Octubre de 1962: a un paso del holocausto (I)
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En defensa de los principios
El día 28 de octubre de 1962 la dirección cubana, también a través de Radio Moscú, conoció la carta de Jruschov a Kennedy, en la que disponía la retirada de los cohetes de Cuba. Horas después, Fidel recibió un breve mensaje del dirigente soviético, quien recomendaba a los cubanos que no se dejaran llevar por los sentimientos.(1) De igual forma, solicitaba que pospusieran la orden de disparar contra los vuelos rasantes, a fin de evitar que un nuevo incidente pudiera, en el último minuto, frustrar los acuerdos con Kennedy y prevaleciera en Estados Unidos la insensatez de los guerreristas.
La repercusión que tuvo en Cuba la concertación de esos acuerdos fue descrita por Fidel al comentar: "(...) cuando llegaron esas noticias aquí ...produjeron una gran indignación, porque nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio; no sólo veíamos una decisión inconsulta, una serie de pasos que se habían dado sin informarnos, porque se pudo informar sobre el mensaje del 26 y ...del 27... Y nosotros, nos enteramos por radio que el día 28 se ha producido un acuerdo. (...) La reacción del pueblo fue de profunda indignación, no fue de alivio..."(2)
Los argumentos de Jruschov de que, ante la gravedad de la situación, no había tiempo para consultar, no convenció a los cubanos. El problema creado fue algo más profundo que un mal procedimiento; pudiera aceptarse el supuesto de la "falta de tiempo". Sin embargo, lo inaceptable fue que Jruschov, al redactar el mensaje a Kennedy, no considerara la participación cubana en las negociaciones. "La simple solución —dijo Fidel— de que se retiraran los proyectiles, porque Estados Unidos da su palabra de que no van a agredir es incongruente con todos los pasos que se han dado y es incongruente con una situación en nuestro país que debía de ser superada. Porque bastaba que Nikita hubiera dicho, estamos de acuerdo en retirar los proyectiles si se dan garantías satisfactorias para Cuba."(3)
Pero además, la respuesta de Jruschov podía implicar que el Gobierno norteamericano hiciera nuevas exigencias, como fue el caso de la pretensión de verificar in situ la retirada de los cohetes y la salida de otras armas, arrogándose derechos que exclusivamente corresponden a Cuba, en flagrante violación de su soberanía.
En la tarde de aquel día 28, Fidel Castro comunicó la posición de Cuba en una declaración pública, donde se expresaba: "...que no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
"PRIMERO.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
"SEGUNDO.- Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.
"TERCERO.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.
"CUARTO.- Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
"QUINTO.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos."(4)
La posición de Cuba quedaba bien definida, pues si se quería encontrar una verdadera solución a las tensiones y problemas, era necesario que fueran concedidas estas garantías. Eran cinco puntos bien concretos y sobre bases decorosas. Los gobernantes norteamericanos no quisieron considerarlos, pues los calificaron como un programa inalcanzable en aquel momento y, al mismo tiempo, exigieron la inspección del territorio cubano, como forma de verificación del compromiso soviético.
Ahora bien, ¿por qué se consideraron los "cinco puntos" como un programa inalcanzable? ¿Acaso las demandas de Cuba no eran absolutamente justas y se fundamentaban en derechos indiscutibles? El cese del bloqueo económico y de las medidas de presión comercial, formuladas por Cuba, constituían una necesidad, pues fueron ingredientes que agravaron la situación que desembocó en la crisis. Además, ¿eran exigencias imposibles, el cese de las acciones subversivas y encubiertas, así como los ataques piratas y las violaciones del espacio aéreo y naval que Estados Unidos venía realizando contra la Revolución hasta ese momento? La petición del Gobierno cubano era simplemente que no se cometieran esas fechorías y actos ilegales contra su país.
Y, como última demanda, estaba la retirada de la Base Naval de Guantánamo y la devolución del territorio cubano ocupado, ¿tenía lógica esa justa petición, en aquella coyuntura? Sí, porque sencillamente era absurdo que se pidiera la retirada de armas amigas y se dejara, en ese territorio, una base enemiga. Nadie, absolutamente nadie, en ningún lugar del mundo discutiría ese derecho inalienable del pueblo cubano.
El programa de los cinco puntos recibió un gran apoyo popular, pues los cubanos poseían una amarga y larga experiencia de la falta de sinceridad del Gobierno de Estados Unidos. Las violaciones reiteradas del derecho internacional por parte de las administraciones norteamericanas, la agresión económica, la infiltración de grupos de saboteadores, de armas, municiones y otros avituallamientos en distintos puntos del país para fomentar los focos contrarrevolucionarios, así como los ataques piratas más recientes a las costas cubanas, hacían imperiosa la exigencia a la Casa Blanca de algo más que palabras.
El propio día 28, Fidel redactó un mensaje de respuesta a Jruschov para hacerle saber la posición del Gobierno cubano y aclarar el por qué de la orden de disparar contra los vuelos rasantes, expresándole que el mando soviético en Cuba le podrá brindar informes adicionales del derribo del avión. Le dijo, además, que estaba de acuerdo en evitar un incidente en estos precisos instantes, que pudiera ocasionar un gran daño a las negociaciones y que daría instrucciones para que las baterías antiaéreas cubanas no dispararan, pero solo mientras duraran las negociaciones, y sin revocar la declaración publicada ayer sobre la decisión de defender el espacio aéreo, con lo cual se mostraba su disposición de no obstaculizar los pasos dados por los soviéticos, a pesar de su desacuerdo con las bases en que fueron concertados, y reafirmaba las posiciones de principios respecto a no permitir la inspección del territorio cubano.(5)
Los hechos le daban la razón a Fidel. En la tarde de ese día 28, cuatro funcionarios del Departamento de Estado viajaban a Nueva York con el propósito de persuadir a U Thant para que ordenara una inmediata inspección de las bases coheteriles en Cuba, pues la verificación en el terreno había sido aprobada por los soviéticos. El Secretario General de las Naciones Unidas no aprobó tal petición, pues excedía las atribuciones que tenía.
Dos días después, el día 30, se recibió en Cuba la respuesta de Jruschov a Fidel, que intentaba explicar los acontecimientos que precedieron a los compromisos del día 28 de octubre. El dirigente soviético arguyó que otra postura habría significado un holocausto mundial y la pérdida de la Revolución Cubana, en un marcado empeño por justificar su conducta. Además, utilizó como argumento para tomar esa decisión de retirar los cohetes el haber recibido anteriormente varios mensajes desde Cuba, "unos más alarmantes que otros", y astutamente, dijo que el cable de Fidel del 27 de octubre, había sido para él un elemento de intercambio de parecer entre ambos Gobiernos y preguntó: "¿Acaso no fue esta la consulta de su parte con nosotros?".
Como si fuera poco, Jruschov censuró al líder cubano porque, según él, le había propuesto que fueran ellos los primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio enemigo. Por último, alegó que con las negociaciones se había conseguido el objetivo planteado al enviar los cohetes, pues se había logrado arrancar de Estados Unidos el compromiso de no invadir a Cuba y de no permitirlo a sus aliados latinoamericanos.(6)
Fidel no tardó en responder. El 31 de octubre envió un mensaje, en el cual reafirmaba los puntos de vista de la dirección cubana. "Nosotros sabíamos —expresó— que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retiraran los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? Pero, ¿cómo evitarla si la invasión llegaba a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por Cuba." Respecto a la alusión que Jruschov hizo de que Fidel le sugirió dar un primer golpe nuclear, se le responde que nunca se planteó en esos términos "...porque eso sería algo más que incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte...". Más adelante, le señala: "...que una vez desatada la agresión, no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir..." Asimismo le reafirma: "Cada cual tiene sus propias opiniones y yo sostengo las mías acerca de la peligrosidad de los círculos agresivos del Pentágono y su tendencia al golpe preventivo". Y finaliza Fidel su mensaje: "No veo cómo puede afirmarse que fuimos consultados de la decisión tomada por usted. (...) No son unos cuantos..., sino muchos los cubanos que en este momento viven instantes de indecible amargura y tristeza."(7)
Esta discrepancia fue ventilada por la dirección cubana de manera directa con los soviéticos, evitando afectar las relaciones de amistad existentes entre ambos pueblos; por ello, a raíz de todo lo sucedido, Fidel, al dirigirse públicamente a la nación, el 1ro. de noviembre de 1962, explicó que en esos momentos en que se han producido disgustos por esos malentendidos o discrepancias, era bueno recordar "...que en cada uno de los momentos difíciles que hemos tenido..., frente a cada zarpazo yanqui, a la agresión económica, a la suspensión de la cuota azucarera, a la supresión de los envíos de petróleo a nuestro país, frente a cada una de las agresiones, ...ha estado la mano amiga de la Unión Soviética ahí, junto a nosotros. Y nosotros somos agradecidos..."(8)
PROCESO NEGOCIADOR HASTA EL CESE DEL BLOQUEO NAVAL
El lunes 29, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasili Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Otra noticia dada a conocer fue que el Secretario General Interino, partiría el martes 30 hacia La Habana, aceptando la invitación del Gobierno Revolucionario para discutir directamente el problema. U Thant llegó, acompañado de los subsecretarios Omar Loufti y Hernane Tavares de Sa, y el consejero militar, brigadier general Indarjit Rickhye. Las conversaciones comenzaron de inmediato y se prolongaron hasta el día siguiente. Por la parte cubana participaron el primer ministro Fidel Castro Ruz; el presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado; el ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa García, y Carlos Lechuga Hevia, quien había sido nombrado representante cubano ante las Naciones Unidas.
U Thant explicó las gestiones desarrolladas por él y las propuestas hechas por los norteamericanos y soviéticos para verificar la salida de los cohetes; al respecto explicó que Estados Unidos deseaba instrumentar un dispositivo de las Naciones Unidas capaz de asegurar el desmantelamiento de las instalaciones de cohetes y su retirada, así como la no entrada en Cuba de este tipo de armamentos; para ello propuso que un avión —con tripulantes de Cuba, Estados Unidos y la Unión Soviética—, verificaran todo esto, durante varias semanas. Sobre la propuesta soviética dijo, que permitirían la inspección de sus barcos por una comisión de la Cruz Roja Internacional. U Thant afirmó que él no tenía ninguna competencia para asociarse a estas iniciativas hasta tanto
el Gobierno cubano no diera su consentimiento. Asimismo, hizo saber la disposición de los países No Alineados de brindar su ayuda.(9)
Fidel le preguntó ¿qué derecho tenía Estados Unidos para exigir esas condiciones de verificación? U Thant le respondió que no tenían ese derecho, pues una cosa como esa solo podría hacerse con la aceptación de su Gobierno. A continuación, el líder cubano le argumentó las garantías que Cuba exigía, basadas en los cinco puntos que, de tenerlos en cuenta en el proceso negociador, conducirían a lograr una verdadera paz en el área. También manifestó las razones de principios que fundamentaban su negativa a dicha verificación, afirmando: "¡Si los Estados Unidos lo que pretenden (...) es humillar a nuestro país, no lo conseguirán!"(10)
Las razones para no permitir la inspección se basaban en primer lugar, en que el país no estaba en disposición de sacrificar sus derechos soberanos, menos aún cuando la potencia que exigía esas condiciones quería inmiscuirse en sus asuntos internos y, en este caso, era un intento de decidir qué tipo de armas Cuba tenía derecho a poseer. En segundo término, se trataba de una exigencia desde posiciones de fuerza, ante la cual no se cedería jamás. Y, por último, estaba la lógica de que si los soviéticos y las Naciones Unidas, en su conjunto, apreciaban el valor del compromiso público hecho por Estados Unidos de no atacar a Cuba, ¿por qué entonces dudaba el Gobierno norteamericano de que la URSS retirara los proyectiles, imponiéndole la garantía adicional de inspeccionar a Cuba?
Durante el segundo día de conversaciones, Cuba mantuvo sus puntos de vista y advirtió del peligro de las violaciones del espacio aéreo cubano, enfatizando que era indispensable que estas cesaran. A su vez, U Thant expuso sus puntos de vista sobre lo que estaba sucediendo: "Mis colegas y yo opinamos, y así se lo hice saber a Estados Unidos, que el bloqueo era ilegal; que ningún Estado puede admitir un bloqueo no ya sólo militar, ni siquiera económico. (...) También les dije que era ilegal e inadmisible el reconocimiento aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba. Estas tres cosas, bloqueo económico, bloqueo militar y reconocimiento aéreo, son ilegales (...)". Asimismo, el Secretario General comentó a los dirigentes cubanos que en sus entrevistas con los representantes de Estados Unidos les había afirmado que: "(...) si ellos hacían algo drástico, entonces no solamente lo reportaría al Consejo de Seguridad, sino que acusaría a los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad; y que aunque Estados Unidos tiene los votos y el veto, sin embargo, puede haber una sanción moral".(11) U Thant solicitó por razones humanitarias la devolución del cadáver del piloto norteamericano, a lo cual el Gobierno cubano accedió inmediatamente.(12)
A su regreso a Nueva York, U Thant expresó que sus conversaciones con las autoridades cubanas habían sido fructíferas e informó tener evidencias confiables del desmantelamiento de las instalaciones de cohetes, y de que se tomaban las disposiciones necesarias para su retirada hacia la URSS. Esta última afirmación estaba fundamentada en los encuentros efectuados en la embajada soviética en La Habana, donde le aseguraron que el 1ro. de noviembre los cohetes serían desmantelados y enviados a los puertos de embarque.
Desde el 31 de octubre, de acuerdo con el compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los cohetes de alcance medio, sin ningún tipo de obstáculo por parte de Cuba. La actitud soviética y cubana contrastaba con la asumida por la administración norteamericana, que mantenía el bloqueo naval y aumentaba los vuelos rasantes sobre Cuba.
El viceprimer ministro de la URSS, Anastas I. Mikoyán fue enviado a Cuba con el objetivo de discutir las discrepancias surgidas entre Moscú y La Habana. Antes de llegar, hizo una breve escala en Nueva York, donde conversó con Vasili V. Kuznetsov, jefe de la delegación soviética en Naciones Unidas y con U Thant. Además, intercambió opiniones con los representantes norteamericanos, Stevenson y McCloy, designados por Kennedy para efectuar las negociaciones con los delegados de la Unión Soviética. Estos insistieron en la inspección del desmantelamiento de las instalaciones de cohetes en Cuba e insinuaron nuevas exigencias.
Mientras, U Thant aseguraba en Nueva York a la prensa que las perspectivas cubanas para una paz en la región parecían buenas para todos los interesados y planteó que no convocaría al Consejo de Seguridad hasta tanto no hubiera un acuerdo entre las partes. En Washington, el presidente Kennedy continuaba insistiendo en la inspección internacional de las bases de cohetes, antes de certificar, en Naciones Unidas, que Moscú había cumplido sus compromisos. La administración norteamericana trataba de ignorar a Cuba y no quiso entrar en contacto con ella para discutir las cuestiones que le concernían directamente, tal actitud entorpecía el proceso negociador.
Anastas I. Mikoyán arribó a La Habana en horas de la tarde del viernes 2 de noviembre, su estancia en Cuba se extendería por espacio de tres semanas.(13) En la mañana del día 4, se iniciaron las conversaciones, que no serían nada fáciles para Mikoyán, ya que por muy fuertes que fueran sus argumentos en cuanto a la necesidad de retirar precipitadamente los cohetes, no iba a ser sencillo poder explicar esa decisión unilateral sin haber consultado con Cuba, la principal interesada y participante en los acontecimientos. El primer aspecto discutido fue el referido a la verificación de la retirada de los cohetes por una comisión internacional. Al respecto, el dirigente soviético propuso diferentes variantes, pero en su esencia no cambiaban su propósito. Fidel argumentó la posición de Cuba al oponerse a esa inspección, pues el fin que perseguía Estados Unidos con ello era violar los derechos soberanos del país.
Mikoyán, entonces, planteó la idea de admitir la inspección de los barcos, a lo cual Fidel respondió que eso era asunto de la Unión Soviética, mientras no se hiciera en las aguas territoriales cubanas; señaló, además, que la actitud de Cuba no era un capricho, pues si accedía ante esa pretensión, los norteamericanos exigirían nuevas concesiones. Por momentos Mikoyán prometió que no se permitiría la imposición de nuevas condiciones, como era el caso de la exigencia de la retirada de los IL-28. Pero después, tuvo que explicar que se había accedido a ello, lo que sin lugar a dudas fue muy embarazoso para él. Sin embargo, se hicieron esfuerzos por ambas partes para superar los escollos y no hacer más tensas las relaciones. (Continuará )
(*) Doctor en Ciencias Históricas e investigador del Instituto de Historia.
1 Jruschov, Nikita S. Mensaje a Fidel fechado el 28 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
2 Fidel Castro Ruz. Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962. Doc.Cit.
3 Ibídem.
4 Noticias de Hoy. Miércoles 31 de octubre de 1962, p.10
5 Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 28 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
6 Nikita S. Jruschov. Mensaje a Fidel fechado el 30 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
7 Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 31 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.
8 Fidel Castro Ruz. Informe al pueblo de Cuba sobre las conversaciones con el Secretario General de la ONU. Obra Revolucionaria No.32. Editora Nacional de Cuba. La Habana, 2 de noviembre de 1962.
9 Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de Cuba con el Secretario General de la ONU. El martes 30 de octubre de 1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.
10 Ibídem
11 Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de Cuba con el Secretario General de la ONU. El miércoles 31 de octubre de 1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.
12 El domingo 4 de noviembre fue enviado a Estados Unidos el cadáver del piloto del U-2, Rudolph Anderson. El brigadier Indarjit Rickhye acompañó el cuerpo de Anderson hasta ser entregado a sus familiares.
13 A. Anastas I. Mikoyán a su llegada le sorprendió la noticia del fallecimiento de su esposa, en aquellas circunstancias decidió enviar a su hijo Serguei, quien los acompañaba en calidad de secretario, a la URSS, y continuar las conversaciones con las autoridades cubanas.