Hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras
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Unos días después de la última y contundente denuncia de Fidel contra Prío, presentada ante el Tribunal de Cuentas (4 de marzo), y apenas dos meses antes de las elecciones, el 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista Zaldívar protagonizó el golpe de Estado que daría inicio a uno de los más funestos periodos de la historia de Cuba.
Fidel había librado una corajuda batalla civil contra la corrupción y el robo descarado del erario público por parte de Carlos PríoSocarrás, sus familiares y compinches. Sin embargo, no puede olvidarse que el asesinato y el crimen político estaban en Cuba a la orden del día, y Fidel se había señalado públicamente, desde su época de estudiante, como una de las figuras que no solo se oponía a los vicios y desmanes sino que fustigaba a través de los medios la corrupción imperante en la sociedad cubana.Esta situación de peligro se incrementaría tras el cuartelazo,por eso pasó a la clandestinidad y se trasladó de refugio en refugio para seguir combatiendo.
El 14 de marzo se esparció por todas partes un volante mimeografiado que se titulaba «Revolución no, zarpazo», en el que se denunciaba: «No fue un cuartelazo contra el Presidente Prío […] fue un cuartelazo contra el pueblo, [en] vísperas de elecciones cuyo resultado se conocía de antemano […] era el pueblo a quien le correspondía decidir democráticamente, civilizadamente y escoger sus gobernantes por voluntad y no por la fuerza».1
Analizaba Fidel en el documento los males de la República; negaba la descarada mentira de que Prío preparaba un golpe de Estado, mero pretexto para intentar justificar la vileza de hacer «[…] trizas la Constitución cuando solo faltaban dos meses para llegar a la meta por la vía adecuada». Reafirmaba la imperiosa necesidad de «[…] echar abajo un gobierno de malversadores y asesinos […]»; pero increpaba a Batista: «¿Qué derecho tienen, en cambio, a sustituirlo en nombre de las bayonetas los que ayer robaron y mataron sin medida? […]». Y añadió enérgico: «Otra vez las botas, otra vez Columbia dictando leyes, quitando y poniendo ministros, otra vez los tanques rugiendo amenazadores sobre nuestras calles, otra vez la fuerza brutal imperando sobre la razón humana».
Su acusación, reitero, iba dirigida al usurpador de forma directa: «Usted, Batista, acaba de echar por tierra en unas horas esa noble ilusión del pueblo de Cuba./ Cuanto hizo Prío de malo en tres años, lo estuvo usted haciendo en once. Su golpe es, pues, injustificable, no se basa en ninguna razón moral seria, ni en doctrina social o política de ninguna clase. Solo halla razón de ser en la fuerza, y justificación en la mentira. Su mayoría está en el Ejército, jamás en el pueblo. Sus votos son los fusiles, jamás las voluntades, con ellos puede ganar un cuartelazo, nunca unas elecciones limpias. Su asalto al poder carece de principios que lo legitimen, ríase si quiere —advierte con frase de vocación martiana—, pero los principios son a la larga más poderosos que los cañones».
Y premonitorio aclara: «Sé de antemano que su garantía a la vida será la tortura y el palmacristi. Los suyos matarán […] y usted consentirá tranquilamente porque a ellos se debe por completo. Los déspotas son amos de los pueblos que oprimen, y esclavos de la fuerza en que sustentan la opresión […]».
Haciendo gala de su comprensión de la historia alertó: «Cubanos: hay tirano otra vez, pero habrá otra vez Mellas, Trejos y Guiteras. Hay opresión en la Patria, pero habrá algún día otra vez libertad». Por último, llamó a la lucha contra la tiranía y concluyó con palabras que movilizan conciencias: «[…] la hora es de sacrificio y de lucha, si se pierde la vida nada se pierde, «Vivir en cadenas, es vivir en oprobio y afrenta sumido. Morir por la patria es vivir».
Referencia
1 Fidel Castro: «Revolución no, zarpazo», en Antología de documentos y discursos, t. 1, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2016, pp. 51-54 y en Alicia Conde (comp): Historia del pensamiento cubano. Selección de lecturas, t. IV, Cuba Literaria, Ediciones digitales, pp. 11-12, en www.cubaliteraria.cu (Todas la citas proceden de este documento).