Testigo, prócer y memoria
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En la sexta y última parte de Audacia cultural. Fidel: imaginarios, este título en dos tomos, hay una foto en la que se observa a Emilio Roig de Leuchsering conversando animadamente con Fidel y el Che. Los rodean Antonio Núñez Jiménez, Conchita Fernández y María Benítez, esposa de Roig. Esa imagen expone de lo que trata el libro y, al mismo tiempo, su tratado: el diálogo y los aportes de nueve generaciones «en torno al surgimiento e historia de una cultura republicana antimperialista, descolonizadora y de orientación socialista».
Aunque sigue, por supuesto, a Fidel como figura, diría mejor que como imán, en realidad entra en el río de la sucesiva e imparable confirmación de una cultura patria.
Testimonia, a través de un amplísimo arco de textos culturales, el cauce de dichas aguas, el papel cenital de Martí y cómo Fidel espoleó, en el siglo XX y hasta inicios del XXI, la construcción de un país sobre los mejores valores por los que habían peleado esas generaciones de cubanas y cubanos.
Es tan grande este libro, y también tan ancho y venturoso, que debo ser ultrasintético. Y, en vez de apuntar a las características y descripciones de su contenido, acaso dibujar sus febriles coordenadas. Lo digo de ese modo porque no es, jamás, una recolección de fetiches artísticos o de pensamiento; es el sustrato que portan y entrelazan cada uno de los materiales aquí reunidos y entre todos. Materiales, sí, como áridos y piedras, cemento y ladrillos, bloques y barras destinados a la casa que da espacio al hogar. Al interior de esa argamasa y sus componentes convoca Audacia cultural… para dejar a los lectores análisis, sorpresas, enlaces, descubrimientos…
Es una obra magna, que solo pudo salir del trabajo cotidiano y de años, siempre apasionado, hasta enamorado podríamos decir con Quevedo, de Ana Cairo Ballester. Al aparecer, editado e impreso por Ciencias Sociales, rinde también homenaje póstumo a quien mucho extrañamos, a su compiladora, pues logra, de modo mayor, una sólida presentación de su interpretación culturológica de Cuba, fruto de sus fértiles investigaciones.
Historia de la cultura, función de la escuela y los intelectuales, papel fundacional de hechos y palabras, búsqueda denodada de un avance por la modernidad en todo y entre todos, corajuda batalla por la justicia, la independencia y la soberanía, son líneas que atraviesan este libro.
El sistema de relaciones que explica dicho entramado es una de las urdimbres más poderosas y fuertemente anudadas que explican a Fidel como el excepcional resultado histórico del trabajo de un pueblo y, a su vez, como el representante mayúsculo que conmina a alcanzar otros cotos.
Audacia cultural. Fidel: imaginarios es la demostración fehaciente de nuestra mayor fortaleza, la que nunca alcanza a entender nuestro enemigo, sintetizada en una frase no temprana de Fidel como resultado de su largo aprendizaje en el ejercicio de su liderazgo político: aquella de que una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas.
De mil imágenes, artículos, discursos, cartas, poemas y canciones, escojo esta estrofa de Cintio Vitier porque atrapa, en la imagen, la indetenible marcha histórica de nuestra Cuba, idéntica en sentido a lo que el Che vio en Camilo como renuevo continuo e inmortal:
Así la patria por Oriente viene
Monte tras monte, a pura poesía
Y cada aurora un punto se detiene,
Confundida de sol, gallo, alegría
Sin saber si el fulgor que la contiene
Es del Moncada, Baire o Yara el día.
¡Testigo y prócer, memoria viva actuante, hierro candente, aquí estamos, Fidel!