presupuestos de gastos militares que se aproximan a 400 mil millones de dólares, con los cuales podrían enfrentarse y resolver muchos de los principales problemas del mundo. Las amenazas mencionadas han sido pronunciadas por quien dispone y puede ordenar el empleo de esos medios. ¿Pretexto? El brutal ataque terrorista del 11 de septiembre que costó la vida a miles de norteamericanos. El mundo entero se solidarizó con el pueblo norteamericano e indignado condenó el ataque. Con el apoyo unánime de la opinión mundial, pudo enfrentarse al flagelo del terrorismo desde todos los ángulos y todas las corrientes políticas y religiosas.
La batalla, como planteó Cuba, debía ser fundamentalmente política y ética, en interés y con el apoyo de todos los pueblos del mundo. Nadie podía concebir la idea de enfrentar absurdas, desacreditadas e impopulares concepciones terroristas que afectan a personas inocentes, aplicadas por individuos, grupos, organizaciones, e incluso algún estado o gobierno, utilizando para combatirlas un brutal terrorismo de estado universal y proclamando como derecho de una superpotencia el posible exterminio de naciones enteras, con empleo incluso de armas nucleares y otras de destrucción masiva.
(¼ ) Nadie puede saber o adivinar lo que puede ocurrir en cualquier guerra o situación semejante. Lo único que es posible afirmar es que la amenaza de una guerra en Iraq ha estado gravitando considerablemente sobre la economía mundial, hoy afectada por una grave y profunda crisis que, unida al golpe fascista contra el gobierno bolivariano de Venezuela, uno de los mayores exportadores de petróleo, ha elevado los precios de este vital producto a niveles insoportables para la inmensa mayoría del resto de los países, especialmente los más pobres, aun antes de que haya sonado un disparo en Iraq.
(¼ ) Si nos apartamos de las terribles consecuencias de una guerra en aquella región, que la única superpotencia podría imponer a su arbitrio, el desequilibrio en el terreno económico que hoy padece el mundo es de igual modo una enorme tragedia.
Crecen y se profundizan las diferencias relacionadas con los países ricos y pobres, entre ellos y dentro de ellos, es decir, crece el abismo en la distribución de la riqueza, el peor azote de nuestra era, con su secuela de pobreza, hambre, ignorancia, enfermedades, dolor y sufrimiento insoportables para los seres humanos.
¿Por qué no nos atrevemos a decir que no puede haber democracia, libre opción ni libertad real en medio de espantosas desigualdades, ignorancia, analfabetismo total o funcional, ausencia de conocimientos y una falta asombrosa de cultura política, económica, científica y artística a las que solo pueden acceder exiguas minorías, incluso dentro de los países desarrollados, inundado el mundo por un millón de millones de dólares de publicidad comercial y consumista, que envenena a las masas con ansias de sueños y deseos inaccesibles, que conduce al despilfarro, la enajenación, y la destrucción implacable de las condiciones naturales de la vida humana? En apenas un siglo y medio agotaremos los recursos energéticos y sus reservas probadas y probables que la naturaleza tardó 300 millones de años en crear, sin que apenas se vislumbre un sustituto viable.
¿Qué conocen las masas de los complejos problemas económicos del mundo de hoy? ¿Quién les enseñó lo que es el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OMC, y otras instituciones similares? ¿Quién les explicó las crisis económicas, sus causas y consecuencias? ¿Quién les dijo que ya el capitalismo, la libre empresa y la libre competencia apenas existen, y que 500 grandes empresas transnacionales controlan el 80 % de la producción y el comercio mundiales? (¼ ) ¿Quién les instruyó de que las monedas del Tercer Mundo son papeles que constantemente se devalúan y sus reservas de dinero real o casi real escapan inexorablemente hacia los países más ricos, como la ley física de Newton, y las terribles consecuencias materiales y sociales de esta realidad? ¿O por qué debemos millones de millones de dólares impagables e incobrables, mientras decenas de millones de personas, incluidos niños de cero a cinco años, mueren de hambre y enfermedades curables cada año? ¿Cuántos los que están conscientes de que nuestras culturas nacionales están siendo cada vez más destruidas?
(¼ ) ¿Por qué no se levanta un monumento vivo a la hermosa y profunda verdad contenida en el apotegma martiano "Ser culto es el único modo de ser libre"?
(¼ ) Si en algo hemos sabido honrar al héroe, cuyo fecundo natalicio conmemoramos hoy, es haber demostrado que un país pequeño y pobre, aun cometiendo muchos inevitables errores de aprendizaje, puede hacer mucho con muy poco.
El mayor monumento de los cubanos a su memoria es haber sabido construir y defender esta trinchera, para que nadie pudiera caer con una fuerza más sobre los pueblos de América y del mundo.
(¼ ) En el propio pueblo norteamericano, al que nunca hemos visto como enemigo ni hemos culpado de las amenazas y agresiones que durante más de 40 años hemos sufrido, podemos percibir, a partir de sus raíces éticas, un amigo y un aliado potencial de las causas justas de la humanidad. Lo vimos ya cuando la guerra de Vietnam. Lo vimos en algo que nos tocó tan cerca como el secuestro del niño Elián González. Lo vimos en su apoyo a la lucha de Martin Luther King. Lo vimos en Seattle y en Quebec, junto a canadienses, latinoamericanos y europeos contra la globalización neoliberal. Lo empezamos a ver ya en su oposición a una guerra innecesaria, sin contar al menos con la aprobación del Consejo de Seguridad. Lo veremos mañana junto a los demás pueblos del mundo defendiendo el único camino que puede preservar la especie humana de las propias locuras de los seres humanos.
¿Qué significa Martí para los cubanos?
En un documento denominado El Presidio Político en Cuba, Martí cuando apenas tenía 18 años, después de sufrir cruel prisión a los 16 con grilletes de hierro atados a sus pies, afirmó: "Dios existe, sin embargo, en la idea del bien, que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La lágrima es la fuente de sentimiento eterno".
Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió.
(¼ ) Más allá de Cuba, ¿qué recibió de él el mundo? Un ejemplo excepcional de creador y humanista digno de recordarse a lo largo de los siglos.
(¼ ) En la ya famosa carta inconclusa a su amigo entrañable Manuel Mercado, que Martí interrumpe para marchar sin que nadie pudiera impedirlo a un inesperado combate, reveló para la historia su más íntimo pensamiento, que no por conocido y repetido dejaré de consignar una vez más: "Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber, [...] de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso".
Semanas antes, al suscribir en Santo Domingo el Manifiesto de Montecristi junto al ejemplar patriota latinoamericano Máximo Gómez, de origen dominicano y escogido por Martí como jefe militar de las fuerzas cubanas, próximo a partir hacia Cuba, entre otras muchas y brillantes ideas revolucionarias, Martí escribió algo tan admirable que, aun a riesgo de aburrir, también necesito repetir: "La guerra de independencia de Cuba [...] es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo".
Cuán precozmente escribió esta última frase, que se ha convertido en el tema principal de este encuentro. Nada hay hoy más necesario y vital que ese distante y al parecer utópico equilibrio.
Ciento seis años, cuatro meses y dos días después de la carta de José Martí a Manuel Mercado, y ciento seis años, cinco meses y veintiséis días después del Manifiesto de Montecristi firmado por Martí y Gómez, el presidente de Estados Unidos, en discurso pronunciado el 20 de septiembre del 2001, ante el Congreso de esa nación, pronunció las siguientes frases:
"Vamos a utilizar cualquier arma de guerra que sea necesaria".
"El país no debe esperar una sola batalla, sino una campaña prolongada, una campaña sin paralelo en nuestra historia".
"Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o está con nosotros o está con el terrorismo".
"Les he pedido a las Fuerzas Armadas que estén en alerta, y hay una razón para ello: se acerca la hora de que entremos en acción, y ustedes nos van a hacer sentir orgullosos".
(¼ ) "No sabemos cuál va a ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser el desenlace. [...] Y sabemos que Dios no es neutral".
En discurso pronunciado el 1 de junio del 2002, al cumplirse el aniversario 200 de la Academia Militar de West Point, el presidente de Estados Unidos, entre otras cosas, declaró:
"En el mundo en el que hemos entrado, la única vía para la seguridad es la vía de la acción. Y esta nación actuará.
"Nuestra seguridad requerirá que transformemos a la fuerza militar que ustedes dirigirán en una fuerza militar que debe estar lista para atacar inmediatamente en cualquier oscuro rincón del mundo, [...] que estemos listos para el ataque preventivo cuando sea necesario defender nuestra libertad y defender nuestras vidas.
"Enviaremos diplomáticos a donde sean necesarios, y los enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, donde ustedes sean necesarios.
"Estamos ante un conflicto entre el bien y el mal. [...] No creamos un problema sino que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en la lucha contra el problema".
(¼ ) Aquellas palabras no las pronunciaba un loco desde un oscuro rincón de un manicomio. Están avaladas por decenas de miles de armas nucleares, millones de bombas y proyectiles destructores, decenas de miles de misiles teleguiados y precisos, miles de bombarderos y aviones de combate, con pilotos y sin pilotos; decenas de escuadras y destacamentos navales con portaaviones y submarinos de propulsión nuclear o convencional, bases militares con permiso o sin permiso en todos los rincones del mundo; satélites militares que espían cada kilómetro cuadrado del planeta, sistemas de comunicación seguros e instantáneos, capacidad de aplastar los de cualquier otro país y posibilidad de interceptar simultáneamente miles de millones de conversaciones; arsenales fabulosos de armas químicas y biológicas y presupuestos de gastos militares que se aproximan a 400 mil millones de dólares, con los cuales podrían enfrentarse y resolver muchos de los principales problemas del mundo. Las amenazas mencionadas han sido pronunciadas por quien dispone y puede ordenar el empleo de esos medios. ¿Pretexto? El brutal ataque terrorista del 11 de septiembre que costó la vida a miles de norteamericanos. El mundo entero se solidarizó con el pueblo norteamericano e indignado condenó el ataque. Con el apoyo unánime de la opinión mundial, pudo enfrentarse al flagelo del terrorismo desde todos los ángulos y todas las corrientes políticas y religiosas.
La batalla, como planteó Cuba, debía ser fundamentalmente política y ética, en interés y con el apoyo de todos los pueblos del mundo. Nadie podía concebir la idea de enfrentar absurdas, desacreditadas e impopulares concepciones terroristas que afectan a personas inocentes, aplicadas por individuos, grupos, organizaciones, e incluso algún estado o gobierno, utilizando para combatirlas un brutal terrorismo de estado universal y proclamando como derecho de una superpotencia el posible exterminio de naciones enteras, con empleo incluso de armas nucleares y otras de destrucción masiva.
(¼ ) Nadie puede saber o adivinar lo que puede ocurrir en cualquier guerra o situación semejante. Lo único que es posible afirmar es que la amenaza de una guerra en Iraq ha estado gravitando considerablemente sobre la economía mundial, hoy afectada por una grave y profunda crisis que, unida al golpe fascista contra el gobierno bolivariano de Venezuela, uno de los mayores exportadores de petróleo, ha elevado los precios de este vital producto a niveles insoportables para la inmensa mayoría del resto de los países, especialmente los más pobres, aun antes de que haya sonado un disparo en Iraq.
(¼ ) Si nos apartamos de las terribles consecuencias de una guerra en aquella región, que la única superpotencia podría imponer a su arbitrio, el desequilibrio en el terreno económico que hoy padece el mundo es de igual modo una enorme tragedia.
Crecen y se profundizan las diferencias relacionadas con los países ricos y pobres, entre ellos y dentro de ellos, es decir, crece el abismo en la distribución de la riqueza, el peor azote de nuestra era, con su secuela de pobreza, hambre, ignorancia, enfermedades, dolor y sufrimiento insoportables para los seres humanos.
¿Por qué no nos atrevemos a decir que no puede haber democracia, libre opción ni libertad real en medio de espantosas desigualdades, ignorancia, analfabetismo total o funcional, ausencia de conocimientos y una falta asombrosa de cultura política, económica, científica y artística a las que solo pueden acceder exiguas minorías, incluso dentro de los países desarrollados, inundado el mundo por un millón de millones de dólares de publicidad comercial y consumista, que envenena a las masas con ansias de sueños y deseos inaccesibles, que conduce al despilfarro, la enajenación, y la destrucción implacable de las condiciones naturales de la vida humana? En apenas un siglo y medio agotaremos los recursos energéticos y sus reservas probadas y probables que la naturaleza tardó 300 millones de años en crear, sin que apenas se vislumbre un sustituto viable.
¿Qué conocen las masas de los complejos problemas económicos del mundo de hoy? ¿Quién les enseñó lo que es el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OMC, y otras instituciones similares? ¿Quién les explicó las crisis económicas, sus causas y consecuencias? ¿Quién les dijo que ya el capitalismo, la libre empresa y la libre competencia apenas existen, y que 500 grandes empresas transnacionales controlan el 80 % de la producción y el comercio mundiales? (¼ ) ¿Quién les instruyó de que las monedas del Tercer Mundo son papeles que constantemente se devalúan y sus reservas de dinero real o casi real escapan inexorablemente hacia los países más ricos, como la ley física de Newton, y las terribles consecuencias materiales y sociales de esta realidad? ¿O por qué debemos millones de millones de dólares impagables e incobrables, mientras decenas de millones de personas, incluidos niños de cero a cinco años, mueren de hambre y enfermedades curables cada año? ¿Cuántos los que están conscientes de que nuestras culturas nacionales están siendo cada vez más destruidas?
(¼ ) ¿Por qué no se levanta un monumento vivo a la hermosa y profunda verdad contenida en el apotegma martiano "Ser culto es el único modo de ser libre"?
(¼ ) Si en algo hemos sabido honrar al héroe, cuyo fecundo natalicio conmemoramos hoy, es haber demostrado que un país pequeño y pobre, aun cometiendo muchos inevitables errores de aprendizaje, puede hacer mucho con muy poco.
El mayor monumento de los cubanos a su memoria es haber sabido construir y defender esta trinchera, para que nadie pudiera caer con una fuerza más sobre los pueblos de América y del mundo.
(¼ ) En el propio pueblo norteamericano, al que nunca hemos visto como enemigo ni hemos culpado de las amenazas y agresiones que durante más de 40 años hemos sufrido, podemos percibir, a partir de sus raíces éticas, un amigo y un aliado potencial de las causas justas de la humanidad. Lo vimos ya cuando la guerra de Vietnam. Lo vimos en algo que nos tocó tan cerca como el secuestro del niño Elián González. Lo vimos en su apoyo a la lucha de Martin Luther King. Lo vimos en Seattle y en Quebec, junto a canadienses, latinoamericanos y europeos contra la globalización neoliberal. Lo empezamos a ver ya en su oposición a una guerra innecesaria, sin contar al menos con la aprobación del Consejo de Seguridad. Lo veremos mañana junto a los demás pueblos del mundo defendiendo el único camino que puede preservar la especie humana de las propias locuras de los seres humanos.