Primera entrada triunfal de Fidel a La Habana
Data:
15/05/2003
Fonte:
Periódico Granma
El 15 de mayo de 1955 salieron los moncadistas de la Cárcel Modelo de Isla de Pinos. El 16 ocurrió la primera entrada triunfal de Fidel a La Habana. Había sido liberado tras la Ley de Amnistía. No era un regalo del régimen de Batista, sino el resultado de casi dos años de tenaz lucha de los seguidores del joven abogado, organizador del movimiento revolucionario que protagonizó los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953.
El germen para la lucha de los comités Pro-Amnistía de Fidel y sus compañeros, contaba con un instrumento político, que se había convertido, de hecho y de derecho cívico, en el programa de la Revolución. Ese programa en el que a su vez se denunciaban los horrendos crímenes cometidos por el ejército de la dictadura de Fulgencio Batista, devenida tiranía, era el alegato de autodefensa conocido en el mundo como La Historia me absolverá.
La amnistía no fue un regalo, como anotamos antes. Desde el presidio político donde confinaron a Fidel, este se valió de impensables ardides revolucionarios y pudo reconstruir en soledad, y hacer llegar a las manos de Haydée Santamaría y Melba Hernández, el documento citado donde reproducía sus palabras del 16 de octubre de 1953, pronunciadas en un pequeño cuarto de un hospital. Sus compañeras —quienes ya habían salido de la prisión— recibieron la encomienda de hacerlo publicar y de distribuir el folleto en toda Cuba. Para ello tenían que valerse de aquellos compañeros que habían integrado el movimiento para asaltar los cuarteles, pero que por falta de armas u otras razones no pudieron hacerlo.
Es adecuado recordar que más de mil jóvenes perfectamente organizados, tan disciplinados que llamaron la atención a la ciudadanía, habían marchado calle San Lázaro abajo para llegar al Parque Central, el 28 de enero de 1953. Ellos también habían participado en la marcha de las antorchas que los llevó a la Fragua Martiana la noche anterior, igualmente integrados a los estudiantes universitarios organizados por la FEU. Entre esa masa compacta, tan disciplinada en su formación uno y otro día, estaban los combatientes que fueron al Moncada y a Bayamo.
Quiere esto decir que si solo alcanzó armas una ínfima parte, los demás estaban prestos para cumplir la nueva misión: distribuir el folleto del alegato, y también estarían ellos entre los primeros que organizaron los comités Pro-Amnistía. A estos comités se irían sumando valerosamente numerosos sectores opuestos a la tiranía, entre ellos las nombradas Mujeres Martianas. Sería injusto en nota tan breve sobre un hecho trascendental hacer una relación, a la memoria, de los integrantes de los primeros comités Pro-Amnistía; pero hay uno de los más modestos, y de precaria salud, que no se puede pasar por alto: Ángel Pl., un joven obrero que trabajaba en un camión repartidor de hielo, quien también colaboró excepcionalmente bien, con Haydée y Melba. Tampoco otro allá en Bayamo, el barbero de Zenea 29, itinerante por la Sierra, Robert Paneque.
La labor de los comités Pro-Amnistía se multiplicó, a medida que, paralelamente, se distribuía La Historia me absolverá, la cual se iba leyendo a hurtadillas. Fue ella el arma idónea de aquella Batalla de Ideas. Finalmente la dictadura, que tenía pretensiones de hacer elecciones con la aquiescencia de los partidos tradicionales, se vio forzada por una gran vanguardia del pueblo a permitir la aprobación de la Ley de Amnistía.
Pero no se puede pasar por alto que aquella ley, tuvo una "percha", o enmienda, por la cual resultaban también amnistiados, a priori, los elementos del ejército cuyos crímenes habían sido denunciados por Fidel y sus compañeros en el proceso de la Causa 37, o juicio del Moncada, desde su inicio el 21 de septiembre de 1953.
Así el 15 de mayo de 1955 Fidel y sus compañeros salieron del presidio de Isla de Pinos. Se reunieron brevemente en el hogar de los Montané (Jesús Montané) en Nueva Gerona, y después abordaron el vapor Pinero rumbo al puerto de Batabanó y en esa ciudad tomarían el tren rumbo a la capital. En la Terminal de Ferrocarriles o Estación Central de La Habana, lo esperaba una multitud. Desde la madrugada. A Fidel lo sacaron por una ventanilla y lo cargaron en hombros. Ya era el líder indiscutible de toda la oposición y de la Revolución cubana, cuya victoria se produjo el 1ro. de Enero de 1959.
La foto que ilustra esta nota corresponde a la llegada del joven abogado Fidel Castro a la terminal de trenes. Ya en el vapor estaba decidido que el movimiento que encabezaría sería identificado como Movimiento 26 de Julio, en honor al día del Moncada.
El germen para la lucha de los comités Pro-Amnistía de Fidel y sus compañeros, contaba con un instrumento político, que se había convertido, de hecho y de derecho cívico, en el programa de la Revolución. Ese programa en el que a su vez se denunciaban los horrendos crímenes cometidos por el ejército de la dictadura de Fulgencio Batista, devenida tiranía, era el alegato de autodefensa conocido en el mundo como La Historia me absolverá.
La amnistía no fue un regalo, como anotamos antes. Desde el presidio político donde confinaron a Fidel, este se valió de impensables ardides revolucionarios y pudo reconstruir en soledad, y hacer llegar a las manos de Haydée Santamaría y Melba Hernández, el documento citado donde reproducía sus palabras del 16 de octubre de 1953, pronunciadas en un pequeño cuarto de un hospital. Sus compañeras —quienes ya habían salido de la prisión— recibieron la encomienda de hacerlo publicar y de distribuir el folleto en toda Cuba. Para ello tenían que valerse de aquellos compañeros que habían integrado el movimiento para asaltar los cuarteles, pero que por falta de armas u otras razones no pudieron hacerlo.
Es adecuado recordar que más de mil jóvenes perfectamente organizados, tan disciplinados que llamaron la atención a la ciudadanía, habían marchado calle San Lázaro abajo para llegar al Parque Central, el 28 de enero de 1953. Ellos también habían participado en la marcha de las antorchas que los llevó a la Fragua Martiana la noche anterior, igualmente integrados a los estudiantes universitarios organizados por la FEU. Entre esa masa compacta, tan disciplinada en su formación uno y otro día, estaban los combatientes que fueron al Moncada y a Bayamo.
Quiere esto decir que si solo alcanzó armas una ínfima parte, los demás estaban prestos para cumplir la nueva misión: distribuir el folleto del alegato, y también estarían ellos entre los primeros que organizaron los comités Pro-Amnistía. A estos comités se irían sumando valerosamente numerosos sectores opuestos a la tiranía, entre ellos las nombradas Mujeres Martianas. Sería injusto en nota tan breve sobre un hecho trascendental hacer una relación, a la memoria, de los integrantes de los primeros comités Pro-Amnistía; pero hay uno de los más modestos, y de precaria salud, que no se puede pasar por alto: Ángel Pl., un joven obrero que trabajaba en un camión repartidor de hielo, quien también colaboró excepcionalmente bien, con Haydée y Melba. Tampoco otro allá en Bayamo, el barbero de Zenea 29, itinerante por la Sierra, Robert Paneque.
La labor de los comités Pro-Amnistía se multiplicó, a medida que, paralelamente, se distribuía La Historia me absolverá, la cual se iba leyendo a hurtadillas. Fue ella el arma idónea de aquella Batalla de Ideas. Finalmente la dictadura, que tenía pretensiones de hacer elecciones con la aquiescencia de los partidos tradicionales, se vio forzada por una gran vanguardia del pueblo a permitir la aprobación de la Ley de Amnistía.
Pero no se puede pasar por alto que aquella ley, tuvo una "percha", o enmienda, por la cual resultaban también amnistiados, a priori, los elementos del ejército cuyos crímenes habían sido denunciados por Fidel y sus compañeros en el proceso de la Causa 37, o juicio del Moncada, desde su inicio el 21 de septiembre de 1953.
Así el 15 de mayo de 1955 Fidel y sus compañeros salieron del presidio de Isla de Pinos. Se reunieron brevemente en el hogar de los Montané (Jesús Montané) en Nueva Gerona, y después abordaron el vapor Pinero rumbo al puerto de Batabanó y en esa ciudad tomarían el tren rumbo a la capital. En la Terminal de Ferrocarriles o Estación Central de La Habana, lo esperaba una multitud. Desde la madrugada. A Fidel lo sacaron por una ventanilla y lo cargaron en hombros. Ya era el líder indiscutible de toda la oposición y de la Revolución cubana, cuya victoria se produjo el 1ro. de Enero de 1959.
La foto que ilustra esta nota corresponde a la llegada del joven abogado Fidel Castro a la terminal de trenes. Ya en el vapor estaba decidido que el movimiento que encabezaría sería identificado como Movimiento 26 de Julio, en honor al día del Moncada.