A medio siglo de una gira memorable
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Cuando el Comandante Fidel Castro anunció el Primero de Mayo de 1972, en su discurso en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, ante una gran concentración popular, su inminente viaje a diez países de Africa y Europa socialista, ya estaba yo con un equipo de la Agencia Prensa Latina en Conakry, punto inicial de la extensa gira que realizaría el líder histórico de la Revolución Cubana. Y allí, en el aeropuerto internacional de Gbessia lo esperaba el Presidente de Guinea, Ahmed Sékou Touré.
Aquél miércoles 3 de mayo de 1972 se inscribiría en la historia como la primera visita de Fidel Castro al continente africano.
Con el fotógrafo Rogelio Moré, quien me acompañó durante toda la extensa gira de Fidel, pudimos ser testigos del cálido encuentro en Conakry, entre el líder histórico de la Revolución Cubana y el presidente de Guinea, Ahmed Sekou Touré.
Fue el 3 de mayo de 1972, en el inicio de un amplio recorrido de Fidel que culminaría más de dos meses después en Moscú, la capital de la ex Unión Soviética, luego de realizar visitas a Guinea, Sierra Leona, Argelia, Bulgaria, Rumanía, Hungría, Polonia, Alemania Democrática, Checoslovaquia y la URSS.
Entonces laboraba yo en la Agencia Prensa Latina, y su director, Manuel Yepe Menéndez, organizó meticulosamente la cobertura de aquella gira de Fidel.
Yo había conocido a Yepe en el Ministerio de Relaciones Exteriores donde él fue el primer Director de Protocolo de la Cancillería cubana, dirigida con mucha brillantez y dignidad por el doctor Raúl Roa García. Como funcionario de la Cancillería cubana cumplí dos misiones diplomáticas en América Latina, Ecuador y Chile, en los primeros años de la década de los sesenta.
En Quito estuve en los días de Playa Girón, cuando tuve el honor de recibir la solidaridad de muchos ecuatorianos, entre ellos el famoso pintor Oswaldo Guayasamín, quien me pidió viajar a La Habana y hacer un retrato al Comandante Fidel Castro, lo cual se concretó el 6 de mayo de 1961. Ese fue el primero de los cuatro retratos que a lo largo de su vida hizo Guayasamín a Fidel.
En Chile permanecí como diplomático de 1962 a 1964, y recuerdo tres momentos inolvidables durante mi misión en la nación austral: la Crisis de Octubre, el nacimiento de mi segundo hijo, Ernesto, en enero de 1963, y el ciclón Flora que azotó a Cuba en octubre de ese año. La Crisis de Octubre me facilitó ir a la casa del gran poeta chileno Pablo Neruda, en Isla Negra, para pedirle un mensaje de solidaridad con Cuba dirigido al Secretario General de la ONU, U Thant, y el huracán favoreció que donara un automóvil que había adquirido en Chile para cuando retornara a Cuba, y con ese gesto ahorrarle a la Revolución Cubana dos mil quinientos dólares, que habían sido enviados por nuestra Cancillería para la adquisición de un vehículo con destino al Consulado cubano en Valparaíso, donde prestaba servicios nuestro poeta guantanamero Ernesto Víctor Matute.
Pienso que el gesto de donar un automóvil a Cuba fue decisivo para que el gobierno conservador de Jorge Alessandri decidiera otorgarme la Orden al Mérito en el Grado de Comendador que me entregó en La Habana en 1964, al término de mi misión, el Jefe de la Misión de Chile, Emilio Edwards Bello. Recuerdo que a la ceremonia, efectuada donde hoy radica la Biblioteca de la Casa de las Américas, me acompañó el vicecanciller cubano Arnol Rodríguez Camps.
Pero vuelvo a la historia de 1972. Me correspondía a mí, como periodista, la cobertura de las visitas de Fidel a Guinea, Bulgaria, Hungría, Alemania Democrática y la Unión Soviética. Siempre acompañado por el notable fotógrafo, Rogelio Moré, ya fallecido, y un teletipista, pues en aquellos tiempos no disponíamos de las tecnologías que llegarían años después.
Para garantizar la información de la llegada de Fidel a Guinea hicimos varias gestiones previas en Conakry, y descubrimos que podíamos hacer llegar los despachos de Prensa Latina utilizando la vía Bamako-París-La Habana.
Una pieza clave en aquel ajedrez de las comunicaciones fue el corresponsal de Prensa Latina en Francia, el brasileño Aroldo Wall, quien sirvió de puente con la oficina central de Prensa Latina en La Habana para hacer llegar el primer despacho –un flash-- con la noticia de la llegada de Fidel al aeropuerto de Conakry, lo cual mereció una llamada telefónica de felicitación a nuestro equipo de prensa de la inolvidable Celia Sánchez Manduley, ayudante del Comandante.
En la delegación que presidía Fidel figuraban dos comandantes que siempre admiré, Juan Almeida y Manuel Piñeiro. Y entre los periodistas el muy destacado cineasta Santiago Álvarez, y los fotógrafos Jorge Oller y Rogelio Moré, con quienes compartí muchos de los desafíos que enfrentamos a lo largo de esa importante cobertura.
Fue una visita muy intensa. La delegación cubana que presidía Fidel fue objeto de un masivo recibimiento en el Estadio “28 de Septiembre”, visitó las regiones de Kankan, Kissidougou, Faranah, Labé y Kindia, así como el Instituto Politécnico “Gamal Abdel Nasser” de Conakry. Participó en la inauguración de la escuela formadora de cuadros para la juventud “Kwame Nkrumah” y asistió a varias presentaciones artísticas en el Palacio del Pueblo, donde pudimos disfrutar en más de una ocasión de las brillantes presentaciones del famoso Ballet Nacional de Guinea y recrearnos con las hermosas canciones de la sudafricana Miriam Makeba.
Fueron días inolvidables. Fidel, en el comunicado conjunto firmado con Ahmed Sekou Touré el día 7 de mayo, al finalizar la visita, agradeció emocionado las excepcionales demostraciones de cariño, amistad y solidaridad que le ofrecieron en todas partes las autoridades y el pueblo de Guinea.
Durante la mayor parte del tiempo que duró la visita al primer país africano visitado por Fidel, el líder cubano estuvo siempre acompañado por Sekou Touré, y entre ambos dirigentes se estableció un clima de fraterna amistad e identificación en los temas abordados, entre ellos la denuncia del genocidio yanqui contra el pueblo vietnamita, el apoyo a los movimientos de liberación nacional y a los derechos del pueblo palestino, la denuncia del imperialismo, el colonialismo, el racismo y el apartheid en Sudáfrica, y la consideración de otros asuntos todavía no resueltos, como la reunificación de Corea.
Después de esa primera visita a Guinea –con una breve escala en Sierra Leona--, Fidel estuvo varias veces en Angola, Zimbabwe y la nueva Sudáfrica, pero la puerta del gran continente africano se abrió para el líder de la Revolución Cubana en Conakry el 3 de mayo de 1972, donde uno de los colegas periodistas, Luis Báez, ya fallecido, me comentó: Pedro, este es el encuentro entre El Caballo –Fidel-- y El Elefante – Sekou Touré.
Yo tuve posteriormente el honor de dar cobertura como enviado de Radio Habana Cuba a la visita realizada por el Comandante Fidel Castro a Zimbabwe, donde en su capital, Harare, se realizó en 1986 la Octava Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
Al término de esa Cumbre la delegación cubana encabezada por Fidel viajó a Angola, donde yo cumplía una misión internacionalista como profesor en el Instituto de Periodismo de Luanda. Recuerdo que me correspondió también dar cobertura de esta visita de Fidel a Angola, para Radio Habana Cuba y la Agencia Prensa Latina, así como acompañar en una gira por varias provincias angolanas al entonces vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez.
Un segundo equipo de Prensa Latina, integrado por el periodista Miguel Rivero y el fotógrafo Joaquín Viñas, dio cobertura a las escalas de Fidel en Argelia, Rumanía, Polonia y Checoslovaquia, mientras que Moré y yo estuvimos en Guinea, Bulgaria, Hungría, Alemania Democrática y la Unión Soviética. Recuerdo en esa extensa gira a los colegas José Prado y Baldomero Alvarez Ríos, quienes compartieron la cobertura para Radio Habana Cuba.
No olvidaré las entrevistas que realicé a Amílcar Cabral, en Guinea, y al líder de Hungría, János Kádar, a quien ví llorar por la emoción que le produjo despedir al Comandante Fidel Castro el 6 de junio de 1972, en el aeropuerto Ferihegy, en Budapest. Fidel impactó a dirigentes y pueblos en su extenso recorrido, durante el cual insistió de manera permanente en la necesria solidaridad de los países socialistas con las naciones del tercer mundo.