Comandante Fidel Castro Ruz, un legado para la liberación
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“Yo soy Fidel” repitieron millones de cubanos cuando despedían al Comandante Fidel Castro Ruz, en aquella noche del 29 noviembre de 2016, cuando el pueblo cubano y mandatarios de varios países e invitados especiales le rindieron homenaje ante una multitudinaria manifestación en La Habana y al día siguiente sus restos fueron llevados hasta Santiago de Cuba, andando el camino (mil km) que recorrió el líder de la revolución triunfadora en 1959 para llegar a la capital donde ya lo esperaban varios de sus compañeros de lucha, protagonistas de una hazaña única en el mundo.
El pueblo cubano se había liberado de una dictadura feroz, impuesta y sostenida por Estados Unidos y el proceso revolucionario comenzaría rápidamente y sería un ejemplo y un faro para los pueblos sometidos en el mundo y para Nuestra América, por cuya unidad se luchó en Cuba desde un principio.
En las tertulias populares de esos días de dolor y luto, se comentaba que el Comandante se había “sembrado” entre nosotros y que cualquier pregunta que quisiéramos hacerle ya estaba respondida en cada uno de sus discursos, desde los días de la Sierra Maestra hasta ahora y por siempre.
La mayoría de los asistentes al homenaje eran jóvenes, junto a los líderes de otros procesos que se conmovían ante aquellas voces de “los agradecidos” que somos millones en el mundo por todo lo que la Revolución Cubana nos dio, además de un legado para la vida, la justicia, la dignidad, la solidaridad, la igualdad y la liberación definitiva.
¿Qué nos diría Fidel en estos momentos difíciles? en que sólo podemos imaginarlo allí delante nuestro, entre nosotros, en cualquier lugar del mundo abriéndonos caminos e iluminando.
Cada duda o confusión, basta con bucear en sus palabras, que redimen y alientan siempre. Recuerdo que en 1992, el comandante Tomás Borge del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua lo entrevistó largamente en lo que ambos llamaron “un conversatorio”.
A una pregunta de Borge, que bien podrían hacerse en estos momentos, Fidel le respondió, “Pienso que nosotros estamos defendiendo ciertos principios que tienen un valor inmenso, extraordinario, en un momento de confusión en el mundo. Es un momento de oportunismo, un momento de acomodamiento de muchos políticos, un momento de apoteosis, se puede decir, del poder militar y político del imperialismo. La humanidad nunca vivió un momento de tal auge de la reacción ni de tal auge del poder del imperio. Eso no quiere decir que va a ser eterno ni mucho menos; ese imperio está corroído por toda clase de contradicciones”.
“Pero coincidimos con ese momento, y creo que en ese instante, preservar los valores tiene una importancia decisiva para todos los hombres progresistas verdaderamente demócratas, todos los hombres revolucionarios, que desean lo mejor para la humanidad, que albergan los más nobles sentimientos. Preservar esos valores es de incuestionable importancia”.
“Creo que pase lo que pase vendrán otros tiempos, porque estamos ahora en medio de una gran ola reaccionaria y después vendrá de nuevo una gran ola revolucionaria, una gran hora progresista en el mundo, eso es inevitable”.
No deja el comandante ningún espacio a la duda y al escepticismo y continúa:
“Ahora tiene lugar la pleamar reaccionaria y con nosotros o sin nosotros volverá la ola progresista y revolucionaria otra vez en el mundo. Cuando digo revolucionaria me estoy refiriendo a los objetivos, a los propósitos, no a las forma de lucha con que se lleven a cabo esas ideas, sino que al igual que hoy están prevaleciendo ideas reaccionarias y tienen una gran fuerza, vendrá el momento en que volverán a prevalecer las ideas progresistas, democráticas, las ideas justas”.
Fidel no tenía ninguna duda en que cada paso que se daba en el proceso revolucionario tenía mucha importancia para el futuro “pero no creemos por esto que el futuro depende de nosotros. Sí, nos da muchos ánimos y mucho aliento saber que estamos defendiendo ese futuro y saber que somos un símbolo de ese futuro y de esos principios, ante un mundo lleno de hambrientos, de explotados y de gente sufriendo”.
Y para que nadie se confunda en el laberinto en que andamos tantas veces perdidos, en estos tiempos de falencia de dirigencias políticas, cuando se advierte que nunca ha sido tan necesaria la creatividad, la imaginación, la capacitación política o el aprendizaje cotidiano en la lucha, así como el rescate de todos los valores identitarios capaces de desafiar la ofensiva “desesperada” del imperialismo que casi está al desnudo.
Sólo he tomado algunos párrafos de las respuestas a Borge. En cada palabra en diversas circunstancias y en cada paso que daba Fidel y en sus discursos, en distintos momentos de la historia está el legado maravilloso que nos dejó. Es parte de lo que se construyó con la Revolución Cubana resistiendo desde el heroico triunfo que cumple al terminar 2022, 63 años. Vividos además en resistencia, sometido el país al ataque permanente del gigantesco imperio terrorista, cuya sede queda muy cerca de la isla (90 millas).
Uno de los legados es nada más y nada menos que las formas de resistencia contra un poder omnímodo, que ya él mismo advertía “corroído” en los años en que se produjo el encuentro con el comandante Borge en cuya entrevista encontramos la belleza del lenguaje de la descolonización. (Fidel Castro. “Un grano de maíz” cuya última reedición, se publicó en Argentina “editorial Acercándonos” en dos etapas)
Es digno de analizar todo lo planteado por Fidel desde los principios de la Revolución a lo largo de lo que eran sus verdaderas conferencias magistrales, con un lenguaje claro y transparente que fue labrando el camino revolucionario, horadando la piedra, y ese es otro legado inmenso del Comandante, un legado para la resistencia y la liberación..
Entendemos por ejemplo que hace tiempo debimos actuar, comenzando descolonizándolo todo, la cultura, el arte, la vida, la ciencia. Fuimos lentos en admitir nuestra dependencia. El presentó batalla en todos los frentes marcando que debíamos defender nuestras culturas con uñas y dientes, rescatar nuestra identidad perdida en los laberintos del poder hegemónico por lo cual impulsó Fidel la batalla cultural
Hoy es urgente, sin duda, recuperar la mirada estratégica que han perdido muchas organizaciones y sus dirigencias, para entender que estamos sufriendo una guerra contrainsurgente, bajo un monroísmo tardío que intenta retornarnos hasta fines del siglo XIX y principios del XX, e imponer un proyecto geoestratégico de recolonización de Nuestra América.
Necesitan poner bajo su control directo nuestros territorios, recursos naturales y a nosotros. ¿Estamos dispuestos a permitir un nuevo y brutal saqueo cuando tenemos el espejo de lo que dejaron los europeos en África?
El extenso legado de Fidel nos alienta a resistir cualquier forma de colonialismo tardío y recuperar la capacidad de reconocer las trampas colocadas en el camino, tratando de borrar nuestra memoria, aplicando la “Doctrina Monroe“ de 1823, para asegurar que esta nuestra América Latina y el Caribe, su “patio trasero” como lo definían, quede definitivamente bajo su control.