Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al recibir la medalla "José Bonifacio", en el grado de Gran Oficial en la Universidad Estadual de Río de Janeiro, Brasil, el 30 de junio de 1999
Data:
Autoridades del Estado y de la ciudad;
Rectores;
Profesores;
Alumnos;
Trabajadores;
Amigos de Cuba:
Me han cargado ustedes de tantos honores, tan por encima de los que pueda yo realmente merecer, que no veo en ello otra cosa que un gran espíritu de solidaridad y de generosidad.
Ustedes estaban impacientes —dicen acá— porque yo hablara; el único que no estaba impaciente era yo (Risas y aplausos).
Muchas veces he estado en muchas tribunas; pero pocas veces, tal vez nunca, me vi ante una tarea tan difícil. Estaba, incluso, la promesa que por mi propia cuenta hice de no hablar más de dos horas (Risas), y créanme, sinceramente, que voy a tratar de cumplirla (Risas y exclamaciones).
Miren, es que ustedes me han sugerido tantas cosas, me han hecho recordar tantos momentos y episodios de estos años, que si me dejo llevar por los recuerdos, entonces sobrepasaría qué sé yo cuántas horas. Es mejor que me concentre en unos pocos temas, pienso. Tengo, además, el propósito de cumplimentar la invitación que me hicieron los delegados de los estudiantes de todo Brasil de reunirme mañana con ellos.
No les podré decir a ustedes todo lo que debo decirles a los dos, sería largo; es mejor dividir. A mí me tocaba decidir cuál sería el tema, y pensando que estamos aquí en Río y que acaba de tener lugar la conferencia, mi deber era dar algunas impresiones sobre ella; pero, si se quiere, no más que de una parte de la conferencia. No fue fácil, desde luego, para mí.
Nosotros somos el demonio (Risas), Cuba es un infierno (Risas). Eso lo han dicho tantas veces, tantos millones de veces nuestros vecinos del Norte... Aunque estaría mal decir nuestros vecinos del Norte; sería mejor nuestros adversarios entre los vecinos del Norte, vecinos que durante mucho tiempo han estado engañados. No es el pueblo norteamericano culpable de los muchos crímenes históricos que ese imperio, aun antes de nacer como imperio, ha cometido. Nunca, por una cuestión de principio, culpamos al pueblo norteamericano; lo más que podríamos decir, recordando aquella famosa frase de Lincoln de que era posible engañar a todo el pueblo una parte del tiempo, o engañar a una parte del pueblo todo el tiempo, pero no era posible engañar a todo el pueblo todo el tiempo (Aplausos), es que hoy el mundo se ha globalizado y que con el mundo globalizado se ha globalizado también la mentira (Aplausos). Podríamos decir lo mismo: es posible engañar a una parte del mundo todo el tiempo, o a todo el mundo una parte del tiempo; pero ustedes hoy aquí están demostrando que no es posible engañar a todo el mundo todo el tiempo (Aplausos). Esto significa el comienzo de la verdad global y el comienzo de la victoria global.
Leo cables todos los días, muchos cables, 200, 300, es un viejo hábito, y sé todo lo que se dice en el mundo, incluso una parte de lo que ocurre en el mundo; casi adquiere uno la especialidad de conocer cuántas mentiras se dicen en el mundo y cuántas verdades se ocultan, cuáles son los mecanismos.
Nosotros muchas veces, leyendo cables, vemos un título; después leemos el contenido, y el contenido no tiene nada que ver con el título. Son técnicas para manipular una noticia, de modo que en todos los periódicos del mundo, por ejemplo, se publique aquel título, y después un texto.
Existe también el hecho de que hay muchas personas en el mundo que solo leen el título de la noticia y nada más. Es triste, pero es verdad.
También en nuestro mundo se ha perdido mucho el hábito de leer y hay otros medios importantes de divulgación de ideas valiosos; digamos, primero la radio y después la televisión. Pero la radio y la televisión se han globalizado igualmente. Existen grandes cadenas que son las que trasmiten su mensaje por todos los rincones del mundo, medios audiovisuales de gran influencia, y esos medios audiovisuales están en manos de nuestros vecinos del Norte, en su inmensa mayoría. Son poseedores de la mayor parte de los medios masivos y de las vías de comunicación, de casi todos los satélites que un día van a oscurecer el Sol (Risas); son dueños de la más poderosa industria de producción cinematográfica; dueños de la más poderosa industria de producción de seriales para la televisión y para los videocasetes.
Algunos han estudiado este fenómeno y debemos estar conscientes. ¿Cuál de nuestros países se puede gastar 300 millones de dólares en una película, en una sola; recaudar su costo en el mercado interno de Estados Unidos, y después de haber ganado mucho dinero distribuirla por el mundo a cualquier precio?
Se conocen las estadísticas, qué tanto por ciento de las películas que ven los latinoamericanos son norteamericanas, qué tanto por ciento de los seriales de televisión son norteamericanos, qué tanto por ciento de los videos que circulan por el mundo son norteamericanos. En mayor o menor grado, hay países de este hemisferio donde el 90% de lo que circula en los cines y en la televisión son materiales norteamericanos, y todo eso elaborado y diseñado con espíritu comercial y para divulgar lo que pudiéramos llamar lo peor que ha acumulado la sociedad de ese país: violencia, por ejemplo. Creo que una vez leí que el 65% del contenido de esos materiales está asociado a la violencia. Ningún otro país del mundo produce materiales de cine, televisión, etcétera, con tan alto porcentaje de violencia, de sexo, de extravagancia (Aplausos). Y con eso que producen con espíritu fundamentalmente comercial, envenenan, confunden y engañan a una gran parte del mundo. Quizás ese sea uno de los problemas más serios que tenemos hoy.
Una película de 300 millones no solo logra ingresos por la exhibición, sino que, además, la asocian a programas comerciales, ventas de productos, de manera que algunas de ellas rebasan los 1 000 millones de dólares en recaudaciones. Lo han mezclado todo, y entonces esas grandes empresas de comunicación, de cine y de todo tienden a unirse.
No es que pretendamos afirmar que no haya algunas producciones buenas y muy buenas, pero a nosotros mismos nos cuesta mucho trabajo escoger las películas que exhibimos en los cines y en la televisión; todas las semanas hay que exhibir dos o tres películas.
Europa, que hace unos 30 ó 35 años producía muchas buenas películas, hoy realmente no las produce, salvo excepciones, y está prácticamente aplastada por la agresión cultural de Estados Unidos.
Hay algunos países, como Gran Bretaña, donde casi el 80% de lo que se exhibe es de procedencia norteamericana, y muchos otros cultos países de Europa reciben el 70%, el 65%, quizás un sesenta y tanto por ciento como promedio de material norteamericano; quizás Francia, por excepción, sea la que reciba menos de un 50%, la única. Trata de defender su cultura de esa invasión, al parecer tienen un empeño especial.
En un reciente congreso de escritores y de artistas cubanos, que pudiéramos llamar un congreso de la cultura, hace algunos meses, el punto que reunía el criterio unánime de los cientos de delegados allí presentes era el problema de la agresión cultural que está sufriendo América Latina y el mundo, y todo ese material está al servicio de una ideología y de un modelo de consumo, modelo de consumo que de aplicarse aceleraría lo que constituiría de verdad el fin de la historia. No ese fin de la historia de que han hablado algunos eufóricos cuando se derrumbó el campo socialista; el fin de la historia, quiere decir, en este caso, el punto hacia donde nos conduciría ese camino por el cual transita hoy el mundo, la sociedad de consumo.
Alguien habló de cuántos hambrientos había —me parece que fue el Presidente de la Asamblea—, cuántos pobres. Datos de esos hay realmente muchos; no son cientos de millones, son miles de millones. El 80% de la población mundial hoy es pobre, sin incluir a los chinos, que son pobres, pero tienen alimentos todos los días, visten y calzan, tienen viviendas, atención médica y educación, a pesar de que aprender el chino no es nada fácil (Aplausos). Yo tengo la teoría de que los chinos son muy inteligentes, y se ganan casi todas las olimpiadas de matemáticas y física en cualquier parte, porque su inteligencia se desarrolla aprendiendo el idioma (Risas).
Un país hermano, Venezuela, tuvo una vez la buena idea de crear un ministerio, se llamaba el Ministerio de la Inteligencia. Muchos se reían del ministerio y del ministro. Creo que fui uno de los pocos en el mundo que no se rieron de ninguno de los dos, y hasta tuve oportunidad de conversar con él sobre sus teorías, en las que sostiene que la inteligencia se desarrolla en los primeros años de vida, durante un período. Incluso hay investigadores que desarrollan técnicas para elevar el cociente de inteligencia, porque estos seres, que somos nosotros, poseemos una capacidad mental no desdeñable. Por lo menos el equipo está instalado en nuestras cabezas; pero se dice que el hombre llega a utilizar el 10% o el 12% de su capacidad intelectual. Y, claro, las pruebas que se han hecho demuestran que determinados métodos de enseñanza ayudan a utilizar un 15%, un 16%, y aún más. Ojalá llegue un día, ¡y ay de los farsantes, ay de los mentirosos, ay de los explotadores, si el hombre llegara un día a utilizar el cincuenta por ciento de su capacidad de inteligencia! (Aplausos.)
Sabemos —y no es un sacrilegio decirlo— que somos producto de la evolución natural. Eso se descubrió a mediados del siglo pasado, hace aproximadamente 150 años, y la teoría fue muy discutida, hubo muchas críticas. Pero digo que no es sacrílego, porque recientemente leí que el Papa Juan Pablo II había declarado que la teoría de la evolución no era incompatible con la doctrina de la creación, creo que todos, creyentes y no creyentes, aceptan esa realidad. Pero ya el hombre no puede seguir evolucionando de la misma forma que durante cientos de miles de años. El gran caudal hacia el futuro de la mente humana consiste en el enorme potencial de inteligencia genéticamente recibido que no somos capaces de utilizar. Ahí está lo que disponemos, ahí está el porvenir, y si habiendo usado solo una pequeña parte de la inteligencia potencial vemos tantas maravillas, como esos teléfonos que aparecen por todas partes... (Risas y aplausos).
Antes de salir para Río estaba tratando de hacer un discurso, porque me dijeron: "Hay cinco minutos para hablar" —yo por poco escribo: "Señor Presidente; Excelencias; buenos días, muchas gracias" (Risas y aplausos)—, y estaba reuniendo muchos datos y materiales, ustedes no se imaginan cuántos materiales hay que reunir cada vez que tiene lugar una conferencia de este tipo. No es cuestión de buscar un talentoso compañero que haga un discurso. Si el que lo dice no sabe de qué se trata, entonces no estaría ni siquiera en condiciones de defender una idea.
Pero, además, no ando con un telefonito de esos —nunca he usado esos aparatos—, porque hay que tener el sentido de cuidar los nervios, porque a cualquier hora, en cualquier momento suena. Dicen que hay algunos que vibran. No conozco ninguno, solo aquí, de vez en cuando... Ayer, mientras transitaba por las calles, cuando íbamos por una avenida en dirección al hotel donde se albergó nuestro amigo y destacado dirigente venezolano Hugo Chávez, se comunicó nuestro Ministro con los compañeros en Cuba; tomo el aparatico, y se oía mucho mejor de lo que yo podía escucharlos cuando llamo desde La Habana por teléfono a sus oficinas (Risas).
¡Increíble! Yo estaba allá y, de repente, tuve que hacer un puesto de mando a toda velocidad, porque descubrí que unos cuantos materiales no estaban disponibles, como, por ejemplo, los textos exactos de los documentos aprobados por la OTAN el 24 de abril, algo que nos interesaba mucho. Suerte que los habíamos pedido con anterioridad a nuestro Embajador en Naciones Unidas, donde libró una gran batalla alrededor de las fórmulas que se discutían para alcanzar una solución política al conflicto en Yugoslavia, y él había enviado aquellos documentos, pero entre esos y otros montones de papeles y de datos, asociados a esta cumbre y a otros trabajos, no los tenía a mano. Había que llamar a la oficina en el Consejo de Estado, había que llamar a Relaciones Exteriores, había que llamar a nuestro Ministro y a nuestro Embajador aquí en Río de Janeiro y a unos cuantos lugares más para reunir variados datos, tal papel y tal cosa, porque ese no era, desde luego, el único material, y disponíamos apenas de 48 horas. Gracias a uno de esos teléfonos, a última hora, el compañero Director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, que está aquí con nosotros, recibió parte de esos papeles a toda velocidad, le pido: Léelos en detalle —a mí no me daba tiempo de leerlos todos—, subraya los temas asociados a esto, esto y esto. Eran 60 páginas.
Había otros materiales asociados con distintos temas de otras 60 páginas aproximadamente. Al mismo tiempo, había que estar traduciendo al inglés y a otros idiomas no se sabe cuántos materiales, discursos anteriores o proyectos de discursos, ver cuántas copias había en cada uno de los idiomas y cuántos faltaban, porque si íbamos a llegar, por ejemplo, a este acto en la universidad, había que entregar algunos de esos materiales, para no tener que repetir temas y facilitar por escrito a los participantes elementos de juicio complementarios.
Nosotros traducimos algunos de estos materiales hasta en ocho idiomas: español, por supuesto; el mayor número en inglés, porque es el idioma que más se usa en todas partes; pero también en alemán, en italiano, en ruso y especialmente esta vez en portugués. Digo: Si vamos para Brasil, ¿cuántas copias llevamos?, es el país donde va a tener lugar la conferencia.
Nosotros no solo nos preocupamos porque se traduzcan los materiales, sino que se traduzcan bien, de modo que se pueda entender en el idioma del país que los lee.
Me enteré, por casualidad, que el portugués de Brasil era diferente al portugués de Portugal, y que hay una guerra entre portugueses y brasileños en cuestiones de idioma. Digo: Denme un ejemplo. Me responden: Bueno, por ejemplo, "facto"; en Portugal dicen "facto", así, con una "c" antes de la "t", y en Brasil dicen "fato", y así muchas palabras. Yo lo que no quería era que ofendieran a los brasileños con una traducción portuguesa (Risas); aunque me parece que ustedes entienden, ¿verdad?, si leen una novela portuguesa, la entienden perfectamente, ¿no? Pero no les gusta que les cambien las palabras, ¿es así o no? Bueno, hasta ese detalle había que cuidarlo. Llamé al traductor que viaja conmigo y le dije: ¿Tú entiendes bien? —él es el traductor de portugués. ¿En cuál de los dos portugueses está la traducción? (Risas.) Porque en una oficina que tenemos de traducción, con muy buenos traductores, que tienen su estilo, sus revisores, a lo mejor allí habían traducido al portugués de Portugal, y el traductor que traigo se preocupa siempre de traducir el portugués de Portugal al portugués de Brasil. Le digo: ¿Tú estás seguro de que lo entienden allí bien y de que no vamos a ofender a los brasileños? (Risas.) Dice: "No, no, se entiende bien" (Aplausos).
Les cito esto como ejemplo de los trabajos que hay que hacer. Pero yo les puedo asegurar que entre las 4:00 de la tarde y las 12:00 de la noche del sábado 27, para comprobar muchos datos y materiales, se revisaron cientos de páginas.
En el avión, durante el viaje de La Habana a Río de Janeiro, que decían que duraba ocho horas, descubrí que duraba realmente una hora, porque al despegar, me senté con el Director del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial y hemos estado ocho horas trabajando, discutiendo; yo, repasando como un alumno a fin de curso no se sabe cuántas cosas subrayadas durante días, las cuales debía repasar, y él, esforzándose por ver si se entendía la declaración de la Cumbre que se estaba discutiendo aquí en Río; el documento de sesenta y tantos párrafos sobre temas políticos, económicos y sociales. De aquí nos enviaban noticias a Cuba o al avión de que tal punto estaba trabado sobre tal y más cual cosa. Les preguntábamos: Bueno, ¿y hasta ahora qué hay? Nos respondían: Bueno, hasta ahora, únicamente tal y más cual cosa ha sido aceptaba; se ha discutido del primer documento solo la mitad. Eso era del sábado para el domingo, estaba la reunión de cancilleres y había criterios encontrados de Europa y de América Latina en unas cuantas cosas; había que conocer todos los puntos en que no coincidían los criterios.
Digo: ¿Qué es lo último que llegó? Ya había llegado solo la cuarta parte de los materiales, había que seguir trabajando para ver qué se había conciliado y qué no; corchetes y más corchetes donde estaban las cosas no conciliadas. Y una de las cosas que me preocupaban extraordinariamente era el hecho de que la parte europea no quería ni oír hablar de la Carta de Naciones Unidas, ni quería hablar del principio de no intervención, ni sobre la autodeterminación y la soberanía; tal actitud era motivo lógico de preocupación profunda, puesto que sabemos todo lo que hay detrás de eso.
Así estuvieron discutiendo hasta por la madrugada; incluso un párrafo que mencionaba por nombre y apellidos la Ley Helms-Burton, había sido fruto de una batalla de la delegación cubana y de otros países para que se incluyera con nombre y apellido.
Había muchas cosas pendientes; pero, desde luego, pudimos ganar todo el tiempo que necesitábamos, gracias a ese medio de comunicación que nos permitía comunicarnos y coordinar simultáneamente con seis o siete puntos diferentes, lo cual hace posible multiplicar el esfuerzo.
Les hablaba de la invasión cultural, que es una realidad; nos quieren imponer una seudocultura, o mejor dicho, una falsa e insoportable monocultura. Ejemplo de lo que ocurre lo leí hace unos días, que se perdían cada año 100 de los aproximadamente 6 000 idiomas que quedan en el mundo, o dialectos, que también son idiomas, ¡cien por año! Se habían perdido ya unos miles, pero, sobre todo, amargaba pensar que en 20 años se perderían 2 000 más. A ese paso puede ser que no quede más que un idioma, el inglés, que por desgracia y por culpa de mis vecinos, ya que algo aprendí de inglés en el bachillerato, en la universidad y tratando de leer en ese idioma, después lo fui olvidando; tuve que hablar mucho, mucho español, y a pesar de que intenté repasar mi inglés con diccionarios, libretas y apuntes, leyendo una instructiva y agradable biografía de Lincoln, ya que los temas conocidos son más fáciles de traducir, hice algunos esfuerzos hasta que decidí renunciar y ver si aprendía un poquito mejor el castellano (Aplausos).
¿Con qué se relaciona esto? Con una colosal batalla de ideas. Si los medios de divulgación masiva están monopolizados por la potencia imperialista más poderosa que haya existido jamás, estamos en el deber de defender las culturas y estamos en el deber de divulgar las ideas. Las ideas hay que divulgarlas y sembrarlas por todo el mundo (Aplausos).
Les decía, por eso, que resultaba alentador lo que yo había presenciado en la tarde de hoy, lo que presencié esta mañana en Niteroi cuando inauguramos un módulo del médico de la familia —tienen ya 16 y se proponen llegar a 30—, o allí cuando visitamos el museo diseñado por Niemeyer, y el inmenso honor de que él estuviera presente, más joven y más lúcido de lo que yo lo vi hace siete u ocho años. Fue para mí un inmenso honor poner sobre su espalda mi mano.
Voy viendo muchas cosas, en muchas partes, muy interesantes. En Venezuela estuve. Creo que por ahí han repartido unos folletos del discurso de Venezuela, que fue largo, pero había muchos temas que no tengo que repetir, y los que se interesan por ese tipo de material, en ese discurso pueden encontrar algunas cosas, ideas bolivarianas, ideas martianas, una etapa nueva que surge en un país que desempeñó un papel muy importante en la historia de este hemisferio, porque de allí partió el noble sueño de una integración latinoamericana cuando no existían las comunicaciones de hoy y un caballo tardaba tres meses en llegar de Caracas a Lima. Otro gran soñador de la integración fue Martí, y allí se juntaban simbólicamente las ideas de Martí y las ideas de Bolívar. Martí fue un gran admirador de Bolívar, fue siempre un gran bolivariano.
De eso se trataba y había que hablar mucho, y de los temas del mundo, de los privilegios que se ha tomado la gran superpotencia del Norte, las formas de saqueo que aplica. De modo que hoy compra todo en todas partes con los billetes que imprime, antes había que comprarlo con oro, o con papel moneda que tenía un equivalente en oro asegurado, hasta que, rompiendo las normas de Bretton Woods, unilateralmente suspendieron la conversión del papel en oro, con lo cual convirtieron el oro en papel. Las reservas que poseían a finales de la Segunda Guerra Mundial, el 80% del oro del mundo, después de la aventura de Viet Nam les quedaba solo un tercio.
Ellos habían mantenido el oro a un precio fijo de 35 dólares la onza troi, comprando cuando había excedente en el mercado y vendiendo cuando había escasez. Al suspender Estados Unidos el patrón oro y con él los mecanismos de estabilización de las monedas, se produjo una explosión colosal de su precio. El oro que quedaba en sus reservas aumentó más de diez veces su valor. La economía mundial había sido estafada impunemente. Las monedas hasta entonces habían sido bastante estables, no había surgido el gigantesco negocio especulativo, en virtud del cual cada día las operaciones especulativas con las monedas asciende a un millón de millones de dólares, fenómeno inusitado y nuevo que permite ver el abismo hacia donde marcha, o las orillas del abismo, y muy próximo al mismo, por donde marcha el orden económico mundial existente, algo insostenible, sí, insostenible. Debemos comprender que estamos ante un mundo donde los acontecimientos marchan más rápido que la conciencia de lo insostenible que ese mundo es y la imperiosa e inevitable necesidad de que sea sustituido por otro orden, si es que la humanidad quiere sobrevivir (Aplausos).
Hay que sembrar ideas, muchas ideas. ¿Qué hacemos nosotros que no tenemos grandes cadenas de medios masivos de difusión? También utilizamos en parte sus medios electrónicos. Sí, existe, por ejemplo —y no lo he mencionado—, Internet; pero es difícil trasmitir ideas a los países del Tercer Mundo a través de Internet. ¿Por qué? Porque solo el 2% de los latinoamericanos, por ejemplo, tiene acceso a Internet; en cambio, el 70% ó el 75% de los norteamericanos tiene acceso a esa red.
Bien, no nos serviría Internet para trasmitirles a ustedes ideas o mensajes; pero sirve, al menos, para trasmitirles a los que sí tienen acceso a Internet mensajes, ideas, razonamientos y argumentos de cuán loco, cuán frágil y cuán insostenible es el mundo en que están viviendo. Los mensajes no solo tienen que ir hacia las víctimas, deben ir también hacia los victimarios (Aplausos), y en la esperanza de que hay mucha gente que piensa, pero que nunca se ha encontrado con un argumento, sino únicamente los que ve en el cine, los que ve en la televisión, los que lee en sus periódicos, y son todos instrumentos al servicio de un sistema económico y social de explotación y dominación. Y con ello invaden el mundo, con todos esos medios, y a través de ellos, la podrida ideología y las mentiras del imperialismo.
Tenemos muchas pruebas, porque nos visitan muchas personas en Cuba, conocen nuestro modesto país, sus sacrificios, sus limitaciones, especialmente en estos tiempos del llamado período especial, después del derrumbe del campo socialista y cuando quedamos sometidos a un doble bloqueo: perdimos los mercados, los suministros asegurados, que no podíamos adquirir en otras partes porque no nos los vendían. Desapareció todo eso, y el bloqueo se recrudeció, con el oportunismo característico de ese gran imperio, como diciendo: Esta es la hora de aplastar como chinches a estos insolentes que están en esa pequeña islita, que debiera ser nuestra, con la cual soñamos durante 200 años y que han tenido la osadía de faltarnos el respeto rebelándose contra los dogmas del imperio y contra el orden neocolonial establecido allí.
Han pasado 40 años y todavía se empeñan; pero mientras más años pasan, más se asombran. Seguramente deben pensar: Estos deben ser un tipo de chinche especial. Pero no, somos igualitos que todas las demás chinches, solo que nos hemos convertido en unas chinches con conciencia. Esa es la única evolución que ha tenido lugar en nuestro país (Aplausos), y con esa conciencia nos hemos defendido durante todo ese tiempo, más aún cuando nos quedamos absolutamente solos, en lo que se refiere a las relaciones económicas con los principales mercados, fuentes de créditos y de suministros, y fuera de todas las instituciones financieras internacionales.
Creo que hemos oído hablar allá en Cuba de vez en cuando de una institución que se llama Fondo Monetario Internacional; pero hace tiempo, tanto tiempo, que casi se nos han olvidado las siglas. También oímos hablar de que existe un Banco Interamericano de Desarrollo; pero no sé con exactitud cómo es que se llama, porque estamos olvidados de las siglas. Otro que se llama Banco Mundial. Preguntamos: ¿Qué es eso? Nos dicen: Es que hay un banco mundial. Sí, hay un Banco Mundial. Preguntamos: ¿Y dónde está ese banco? Aunque sabemos muy bien dónde está y qué es, algunos de nosotros, la inmensa mayoría de los cubanos, no ha oído hablar mucho del Fondo Monetario y del Banco Mundial, afortunadamente (Aplausos). Es increíble, porque hemos aprendido a vivir sin Fondo Monetario, sin Banco Mundial, sin Banco Interamericano de Desarrollo, sin los muchos créditos de que se habla, los créditos a exportaciones, etcétera, etcétera, y teniendo que pagar por cualquier préstamo, y siempre a corto plazo, un interés que puede ser el doble de lo que pagan otros países, porque en virtud de tanto bloqueo y tantas leyes Torricelli, Helms-Burton, más un montón de enmiendas que ni se conocen, muchos se aprovechan para cobrarnos un mayor precio por todo.
A cada rato, en la Ley de Presupuesto de Estados Unidos —es una ley que tiene 5 000 páginas—, y cuando están apurados, muchos legisladores, incluso, unos cuantos de ellos amistosos con Cuba, aparecen de repente enviándonos un mensaje expresando su pesar por no haberse dado cuenta de que había un párrafo que decía tal y más cual cosa que constituía una nueva medida de recrudecimiento del bloqueo. Muchos congresistas. ¡Ni leen las leyes!, ni leen —pudiéramos decir— muchas de las leyes que se aprueban en el Congreso de Estados Unidos. Son lobbies y más lobbies los que determinan, un toma y daca: "Apruébame esta palabra, que me conviene para mi estado, y yo te apruebo esta que te interesa." Es así, un intercambio incesante y, al final, nadie sabe ni en qué consisten aquellas leyes (Aplausos). Es por eso que en tan democrático país prospera tanto la carrera de leyes y tienen empleo tantos y tantos abogados, porque no hay manera de interpretar aquello. Me imagino que un sabio de la antigua Roma enloquecería con la simple lectura de una décima parte de las leyes aprobadas en este país, y, tal como funcionan sus leyes, funcionan sus jueces y sus tribunales.
En esa perfectísima e ideal democracia, todo el mundo sabe cómo se recauda el dinero en vísperas de cada campaña y han llegado hasta a alquilar la habitación de Abraham Lincoln en períodos electorales, porque hay algunos que sueñan con determinados gustos; admiran a Lincoln, o han oído a hablar de él, de aquel personaje con barbas, el leñador que llegó a convertirse en abogado y en presidente y que le tocó vivir aquel momento, tras una gran guerra interna, movida por intereses y sectores agrícolas o sectores industriales, que dio lugar a un cambio de forma de esclavitud que consistió en su abolición formal, para que la vida esclava continuase igual o peor que antes, porque cuando aquellos nobles seres despiadadamente explotados recibieron un día la noticia de que eran libres, descubrieron a la vez que al ser libres ya nadie se preocupaba de que se alimentaran o preservaran su salud, puesto que, al dejar de ser una propiedad de esclavistas, su valor quedaba por debajo de un caballo o una res, ya que cuando moría el esclavo, aquel que vendían en la famosa subasta, o peor aún, los hijos de aquellos esclavos, que nacían esclavos, los propietarios perdían capital.
Esa ha sido la cruel y real historia. En Cuba pasó igual, se abolió en 1886, creo, y nosotros tenemos constancia histórica de que cuando convirtieron a los esclavos en obreros supuestamente libres, llegaron a estar en peores condiciones, porque el capitalismo es la continuación del sistema esclavista bajo otras formas igualmente inhumanas y despiadadas de explotación.
Hay muchas cosas que decir y muchos mensajes que enviar, por todos los medios y en todas direcciones. Yo les puedo asegurar que si usted tiene argumentos y tiene moral, entonces puede librar cualquier batalla en cualquier parte; de boca en boca, de mensaje en mensaje, de folleto en folleto, de discurso en discurso, de tribuna en tribuna, de foro en foro hay que ir diciendo verdades, y para ello tenemos que esclarecernos nosotros mismos. Afortunadamente hemos podido apreciar cómo la conciencia crece y el mundo se da cuenta de las realidades. Después de aquellos golpes anonadantes que recibió el movimiento progresista y revolucionario, mucha gente está meditando y está pensando.
Los cambios son visibles, y nosotros hacemos todo lo que podemos por trasmitir ideas, y si hay que distribuir millones y millones de folletos, los distribuimos. Los grupos de solidaridad, muchas veces, ellos mismos se encargan de imprimirlos; venden una parte y con lo que recaudan hacen otra impresión, así, sucesivamente, no se sabe cuánto se está divulgando. Y son también misiles dirigidos, como esos que lanzaban en Yugoslavia, porque van dirigidos a personas seleccionadas, intelectuales, personalidades eminentes, directores de órganos de prensa, parlamentarios, líderes políticos y sociales; a todos aquellos que tienen que ver con el destino de sus pueblos, les hacemos llegar esas ideas. Si las ideas son claras, justas, objetivas, existen las condiciones ideales en el mundo de hoy para que se propaguen. No nos podemos dejar aplastar por el inmenso poderío de medios de comunicación masiva de que disponen los actuales dueños del mundo (Aplausos).
La importancia de esta reunión estaba en el hecho real de que los del Norte nos quieren tragar totalmente, y si nos dejamos tragar, nos van a digerir más rápido que lo que pudo digerir aquella ballena de la Biblia al profeta que creo llamaban Jonás. Al parecer la ballena tardó algún tiempo y el profeta pudo ser extraído de su vientre; pero si esta ballena nos traga a todos, trataría de digerirnos en cuestión de horas.
Todo lo pueden comprar, ya decíamos, en virtud de un mecanismo creado a lo largo de este siglo, que tuvo sus inicios a raíz de la Primera Guerra Mundial; cuando el dólar comenzó a desplazar la libra esterlina como moneda de reserva, e inventaron los bonos con un interés determinado a fin de sufragar los gastos de guerra, cuando menos lo esperaban, tuvieron una enorme crisis que duró desde 1929 hasta 1940, y no están exentos de que eso les vuelva a ocurrir.
Se dedican todo el tiempo a inventar qué hacer para no volver a tener una gigantesca crisis, mientras el valor de sus acciones crecen y crecen al extremo de multiplicarse por dos, tres y cuatro en apenas 10 años, creándose fortunas artificiales fabulosas e inflando un globo que puede y debe estallar inevitablemente en un momento dado. Si en 1929 solo el 5% de los norteamericanos tenía sus ahorros invertidos en acciones de la bolsa, hoy el 50% de los ahorros de los norteamericanos están invertidos en esas acciones, y los fondos de pensiones, de jubilaciones. Luego, un estallido de esa índole sería verdaderamente catastrófico.
En los últimos meses estuvieron muy asustados de que eso ocurriera, cambiaron políticas antinflacionarias por políticas antirrecesivas en medio de un gran desconcierto. No se puede creer en absoluto lo que declaran. Hay que saber lo que piensan y lo que hablan entre ellos, y en voz baja. Pero el hecho real es que han creado tales privilegios que el país cuyos ciudadanos menos ahorran en el mundo, de sus ingresos netos personales, es precisamente el que más gasta, invierte y compra.
Se dice que los campeones del ahorro personal son los japoneses, que ahorran más del 30% de sus ingresos personales; en Europa alrededor del 20%, y hay así distintos parámetros. Hace rato que los norteamericanos venían siendo los que menos ahorraban en el mundo. Mantienen los crecimientos de que tanto alarde hacen sobre la base de un mercado interno de 270 millones de personas que gastan y gastan sin límite. Si poseen un auto lo cambian cada dos años, y algunos todos los años; adquieren cuantas cosas se producen y mantienen el empleo sobre esa base.
Desde luego, las materias primas no les cuestan nada: sea hierro, níquel, petróleo, lo que sea, lo pagan con papeles. Los que reciben los papeles los guardan, en buena parte, para crear una reserva monetaria en los bancos centrales o en los propios bancos privados, con el riesgo de que pase lo que ha ocurrido en muchos países llamados emergentes de perder, en cuestión de semanas, las reservas acumuladas durante decenas de años.
Yo lo estoy expresando de una manera simple, ellos usan distintos mecanismos para esto: en esencia, imprimen el billete, compran, y el que lo recibe lo guarda. Ellos no dan a cambio de eso nada. Digamos mejor: Eso ocurre así con una parte importante de esos billetes; otra parte, como es lógico, sus poseedores la gastan en adquirir bienes y servicios. Pero la realidad es que Estados Unidos se asignó en Bretton Woods la función de emitir y proteger la moneda de reserva internacional, incumplió sus deberes, los convirtió en monopolio privilegiado y disponen a través de sus bonos y billetes de todo el dinero que quieran. Ellos sí pueden tener un déficit en la balanza comercial de 200 000 millones, 300 000 millones, son los únicos, a los demás se lo prohíben. Desde luego, ellos importan todo lo que quieran. Nunca faltará un galón o un litro de combustible, y allí donde más automóviles hay en el mundo, el litro de gasolina es más barato que en cualquier otro país.
Vean cuántos privilegios han llegado a acumular al extremo de que el ahorro personal llegara ya el pasado año a un nivel por debajo de cero; es decir, gastaron más como promedio que lo que ingresaron. Puede haber algunos que ahorren, una parte, y otros que gasten mucho más; pero el ahorro promedio de los ciudadanos norteamericanos quedó por debajo de cero. Algo sin precedente en la historia del capitalismo y todo sigue tan tranquilo. Se habla de una boyante economía, quién la paga y hasta cuándo la puede pagar (Aplausos), y qué va a ocurrir cuando ese sistema y esos enormes globos estallen y se derrumben.
Eso es algo absolutamente seguro, y nosotros entendemos que nuestro deber es hacer que las masas, los miles de millones de personas pobres en el mundo e incluso capas medias, comprendan y conozcan estas realidades, ya que el mundo debe prepararse para cuando ese desastre ocurra. Les aseguro que en meses recientes estuvieron bastante cerquita. Bastó una crisis en Rusia, cuyo Producto Interno Bruto equivale al 2% de la economía mundial, y porque suspendieron el pago de algunas obligaciones a corto plazo, cundió el pánico y el dow jones —mi inglés les puede demostrar que no es muy perfecto— bajó un montón de puntos en cuestión de días, de un día para otro; parecía que venía ya la catástrofe si la crisis se extendía por toda América Latina.
Corrieron todos: el gobierno, la Tesorería de Estados Unidos, la Reserva Federal e inmediatamente se percataron de que, si la economía latinoamericana se hundía, el fuego llegaría a las propias bolsas de valores de Estados Unidos. Trataron de atajarlo, corrieron, bajaron la tasa de interés, es decir, inyectaron dinero en la circulación para evitar una depresión gravísima, con lo cual no han hecho más que posponer el momento en que eso ocurra y el desastre será tanto mayor cuanto más se dilate (Aplausos); euforia nueva, más gastos, más incremento otra vez del valor de las acciones en la bolsa y más especulación de todo tipo.
Los problemas no son tan complejos; yo diría que son, incluso, relativamente fáciles de explicar, y esas son las bases sobre las que se sostiene el imperio. Se ha de derrumbar, no en virtud de nuestros buenos deseos, se va a derrumbar en virtud de que todo lo que vienen construyendo lo hacen sobre bases insostenibles; y puede ocurrir que un día venga la catástrofe y los pueblos, el mundo, no estén preparados para asimilar esa catástrofe y sacar de ella las conclusiones necesarias. Va a producir crisis de todas clases, en todas partes.
Pienso que más que armas lo que los pueblos necesitan son ideas (Aplausos). El cambio de un tipo de mundo global, inhumano, insostenible, que amenaza la vida del planeta, por un orden social justo y humanitario que brinde a la humanidad una oportunidad de sobrevivir; un mundo que pueda tener un poco de agua potable; un mundo que disponga del aire que pueda respirar; un mundo que pueda adquirir los alimentos necesarios; un mundo que con su rica tecnología sea capaz de producir los techos que necesitan las personas para vivir, las escuelas que necesitan los niños para educarse, los medicamentos para preservar la salud de sus habitantes, la asistencia médica indispensable a todos, niños, jóvenes y ancianos (Aplausos).
¿Por qué nos van a hablar del siglo XXI y llenarnos la cabeza de ilusiones que duren menos que la espuma del champán con que muchos de la minoría privilegiada del mundo celebren el advenimiento del nuevo siglo? (Aplausos.) Ya sabemos que miles de millones de personas en nuestro mundo, donde ya somos 6 000 millones, lo celebrarán con un refresco espumoso, que ojalá no sea Coca-Cola (Risas y aplausos). Porque vemos, además, en este mundo globalizado, el extraño fenómeno de que en países con culturas milenarias, digamos, la India —con todo respeto, es un país al que apreciamos mucho—, pues se consuma Coca-Cola norteamericana, hamburguesas. Desde luego, dicen los dueños de las cadenas que es carne de búfala, carne de cordero, por ejemplo, y no carne de res, ya que, por tradiciones milenarias, pueden consumir de la res la leche, pero no la carne. ¡Vaya usted a saber lo que mezclan aquellos caballeros de las transnacionales! Son capaces de mezclar hasta las reses que se encuentren muertas por la carretera (Risas); ya sabemos los escrúpulos que tienen por la salud humana. Pero, incluso, en países tan extraordinarios y de tantos méritos como China, también las empresas multinacionales, extranjeras, quieren introducir todos esos hábitos de consumo. Eso sí es un ejemplo de globalización cultural yanki.
¡Y ojalá tan solo fuera Coca-Cola y hamburguesas!, lo terrible es que introduzcan en el cerebro humano, que tanto potencial tiene de empleo, la idea de vivir como se vive en París, Londres, Nueva York, California y otros lugares; ese mundo idílico del cual escuché una vez, desde muy cerca, hablar al Presidente de Estados Unidos en una reunión de la OMC en Ginebra. Claro, necesitan decirle algo al mundo. Entonces le dicen que lo que quieren y que todo lo que hacen es para que en el futuro haya un mundo de clase media.
En broma les dije a unos periodistas que, después de Carlos Marx, Clinton era el único hombre que había concebido una sociedad sin clases. Marx una sociedad de trabajadores; el Presidente de Estados Unidos una sociedad de burgueses. Aquel pensando en los obreros explotados; este soñando con las capas medias de los barrios de lujo de California y otras ciudades ricas de Estados Unidos: dueños felices de infladas acciones en la bolsa, dos automóviles, electricidad, uno o dos teléfonos, televisión por cable y por satélite, Internet para pedir cualquier cosa, cualquier película o, incluso, comprar en el supermercado sin tener que salir de la casa; le exhiben el producto con todos los detalles y compra, paga con una tarjeta o pasan la cuenta a no sé dónde, ni dinero tienen que tomarse la molestia de cargar. ¡Caramba!, han conseguido aquello con lo que Carlos Marx soñó una vez: la desaparición del dinero (Exclamaciones y aplausos), sobre todo a partir de una fórmula que no le pasó por la mente a Marx, que es la de apoderarse primero de todo el dinero del mundo (Risas), obrar el milagro de los alquimistas de convertir el papel en oro y ser dueños reales, o potenciales, de todos los recursos naturales del mundo.
¿Y creen ustedes que el imperio está satisfecho con lo que tiene? ¡No!, el Golfo Pérsico, con alguna excepción, es de ellos, todo, todo, de ellos; el Mar Caspio, donde existían inmensas reservas de petróleo y de gas, toda aquella zona, es casi ya todo de ellos, o de sus empresas transnacionales; adondequiera que puedan llegar, en Africa o en cualquier otra parte del mundo, en la tierra o en el agua, tratan de controlar cuanta materia prima exista. Y aspiran a comprar todo el gas de Rusia, donde están las mayores reservas, para que sean propiedades de sus empresas, y todo el petróleo, a ellos no les alcanza. A los europeos no les quieren dejar nada.
Los europeos querían hacer algunas inversiones por Irán, por Libia y algunos de esos países; pero los yankis hicieron otra ley, en virtud de la cual no podían invertir en esos países. Y fue así como nosotros fuimos convertidos en moneda de cambio, porque buscaron unos "Entendimientos" —que yo mencioné en mi discurso de ayer—, en virtud de los cuales si el Senado se avenía a moderar uno de los capítulos de la Ley Helms-Burton que tomara en cuenta intereses de inversionistas europeos en Cuba, los norteamericanos serían tolerantes con algunas inversiones que hicieran los europeos en Irán, o en Libia y otros lugares, lo cual, en definitiva, internacionalizaba la infame ley y todo el mundo feliz y contento.
A mí no me quedó más remedio que usar un párrafo relativamente duro, en un discurso breve, cuando expresé lo siguiente: "Hablando en este caso en nombre de Cuba, país criminalmente bloqueado, al que se le sacrifica además como moneda de cambio con ‘Entendimientos’ nada éticos respecto a cínicas leyes" —creo que fueron los dos únicos adjetivos que empleé en los seis o siete minutos que hablé— "extraterritoriales y con ‘posiciones comunes’" —hay una posición común europea dedicada exclusivamente a Cuba, país que Estados Unidos bloquea, ¡y a nadie más!— "nada justas e injustificables que se suman de hecho al intento de asfixiarnos económicamente" —le añadí, además, tres líneas—, "expreso la esperanza de que no haya nuevos repartos del mundo entre potencias poderosas y que no se intente la imposible locura de convertirnos otra vez en colonias" (Aplausos).
Europa llegará a ser un Estado supranacional poderoso y rico, marcha hacia allá. Ese Estado supranacional poderoso y rico tiene contradicciones con aquellos que se quieren quedar con todo y que quieren apoderarse de todo. En ese sentido, es indiscutible que este inmenso territorio que constituyen los países latinoamericanos y del Caribe, con casi 500 millones de habitantes y enormes recursos naturales, adopte las tácticas más inteligentes, sepa ver las contradicciones entre dos áreas muy ricas y muy desarrolladas, que tienen intereses contradictorios en el campo económico y en otros campos.
Esa propia Europa no quisiera que les barrieran sus culturas; esa propia Europa hoy, aislada y dividida, no podría sobrevivir económicamente, y después de guerrear durante siglos han obrado el milagro de ponerse de acuerdo, unirse, integrarse, acordar una moneda común, como forma de defenderse de las especulaciones y como forma de defender mercados, en dos palabras: como forma de sobrevivir.
Nosotros, los latinoamericanos, hablamos el mismo idioma, tenemos la misma cultura, procedemos más o menos de las mismas etnias; aquí no existen bases para las llamadas limpiezas étnicas. Somos un conjunto de pueblos pacíficos que hemos sabido vivir en paz durante mucho tiempo, con sus excepciones. Tenemos muchos más factores que nos unen, y vean cómo los del Norte quieren, incluso, destruir elementos integrantes de nuestra cultura, el idioma es uno de ellos, muy importante; la combinación que somos de europeos, indios y africanos, y, según las leyes de la biología, los híbridos suelen ser más vigorosos, más fuertes, e incluso más inteligentes, más imaginativos, por algo los buscan para ganar campeonatos (Aplausos).
Vean, muchos equipos de nuestros amigos europeos están constituidos por ciudadanos del Tercer Mundo, los han reunido y ganan partidos y hasta campeonatos, entonces se ufanan: "Esto sí es comunidad racial: este vino de Argelia, este vino de Nigeria, este vino de un lado y este de otro"; yo no me explico por qué no hay en sus equipos más arios puros.
A lo mejor se creen algunos que para ser un buen atleta lo que se necesita es reflejo y músculos; pero para ser un buen atleta de fútbol —y ustedes saben de eso mucho más que yo—, o de pelota —de lo cual sabemos nosotros un poquito más que ustedes—, o de voleibol, en el cual ustedes y nosotros nos disputamos más o menos, cada uno con su chovinismo, quién gana (Risas), se necesita mucho más que capacidad de salto, se necesita reflejo e inteligencia. Hasta en el béisbol, llamándolo de forma inglesa, o pelota como le llaman los cubanos, parece muy sencillo, un atleta no solo tiene que recoger a la velocidad de un rayo una bola que puede ir a más de 100 millas y saber instantáneamente si debe enviarla a primera, a segunda, a tercera, a home, o a donde sea, en dependencia de la situación concreta que pueda presentarse, que son muchas, y si no funciona la cabeza, en vez de tirar para primera, tira para tercera. Y en el fútbol y el voleibol es asombrosa la rapidez con que se mueven, engañan, rematan: mucha inteligencia. Hasta para correr hace falta inteligencia, con qué ritmo comenzar, en qué lugar colocarse a lo largo de la pista, cómo agotar al enemigo y cómo emplear las reservas al final; solo ganan las medallas los corredores más inteligentes, suponiendo capacidades físicas más o menos similares.
Creemos que nuestros pueblos poseen todo el potencial de talento necesario; algo más: todo el potencial de bondad necesario, de generosidad necesaria. Uno lo ve, si tiene el privilegio de hacer un viaje breve —me ha ocurrido aquí en Río de Janeiro, allá en Niteroi, en la calle, y hablando con los trabajadores que se ocupan de nosotros, o los que atienden y se ocupan de la seguridad, o se ocupan de los servicios en los centros de reuniones, en el hotel y en todas partes—, usted no ve más que bondad, amabilidad, decencia, modestia. No he visto un brasileño arrogante (Aplausos), ¡ni un brasileño arrogante!, ni un brasileño que no sea amistoso y fraternal. Qué raro es encontrar en otras partes, países muy desarrollados, la modestia, la cortesía, que se puede ver en un brasileño, en un venezolano.
Hace unos días visitamos la Escuela Latinoamericana de Medicina que, realmente, creamos en cuestión de semanas después de los huracanes, utilizando una antigua escuela naval, pero de gran capacidad, y que hoy tiene alrededor de 1 800 estudiantes, y cuya capacidad total será alrededor de 3 400 estudiantes; excelentísima escuela que nosotros, un país bloqueado y pobre, hemos podido organizar en muy breve tiempo, no porque tengamos dinero, son muy escasos nuestros recursos en dinero, pero tenemos un gran capital humano, ¡un gran capital humano! (Aplausos.)
Mientras ellos convertían el papel en oro, nosotros convertíamos la ignorancia en ciencia, la ignorancia en conocimientos, el egoísmo en solidaridad (Aplausos). Y hay muchas pruebas, me veo obligado a citar algunas: veintiséis mil médicos cubanos en los últimos treinta y tantos años han prestado servicios internacionalistas en el Tercer Mundo (Aplausos), separados de su patria y de sus familiares, en los lugares más apartados, salvando vidas, muchas vidas, decenas de miles y cientos de miles, y tal vez millones. De eso nunca aparecerá una palabra en aquellos medios que monopolizan nuestros vecinos del Norte.
Si arrestamos a un espía, ¡ah!, entonces el mundo se viene abajo; si algunos que trabajan descaradamente al servicio de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba y pagados por la tesorería de ese país, para tratar de desunir, desintegrar, dividir y apoyar el criminal bloqueo, reciben una sanción relativamente modesta, por lo cual ellos aplican penas cinco veces superiores, entonces arman colosal gritería. Quiero que sepan que solo por visitar a Cuba, un derecho constitucional de todo ciudadano norteamericano, los pueden sancionar con multas de hasta 300 000 dólares y 10 años de cárcel. ¡Líbrese alguien de trabajar al servicio de otro país como agente extranjero en Estados Unidos! Incontables años le esperan de cárcel (Alguien del público dice: "¡Paredón!"). Si nosotros mencionamos esa palabra, empiezan a lanzarnos bombas y misiles de todas clases (Aplausos), dicen que estamos cometiendo una violación masiva de los derechos humanos.
Ellos son los que definen todo, quienes los respetan y quienes no los respetan, quienes ayudan a la lucha contra las drogas y quienes no ayudan a esa lucha. Son los jueces morales del mundo; no solo son los dueños materiales, son también los jueces inapelables. Si un día les da la gana de decir que en Brasil hay una amenaza global porque se pueda producir un fenómeno de cultivo de drogas, lo dicen; ha ocurrido desgraciadamente en otros lugares. Eso se llama amenaza global y puede ser objeto de una intervención militar de la OTAN.
Por eso ni hace falta, no, no, no hace falta, sanciones mayores para los traidorzuelos que se venden a su oro o sus papeles. Para qué. Lo que hay que demostrar es que no se les tiene temor alguno a sus amos, lo que hay que demostrar es que no se está dispuesto a admitir la impunidad de sus agentes y de los que traicionan a su patria, y que jamás nuestro pueblo aceptará presiones ni chantajes de nadie. Pero no hacen falta ni siquiera grandes sanciones penales; habrá siempre una sanción mayor, que es la sanción de la historia: ver impotentes cómo se frustran todos sus planes, ver cómo el pequeño y heroico país resiste (Aplausos). Se habló de eso aquí hoy; sí, tal vez nuestro país tenga un pequeño mérito: Ha sido capaz de resistir 40 años el asedio y la agresión de la potencia imperial más poderosa que haya existido jamás en la historia (Aplausos).
Todos ustedes han leído que existió Roma; Roma es algo intrascendente e inofensivo al lado del poder de este imperio. Dicen, por lo menos, en la historia de Los doce Césares —siempre estas cosas de la historia hay que leerlas con cuidado, porque hay muchas frases que le atribuyen a este y al otro, las inventó alguien por el camino y quedaron como verdad irrebatible—... Cuentan, por ejemplo, que Napoleón habló de que desde los altos de aquellas pirámides egipcias 40 siglos contemplaban a sus soldados, y de otro que cuando le informaron que eran dos millones de persas, en aquel famoso Paso de las Termópilas, y los invasores le advertían que sus flechas oscurecerían el Sol, respondió: "Mejor, con eso combatiremos a la sombra" (Aplausos). Se dicen realmente muchas cosas. De Nerón —tocando la flauta, a lo mejor era un gran artista, un intelectual de la época—, dice la historia de los Césares que mandó a incendiar a Roma. Esta era gobernada por un Senado mucho menos poderoso que el Senado de la moderna Roma; tuvo también terribles emperadores, pero el hecho es que un solo caballero, en su carácter de Presidente de Estados Unidos, puede desatar por su propia cuenta una guerra mundial termonuclear.
Vean qué garantías tiene el mundo. Y si diera la casualidad que se nos vuelve loco el hombre del botón. Cualquiera se vuelve loco, ¿ustedes nunca han oído hablar de que un vecino, un amigo y hasta un familiar se volvió loco de la noche a la mañana? (Risas.) Pues de esa cordura depende el mundo. Vean cuántos peligros nos amenazan y cuán poderoso es el imperio con el cual hoy tenemos que lidiar.
Les decía que el camino son las ideas y que hay que expresarlas con valentía. Realmente yo les hablaba de que la reunión que acaba de realizarse en Río era importante porque hay intereses comunes entre europeos, latinoamericanos y caribeños; también puede haber algunos intereses no comunes. De todas formas reviste un carácter histórico el mero hecho de que se hayan reunido. Cuba, por fortuna, la cenicienta, no fue excluida; desde hace algún tiempo, desde una reunión que se dio allá en México, en Guadalajara, nos hicieron el honor de incluirnos, un tipo de reunión que por primera vez se realizó sin la presencia de los norteamericanos. Antes se reunían los latinoamericanos cada vez que Washington los convocaba, mas no piensen ustedes que les enviaban un mensaje protocolar: "Les ruego que se sirvan acompañarnos en tan importante reunión." No, ellos tienen un método para invitar a los latinoamericanos, y es una seña; ellos hacen así, mueven el dedo índice indicando que vengan, y basta. Yo recuerdo que bastaba con que movieran un dedo y todos corrían, sin excepción alguna, hacia Washington.
Desde el momento en que existen las cumbres iberoamericanas, por primera vez nos reunimos sin que nos convoque Washington. Esta vez nos reunimos latinoamericanos y además caribeños, que suelen estar olvidados, y los países de la Unión Europea, aquí en Río de Janeiro. Tiene un significado histórico, no eran fáciles los documentos esos, ni mucho menos, porque hay muchos intereses contrapuestos, y esos países, por un lado tienen contradicciones con Estados Unidos y por otro lado son aliados militares de Estados Unidos (Aplausos).
Les aseguro que no descubrí ninguna felicidad durante esta reunión con esa alianza. Fue un momento singular. Yo pensaba pronunciar este discursito de siete minutos; de siete porque lo leí con un poquito más de espacio, ¿no?, por ayudar a los traductores, porque si lo leo rápido eran cuatro minutos, me sobraba tiempo; al extremo que uno de los presidentes de la reunión, nada menos que el canciller alemán Schroeder, cuando terminé, a pesar de que usé un lenguaje constructivo, pero crítico, muy franco y muy sincero, me felicitó por haberme atenido estrictamente al tiempo, cosa que no todos hicieron. Ustedes no se imaginan la cantidad de cosas que se pueden decir en dos minutos, en tres minutos.
Yo debo confesarles que tuve que meditar muy intensamente ayer 29, cuando no pensaba hablar en la reunión que se inició en la tarde; se suponía que algunos que estaban designados por el área para hablar podían hacerlo durante cinco minutos y después pedir, si deseaban intervenir en el debate, hablar cuatro minutos. Yo escuchaba a todos con mucho interés, pero oí algunas cosas, algunas frases sobre determinados puntos, asociadas a la guerra genocida que acaba de tener lugar en pleno corazón de Europa.
Ningún crimen, ninguna limpieza étnica justifica el genocidio de un pueblo entero, el genocidio de millones y millones de niños, de mujeres embarazadas, o mujeres sin embarazar, de hombres, de ancianos, en quienes quedará para toda la vida el trauma del ruido espantoso de las bombas, más el ruido estridente de las sirenas, más el ruido ensordecedor de los aviones a chorro volando rasantes. Son cosas que los que tienen tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho años, corriendo hacia los refugios todas las noches, no olvidarán jamás. Hay niños a los que les basta que alguien al lado muestre temor por los truenos y es suficiente para que toda la vida experimenten temor por los truenos. Imagínense casi 80 días de bombas y más bombas, de vuelos rasantes y sirenas sonando. ¿Qué quedará en la mente de esos millones de personas? Toda la riqueza de un país destruida en cuestión de minutos.
Pretender que el sistema eléctrico de un país constituye un objetivo militar es como decir que pueden empezar a caer bombas en este teatro, porque hay no sé cuántas luces encendidas; quitarles la electricidad en pleno invierno a millones y millones de personas, es decir, la luz, la calefacción y el combustible para cocinar, es, sin duda, una acción genocida. Es el intento de obligar a rendirse a un pueblo mediante armas y métodos de exterminio masivo. Si todos los puentes son volados, si todas las comunicaciones desaparecen, si los servicios más vitales, incluso el de las salas de terapia intensiva de los hospitales, o las salas maternas, o las salas de niños se quedan sin ninguno de esos recursos vitales, ¿qué es eso sino genocidio?
Sin ir más lejos, nosotros pensamos que el bloqueo de un país para rendirlo por enfermedad y por hambre, mucho más aún cuando ese pueblo tiene la suficiente vergüenza, la dignidad y el patriotismo para no rendirse, el bloqueo es genocidio (Aplausos prolongados y exclamaciones). ¡Acabemos de llamar las cosas por su nombre!
Les decía que yo tuve un momento —antes de ayer por la tarde— tenso, tenía que tomar una decisión, comprendía la necesidad de cumplir un deber, porque se trataba de un tema sumamente serio, sumamente grave, que tiene que ver con la soberanía de todos nuestros países, tiene que ver con los problemas y conflictos que el hambre va a traer al mundo con este orden que se ha impuesto, conflictos sociales, conflictos de todas clases. Ellos, al parecer, temen eso, comprenden eso, pretenden prepararse para aplastar cualquier intento de rebelión de los pueblos, al menos sembrarles el terror, con lo cual no impedirán lo inevitable.
En medio de la guerra de Yugoslavia, la guerra más cobarde de la historia, porque es la única guerra en la historia del mundo en que los agresores no perdieron una sola vida; guerra tecnológica, casi casi por Internet, haciendo uso y abuso de los desarrollos tecnológicos que han obtenido, utilizando muchas veces las inteligencias de los países del Tercer Mundo, que en sus propias patrias no tienen laboratorios, no tienen los recursos, y ellos las contratan y se las llevan.
La guerra genocida estaba desarrollándose, por casualidad, el día del 50 aniversario de la OTAN. En esos momentos estaban realmente bastante frustrados. Llevaban ya un mes de bombas y habían calculado tres días, y los que más, cinco días; pero se toparon con la voluntad de un pueblo realmente heroico que luchó contra el fascismo, que retuvo 40 divisiones nazis durante la Segunda Guerra Mundial, que sufrió holocaustos.
Ese es un tema sobre el cual no quiero extenderme, pero de él hablé en este discurso en un congreso de intelectuales (Muestra folleto), que por ahí hay creo que 400 ó 500, y si faltan algunos, pues les puedo enviar los suficientes para que cada uno de los invitados lo reciban. Nuestro Embajador se encargará de eso, porque hemos impreso 10 000 aquí en Brasil en 24 horas. De Cuba trajimos unos 2 000, pero los hemos estado repartiendo allá en la conferencia. Este tiene bastante material sobre este tema del holocausto, y habrá mucho que investigar sobre eso, y mucho que escribir sobre eso, porque hay que desenmascarar a los hipócritas (Aplausos), hay que destruir unas cuantas mentiras y demostrar unas cuantas cosas que nos han ocultado, que Occidente nos ha ocultado.
El 24 de abril, en la celebración, con champán y todo, del 50 aniversario de esa alianza militar concebida como alianza defensiva, que solo podía actuar, de acuerdo con sus estatutos, dentro de los límites del territorio de los países que pertenecen a ella —ya en Yugoslavia se salieron de ese límite—, al conmemorarlo, para los próximos 50 años proclamaron el nuevo concepto estratégico de la alianza, y es aquí donde estaba el peligro, fue lo que motivó una intervención de tres minutos, porque yo usé cuatro párrafos de 16 que tenía subrayados sobre el tema, que traje desde Cuba; pero era muy breve el tiempo disponible. Usé cuatro párrafos y tres preguntas.
Yo no sé de eso qué se habrá publicado. No he tenido tiempo hoy. Nos acostamos a las 5:00 de la mañana, tuvimos que salir temprano para Niteroi y cumplir otros programas, dormir, por añadidura, unos 20 minutos en el camino cuando venía hacia acá. Debe haber sido profundo. De repente me despierto y por un instante no me acordaba ni para dónde iba ni dónde estaba, solo sé que me dijeron que estábamos llegando a la universidad; pedí al llegar un té, conversé con un grupo muy agradable de personas que nos esperaban a la entrada.
Les contaba que en aras del tiempo reduje los 16 párrafos a cuatro, y, además, tres preguntas. Les decía también que no sé si algo se había publicado sobre eso. No estoy enterado (Alguien le dice que sí.) Tú dices que sí. Por la radio, en Cuba, lo hicieron, pero aquí no sé... (Le dicen algo). Correcto. ¿En dónde? (Del público le dicen algo.) ¡Ah!, originó polémica, qué bueno, muy bien.
Es bueno, pero les digo la verdad, no era fácil la decisión, porque estaba en una reunión y en aquella reunión había 11 países de la OTAN que son miembros de la Unión Europea. Les advierto que no todos tienen la misma posición, debo decirlo con toda honradez, y pude percatarme de que es posible que una mayoría esté realmente avergonzada de lo que ocurrió en Europa, de esa guerra calculada por cinco días como máximo y que se prolongó durante 79, una guerra en la cual estaban ya derrotados. Al país lo habían destruido, casi no tenía nada más que perder. Utilizaron todas sus influencias, desde todas direcciones, para imponerles a los serbios una fórmula política que contenía prácticamente todas las exigencias y todos los objetivos de los agresores de la OTAN. De eso discutían allá fuertemente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas los primeros días de junio, donde nuestro Embajador intervino dos veces, y creo que lo hizo realmente de forma brillante, porque los otros no tenían argumentos.
En aquel momento nos preocupó muchísimo que por primera vez se lanzaran al aire determinadas teorías y determinadas doctrinas como preparación del camino. Allí hubo un país europeo de la OTAN que paladinamente declaró que la Carta de las Naciones Unidas era anacrónica y que todos los demás derechos contenidos en esa Carta estaban subordinados a sus nuevos y nobles sentimientos humanitarios.
Aquellos que matan de hambre a decenas de millones de personas en el mundo han descubierto de repente que tienen los más profundos y elevados sentimientos humanitarios (Aplausos).
Aquellos que mataron a 4 millones de vietnamitas e invalidaron a otro número de millones, envenenaron las tierras, los bosques y emplearon productos químicos que ni se sabe qué consecuencias tendrán durante mucho tiempo, hoy proclaman la desaparición del derecho de la soberanía y la seguridad de los países; proclaman el anacronismo de la Carta de las Naciones Unidas y, además, el derecho a la intervención global.
Cosas extrañas que coinciden: 50 aniversario, nueva doctrina de la alianza militar; discusión, si mal no recuerdo, el 10 de junio, en Naciones Unidas; un país que proclama abiertamente, allí en Naciones Unidas, y por primera vez, cosas que se rumoraban, que se hablaban en voz baja —ya las proclama así, y no fue uno de los más grandes, sino un país relativamente pequeño de Europa, asociado al gran jefe de esa alianza militar; se pusieron de acuerdo, nuestro Embajador lo adivinó y preparó algunas notas rápidas al comprender que iba a producirse un debate—, y otro país, curiosamente de este hemisferio, y que no es, precisamente, Estados Unidos, pero miembro también de la OTAN, que nunca fue metrópoli, que siempre trató con respeto y discreción a los países de América Latina y el Caribe y al que nunca se le conocieron ínfulas imperialistas ni intervencionistas, también apoyó inmediatamente sin rubor alguno aquella proclamación del derecho a la intervención y la subordinación de los más sagrados principios contenidos en esa Carta a las interpretaciones impúdicas de la OTAN sobre distintas causas que podrían originar una intervención militar. Voy a citar cuatro: una, por ejemplo, drogas; otra, terrorismo; otra, violaciones masivas de derechos humanos —es una de las que señalan los que matan a tanta gente y cometen tan masivas violaciones todos los años; podríamos decir algo más, todos los días—, y, además, conflictos internos. Intervenciones humanitarias, las que ellos consideren y decidan.
Si uno se pone a pensar, por ejemplo, en un país como Colombia, que ha sido víctima del desarrollo de las drogas, porque su tragedia surge del gran mercado norteamericano de drogas, que ha convertido a millones de personas en ese país socialmente en narcodependientes de aquel mercado, y donde hay conflictos internos, esas podrían constituir dos razones para que cualquier día la OTAN decidiera empezar a lanzar miles de bombas y cohetes sobre Colombia.
Es verdad que nuestros vecinos del Norte, a lo largo de este siglo que está terminando, no han necesitado ninguna alianza atlántica, ninguna nueva concepción estratégica para intervenir en cuantos lugares les dio la gana. Se quedaron con Puerto Rico, que ha defendido allí heroicamente su cultura, similar a la nuestra; ocuparon el itsmo de Panamá, ya antes se habían apoderado de más de la mitad de México; intervinieron en Centroamérica; intervinieron varias veces en Haití y en Santo Domingo, ya no por amenazas globales, sino para cobrarles los intereses y la amortización de deudas ascendentes a unas decenas de millones de dólares; ocuparon las aduanas, cobraron la deuda en Haití y dejaron allí a Papá Doc, del clan de los Duvalier. Hicieron lo mismo en Santo Domingo, lo ocuparon, cobraron sus deudas y dejaron allí al clan de los Trujillo. Se rebela Caamaño con un grupo de militares en el año 1965, e inmediatamente 40 000 soldados fueron enviados por el presidente Johnson a ocupar a aquel país y aplastar la rebelión.
Intervinieron en Granada con el pretexto de que unos estudiantes de una escuela norteamericana corrían allí peligro, y nunca estuvieron más seguros. Nosotros lo decimos, porque estábamos en Granada construyendo un aeropuerto y sabemos todo lo que ocurrió allí.
A Panamá un buen día la invaden, sin ningún convenio, ni acuerdo, ni doctrina; hacen lo que les da la gana y ni siquiera hay una condena en el Consejo de Seguridad.
A Cuba le han hecho lo que ustedes saben durante muchos años. Además, están los documentos desclasificados; por ahí hay otro folleto que también contiene la demanda que el pueblo de Cuba ha presentado al gobierno de Estados Unidos por daños humanos e indemnización ascendiente a la cantidad de 181 100 millones de dólares por la muerte de 3 478 compatriotas que cayeron en Girón, o cuando la explosión de La Coubre, o cuando el sabotaje de Barbados, o en la lucha contra las bandas organizadas y equipadas por Estados Unidos, y todo fundamentado no solo en nuestras pruebas, sino en los documentos secretos ya desclasificados de ese país.
Meses antes ellos habían decidido congelar los fondos que debían enviarnos por pago de los servicios telefónicos entre los dos países. A cada país le toca una parte del pago de esos servicios, y en el mes de diciembre del pasado año congelaron alrededor de 19 millones de dólares que tenían que entregarnos las compañías telefónicas norteamericanas, en virtud de contratos y de acuerdos en los que participó el propio gobierno de ese país, para cobrar una indemnización por 187 millones, en nombre de los familiares de tres ciudadanos norteamericanos, de origen cubano, que llevaban años cometiendo violaciones y provocaciones sobre nuestras aguas territoriales y nuestro espacio aéreo. De modo que, después de montones de advertencias y de expresarles nuestra preocupación de que se produjera un incidente, tanto dieron y tanto provocaron que, efectivamente, un día, desgraciadamente, se produce un incidente. Fue lo que tomaron como pretexto para aprobar la Helms-Burton, que el propio Clinton había calificado de ley absurda que costaría a Cuba la insoportable e inconcebible cifra de 100 000 millones de dólares.
Pero no fue un incidente ocurrido al lado de Washington, no fue un incidente al lado de Miami, ni de Nueva York; fue un incidente en las proximidades de la ciudad de La Habana, por acciones de una organización que era tolerada y estimulada a provocar esos incidentes. Murieron tres, y por esos tres ciudadanos que en acciones ilegales provocadoras contra nuestro país murieron, reclamaron 62 542 637 dólares por cada uno de ellos; y desde que establecieron la reclamación congelaron fondos en espera de la sanción por un juez, como muchos que tienen ellos, porque allí ni una sola vez en 40 años se ha dado el caso de que un juez le concediera en algo la razón a Cuba. Personas que han cometido asesinatos brutales, que han tomado una lancha y se han refugiado allí, son puestas en libertad casi de inmediato.
Ustedes saben, además, algo concebido exclusivamente para Cuba: es el único país del mundo cuyos ciudadanos, si desean emigrar, con poner el pie en territorio de Estados Unidos ya tienen derecho a residencia. Eso formó parte siempre de sus planes de hostigamiento; porque, claro, exhibiendo constantemente sus riquezas y habiendo dividido las familias, aquellos privilegios que les concedían a los ciudadanos que decidían emigrar a Estados Unidos ilegalmente servían no solo de material de propaganda, servían a los intereses politiqueros y a los lobbies; porque los que se fueron de Cuba, en primer lugar, después del triunfo de la Revolución, eran los terratenientes y la gente más rica, que se marcharon con su dinero, hubo muchos criminales de guerra que se llevaron con ellos millones de dólares, se llevaron sus administradores y personal técnico, fueron por eso de los que más rápidamente prosperaron. Tienen bastante dinero y pagan campañas, incluso, presidenciales, no solo de diputados, alcaldes y senadores.
Nuestra demanda fue por la muerte, como les dije y repito, de 3 478 compatriotas, entre ellos los que murieron en Girón, que aquí se mencionó.
Alrededor de 5 000 actos terroristas cometieron en solo dos años, en virtud de planes del gobierno de Estados Unidos, y no lo decimos nosotros, lo dicen los muy bien informados exdirigentes de la Agencia Central de Inteligencia, que han escrito después o que escribieron entonces sobre cada uno de esos planes, y al cabo de 30, 35, casi 40 años, los desclasificaron. No lo han desclasificado todo, porque ellos se guardan algunos de los más comprometedores o bochornosos, y a algunos de los que desclasifican les quitan cosas y las tachan; pero hay algunas instituciones que se dedican a perseguir y colectar documentos de esa naturaleza.
En nuestra demanda les hemos reclamado 30 millones por cada uno de los cubanos que murieron por concepto de daño humano y 10 millones por perjuicios; es decir, 40 millones de dólares, mucho menos que lo que reclamaron ellos y por lo cual sancionó a Cuba un juez norteamericano.
Nosotros hemos pedido mucho menos, ¿pero saben cuánto habríamos reclamado si hubiésemos utilizado la misma base de cálculo que ellos? Les explico brevemente. Como la demanda era contra el gobierno de Cuba y contra la Fuerza Aérea, ellos calcularon que la Fuerza Aérea disponía de 100 aviones MIG, que cada uno de ellos valía 45 millones, ¡ojalá pudiéramos vender en el mercado cada uno de aquellos supuestos MIG de cuarenta y cinco millones!, multiplicaron los 45 millones por 100 y arrojaba un valor de 4 500 millones; el juez condenó a pagar por daños el 1% del valor total de la Fuerza Aérea, y el 1% de 4 500 millones equivale a 45 millones. Esa fue su base de cálculo, 45 millones por cada uno de los que murieron, y eran tres; esta cifra constituyó la mayor parte del monto de esa demanda, a la que sumaron una cantidad adicional por otros factores.
¿Saben ustedes lo que habría ocurrido si nosotros tomamos esa base de cálculo? Si calculamos que toda la Fuerza Aérea de Estados Unidos tuviera un valor de 500 000 millones, y con toda seguridad sus B-2, que valen 2 000 millones cada uno de ellos, sus B-52, sus portaaviones y además sus miles de aviones de los más modernos, los calculáramos en esa cifra y no por su valor real, que debe ser mucho más que el doble, y sin incluir marina y ejército, porque sus barcos de guerra convoyaron, por ejemplo, a los invasores de Girón, los tanques de guerra que traían los suministró el ejército, los aviones que bombardearon a nuestro país disfrazados con insignias cubanas eran de las fuerzas armadas norteamericanas. Si sumamos todo eso y los sancionaran a pagar el 1%, ¡calculen la cifra!; pero me limito a la Fuerza Aérea, le asigno un valor de 500 000 millones, el 1% de 500 000 millones es 5 000 millones. Luego, nosotros podríamos estar reclamando no una suma que pareciera ser exagerada, sino por el contrario muy conservadora, casi dos millones de millones de dólares; y si calculamos a partir del valor real de todo el equipamiento de sus fuerzas armadas, bueno, sería una cifra mayor que el Producto Interno Bruto de Estados Unidos en un año, todo con la ley y las pruebas en la mano.
Ellos sentaron el precedente; pero en esa demanda que hemos presentado está resumida, en unas 30 ó 40 páginas, la historia indignante de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba, los pretextos repugnantes que le propusieron al Estado Mayor de Estados Unidos y que en un momento fueron aprobados por el Presidente de Estados Unidos para justificar una agresión directa. Están contenidos en tres páginas bochornosas. Todo eso fue discutido y aceptado por la administración norteamericana. Todo ello condujo a gravísimos peligros para el mundo. Las medidas adoptadas por nosotros ante inminente peligro originaron la famosa Crisis de Octubre de 1962, que estuvo a punto de convertirse en una guerra mundial termonuclear. Esa fue una de las consecuencias de sus absurdas e increíbles irresponsabilidades.
Cuando ustedes tengan la amabilidad, los que lo deseen, de leer esa demanda, tendrán una mayor información sobre nuestro país. Y les puedo asegurar que nosotros, que trabajamos en ese material, junto a letrados, fiscales y otros compañeros, buscando documentos, volviéndolos a leer, buscando pruebas, encontramos algo que yo no sabía con exactitud, el número total de conspiraciones para eliminarme físicamente que investigó el Ministerio del Interior. Yo sabía que eran muchas, un día el Senado reconoció un número de ellas. ¿Saben cuánto suman, conspiraciones en mayor o menor grado, directas o inducidas? Ellos usan tres métodos: uno, organizan un plan directo para eliminar a una persona; otro consiste en organizar grupos que llevan sus nombres y son aparentemente independientes, perfectamente entrenados y adquieren personalidad internacional y el derecho de cacería por su cuenta. ¿Cuál es ese derecho? El de matar a cualquiera de nosotros. Y un tercer procedimiento, el método inducido: "Al demonio hay que matarlo", "al demonio hay que matarlo", "al demonio hay que matarlo" (Risas), entonces surge en muchos ángeles del cielo el deseo de matar al demonio.
¿Saben, en resumen, a cuántas ascendieron las conspiraciones, investigadas, que fueron conocidas en distintos grados?, a 637. ¡No hay duda de que me convirtieron en campeón! (Aplausos.) Si quieren darme algún premio por eso, estaría más dispuesto a recibirlo que los inmerecidos honores con que me han honrado esta tarde.
¿En qué soy campeón? En el récord olímpico de conspiraciones que han preparado el imperialismo y sus secuaces para poner fin a mi vida revolucionaria; en la felicidad y el gusto que me produce su incapacidad para eliminarme. Es posible que al final tengan éxito y logren que yo muera de la risa (Risas y aplausos).
Siento admiración por los hombres que trabajaron en evitarlo. Yo he sido el más despreocupado de todos, se lo digo con entera franqueza. Inevitablemente, cuando tengo que hacer un viaje al exterior, viene conmigo un número mayor de personal de seguridad que el que acompaña a otros visitantes. Siempre coordinan y cooperan estrechamente con las autoridades del país, cuyas normas y funciones respetan de modo estricto.
¿Saben cuántos aviones tengo que usar? Dos. Es verdad que son dos aviones soviéticos, y hace muchos años que desapareció la Unión Soviética, pero nos quedaban algunas piezas. Yo bromeo con mis colegas y les digo: "Me considero más valiente que ustedes, porque soy el único que vuela todavía en un viejo avión soviético con relativamente escasas piezas." Lo que ocurre es que nuestros pilotos, nuestros mecánicos y nuestros técnicos sí son campeones.
Hay que viajar con dos naves, porque siempre están haciendo un plancito: usar, por ejemplo, un Stinger, una flecha, que pueden ubicar a kilómetros del aeropuerto. Estados Unidos ha regado ese tipo de equipos por el mundo, apoyando a las fuerzas que han empleado en sus guerras sucias.
En la penúltima Cumbre Iberoamericana celebrada en Venezuela, estuvieron preparando un atentado. Cuando los autores viajaban desde Miami, los capturó en las proximidades de Puerto Rico un guardacostas norteamericano que buscaba drogas, y ocupó dos fusiles automáticos calibre 50, que alcanzan 1 400 metros y pueden perforar un blindado a 400 metros, que pueden disparar sobre un avión aterrizando, o al despegar, con mirilla telescópica, rayos infrarrojos para la oscuridad y los peines pertinentes para disparar en forma semiautomática cuantas balas fuesen necesarias. Fueron arrestados y puestos a disposición de los tribunales en Puerto Rico. ¿Y quién organizó ese plan? El Presidente y los cabecillas de la llamada Fundación Cubano Americana, varios de cuyos jefes han aparecido retratados, muy ufanos y orgullosos, junto al Presidente de Estados Unidos. No es poco el dinero que aportan a los candidatos de ambos partidos. Los implicados directos, no así el Presidente de la benemérita Fundación y otros responsables principales, están sometidos a proceso judicial, vamos a ver en qué termina ese juicio.
Muchas veces estuvieron cerca de lograr sus planes. En Chile, para citar un ejemplo, con una cámara que tenía una ametralladora en el foco de la cámara, acreditados como periodistas con pasaportes y documentos venezolanos entregados por agentes y funcionarios venales y corrompidos, estuvieron a unos metros; pero, por suerte, no eran fanáticos, se asustaron y no dispararon. Más de una vez estuvieron bastante cerca. Luego, parece que he tenido un poquito de suerte; de todas formas, he tratado de utilizarla lo mejor posible, porque cada año, cada mes, cada semana, cada día, cada hora de mi vida ha sido de lucha, y no por espíritu de venganza, sino por lealtad a mis convicciones. Los tengo perdonados de antemano por sus intentos de matarme, en definitiva, me han rendido el homenaje de considerarme mucho más importante de lo que soy, infinitamente más, y me han otorgado un récord. Sus métodos son sencillamente repugnantes.
Cuando trabajábamos en el material de la demanda, cuando vimos una junto a otra todas sus fechorías y el conjunto de sus crímenes contra el pueblo cubano a lo largo de 45 años, créanme que si uno sentía desprecio por el imperio, si se tenía una opinión realmente pésima de su falta total de escrúpulos y de moral, sin temor a exagerar les diría que nos sentimos un 30% o un 40% más revolucionarios. Y no es porque lo ignoráramos, ya que un día salía un cable, otro día otro, un informe, una noticia hablando de estos temas; pero cuando usted lo junta todo en unas cuantas páginas, le produce un efecto realmente fuerte, un impacto fuerte, y yo mismo, que he vivido la experiencia de todos estos años, llegué a sentirlo. No hay una sola palabra de exageración, son pruebas irrebatibles y documentos oficiales del gobierno de Estados Unidos. Los conocemos muy bien.
¿Por qué el intento, junto con la guerra de Yugoslavia, de lanzar abiertamente la doctrina del derecho a la intervención global por cualquier razón? Había que salirle al paso a eso. Fue lo que me determinó a decir lo que dije. No es que no pensara hablar y escribir sobre estas cosas, sino me preocupaba tener que hacerlo en aquel escenario precisamente, con riesgo de parecer impertinente e incluso descortés con las personalidades europeas que participaban en aquel constructivo intercambio. Pero no había alternativa. Leí mis tres minutos y creo, realmente, que allí hubo sangre congelada, silencio total, absoluto, y se suponía que en la reunión privada se iba a discutir; porque tenía señalados, como les decía, 16 párrafos, usé cuatro. Si ustedes me lo permiten les leo los cuatro y algunos más, no los 16, tal vez 10 u 11, para abundar un poco, porque en derecho lo que abunda no daña, y si no quieres caldo te pueden dar tres tazas (Aplausos).
Yo sabía que disponía de cuatro minutos si solicitaba la palabra; me sobró por lo menos medio minuto, hice un esfuerzo especial, me concentré y quedó dicho lo que era indispensable decir. Estoy seguro de que si hubiese regresado a Cuba sin haberlo hecho me habría sentido abochornado. Era como cruzar el Rubicón, porque allí esos cuatro párrafos y esas tres preguntas golpeaban directamente cosas sensibles de intereses y fuerzas muy poderosas. En primer lugar, la denuncia franca y necesaria en aquel importante foro de la nueva concepción estratégica de la OTAN, que no han podido ocultar porque muchos cables ya la han divulgado.
Segundo punto sensible. Si el proyecto de documento de la Cumbre, aprobado por los 15 países de la Unión Europea, donde expresamente se reconoce que "esta asociación estratégica se sustenta en el pleno respeto al derecho internacional y en los propósitos y principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, los principios de no intervención, el respeto a la soberanía, la igualdad entre Estados y la autodeterminación", ¿significaba esto que Estados Unidos, jefe y aliado principal, se comprometía también con esos principios? De no ser así, ¿cuál sería la actitud de Europa si Estados Unidos en cualquier momento, con cualquier pretexto, comienza a lanzar bombas y misiles sobre cualquiera de los países latinoamericanos o caribeños allí reunidos?
Ya dije que a Haití y Santo Domingo Estados Unidos los invadió por deudas no pagadas ascendentes a varias decenas de millones. Si le da por considerar que una deuda incobrable como la de América Latina, de más de 700 000 millones de dólares, que no podrá saldarse jamás porque mientras más se paga más crece, es una amenaza global y, por tanto, razón suficiente para una "intervención humanitaria," podrían comenzar a lanzar bombas a diestro y siniestro y por decenas de miles sobre nuestra región o sobre cualquier país de nuestra región.
Tercera cuestión delicada: Por primera vez fue necesario aludir abiertamente en un foro internacional a la realidad de que Occidente, especialmente Estados Unidos, ayudó a que el Estado de Israel desarrollara cientos de armas nucleares, de lo cual siempre se ha mantenido extraño y hermético silencio. Y esto se relacionaba estrechamente con la gravedad y arbitrariedad de la nueva concepción estratégica de la OTAN. No lo mencionaba para sugerir, ni remotamente, que la OTAN lanzara bombas y misiles contra Israel, como hizo contra Serbia. En aquel Estado del Medio Oriente, viven israelitas, palestinos y ciudadanos de diversas etnias, religiones, culturas. Defiendo con absoluta firmeza el derecho de todos a la vida y a la paz. Un caso como ese, donde ha tenido lugar una proliferación masiva y clandestina de armas de destrucción masiva, una de las causas de intervención militar de acuerdo con la nueva doctrina de la OTAN, demuestra cuán absurda, irreal y contradictoria es tal doctrina, porque en ese pequeño territorio se suman conflictos internos, proliferación de armas de destrucción masiva, limpiezas étnicas e incesantes peligros de guerra, que serían todas causales de intervención militar de la OTAN, y a nadie, sin embargo, podría ocurrírsele que tan complejo problema tendría solución lanzando decenas de miles de bombas contra instalaciones generadoras de electricidad y redes de distribución, fábricas, carreteras, puentes y servicios vitales, sin los cuales no podrían sobrevivir millones de personas inocentes que no tienen la menor culpa de los problemas que allí se han ido acumulando. Cualquiera comprende que estos no pueden resolverse con los métodos de la OTAN sin riesgos de provocar una segura y colosal catástrofe.
¿Para quiénes y para qué se ha concebido esa estúpida y criminal doctrina? Unicamente para aplicarla a los países que no posean armamento nuclear, ni pertenezcan a poderosos bloques militares, ni puedan dar lugar a complicaciones demasiado serias. Toda la América Latina y el Caribe, Africa y la mayor parte de los países de Asia, en ese caso, estarían comprendidos en el área de riesgo. Ningún país verdaderamente digno, dispuesto a luchar, se dejará intimidar. Sabemos de sobra que una agresión semejante se puede derrotar.
Esa alianza militar, que Estados Unidos liderea, acaba de librar una guerra despiadada y genocida contra un pueblo europeo con grandes méritos históricos que no tiene ninguna culpa de errores que cometieran los gobiernos de Europa y de Yugoslavia durante los últimos 10 años en los Balcanes. En realidad, el gobierno que dirigía lo que quedaba de Yugoslavia no era un gobierno socialista; hace más de 10 años que dejó de serlo, suprimió el nombre de República Socialista Federativa de Yugoslavia para adoptar simplemente el de República Federativa de Yugoslavia, con todas las normas que exige Occidente: libre mercado y el tipo de organización política, burguesa y capitalista, que Estados Unidos y Europa pretenden imponer como receta universal a los demás. Sin embargo, la Yugoslavia socialista, donde reinó la paz durante casi medio siglo, fue desintegrada, y es responsabilidad de Occidente la desintegración de Yugoslavia, que desató, casi de inmediato, todo tipo de conflictos étnicos, culturales y nacionales. Todos los pueblos que la integraban sufrieron las consecuencias.
No siempre fueron étnicos los conflictos, puesto que croatas, serbios y bosnios son étnicamente eslavos, solo que unos son católicos romanos, otros católicos ortodoxos, otros musulmanes, y, efectivamente, se produjeron los conflictos culturales, religiosos y nacionales. En Kosovo fue un conflicto que sí tenía además ingredientes étnicos.
De esa responsabilidad no se habla. No se habla del holocausto serbio, desde el 6 de abril de 1941 hasta los años finales de la guerra, en que fueron exterminados, en campos de concentración, de manera sistemática y fría, cientos de miles de serbios, hombres, mujeres y niños, con los métodos nazis de Oswiecim, Dachau y otros lugares, en virtud de la doctrina de un fascista que instaló Hitler en el poder, después de la invasión, en una zona de Yugoslavia que comprendía Croacia, Bosnia, Herzegovina y una parte de Voivodina.
En un congreso de cultura, donde había alrededor de 600 ó 700 delegados extranjeros, cuando les hablaba del tema, les pregunté si alguno de ellos conocía ese holocausto, y solo uno, un alemán, levantó la mano y dijo: "Sí, en Alemania se ha publicado un libro que narraba la historia de ese holocausto, y también hubo algunos libros en Yugoslavia que hablaron del tema." ¡Un holocausto real! Occidente ha guardado silencio total, ha ocultado ese holocausto. ¿Por qué? ¿Porque eran serbios? ¿Porque los serbios después de la guerra constituían parte de una república socialista? ¿Por qué realmente? Hay algunos misterios que deben ser descifrados, y es posible descifrarlos.
En este momento debe haber sobre el tema muchos más datos que los que yo disponía el día que hablé en ese congreso cultural, el 11 de junio de 1999, hace menos de un mes. No solo hay que sembrar ideas, hay que descubrir verdades, hay que ilustrar al mundo sobre la inmensa y gigantesca hipocresía de Occidente.
Se habla por algunos políticos europeos del endurecimiento de las leyes cubanas, especialmente critican que en nuestro Código Penal exista la pena capital. ¿Cuál ha sido el endurecimiento? En el caso de violaciones de menores, hemos endurecido las penas y, en casos de extrema y repugnante gravedad, puede incluir la pena capital.
A nuestro país lo están visitando ya casi 2 millones de turistas. En general son gente sana, muchos canadienses y europeos de ejemplar comportamiento. Pero nunca faltan visitantes de cualquier procedencia que van en busca de sexo. Nuestro pueblo y, especialmente, nuestros niños y adolescentes deben ser protegidos, y mucho más después que aparecieron enfermedades como el SIDA, que han dado lugar a inescrupulosos que desean el placer sin riesgos de ninguna clase y piensan que niñas o niños de 11 años, 10 años, 8 años, 7 años, sean menos peligrosos que una persona adulta. Nunca faltan los que se prestan para promover tales servicios. Hemos endurecido también las sanciones contra el proxenetismo y muy especialmente la corrupción de menores. Ni todo el oro del mundo vale más que la pureza y la dignidad de una niña o un niño cubano (Aplausos).
Hemos elevado igualmente las sanciones hasta la pena capital contra el tráfico de drogas. ¿Qué quiere decir esto? Que a partir de la apertura de nuestro país a millones de visitantes entre ciudadanos de origen cubano y turistas, que entran y salen con grandes facilidades y, muchas veces, sin visas, se han creado condiciones para que algunos delincuentes internacionales usen esas facilidades para traficar con pequeños cargamentos de drogas. Hay a la vez empresas extranjeras asociadas a empresas cubanas, con las facilidades pertinentes para importar o exportar materias primas o productos elaborados. Descubrimos que una de ellas había hecho la inversión con la idea de mover importantes cantidades de droga entre Colombia y España.
Afortunadamente, lo descubrimos a tiempo. Habríamos podido capturar a los supuestos empresarios europeos, si determinadas autoridades colombianas, de acuerdo con los convenios suscritos entre ambos países, nos hubiesen trasmitido informaciones que ya poseían, antes de hacerlas públicas, por afanes de publicidad y consejos nada transparentes de funcionarios norteamericanos. Todavía los falsos empresarios refugiados en su país de origen no han sido arrestados.
Cuba no puede tolerar algo semejante. Es un ultraje a nuestro país, que compromete su prestigio y hasta su seguridad. Es esta la razón, incuestionablemente digna de tomarse en cuenta, por la que la Asamblea Nacional decidió establecer la pena capital para el delito de tráfico de drogas en gran escala, utilizando el territorio nacional de Cuba. Para los casos de menos trascendencia se elevaron los años de prisión.
Nuestro Código Penal incluye ciertamente la pena capital, pero en las últimas modificaciones la Asamblea Nacional estableció la cadena perpetua como alternativa de la pena capital, de modo que esta se aplique solo a casos excepcionales. En Cuba existe además el Consejo de Estado, integrado por 31 personas con criterios muy propios y muy independientes. Cualquier sentencia a la máxima pena, que sea ratificada por el Tribunal Supremo, pasa de modo automático al Consejo de Estado, donde se estudia de nuevo cuidadosamente cada caso —y son horribles, repugnantes, por lo general, los delitos así sancionados—, y si no hay un consenso casi unánime, no se aplica la sentencia a la pena capital avalada por el máximo órgano de justicia del país.
Es así. No ocurre como allá, en el Norte, donde la pena capital es solo para hispanos, para indios, para mestizos y para negros (Aplausos).
En Europa, que no padecen hace rato los terribles problemas sociales que sufren nuestros países, han establecido ya la política de eliminar la pena capital; 129 países en el mundo no lo han considerado posible. Nosotros añoramos el día en que podamos también eliminar esa severa sanción.
Le decía yo a un dirigente europeo preocupado por este tema: Ustedes los europeos están preocupados por la pena capital. Es una idea, un sentimiento que respeto; pero hay dos causas de penas capitales: una, las sanciones penales que pueden dar lugar a la muerte cada año de varios miles de personas cuyos actos ocasionan la pérdida de muchas vidas de inocentes y desvalidos, o causan considerable daño a la sociedad. No considero innoble, sin embargo, la aspiración de cualquier país o cualquier hombre, o mujer, entre los que hay muchos amigos de Cuba y mucha gente noble y buena en el mundo que, por motivos religiosos o cuestiones filosóficas, se oponen a este tipo de sanción. En la propia Asamblea Nacional cubana, tres diputados cristianos plantearon sus puntos de vista y su objeción cuando se acordaron estas sanciones para casos de delitos como los mencionados, son personas dignas de todo el respeto los que así piensan; lo que no se puede respetar es la hipocresía y la mentira. Hay otra causa verdaderamente horrible de pena capital: el hambre y la pobreza que matan todos los años a decenas de millones de personas en el mundo.
Les he expresado a dirigentes europeos: No esperemos a que se creen en el mundo todas las condiciones para que las muertes por sanciones penales desaparezcan. Pongámonos a trabajar de inmediato para salvar la vida de las decenas de millones de personas del Tercer Mundo que mueren cada año (Aplausos).
Y les digo: Estamos dispuestos a colaborar. Miren, sabemos que solo en América Latina mueren anualmente más de 1 millón de personas que pudieran salvarse simplemente enviando médicos allí donde no hay médicos. Nosotros hemos prometido nuestra cooperación; y estamos dispuestos a enviar, incluso, miles de médicos.
Ese es el capital humano de que les hablaba. De nada valdría ser el país de más elevado índice de médicos per cápita en el mundo, si como norma general, principios sagrados y tradición establecida, cada uno de nuestros médicos no fuese como un misionero, un cruzado, un pastor, un sacerdote, un mártir de la salud y la vida humana por lo cual marchan decididos a lugares en los que hay que caminar días en el fango, y se van solos a esos lugares, y a veces son mujeres —casi la mitad de los médicos en nuestro país son mujeres—, donde no hay electricidad, donde hacerles llegar una correspondencia de la familia tarda mucho, donde hay mosquitos, víboras y todas las calamidades que se pueden encontrar en algunos bosques y zonas húmedas tropicales. Allí están nuestros médicos y nuestras médicas.
Ya les mencioné que a Centroamérica le ofrecimos 2 000. Yo no sé, casi hasta me preguntaría si unidos Europa y Estados Unidos pueden reunir 2 000 voluntarios para ir a los lugares donde están nuestros médicos (Aplausos). Solo para el norte del Africa Sudsahariana, donde la tasa de mortalidad infantil en algunos países alcanza cifras superiores a 200 por cada 1 000 nacidos vivos cada año y donde pueden salvarse cientos de miles de vidas, principalmente niños, en algunos casos con un gasto de centavos, hemos ofrecido gratuitamente los servicios de 3 000 médicos. Son los países más pobres y de más alto índice de mortalidad. Les decimos a los países ricos: "Si ustedes aportan los medicamentos, nosotros enviamos los médicos." Y no solo eso, hemos estado enviando los primeros sin que ningún país industrializado se haya comprometido todavía a enviar medicamentos, los que llegan a través de algunos esfuerzos que hacen los propios gobiernos, o de algunas organizaciones no gubernamentales de carácter verdaderamente humanitario. La cuestión es que hay un número elevado ya de médicos cubanos salvando vidas, y en la esperanza de que los países con más recursos hagan algunos aportes en medicamentos, que es lo que menos cuesta.
He conversado con unos cuantos dirigentes europeos y me propongo seguir conversando para enviar a los lugares que más los necesiten, en diversas partes del mundo, hasta 6 000 médicos; no digo más porque 6 000 son los que nosotros solos podemos sostener, cubriendo su costo salarial y otras atenciones a ellos y sus familiares.
Sostener una escuela de 3 400 alumnos de medicina procedentes de toda América Latina cuesta millones. Crearla en cuestión de semanas después de dos huracanes que provocaron en el Caribe y Centroamérica espantosos daños humanos y materiales, costó también algunos millones; bloqueados y todo lo hicimos y lo hicimos con gusto. De esa institución va a salir, más que una escuela de médicos, una doctrina de lo que debe ser el médico y la responsabilidad que tienen aquellos profesionales que custodian la salud, el bienestar físico y la vida del ser humano.
Nosotros nos sentimos satisfechos de haber logrado en masa ese espíritu de solidaridad y de sacrificio. Cuando planteamos el problema en nuestro país se ofrecieron prácticamente todos los trabajadores de la salud: incluidos enfermeros, técnicos y demás personal calificado. Cada médico se puede convertir en una microescuela de enfermería y de personal técnico auxiliar, si le asignan jóvenes locales con un mínimo de sexto grado. Con su enseñanza teórica y práctica, los médicos pueden formarlos perfectamente en breve tiempo.
Hablo de 6 000 actuando cuidadosamente, porque, como ya dije, por cada uno de esos médicos tenemos que hacer determinados gastos en adición a sus salarios. Muchas veces hemos tenido que pagar el pasaje, enviándolos en nuestros aviones, con todos los gastos correspondientes, porque los países no han tenido ni para costear el pasaje de los médicos; muchas veces a los estudiantes becados en la Escuela Latinoamericana de Medicina, sin costo alguno para ellos y sus familiares, les hemos tenido que costear el transporte para viajar a Cuba.
Todos los años recibiremos 500 jóvenes de Centroamérica y 750 del resto de América Latina. Hay un reducido grupo de brasileños, procedentes de diversos estados de Brasil, no porque este gran país lo necesite, sino porque deseamos que en esa escuela se encuentren alumnos de todos los países latinoamericanos de habla hispana y portuguesa, que son muy similares. Han llegado, además, alrededor de 120 jóvenes haitianos a la Facultad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Previamente deberán estudiar el idioma español. De modo que recibiremos anualmente entre 1 350 y 1 400 becarios latinoamericanos para estudiar medicina. No cuento a los del Caribe que tienen derecho a cualquier beca, de cualquier carrera, de forma igualmente gratuita, en nuestras universidades (Aplausos).
Facultades de medicina tenemos 21 y con la latinoamericana 22. En esta última estudiarán la premédica y los dos primeros años de ciencias básicas, que son los más difíciles; después tienen que distribuirse por el país, porque desde el tercer año todos nuestros estudiantes de medicina trabajan en los hospitales, no reciben una enseñanza simplemente teórica. Antes de la Revolución había médicos que se graduaban de cirugía sin haber practicado nunca una operación; los estudiantes cubanos de medicina desde muy temprano se familiarizan con la atención hospitalaria. Esperamos que estos jóvenes, procedentes de apartadas regiones de nuestra América, por lo general de origen muy humilde, ansiosos de estudiar esa noble carrera, lleguen a ser mejores que nuestros propios alumnos. Lo más importante es la disposición a cumplir cualquier misión y cualquier tarea, en cualquier parte. Es lo que ha permitido a nuestro país disponer del enorme potencial médico con que hoy cuenta.
Puedo añadir con gusto que si hay dos lugares a donde ir y uno es peor que el otro, nuestros compatriotas, por un sentido del honor, escogen el peor y no el más fácil. Pero gracias al esfuerzo, al capital humano que hemos creado, ya podemos prestar servicio de esta naturaleza, y estamos invitando a los países que poseen tantos recursos, que disponen de un Producto Interno Bruto, algunos de ellos, veinte y hasta veinticinco veces mayor que el de Cuba, a cooperar con medicamentos para salvar quién sabe cuántas vidas; porque sabemos dónde muere la gente, en qué barrios marginales, en qué lugares apartados donde nunca ha llegado un médico.
Lo que falta nada más, realmente, para concluir mis palabras son los puntos que fundamentan la enorme preocupación que significan los nuevos conceptos estratégicos de la OTAN, a los que me he referido con insistencia. Voy a señalar los 11 más significativos, de los cuales en la cumbre solo utilicé cuatro:
Primero: "Con el propósito de fomentar la paz y la estabilidad en Europa y en un contexto más amplio, los aliados europeos elevan su capacidad para la acción, incluido el aumento de su poderío militar."
No están pensando en salvar vidas, están pensando en matar personas, en liquidar vidas (Aplausos).
Segundo: "La seguridad de la Alianza sigue sujeta a una amplia variedad de riesgos militares y no militares, que asumen diversas direcciones y suelen ser difíciles de predecir. Entre esos riesgos están la incertidumbre, la inestabilidad en la región euroatlántica" —creo que aquí mismo estamos en un puerto euroatlántico— "y en sus alrededores, y la posibilidad de crisis regionales en la periferia de la Alianza."
Tercero: "En la seguridad de la Alianza también debe tenerse en cuenta el contexto mundial. Los intereses de seguridad de la Alianza pueden verse afectados por otros riesgos de un carácter más amplio."
Cuarto: "La OTAN procurará, en cooperación con otras organizaciones, evitar conflictos, o de surgir crisis, contribuir a su gestión eficaz, de una forma que resulte consecuente con el derecho internacional, lo cual no incluirá la posibilidad de emprender operaciones de respuesta a la crisis no contempladas en el Artículo 5." El artículo 5 es el que les prohíbe precisamente salirse de sus fronteras.
Quinto: "Las fuerzas militares combinadas de la Alianza [...] deben estar dispuestas a contribuir a la prevención de conflictos y realizar operaciones de respuesta a las crisis no previstas en el Artículo 5." Dos veces lo menciona.
Sexto: "Las fuerzas militares de la Alianza [...] también podrían ser llamadas para contribuir a la preservación de la paz y la seguridad internacionales al realizar operaciones en apoyo de otras organizaciones internacionales, complementando y reforzando las acciones políticas dentro de un amplio enfoque de la seguridad."
Séptimo: "La posible participación de los asociados y otros países no miembros de la OTAN en operaciones dirigidas por la OTAN." Es decir, invitamos, señores, a cualquiera que quiera incorporarse a una matanza. "La dimensión, preparación, disponibilidad y despliegue de las fuerzas militares de la Alianza reflejarán su compromiso con la defensa colectiva y el desarrollo de operaciones de respuesta a las crisis, en ocasiones con poca antelación, lejos de sus cuarteles, incluidas las operaciones lejos del territorio de los aliados." ¡Lejos del territorio de los aliados! No sé si estamos aquí en Brasil lejos o cerca; yo sé que Cuba está pegadita allí.
Octavo: "Se contará con un mayor número de elementos de fuerzas a los niveles de preparación adecuados para efectuar operaciones prolongadas, ya sea dentro del territorio de la Alianza o fuera de este."
Noveno: "Las fuerzas de la OTAN pueden ser llamadas a actuar más allá de sus fronteras." Lo repiten de manera obsesiva.
Décimo: "El montaje y mantenimiento de operaciones fuera del territorio de los aliados, donde pueda haber poco o ningún apoyo del país receptor, impondrán retos especiales en materia de logística."
Y por fin el onceno, que está en otro de los documentos aprobados ese día, que se califica como: "Iniciativa sobre las capacidades de defensa."
"Resulta más probable que las posibles amenazas a la seguridad de la Alianza emanen de conflictos regionales, étnicos u otras crisis más allá del territorio de la Alianza, así como la proliferación de las armas de destrucción masiva y sus vectores." Este es el párrafo relacionado con lo que decíamos de aquellos arsenales que se formaron con la complicidad de Occidente y que alcanzan un número elevado de armas, que constituyen un caso de proliferación clandestina y masiva de armas de destrucción en masa con sus correspondientes vectores.
Aquí, como he tenido un poquito más de tiempo que allá en la reunión de la cumbre y personas mucho más pacientes, he querido hablarles de este tema como un tema como cuestión de enorme importancia, aparte de recomendarles algunos materiales que les haremos llegar y que tenemos deseos, realmente, de que cuando puedan los lean. Debemos enviar el de la demanda y también el discurso a los estudiantes venezolanos.
Carlitos, ¿vinieron cuántos del de Venezuela? ¿Cuántos tiene en este momento? (Le responde que mil.) ¿Y te quedan? ¿Los ha repartido todos? Pero, mira, aquí tenemos a un caballerito que es capaz de producir 10 000 en un día, por lo menos lo suficiente.
¿Cuántos profesores tiene esta universidad? (Le dicen que 2 000.) ¿Me permitirían enviarle a cada profesor un ejemplar del discurso de Venezuela? (Aplausos.) Tú, Carlos, no vayas a repartir ahora, porque sería un poco desordenado; tú los envías a los responsables. ¿Los que los invitaron a ustedes tienen las listas? Se los puedes enviar. Este del Congreso de Cultura en portugués y el de Venezuela también, en portugués, los tenemos. La demanda, en portugués, la tenemos. Tres libros repartidos gratuitamente a los profesores, y pidiéndoles sinceramente perdón por la molestia.
¡Ojalá los podamos enviar a los profesores de otras universidades! Ya me encontré con una reunión de los dirigentes del Sindicato de Profesores Universitarios. ¡Qué premio! Iba a subir a descansar como a la 1:00 de la madrugada y me capturaron por el camino, me llevaron a un salón del mismo hotel y tuve el privilegio de hablarles unos minutos; al menos me sirvió para comprobar si hablando en español se podía comprender. Me dijeron que hablando despacio era más fácil, y luego, por eso, he podido seguir hablando en español a los brasileños.
Esos tres folletos se los vamos a enviar a ustedes.
Los delegados al congreso estudiantil en Belo Horizonte ya tienen 5 000 del de cultura y 5 000 del de Caracas.
Bien, ¿ahora alguno de ustedes quiere hacerme el favor de decirme cuánto tiempo he estado hablando? (Risas.) (Le dicen que más de tres horas.) ¡Ah, caramba, qué lástima!, me pasé, me pasé por un poco y tengo, realmente, que pedirles perdón. La próxima vez seré más breve (Aplausos).
Aquí les dejo mis palabras y los tres materiales que les harán llegar rápidamente. Mientras tanto, el cargamento ese que tú tienes ahí, que era para aquí, déjalo para que los distribuyan de alguna forma; pero que nadie se preocupe, porque enviaremos los pertinentes para que todos los tengan, y si sobra un poco, entre algunos otros profesores, o amigos, o personal intelectual los puedan repartir.
Muchas gracias.
(Ovación)