DISCURSO EN EL XXVII CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNION SOVIETICA, PALACIO DE LOS CONGRESOS, MOSCU
Data:
Querido compañero Mijail Sergueevich Gorbachov;
Queridos delegados;
Distinguidos invitados:
Cumpliré con el primer deber de un invitado, que es el de ser lo más breve posible.
Aires de renovación y una fuerte inyección de espíritu leninista, de optimismo, de entusiasmo y esperanzas flotan en el ambiente de este XXVII Congreso. Los que hemos venido de muy lejos, sabemos que no se trata de un congreso más, sino de un congreso histórico. Todo el proceso profundamente crítico de preparación de este Congreso, sus rigurosos análisis, el brillante y valiente informe del compañero Gorbachov, nos enseñan que por encima de los colosales éxitos políticos, económicos, sociales y científicos, de las inmensas glorias en la defensa de la patria y las proezas históricas alcanzadas por el pueblo soviético y su aguerrida vanguardia comunista, nada podrá satisfacer jamás su insaciable sed de nuevos avances en el camino iniciado por la grandiosa Revolución de Octubre (APLAUSOS). Ello responde no solo a una necesidad del espíritu humano, sino también a las realidades objetivas de la historia.
No nos corresponde a nosotros, los invitados, emitir juicios evaluativos sobre lo que ha hecho este heroico y admirable país, ni sugerir ideas de lo que pueda o deba hacerse, sino expresar una vez más nuestra ilimitada confianza, nuestra admiración profunda y nuestra convicción sólida de que cualesquiera que sean las dificultades, cualesquiera que sean los desafíos en el camino de la construcción del comunismo, nunca antes recorrido por el hombre, este pueblo y este Partido lo sabrán vencer (APLAUSOS).
Quizás el más grande de estos desafíos lo constituye hoy las amenazas que se ciernen sobre la paz, el peligro de una guerra que pueda poner fin a la especie humana y a sus más nobles sueños.
De actos irresponsables que han originado guerras catastróficas está llena la historia humana, solo que por primera vez en la vida del hombre este no podría sobrevivir a sus consecuencias. No por ello dejan de existir políticas irresponsables de un imperialismo más ciego y obcecado, más peligroso de cuantos hayan existido jamás, precisamente porque actúa como si ignorara o pretendiera ignorar estas realidades.
Vivimos una época que exige verdaderamente nervios de acero y políticas con la transparencia del cristal y la firmeza de una roca de granito. Así han sido los nervios de este pueblo heroico, rodeado de bases militares nucleares amenazantes y agresivas durante decenas de años; así ha sido su política de paz. Si de eso dio pruebas desde los días de Lenin cuando no existían siquiera las armas de exterminio en masa, ¿quién puede negar que en la URSS, en sus nervios de acero, en su inconmovible poderío, en su transparente y firme política de paz, en su radical y categórica propuesta de poner fin a la carrera armamentista, proscribir las armas espaciales y erradicar para siempre todas las armas nucleares, se basan hoy las esperanzas fundamentales de supervivencia humana? (APLAUSOS)
Después de los pronunciamientos del compañero Gorbachov en nombre del pueblo y el partido soviéticos, antes de Ginebra, en Ginebra y después de Ginebra, a nadie podrá quedar dudas de que el socialismo quiere la paz, de que el socialismo es la paz (APLAUSOS).
El segundo desafío, no menos estimulante y también de enorme trascendencia, es el desarrollo de la economía a ritmo sostenido y elevado, bajo la aplicación consecuente e inmediata de los avances de la ciencia y la técnica, que nos señala el camino de la emulación pacífica entre el socialismo y el capitalismo como sola vía posible de solución a la contradicción histórica entre ambos sistemas sociales.
Sobre estas sólidas premisas se basan las grandes y justas esperanzas del avance y del continuo perfeccionamiento de nuestro sistema político y social, infinitamente más racional y mil veces más humano que el capitalismo (APLAUSOS).
Estas ideas sobre las que ha puesto en los últimos tiempos enorme énfasis el glorioso Partido Comunista de la Unión Soviética, constituyen hoy una bandera de lucha para toda la comunidad socialista, y contará sin duda con el máximo apoyo de todas las fuerzas progresistas de la Tierra (APLAUSOS).
Piensa tal vez el imperialismo que a cambio de la política de paz global, por la cual se empeñan los países socialistas y todos los pueblos del mundo y que constituye una necesidad objetiva de los propios estados capitalistas desarrollados, estaría en sus manos disponer a su antojo del destino de las naciones emergentes de América Latina, Africa y Asia.
En esas regiones del mundo donde quiere el imperialismo imponer guerras locales o de baja intensidad, como suele calificarlas con cinismo a partir de sus concepciones cobardes y oportunistas, los pueblos nos encargaremos de no permitírselo jamás (APLAUSOS).
Nuestra liberación no es un don que se deba a la gracia o al permiso del imperio, es resultado de nuestras luchas por conquistarla o mantenerla, es fruto de la sangre y de la vida de muchos de los mejores hijos de nuestros pueblos. Y ese derecho no podrán nunca arrebatárnoslo. Viet Nam fue un ejemplo de lo que puede costar al imperio tales llamados conflictos de baja intensidad, sostenidos contra las fuerzas patrióticas y progresistas por la CIA y el Gobierno de Estados Unidos. Nicaragua, El Salvador, Angola, Namibia, los pueblos de Africa Austral, los saharauitas, los palestinos, los afganos, los kampucheanos, lo están demostrando. Hay algo más poderoso que las armas nucleares, es el amor de los pueblos a la libertad (APLAUSOS).
El tercer desafío para todas las fuerzas progresistas es el hambre, la pobreza, el desempleo, el atraso educacional y sanitario, el subdesarrollo, en fin, de las naciones del llamado Tercer Mundo. Sobre ellas ha caído el peso brutal de la crisis económica capitalista. Su deuda externa de casi un millón de millones de dólares es absolutamente impagable e incobrable. Su situación es ya desesperada, moral y físicamente intolerable. La anulación de esa injusta, absurda e impagable deuda, el cese del intercambio desigual, el dumping, el proteccionismo, el saqueo de sus recursos naturales y humanos, es ya demanda unánime de sus pueblos que constituyen la inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra. Ellos exigen de los países capitalistas una respuesta, o de lo contrario impondrán sus propias soluciones.
La caída drástica de los precios del petróleo ocurrida en las últimas semanas como resultado de las manipulaciones imperialistas, ha llevado a un grupo numeroso de naciones deudoras del mundo subdesarrollado al borde de la catástrofe que ya venían padeciendo la inmensa mayoría. El cese de los pagos o serios estallidos sociales en muchos países, será la consecuencia inevitable de esta situación en un futuro próximo. Los países del Tercer Mundo esperan y están seguros de que recibirán de la comunidad socialista la máxima solidaridad en su lucha por sus justas reivindicaciones económicas (APLAUSOS).
Queridos amigos soviéticos; compañeros delegados; compañero Mijail Sergueevich Gorbachov:
Permítanme trasmitirles, en nombre de Cuba, nuestro más fraternal y caluroso saludo en ocasión de este histórico XXVII Congreso (APLAUSOS).
En ustedes ponemos nuestras esperanzas de comunistas, de revolucionarios, y de un pueblo que es a la vez parte de la comunidad socialista y también del Tercer Mundo. En la gran patria de Lenin confiamos; en el pueblo soviético, en su glorioso Partido, en su dirección, en usted, compañero Gorbachov, en sus ideas frescas, en su estilo dinámico, en su incansable lucha por la paz, por los principios leninistas y por el comunismo, confiamos, y los apoyamos plenamente (APLAUSOS PROLONGADOS).
¡Viva el socialismo! (APLAUSOS)
¡Viva el internacionalismo! (APLAUSOS)
¡Viva la paz! (APLAUSOS)
Muchas gracias.
(OVACION)