Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (V)
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Una reunión histórica y una decisión de última hora
El comandante Raúl Castro Ruz llegó a Moscú el 2 de julio de 1962, al frente de una delegación de alto nivel. El objetivo de la visita era sostener conversaciones con Nikita Jruschov y Rodion Malinovski para examinar las bases del acuerdo que sería concertado entre los dos países.
Raúl reiteró el criterio y los argumentos del Comandante en Jefe Fidel Castro de hacer público el acuerdo militar cubano-soviético como acto soberano entre dos estados. No obstante, la parte soviética insistió en mantener la operación en secreto, algo imposible de lograr debido a su envergadura y al sobrevuelo sistemático de la aviación de exploración norteamericana sobre Cuba.
El 7 de julio de 1962 el mariscal Malinovski informó a Jruschov que el Ministerio de Defensa estaba listo para iniciar la Operación "Anadir" y este aprobó oficialmente el Plan de la Operación. Para ese momento ya estaban formados la jefatura y el estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, y se suponía que sería designado como jefe de la misma el teniente general Pavel Dankevich, de 44 años, comandante del ejército coheteril sobre la base del cual se habían creado el estado mayor de la Agrupación y la división coheteril estratégica. Estaba planificado un encuentro de Jruschov con la jefatura de la Agrupación, la que a continuación debía partir hacia Cuba en un vuelo especial.
En la reunión, además del mariscal Malinovski y el coronel general Ivanov, participaron el coronel general Davidkov, los tenientes generales Dankevich y Grechko, y los mayores generales Dementiev, Garbuz y Abashvili. Al llegar, Jruschov saludó a los presentes con un movimiento de la mano y comenzó su intervención. Habló alrededor de cuarenta minutos: emocionado, enérgico, convincente, acompañando su intervención con gestos, cautivando con su sinceridad, su lógica y su vehemencia, según relataron algunos de los participantes.
Nikita Sergueievich comenzó su intervención diciendo: "Nosotros en el Comité Central decidimos llenarle el camino de espinas a los Estados Unidos, instalar en Cuba nuestros cohetes para que ellos no puedan tragarse a la Isla de la Libertad. Tenemos el consentimiento de la parte cubana. El objetivo de esta operación es uno: ayudar a resistir a la Revolución Cubana, protegerla contra la agresión de los norteamericanos. La dirección política y militar de nuestro país, sopesando multilateralmente todas las circunstancias, no ve otro camino para impedir el ataque por parte de Norteamérica, el cual, de acuerdo con nuestras informaciones, se prepara intensamente. Cuando los cohetes estén instalados, ellos sentirán que si quieren castigar a Cuba tendrán que vérselas con nosotros".1 Jruschov subrayó reiteradamente durante su intervención que el Gobierno soviético no pensaba en provocar un conflicto nuclear o en utilizar la plaza de armas de Cuba para asestar un golpe nuclear preventivo contra los Estados Unidos, repitió que no querían la guerra, que la cuestión acerca del empleo de los medios nucleares en caso de que surgiera una situación de crisis o de intervención norteamericana en Cuba sería decidida por Moscú y solo por Moscú. Y agregó: "Estar preparados, pero no gol-pear", señalando a continuación: "No los mandamos a la guerra, no la habrá, si no a defender a la Revolución Cubana, para que los norteamericanos sientan que hay fuerza para enfrentarlos".2
Después Jruschov explicó por qué se había decidido realizar toda la operación en secreto, y dijo que si lograban aferrarse en Cuba los norteamericanos se ve-rían obligados a conformarse con lo sucedido, por eso las tropas en Cuba debían mantener una elevada disposición combativa y la voluntad de derrotar al agresor. Expresó que con los cubanos se estaba concertando un acuerdo, que sería publicado sin falta cuando los cohetes estuvieran instalados y agregó que Norteamérica solo reconocía la fuerza, por lo que era necesario garantizar el carácter secreto absoluto del rápido despliegue de las tropas, en especial de los complejos coheteriles.
Inesperadamente, dirigiéndose a los participantes en la reunión, Jruschov preguntó:
"¿Quién trabaja como asesor principal de Fidel?"
Se puso de pie el mayor general Alexei Dementiev, y lo interrogó:
"¿Qué usted considera, se podrá mantener en secreto la instalación de nuestros cohetes en Cuba?
"No, Nikita Sergueievich, eso no es posible" —fue la respuesta.
"¿Por qué?" —puntualizó el Primer Ministro.
Entonces, el general Dementiev argumentó de una forma precisa y fundamentada su punto de vista sobre aquel problema, acentuando la atención en el hecho de que el paisaje cubano no servía para ocultar la técnica coheteril. Expresó que las regiones de lanzamiento designadas representaban en sí llanuras planas sin grandes bosques, en los que no había dónde esconder un cohete. Cuando Dementiev planteó ese punto de vista, el ministro de Defensa lo empujó con el pie por debajo de la mesa, tratando de interrumpir sus manifestaciones ulteriores. El hecho radicaba en que el envío de los cohetes a Cuba era apoyado por el propio Malinovski. Mas para honra del asesor militar, quien conocía bien la situación cubana, el mismo mantuvo firmemente su punto de vista, aunque también comprendía que en aquel problema iba en contra, además, de la idea del propio Jruschov. Y al final de aquel análisis concluyó:
"Lo más probable es que se logren llevar los cohetes de una forma oculta, pero no será posible equipar las posiciones de lanzamiento y mucho menos mantener en ellas a los cohetes por tiempo prolongado en secreto para el enemigo." 3
A juzgar por su reacción, los argumentos del general Dementiev produjeron una seria impresión en Jruschov, y aunque este no renunció a la idea de trasladar los cohetes hasta las puertas de los Estados Unidos, miró a Malinovski y dijo pensativo:
"Es necesario meditar."
En realidad, la observación de Jruschov solo significó la variación del plan de traslado de las unidades, de forma que cuando llegaran a Cuba las unidades coheteriles estratégicas estuviera mejor garantizada su protección.
Después Nikita Sergueievich pidió al teniente general Dankevich que relatara brevemente sobre su persona, sobre su paso por el servicio militar. Lo escuchó atentamente, sin hacer preguntas, y cuando este terminó, dijo inesperadamente para todos:
"Nosotros todavía lo pensaremos. Usted no se ofenda."
Más tarde se supo que en aquellos momentos, cuando se producía este encuentro, ya había sido llamado al Kremlin el general de ejército Issa Alexandrovich Pliev, quien hasta ese momento era el comandante de la Región Militar del Cáucaso Norte. Este mismo día Jruschov se entrevistó con el general Pliev, aprobó su designación como comandante de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba y firmó el documento en que se designaba a la jefatura de la misma, la partida de la cual hacia Cuba fue postergada para el día 10, de modo que el nuevo jefe pudiera actualizarse.
Por lo visto, era conveniente tener a un comandante de tropas generales, con experiencia y autoridad, a la cabeza de una Agrupación de muchos miles de hombres que era algo fuera de lo común, y en la composición de la cual estaban incluidas grandes unidades y unidades de distintos Tipos de Fuerzas Armadas. Entre los candidatos a ese cargo estaba el nombre del general Pliev, célebre jefe militar de la Gran Guerra Patria, condecorado dos veces con el título de Héroe de la Unión Soviética, quien tenía una experiencia considerable en el desarrollo de acciones combativas con maniobras. En el periodo posterior a la guerra había mandado exitosamente un ejército y una región militar.
De esta forma, la jefatura de la Agrupación quedó integrada en la forma siguiente:
Comandante en jefe de la Agrupación —general de ejército Issa Pliev;
Primer sustituto del comandante —teniente general Pavel Dankevich;
Jefe de la Dirección Política —mayor general Pavel Petrenko;
Jefe de estado mayor —teniente general Pavel Akindinov;
Sustituto del comandante y jefe del Grupo de Especialistas Militares Soviéticos en Cuba —mayor general Alexei Dementiev;
Sustituto del comandante para la Defensa Antiaérea —teniente general Stepan Grechko;
Sustituto del comandante para las Fuerzas Aéreas —coronel general Víctor Davidkov;
Sustituto del comandante para la Marina de Guerra —vicealmirante Gueorgui Abashvili;
Sustituto del comandante, ingeniero principal —mayor general Víctor Slizniev;
Sustituto del comandante para la Retaguardia —mayor general Nicolai Pilipenko;
Sustituto del comandante para la Preparación Combativa —mayor general Leonid Garbuz.
A finales de la primera decena de julio prácticamente había concluido la concentración de las unidades del primer escalón en los puertos de embarque, y comenzaba la carga de las tropas y el armamento en los barcos. En general, el proceso de carga en los barcos mercantes se efectuó de una forma organizada y en los plazos establecidos, aunque es necesario señalar que requería una excepcional precisión y coordinación en lo relacionado con la llegada de los barcos y las tropas a los puertos designados, pues la más mínima equivocación o demora interrumpía el tenso cronograma elaborado.
La técnica de combate era cargada en las bodegas de los barcos, mientras que en las cubiertas se colocaban medios comunes de transporte, equipos agrícolas o de otras ramas de la economía, tales como carros abastecedores de gasolina y aceite, agregados de soldadura, remolques con cargas diversas, cajas de dimensiones pequeñas y medianas y otros. Muchos de estos medios fueron pintados de distintos colores, en lugar del verde reglamentario, para que se parecieran más a medios de la economía. Los equipos especiales que no cabían en las bodegas se recubrían con tablas para que parecieran parte de la superestructura de los barcos; para evitar la exploración con medios infrarrojos las tablas se cubrían con láminas metálicas y estas se pintaban.
El día 10, el general Pliev partió en avión hacia Cuba con la jefatura de la Agrupación y parte del grupo avanzado de reconocimiento. Volaron bajo la cobertura de especialistas de la aviación civil. Cuando Jruschov, en presencia del mariscal Malinovski y el coronel general Ivanov, le impartía las últimas instrucciones, surgió la cuestión relacionada con el empleo de las armas nucleares tácticas; Nikita Sergueievich quedó pensativo unos instantes y a continuación otorgó a Pliev el derecho de emplearlas a su discreción en defensa de la Isla, recalcándole que eso sería en el caso en que no fuera posible establecer comunicación con Moscú, que debía ponderar muy bien la situación existente y solo entonces tomar una decisión; que en un asunto tan serio no debía haber prisa. Esta autorización fue hecha oralmente, de un modo no oficial. La forma en que se relata la toma de esta importantísima decisión en los materiales publicados al respecto, como si nadie se hubiera percatado hasta ese momento de que había que hacerlo, deja la impresión de que se estaban improvisando las cosas.
Jruschov le planteó además al general Pliev que solo Moscú podía decidir que se dispararan armas nucleares contra blancos situados en el territorio continental de los Estados Unidos, un acto que provocaría, casi con certeza, que Washington diera una respuesta nuclear total.4 Sin embargo, resulta evidente que el dirigente soviético veía con una óptica diferente a las armas nucleares tácticas que se emplearían en el campo de batalla. Posiblemente pensaba que con su corto alcance y baja potencia no constituían un gran riesgo de provocar represalias de mayor envergadura. De todos modos, no se puede dejar de considerar una posibilidad elevada de que cualquier explosión nuclear que se produjera en Cuba durante un combate con fuerzas norteamericanas podría haber provocado una respuesta nuclear, y no solo contra los soviéticos que se defendieran en Cuba.
¡A LA MAR!
El 12 de julio de 1962, los primeros barcos pusieron rumbo hacia costas aún desconocidas. Para todos estaba claro que aquella acción constituía una ayuda armada, pero nadie sabía a ciencia cierta a quién se le prestaría. El tiempo promedio de carga de las naves mercantes había sido de 2-3 días, en jornadas de 24 horas. Durante aquel intervalo, el personal hacía muchas preguntas a los integrantes de los grupos operativos sobre el lugar de destino y los objetivos del viaje; se les explicaba la gastada variante de los ejercicios estratégicos con el traslado de tropas y armamento por mar hacia el norte lejano, pero no quedaban satisfechos y preguntaban: "¿Entonces para qué nos recogen los carnés del partido y la juventud y los carnés militares?" Los capitanes de los barcos, que también estaban intrigados, preguntaban: "¿Para qué región debo solicitar los mapas y manuales de navegación?", y quedaban perplejos por la respuesta: "Para todo el mundo". Se había prohibido entrar en puertos intermedios durante la travesía, pasara lo que pasara, debían defenderse si fuerzas contrarrevolucionarias atacaban la nave y tenían que hundir el barco si existía el peligro de que fuese capturado. Se ordenó que los estrechos del Bósforo y los Dardanelos se pasaran sin prácticos, para limitar al máximo la estancia de extranjeros a bordo. Para esta ocasión se había preparado regalos que contenían vodka, caviar y otras exquisiteces, los que se bajaban con una soga a los prácticos turcos, después de lo cual los capitanes recibían la autorización para continuar sin esfuerzo alguno.
El primer barco en pasar los estrechos fue el María Ulianova, que atravesó de noche la ciudad de Estambul; en ella bullía la vida nocturna y nadie sospechaba que en las entrañas de aquella pacífica embarcación se ocultaban unos hombres que iban a escribir la historia. Para la información externa se utilizaban diferentes leyendas: los barcos llevaban técnica agrícola, se dirigían a cualquier parte con carga o pasajeros y otras. La prensa también contribuyó a desinformar a la opinión pública mundial, pues publicó que habían aumentado las travesías de barcos mercantes a Cuba con productos alimenticios, medicamentos, etc.
Cuando los barcos iban a partir se entregaban al capitán dos sobres y un paquete, sellados y cosidos para mayor seguridad. Se les indicaba que se abriera el primer sobre después de salir de las aguas territoriales de la URSS, lo que debía hacerse con la presencia del capitán, del jefe del convoy militar y del funcionario del departamento especial del KGB que viajaba en la nave. Si, por ejemplo, la embarcación partía de uno de los puertos del Mar Negro, al abrir el primer sobre leían: "Abrir el segundo sobre después de pasar el estrecho de los Dardanelos". Cuando abrían el segundo encontraban un papel que decía: "Abrir el paquete después de pasar el estrecho de Gibraltar". Y al abrirlo encontraban la indicación: "Diríjase a Cuba, puerto de destino Cabañas". Allí también encontraban el material de estudio sobre Cuba y se indicaba que se comenzara el estudio del material con todo el personal, esclareciéndole la importancia del cumplimiento de aquella misión gubernamental especial. Se orientaba que durante la preparación del personal se aprovecharan los integrantes de las tripulaciones que hubieran estado antes en la isla de Cuba. La preocupación por el secreto se transmitió incluso a la última oración del documento que cada capitán y jefe de convoy militar abrieron en alta mar, pues decía que el mismo también debía ser destruido después de ser leído y explicado su contenido.
El documento fundamental que reglamentaba la travesía por mar era la "Instrucción al capitán del barco y al jefe del convoy militar", también aprobada por los ministros de Defensa y de Marina Mercante. Este documento otorgaba una responsabilidad enorme a los capitanes de barco, a ellos se subordinaba el jefe del convoy militar y todos sus integrantes. El capitán respondía por la travesía del barco en el mar y por la entrega del personal, el armamento, la técnica y otros bienes en el lugar de destino, y era el único que tenía derecho a tomar decisiones si se complicaba la situación durante el viaje, por cualquier causa.
Una de las cuestiones más complejas y difíciles de garantizar durante la realización de la Operación "Anadir", lo fue la relacionada con la protección y defensa de las tropas y sus medios durante el traslado a través del océano. Debido al carácter encubierto de la acción, no se podía ni hablar sobre el acompañamiento de los transportes con unidades de superficie de la Marina de Guerra, formando convoyes de barcos, mientras que los submarinos no podían cumplir esa función cabalmente, además de que serían descubiertos. Por esto, el EMG en sus planes operativos se basó fundamentalmente en el carácter encubierto: el traslado de la Agrupación de Tropas bajo las banderas de las transportaciones mercantes. No obstante, en cada nave el personal iba organizado y llevaba su armamento personal, por lo que siempre estaba garantizada una protección mínima ante algún ataque diversionista, pues llevaban fusiles automáticos, ametralladoras, lanzacohetes antitanque portátiles y otros medios, y, como veremos, más adelante se llegó a instalar cañones antiaéreos de pequeño calibre en las embarcaciones.
No obstante las medidas tomadas para preservar el secreto de la Operación, desde los primeros momentos surgieron pequeños errores y deficiencias en la coordinación que atentaban contra el logro de este objetivo. Por ejemplo, el dejar de tomar a bordo inesperadamente a los prácticos despertó sospechas de inmediato, ya que hasta aquellos momentos la compañía naviera no permitía que los barcos mercantes pasaran independientemente los estrechos, por lo que los turcos se tomaban el vodka, se deleitaban con el caviar e informaban a quien correspondía sobre aquella actitud sospechosa y fuera de lo acostumbrado; cuando el barco de pasajeros Admiral Najimov formalizaba los trámites para el paso por el estrecho del Bósforo, informaron que se dirigían al Golfo de Guinea con las tripulaciones de relevo para la flota pesquera, pero el funcionario turco que los atendía pidió que le dijeran al capitán que se diri-gían a Cuba con turistas, y agregó: "Eso fue transmitido hoy por la Agencia TASS"; antes de embarcar, todos los viajeros recibían ropas de civil, pero resultó que a la abrumadora mayoría le daban camisas a cuadros, por lo que era como si siguieran uniformados: hasta por su ropa, además de la fisonomía y el idioma, los militares soviéticos se distinguían considerablemente entre la población cubana; luego los soldados bromeaban diciendo que participaban en una operación muy secreta denominada "camisas a cuadros". La cuestión se debía a que los especialistas en retaguardia del Ministerio de Defensa habían seleccionado una ropa de civil que no se ensuciara con facilidad.
Pero, además, debido a que los barcos transportaban personal y armamento fundamentalmente, quedaba vacía una gran parte de las bodegas; debido a esto, la carga de muchas embarcaciones resultaba considerablemente menor que sus capacidades y las líneas de flotación de las mismas se mantenían muy por encima del nivel del agua; esto, aparte de desenmascarante, era muy incómodo durante las travesías, pues disminuía la estabilidad de los barcos y estos se movían mucho, especialmente cuando había mal tiempo.
Por si todo ello fuera poco, el aumento brusco de la intensidad experimentado en los movimientos de la flota mercante soviética hacia Cuba en el verano de 1962, atrajo la atención de los servicios de inteligencia occidentales pertenecientes a la OTAN, que se dieron cuenta de que allí había "gato encerrado" y pusieron sobre aviso a sus colegas norteamericanos. De todos modos, pudieron determinar con alguna rapidez que había aumentado el envío de armamento a Cuba, lo que continuaron desconociendo, durante unos tres meses, fue que eran unidades de combate soviéticas, con todos sus medios, y que entre estos se incluía armamento nuclear de alcance medio.
El propio día 12 llegó a La Habana el grupo de dirección de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), encabezado por el general de ejército Pliev. Sin embargo, allí fueron presentados como "especialistas de la agricultura"... habían cambiado de especialidad durante el viaje. En aquel grupo inicial estaba incluido el mayor general Statsenko con una avanzadilla de la división coheteril estratégica, para comenzar a trabajar en la selección de las zonas de emplazamiento de los regimientos y de las bases técnicas coheteriles.
Al día siguiente, el comandante Fidel Castro se reunió con todos ellos para darles la bienvenida y ofrecerles toda la cooperación necesaria. El 14 de julio de 1962 fue confeccionado el plan de trabajo de las avanzadas de reconocimiento, en el que se estipulaba que se iniciara el reconocimiento sobrevolando, primero, la parte occidental de Cuba, y luego, la central. Los trabajos de reconocimiento comenzaron de inmediato; en estas actividades participaron oficiales cubanos, que les sirvieron de guía y ayudaron a solucionar cualquier problema que se presentaba; también se les brindó aseguramiento con transporte y se garantizó la seguridad de los distintos grupos de trabajo en el terreno.
Mientras tanto, en la URSS se desplegaba un trabajo intenso en la selección, comprobación y preparación de las municiones nucleares, con el personal y el equipamiento organizados en tres brigadas. Para el módulo de combate a trasladar fue seleccionada, como regla, la mejor técnica nueva que poseyera la reserva máxima del plazo de garantía, que presentara resultados estables en las comprobaciones de control de los parámetros y ausencia de defectos en la hermetización de los embalajes, en los elementos de fijación, en las cubiertas protectoras y en los acoplamientos de los circuitos eléctricos y las líneas de vacío. El cumplimiento de todas las operaciones era controlado debidamente por especialistas de la más elevada calificación y los resultados de los trabajos realizados se registraban en el orden establecido. La elevada preparación profesional de los ejecutores y el control eficiente de todo el ciclo, en estricta correspondencia con lo establecido en la documentación técnica, garantizaban el estado cualitativo de las municiones nucleares y su disposición combativa en el futuro.
Aquel personal poseía una gran experiencia en la transportación de su técnica en medios automóviles, ferroviarios y aéreos. Sin embargo, no había experiencia en la preparación y el empleo de barcos para el traslado de municiones nucleares, por lo que había que solucionar este problema en un plazo breve, elaborando la documentación y los medios técnicos para realizar los trabajos de carga, descarga y transportación de los cargamentos especiales; había además que preparar las dotaciones que ejecutarían toda la maniobra, de forma que se cumplieran firmemente las exigencias establecidas por la seguridad nuclear. (Continuará)
(*) Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles
1 Al borde del abismo... Op. Cit. p. 198.
2 Idem, p. 199.
3 Idem, p. 199.
4 La Operación "Anadir". Generales soviéticos y norteamericanos... Ob. Cit.