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Diálogos con la historia (IV Parte)

Data: 

10/03/2011

Fonte: 

Periódico El Sol de México
XI Juegos Panamericanos - EL ESTADISTA QUE EMPEZÓ SIENDO COMUNISTA UTÓPICO

- VICTORIOSOS JUEGOS PANAMERICANOS, LA HABANA '91

- LA EXPULSIÓN DE CUBA DE LA OEA

- UN PROGRAMA ECONÓMICO INSPIRADO EN LA REVOLUCIÓN



El deporte y sus valores fue siempre un importante hilo conductor de nuestra larga y fructífera relación. Fidel ha sido un hombre profundamente convencido sobre la necesidad de la práctica del deporte y la actividad física como elemento esencial en la formación integral de la personalidad; como factor de una influencia fundamental en la salud, la calidad de vida y el mejoramiento de la sociedad humana. Fue un atleta destacado a nivel universitario, entre otros deportes practicó el atletismo, el baloncesto, el béisbol, la natación y el tiro. Como estadista, con conceptos muy definidos y una estrategia clara, ha aplicado un modelo deportivo que ha situado a su país entre las primeras diez potencias del mundo, aunque, por las razones que conocemos, en la época actual acusa de cierto descenso debido, en lo fundamental, a una difícil situación económica. La organización, con gran éxito, de los XI Juegos Panamericanos "Habana 91" fue una gran victoria para Cuba y un importante paso en la consolidación de su sistema deportivo. También fue un importante logro personal de Fidel. Recordemos que los Juegos se desarrollaron en medio de la grave crisis provocada por la caída del campo socialista. A los 20 años de ese extraordinario evento que se cumplen en agosto del 2011 y en el cual Fidel participó muy activamente asistiendo conmigo a las competencias de todos los deportes, por su vigencia es útil recordar lo que me respondió sobre el significado de los Juegos Panamericanos para Cuba en diciembre de 1991. Considero que esta reflexión es muy actual y válida para cualquier país que organice unos Juegos Continentales. - Señor Presidente Castro, siento que no me corresponde hacerle esta pregunta, pero nos podría decir ¿qué le dejó a Cuba la celebración de los Juegos Panamericanos? "Ahí te voy a contestar y con una franqueza muy grande. Mario, estoy asombrado de lo que significaron los Juegos Panamericanos para las relaciones de Cuba con América Latina. Tú no te imaginas la cantidad de personas que me han hablado de los Juegos Panamericanos; no te imaginas la cantidad de dirigentes culturales, políticos, empresariales, de todo tipo, que me han hablado de lo que se divulgó sobre Cuba en esos días y cuánta gente cambió su opinión sobre Cuba con motivo de esos Juegos. Creo, Mario, que nunca ha habido un evento en la historia de nuestro país que haya tenido más impacto en las relaciones con América Latina que el que han tenido los Juegos Panamericanos. Te lo digo con todo desinterés, no con el ánimo de halagarte; tú sabes que no me caracterizo por ser hombre que busque argumentos para halagar a las personas, pero sí me gusta reconocer sus méritos. A propósito de eso, y me alegro que lo hayas mencionado, te repito, jamás en mi vida he oído tanto reconocimiento y jamás he oído a tantas personas hablar de lo que significó para el conocimiento de Cuba la forma en que desarrolló ese evento en nuestro país. Te digo que hay que inclinarse con respeto ante lo que es el deporte y lo que significa, para hacer que la gente se conozca y los pueblos se unan. Como tú dices que no debes hacer la pregunta, ya me callo y que todos tus méritos en esto se sobreentiendan; no quiero, sin embargo, que se sobreentienda nuestra gratitud, quiero expresarla de manera muy concreta y precisa y no una simple gratitud, Mario, eso lo he manifestado también en mis conversaciones con los dirigentes latinoamericanos, con cuantas personas me han hablado de los Juegos Panamericanos, con lo cual me he llegado a convertir en el mayor defensor de tus actividades dentro del deporte en América Latina y en el mundo. "Mario, fue muy justo cuando reconociste el esfuerzo del pueblo cubano, no te imaginas lo contento, lo satisfecho y lo agradecido que está nuestro pueblo por tus palabras. Tuvimos hasta suerte porque el día de la inauguración pudieron haber caído cien relámpagos sobre aquel estadio; sin embargo, todo se desenvolvió de forma normal. Me quedó la impresión de que quedaste contento, de que estabas satisfecho y feliz por el desarrollo del evento y creo que nosotros no nos quedamos atrás de los esfuerzos que tú hiciste. El mérito yo lo pondría a la inversa: en primer lugar fue tuyo, en segundo lugar fue de nuestras organizaciones deportivas, hay que incluir a José Ramón Fernández y su excelente papel en todo eso, en tercer lugar la colaboración del gobierno y de todas las autoridades y en especial y excepcional lugar, como bien tú lo dices, el aporte del pueblo tanto en la organización, en el desarrollo, en las construcciones como en todo lo relativo a los Juegos y de modo particular la hospitalidad con que recibió a todos. Fue un éxito colosal y me alegro de que lo hayas mencionado en esta entrevista". (Diálogos con la Historia, tomos 1 y 2, páginas 498 y 499). No es el objetivo de los artículos que he decidido publicar hacerle una apología a Fidel Castro. No es mi estilo ni a Fidel le gustaría; sin embargo, sería imposible escribirlos y abordar los acontecimientos que los motivan sin tener como antecedente la historia de Cuba, el momento en que tienen lugar, la coyuntura internacional y el papel clave que en ellos desempeñó el liderazgo de Fidel Castro. Para poder interpretar el contenido y el mensaje que transmite el libro sobre el viaje de Fidel Castro a la URSS, deben tenerse muy en cuenta las razones que sirvieron de base a esa muy estrecha relación, de carácter político y económico, entre Cuba y la Unión Soviética. ¿Cómo se explica que Cuba, ubicada en esta área geográfica, en un escenario histórico-cultural y natural muy propio, decidiera enrolarse en un mundo que para aquel entonces, parecía tan distante y ajeno? Sin pretender hacer un análisis histórico y con el necesario rigor científico sobre el profundo y radical cambio de la política exterior aplicada por la naciente Revolución Cubana considero que en ella influyó, de manera decisiva y cada uno con su peso específico, distintos factores, entre los cuales pudieran señalarse el propio programa económico-social que había inspirado a la Revolución, la formación ideológica socialista de sus principales dirigentes, la creciente agresividad del gobierno de los Estados Unidos, la expulsión de Cuba de la OEA; medida honrosamente no acatada por México; la necesidad de defender y preservar el proceso revolucionario que comenzaba a ser agredido y la urgencia de buscar los recursos económicos indispensables para desarrollar y garantizar la supervivencia de un país devastado por la política del régimen anterior y por dos años de intensa guerra. Inmediatamente después del triunfo de enero de 1959, Fidel y la Revolución que encabezaba, emprendieron el largo camino que en lo fundamental había sido trazado en el Programa del Moncada, la segunda fortaleza militar del país, ubicada en Santiago de Cuba, atacada por Fidel y un grupo de revolucionarios el 26 de julio de 1953 y por cuyos hechos, el grupo sobreviviente guardó prisión hasta 1955. Al producirse la amnistía decretada en ese año por presión popular, la mayoría de ellos se trasladó a México para preparar lo que sería después la expedición del Granma. El decursar histórico y la velocidad con que ocurrieron los acontecimientos, marcados por el creciente enfrentamiento con los Estados Unidos, llevaron a Cuba a proclamar el 16 de abril de 1961, el carácter socialista de la Revolución, apenas a dos años del triunfo. Con esa decisión se dio un paso muy importante hacia lo que serían las complicadas relaciones de Cuba con la URSS y el Campo Socialista. Sobre la orientación socialista de los principales dirigentes de la Revolución Cubana en la entrevista de diciembre del 91 el propio Fidel hizo la siguiente confesión: -Señor Presidente Fidel Castro, mucho se ha hablado de que cuando usted tomó el mando de Cuba, no era exactamente un comunista radical, ¿qué dice usted a eso? "Yo realmente, Mario, empecé siendo un comunista utópico, eso lo he dicho muchas veces; cuando empiezo a estudiar Economía en la Universidad y no entendía ni simpatizaba con una serie de fenómenos que se presentaban en la sociedad capitalista. De ahí que empecé siendo un socialista que no tenía una base científica, una base doctrinaria marxista-leninista; por aquella época se mencionaban los nombres de esos pensadores entre muchos otros. Es cuando tengo contacto con la literatura marxista que le empiezo a encontrar una explicación a todas mis inquietudes acerca del sistema social prevaleciente y del sistema económico que a mi entender debía existir en la humanidad. De ahí que esas ideas y esos materiales ejercieran una fuerte influencia sobre mí. A mi nadie me adoctrina, yo me autodoctrino, me autoeduco en ese sentido político; no fue la influencia de ningún preceptor o algo así, que mucha gente lo ha tenido. Cuando me gradúo en la Universidad de La Habana ya mi ideología es marxista-leninista; tengo una apreciación personal de las condiciones peculiares de Cuba, de América Latina, del mundo. Desde entonces pensaba ya cuál era el camino a seguir para llevar a cabo la revolución social en Cuba; esto fue en fecha tan temprana como en el año 1950 o el 51, podemos decir en el año 1951, dos años antes del Moncada, los caminos eran distintos, pues se ajustaban a las condiciones específicas de nuestro país en aquel momento. Así que pudiéramos decir que en cuanto a ideales, a objetivos, mis ideas eran realmente comunistas. Pensaba, sin embargo, que no era ese el momento de intentar establecer un régimen socialista en Cuba. Creo que pensaba con realismo que aquello no estaba en el orden del día. Había que hacer la Revolución, grandes transformaciones y aplicar una serie de ideas que están en el discurso de "La Historia me Absolverá", que fue con el que me defendí en el juicio del Moncada. Si ese documento se analiza bien, se encuentran ahí ya todas las premisas de una revolución socialista; era una revolución social profunda que conduciría inexorablemente, más tarde, hacia el socialismo. Lo que se puede decir es que los acontecimientos se fueron precipitando, que el enfrentamiento con Estados Unidos aceleró ese camino; no es que cambiara mis ideas, no es que realmente me convirtiera en socialista como consecuencia del enfrentamiento. Sí debo decir que tal vez no valoraba, en un grado suficientemente alto, hasta qué punto Estados Unidos intervenía y hasta qué punto obstruía el camino hacia un sistema social diferente del capitalismo. No tenía la experiencia ni las vivencias que tengo hoy, pero los ideales eran prácticamente iguales a los de hoy; excluyo a Estados Unidos de toda responsabilidad de haberme convertido en un socialista, le imputo solamente que aceleró ese proceso. En una primera fase nosotros no estábamos pensando en una revolución socialista en Cuba, aunque fueran objetivos ulteriores, sino en un tipo de revolución profunda que incluía la Reforma Agraria y otras de carácter profundo; eran las premisas de una revolución socialista". (Diálogos con la Historia. Tomos I y II. páginas 539 y 540).