Haití: los campamentos de refugiados y los médicos cubanos
La compleja situación que se vive hoy en esta capital obliga a muchos habitantes de la urbe a refugiarse en campamentos improvisados en los alrededores de la ciudad.
La mayoría de estos refugios carecen de agua potable, servicios sanitarios y otras condiciones mínimas para vivir, lo cual los convierte en focos permanentes para la proliferación de las enfermedades.
Uno de ellos, ubicado en la Rout Nef, justo en la ladera de una de las montañas que rodea Puerto Príncipe, parece el caldo de cultivo ideal para la aparición de epidemias, por las precarias condiciones sanitarias.
Hasta allí, sin embargo, se desplazó un grupo multidisciplinario de trabajadores cubanos de la salud y graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), con la intención de realizar una pesquisa completa de la situación.
Los médicos atienden a los enfermos, controlan la tensión arterial de unos y le advierten a otros de la necesidad de usar zapatos o respetar las más elementales normas de salubridad.
Los epidemiólogos husmean en busca de posibles infecciones y advierten a la brigada de vectores sobre los lugares en los cuales es necesario fumigar para evitar la proliferación de mosquitos o dónde situar el veneno para los roedores.
Otros emprenden una cruzada masiva de vacunación, sobre todo entre los niños, los más vulnerables a las enfermedades diarreicas o a la malaria, muy abundantes en estos sitios donde no existen servicios sanitarios ni lugares donde verter los desperdicios.
El campamento, en el cual viven unas tres mil personas, crece aceleradamente hacia la cima de la montaña, sin importar mucho que en los alrededores no se pueda conseguir agua o que la energía eléctrica esté muy distante.
A ese sitio, apartado para algunos, los cooperantes cubanos y los graduados de la ELAM llegaron también con libros y enseñanzas, en tanto la brigada artística Martha Machado puso la música y la alegría.
Situaciones como estás se viven continuamente en muchos de estos reductos, en los cuales los damnificados por el terremoto del pasado 12 de enero aguardan en espera de que alguien les edifique una vivienda, algo que puede demorar años.
El referido sismo dejó más de 220 mil muertos, 300 mil heridos y más de un millón 200 mil damnificados, entre ellos los del campamento de marras.
La mayoría de estos refugios carecen de agua potable, servicios sanitarios y otras condiciones mínimas para vivir, lo cual los convierte en focos permanentes para la proliferación de las enfermedades.
Uno de ellos, ubicado en la Rout Nef, justo en la ladera de una de las montañas que rodea Puerto Príncipe, parece el caldo de cultivo ideal para la aparición de epidemias, por las precarias condiciones sanitarias.
Hasta allí, sin embargo, se desplazó un grupo multidisciplinario de trabajadores cubanos de la salud y graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), con la intención de realizar una pesquisa completa de la situación.
Los médicos atienden a los enfermos, controlan la tensión arterial de unos y le advierten a otros de la necesidad de usar zapatos o respetar las más elementales normas de salubridad.
Los epidemiólogos husmean en busca de posibles infecciones y advierten a la brigada de vectores sobre los lugares en los cuales es necesario fumigar para evitar la proliferación de mosquitos o dónde situar el veneno para los roedores.
Otros emprenden una cruzada masiva de vacunación, sobre todo entre los niños, los más vulnerables a las enfermedades diarreicas o a la malaria, muy abundantes en estos sitios donde no existen servicios sanitarios ni lugares donde verter los desperdicios.
El campamento, en el cual viven unas tres mil personas, crece aceleradamente hacia la cima de la montaña, sin importar mucho que en los alrededores no se pueda conseguir agua o que la energía eléctrica esté muy distante.
A ese sitio, apartado para algunos, los cooperantes cubanos y los graduados de la ELAM llegaron también con libros y enseñanzas, en tanto la brigada artística Martha Machado puso la música y la alegría.
Situaciones como estás se viven continuamente en muchos de estos reductos, en los cuales los damnificados por el terremoto del pasado 12 de enero aguardan en espera de que alguien les edifique una vivienda, algo que puede demorar años.
El referido sismo dejó más de 220 mil muertos, 300 mil heridos y más de un millón 200 mil damnificados, entre ellos los del campamento de marras.
Fonte:
Prensa Latina
Data:
06/04/2010