Hace 50 años Fidel estuvo por primera vez en la ONU. Con valor y con inteligencia (III y final)
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El día final en Nueva York y la creación de los CDR
La XV Asamblea General de la ONU había amanecido revuelta el martes 27 de septiembre de 1960: la intervención de Fidel el día anterior era comentada por todos los delegados. El Departamento de Prensa de las Naciones Unidas distribuía el discurso de Fidel en cinco idiomas: español, inglés, francés, ruso y chino, mientras la prensa se hacía eco de las palabras del líder de la Revolución.
Por su parte, Fidel tuvo un día muy ocupado: se entrevistó con Gomulka, miembro del Consejo de Estado de Polonia, asistió al debate en la Asamblea, donde escuchó el discurso del Presidente Nasser, se encontró con el Presidente de Ghana, Khrumah, y a las seis de la tarde asistió a la recepción que ofreció la delegación uruguaya a la delegación cubana. A las ocho de la noche estuvo en el banquete ofrecido por el Premier Nheru a los jefes de Estado y más tarde Fidel se reunió con el jefe de la delegación de Bulgaria, Teodor Jivkov.
El miércoles 28 de septiembre, Fidel regresó a la patria, pero antes de embarcar se entrevistó a las 8:30 de la mañana con el Mariscal Tito y a las diez con el Presidente de la RAU, Nasser. En horas del mediodía Fidel llega al aeropuerto neoyorquino, donde tomó el avión que lo trajo a Cuba, esta vez un cuatrimotor soviético CCCP.
En el aeropuerto de Nueva York, en entrevista de prensa expresó que regresaba a bordo de un avión soviético, porque: "ya nos han robado tres aviones y hay otro aquí, en este aeropuerto, a punto de que también nos lo roben. Por eso he aceptado el ofrecimiento del Premier Jruschov, que es amigo mío y amigo de Cuba".
A las 6 y 46 minutos exactamente del 28 de septiembre, descendía de la escalerilla del avión el Comandante en Jefe, llegaba triunfante una vez más, después de su gran batalla en la ONU.
"Llegó Fidel", corearon y repitieron miles de gargantas, que se encontraban en el aeropuerto. De la portezuela del avión emergió Fidel. Sonreía. La ovación al líder era extraordinaria. Las notas del Himno Nacional acallaron las voces, luego, todos, cantaron el Himno del 26 de julio.
En horas de la noche, frente al Palacio Presidencial y ante cientos de miles de cubanos, el Primer Ministro Fidel Castro pronunció otro discurso, convertido en historia para la Revolución cubana, publicándose en el periódico Revolución del 29 de septiembre.
Lo primero que planteó Fidel fue su desacuerdo con movilizar al pueblo a su regreso, pues constantemente los dirigentes cubanos tienen que estar saliendo, por cuestiones de trabajo, y no resultaba lógico que cada vez que salga uno de ellos, tenga el pueblo que estarles haciendo los honores del recibimiento.
Luego, transmitió sus impresiones de su viaje a Nueva York, y reconoció la destacada actitud de los habitantes de Harlem:
Nosotros vimos vergüenza, nosotros vimos honor, nosotros vimos hospitalidad, nosotros vimos caballerosidad, nosotros vimos decencia en los negros humildes de Harlem.
En este momento se oye explotar un petardo, y Fidel continúa.
"¿Una bomba? ¡Deja...!", y el pueblo exclama "¡Paredón!, ¡Paredón!" y se canta el Himno Nacional, entonces Fidel dijo:
Ese petardito ya todo el mundo sabe quién lo pagó, son los petarditos del imperialismo. Creen... claro, mañana le irán a cobrar a su señoría y le dirán, le dirán: "Fíjate bien, fíjate bien, en el mismo momento en que estaban hablando del imperialismo sonó el petardo." [¼ ]
Son los gajes de la impotencia y de la cobardía. ¡Cómo van a venir a impresionar al pueblo con petarditos, si el pueblo está aquí en plan de resistir, no ya los petarditos, el pueblo está en plan de resistir lo que tiren o lo que caiga, aunque sean bombas atómicas, señores!
Fidel aclara que por cada petardito que paguen los imperialistas Cuba construirá quinientas casas y una fábrica; hará tres veces más cooperativas; nacionalizará un central azucarero y un banco yankis; refinará cientos de miles de barriles de petróleo; creará cien escuelas en los campos; convertirá un cuartel en una escuela; hará una ley revolucionaria y por lo menos, mil milicianos., y exclama:
El compañero Osmany nos da una buena idea, que por qué al petardito ese no le dedicamos el Regimiento de Santa Clara y lo convertimos, en un mes, en una ciudad escolar más, lo que queda allí.
Vamos a decirle también al compañero Llanusa que al petardito ese le dedique un nuevo círculo social obrero.
En este momento dio una noticia que todo el pueblo acogió con extraordinario entusiasmo, con tales palabras nacían los Comité de Defensa de la Revolución:
Estos ingenuos parece que de verdad se han creído eso de que vienen los "marines", y que ya está el café colado aquí. Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva, ¡vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva! Y vamos a ver cómo se pueden mover aquí los lacayos del imperialismo, porque, en definitiva, nosotros vivimos en toda la ciudad, no hay un edificio de apartamentos de la ciudad, ni hay cuadra, ni hay manzana, ni hay barrio, que no esté ampliamente representado aquí. Vamos a implantar, frente a las campañas de agresiones del imperialismo, un sistema de vigilancia colectiva revolucionaria que todo el mundo sepa quién vive en la manzana, qué hace el que vive en la manzana y qué relaciones tuvo con la tiranía; y a qué se dedica; con quién se junta; en qué actividades anda. Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, ¡tremendo chasco se van a llevar!, porque les implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana..., para que el pueblo vigile, para que el pueblo observe, y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo de los imperialistas, ni vendido a los imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse.
Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo, y no saben todavía la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo.
El Comandante en Jefe explica que nadie piense que los años venideros serán años de tranquilidad y de comodidad:
Es necesario que todos sepamos perfectamente bien que es una lucha larga, larga y dura. Es importante que nos demos cuenta de que nuestra Revolución se ha enfrentado al imperio más poderoso del mundo.
Refiriéndose a su participación en la ONU, el líder de la Revolución explicó que cuando él compareció allí, no compareció un hombre, sino que había comparecido un pueblo. Y que allí con él, estaba cada uno de los cubanos, "porque la obra que estamos haciendo, la estamos haciendo entre todos; el esfuerzo¼ "
Fidel no termina la idea, porque en ese momento se escucha una segunda explosión y los asistentes cantaron el Himno del 26 de Julio y posteriormente el Himno Nacional. Y Fidel continuó:
¡Déjenlas, déjenlas que suenen, que con eso están entrenando al pueblo en toda clase de ruidos ¡Por lo que veo, por lo que veo, esta noche le va a salir cara a su señoría!
En su intervención, el jefe de la Revolución aconsejó que para alcanzar la victoria hay que tener siempre dos cualidades:
Inteligencia y valor; con la cabeza y con el corazón. Nunca dejar ni que nos arrastre el valor por encima de la inteligencia, ni tampoco que la inteligencia vaya delante del valor. ¡Inteligencia y valor han de marchar juntos por el camino que conduce a la victoria!
Además, destacó que otra condición esencial para el triunfo es:
No subestimar al enemigo imperialista; sería un error subestimar al enemigo imperialista. ¡El enemigo imperialista cometió el error de subestimarnos a nosotros! [¼ ] Nosotros no hemos de cometer el error de subestimar al enemigo imperialista, sino conocerlo en su fuerza real, apreciarlo en su fuerza real, y hacer, por nuestra parte, lo necesario para salir victoriosos en esta batalla por la liberación de la patria.
Además, estar alertas a las intenciones del imperialismo de propiciar condiciones públicas favorables para promover un pretexto en la Base Naval norteamericana en Guantánamo y fabricar allí, a través de una autoagresión, cualquier excusa de agresión a nuestro país.
Al final, Fidel precisó que la conclusión más importante de su viaje a Nueva York fue transmitir:
La idea del rol que Cuba está jugando, la idea de la lucha que tenemos por delante, la necesidad de conducirla con valor y con inteligencia y la necesidad de trabajar muy duro, de redoblar el esfuerzo.
Y para concluir Fidel expresa un agradecimiento:
¡Y gracias por los dos petarditos, porque nos han valido de mucho con respecto a lo que estábamos explicando! ¡Y gracias porque ha servido para probar el temple que tiene nuestro pueblo, para probar el valor que tiene nuestro pueblo; porque ni una mujer se ha movido de su puesto!; ¡ningún hombre se ha movido de su puesto, ni se moverá de su puesto ante ningún peligro, ante ningún ataque!