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Nelson Mandela: “Uno de los más extraordinarios símbolos de esta era”

El abrazo de dos amigos entrañables, en presencia de Gracia Machel, en el inicio de la Cumbre del Movimiento de los Alineados, en Durban, septiembre de 1998. Foto: Juventud Rebelde / Sitio Fidel Soldado de las Ideas
El abrazo de dos amigos entrañables, en presencia de Gracia Machel, en el inicio de la Cumbre del Movimiento de los Alineados, en Durban, septiembre de 1998. Foto: Juventud Rebelde / Sitio Fidel Soldado de las Ideas

Date: 

18/07/2022

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Cubadebate

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“Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible”, dijo en una ocasión el líder sudafricano Nelson Mandela, quien este 18 de julio cumpliría 104 años de edad. La frase define el espíritu de resistencia y tenacidad con que emprendió durante su vida la lucha por la igualdad racial y la dignidad humana.
 
“Mandela se erige hoy como un modelo de los valores universales: paz, perdón, humildad, integridad, pasión, respeto y servicio”, manifestó en 2020 el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres. “Nos enseñó que estas no son solo palabras ni ideales vagos, sino acciones concretas que todos podemos llevar a cabo”, agregó.
 
De acuerdo con Naciones Unidas, que desde el año 2009 propuso el 18 de julio como el Día Internacional de Nelson Mandela, “cada uno de nosotros puede marcar la diferencia en la promoción de la paz, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y una vida digna para todos. Cada uno de nosotros se puede inspirar en el ejemplo de Nelson Mandela”.
 
Y, ¿qué mejor momento? Europa impuso al mundo un régimen colonial mediante violencia y coerción que duró siglos, que dio lugar a una gran desigualdad entre los países y propició la trata de esclavos y otras atrocidades, como el apartheid en Sudáfrica.
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, la creación de la ONU impulsó una ola de descolonización, pero el legado de ese lastre persiste y se manifiesta hoy a través de la injusticia social y económica, los crímenes de odio, la xenofobia, el racismo y las ideas supremacistas.
 
La ONU reconoce que las economías que fueron colonizadas corren mayor riesgo de quedarse estancadas en el rol de productores de materias primas y bienes con poca tecnología. Lo que algunos analistas consideran como el nuevo modelo de colonialismo. Y, en ese sentido, reclaman que las instituciones internacionales -establecidas antes de que los Estados africanos fueran independientes- ajusten su composición al mapa geopolítico actual, otorgándole a las naciones de África mayor representatividad. Una exigencia que podría extenderse a todas las naciones en desarrollo.
 
Pero, las potencias erigidas tras la guerra detentan el control y se han negado a hacerlo. El Consejo de Seguridad y el sistema Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) son ejemplos de ello.
 
Mandela fue desde muy joven un luchador incansable contra toda manifestación de injusticia social y consideraba que, para combatir la desigualdad, hay que empezar por reformar las instituciones globales.
 
 

La oficina postal de la ONU creó un sello para conmemorar
el legado de Nelson Mandela.
Ilustración: Martin Mörck / Diseño: Rorie Katz (ONU).

¿Quién fue y por qué luchó Mandela?
 
Nacido el 18 de julio de 1918, sus padres Henry Mandela y Nose Keni lo llamaron Rolihlahla Dalibhunga Mandela, sin embargo, todos lo conocimos por el nombre anglófono de Nelson que una vez le puso su profesora británica, o por el sobrenombre de Madiba, como cariñosamente le decían sus connacionales.
 
En 1942 se convierte en abogado y poco después se muda de su natal Umtata hacia Johannesburgo, donde se incorpora a las filas del Congreso Nacional Africano (CNA), organización que entonces promovía protestas pacíficas contra el régimen segregacionista y la excesiva explotación que sufrían los negros sudafricanos en una sociedad donde eran mayoría.
 
Años más tarde funda la Liga Juvenil y adquiere notoriedad dentro del CNA con su Campaña de Desobediencia Civil, y en el Congreso de los Pueblos, donde adopta la “Carta de la Libertad” o declaración de principios en la lucha anti-apartheid.
 
En esa época, Mandela y su amigo Oliver Tambo también dirigen un despacho de abogados que proporciona consejo legal de bajo costo a muchos negros que de otra manera no hubieran tenido representación ante la justicia.
 
Por sus actividades revolucionarias, siguiendo los métodos no violentos de resistencia heredados del líder indio Mahatma Gandhi, Mandela y otros 150 compañeros son arrestados el 5 de diciembre de 1956 y sentenciados a prisión.
 
Una vez liberado, opta por cambiar de estrategia y se pone al frente del movimiento Umkhonto We Sizwe (Lanza de la Nación), que se convertiría en el brazo armado del CNA.
 
En 1962 es nuevamente apresado junto a varios de sus colegas por el cargo de “conspiración destinada a derribar el régimen por la violencia”.
 
En el alegato que pronuncia en su defensa ante la Corte Suprema de Pretoria en 1964, Mandela denuncia al gobierno ilegítimo que lo condena a cadena perpetua.
 
“La ausencia de dignidad humana experimentada por los africanos es el resultado directo de la política de la supremacía blanca. La legislación actual está designada a preservar dicha supremacía (…) Nosotros deseamos derechos políticos igualitarios (…) Sé que esto suena revolucionario para los blancos de este país, porque la mayoría de los votantes serán africanos. Esta es la razón por la que el hombre blanco teme a la democracia.
 
“He dedicado toda mi vida a esta lucha del pueblo sudafricano. He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He alimentado el ideal de una sociedad libre y democrática en la cual todas las personas vivan juntas en armonía y con iguales posibilidades. Es un ideal por el cual puedo vivir. Pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir”, subraya.
 
Luego de pasar 27 años tras las rejas en las más difíciles condiciones —18 de ellos en confinamiento solitario en la prisión de Robben Island, en un ambiente muy húmedo para su salud—, el entonces presidente de Sudáfrica, Frederik de Klerk, libera a Mandela.
 
Durante el tiempo transcurrido hasta el 11 de febrero de 1990, muchos gobiernos y movimientos antirracistas habían estado presionando porque se excarcelara al líder sudafricano, transformado ya en un símbolo universal de la emancipación y la dignidad del hombre.
 

Un niño coloca una imagen de Mandela en la pizara de una escuela de Durban,
Sudáfrica. Foto: AFP.

Mandela, modelo universal
 
Según Naciones Unidas, Nelson Mandela encarnó los más altos valores de la organización. Motivo por el que la Asamblea General proclamó en 2009 el Día Internacional de Nelson Mandela: una jornada dedicada al servicio público, en la que se invita a las personas de todo el mundo a contribuir con pequeñas cosas en sus propias comunidades.
 
Nelson Mandela nos recordaba que “mientras la pobreza, la injusticia y las grandes desigualdades persistan en nuestro mundo, ninguno de nosotros puede descansar realmente”.
 
“El gran reto de nuestra época para la Organización de las Naciones Unidas es responder a la pregunta, teniendo en cuenta la interdependencia de las naciones del mundo: ¿qué es lo que podemos y debemos hacer para garantizar que la democracia, la paz y la prosperidad prevalecen en todas partes?”, dijo en un discurso ante la Asamblea General, el 3 de octubre de 1994.

Amigo incondicional de Cuba

Fidel Castro Con Nelson Mandela en el acto por el 26 de julio,
efectuado el 26 de julio de 1991.
Foto: Liborio Noval/ Sitio Fidel Soldado de las Ideas

En 1991, Mandela visita nuestro país y recibe la Orden José Martí del Consejo de Estado de la República de Cuba de manos del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
 
En esa ocasión, Fidel destaca la integridad de su carácter y afirma que Mandela es “uno de los más extraordinarios símbolos de esta era”.
 
Mandela participa en las negociaciones para establecer una democracia multirracial en Sudáfrica, sueño que se hace realidad en 1994 con las primeras elecciones por sufragio universal en el país, en las que resulta electo presidente de la República.
 
Durante su gobierno entre los años 1994 y 1999, se esfuerza por reconciliar a los sudafricanos y coadyuva al cese de varios conflictos en el continente. Lo nombran Padre de la Nación y recibe innumerables reconocimientos internacionales por su pensamiento profundamente humanista.
 
Aún retirado de la política, Mandela continuó impulsando programas sociales que contribuyeron a afianzar la paz racial en Sudáfrica.
 
Muere a los 95 años de edad en su residencia de Johannesburgo, debido a una afección pulmonar.