“De lo que ningún imperialista podrá acusar jamás a la Revolución Cubana ni a ningún revolucionario cubano es de la falta de pureza de intenciones, de la falta de honradez, de la falta de sinceridad. ¡De eso no nos podrán acusar jamás! No podrán acusar jamás a la Revolución de mentir, de engañar, de presentar la Revolución como un fenómeno idílico, de exagerar sus méritos”.
Riferimento al testo originale:
Discurso pronunciado en el estadio regional de Concepcion, 17 de noviembre de 1971