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Perlas de marzo en Revolución

Date: 

16/03/2014

Source: 

Boletín Revolución

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No es un líder para hoy, sino para mañana
 
El líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz había ocupado, desde el mes de febrero, el cargo de primer ministro. El 1ro. de marzo, la revista Bohemia publica un comentario que destacaba el estado de opinión que primaba en el pueblo, pues Fidel había hecho lo que todo el pueblo esperaba: ponerse directamente al frente del Gobierno, pues existía evidentemente una dualidad. Cuando surgía un problema la gente no iba a Palacio, sino a donde estaba Fidel. Para los sindicatos, para los profesionales, para la prensa, para todos, la opinión valedera era la de Fidel, líder de la Revolución, jefe del Ejército Rebelde y primera figura nacional. Y precisaba el artículo:
 
Ante los ojos de la calle era inconcebible que quien gestó, organizó, impulsó e hizo triunfar la Revolución fuera a dejarla a la hora del triunfo en otras manos. Fidel era su confianza. Ahora lo tienen en Palacio, de jefe del gobierno. Con tal de que no lo gasten, todo está bien. Porque no se debe olvidar una cosa: que Fidel no es un líder para hoy, sino para mañana. Y que de él Cuba espera, no la obra fugaz de una provisionalidad sino el trabajo lento y sistemático de un período constitucional más largo, donde se forjen definitivamente los cimientos de la nueva patria que todos esperamos.[1]
 
 Un día de sueldo para la Revolución
 
En esa edición del 1ro. de marzo, la revista Bohemia lanza una convocatoria con el título: “La colecta de la libertad”, para recoger fondos para la Revolución. Al mismo tiempo solicitó iniciar esa tarea inmediatamente y que todos cooperen y aporten su grano de arena. ¡Un día de sueldo para la Revolución! Para que la tarea del Ejército Rebelde no quede inconclusa, para que la gran obra de liberar de verdad a Cuba siga su marcha.
 
Asimismo, se esclarecía que el dinero recaudado se pondría en las manos honestas de Fidel Castro para que sea él quien disponga lo que debe hacerse. Por eso, se explica que todos los cheques y giros deben ser enviados a Fidel Castro: “[…]
 
y las cantidades recibidas se pondrán en una cuenta especial bancaria a nombre del máximo líder de la Revolución quien será el único que dispondrá el manejo de esos fondos que por ser de Cuba se ponen en las manos de quien la liberó, de quien es su más limpia esperanza, de quien ha demostrado que sabe servirla con desinterés y amor”.[2]
 
Calculen cuando uno tiene una familia de millones de habitantes
 
Un multitudinario acto se celebra la noche del domingo 1ro. de marzo. Trescientos cuarenta vegueros reciben las escrituras que los convierten en propietarios de las fincas que ocupan en Las Martinas, Pinar del Río. Fidel pronuncia un discurso. En sus palabras orienta al pueblo en la necesidad de no perder el tiempo y estar claros en lo qué hay que hacer. Alerta que las orejas de la reacción están apareciendo bajo distintas manifestaciones, pero que esas orejas se las vamos a cortar antes de que asomen. Pero no se cortarán con tijeras, acotó, las que vamos a aplicar son las leyes de la Revolución, las que van a llevar el bienestar y la justicia, la felicidad y la alegría a más del 90 por ciento del pueblo.
 
Fidel reitera que el pueblo esté alerta porque ya verá aparecer por dondequiera la crítica, los ataques, porque si usted lo hizo bien, entonces dicen que se podría hacer mejor, y si las cosas no salen perfectas empiezan a poner dudas. Y recuerda que en Cuba nos encontramos todo virado al revés, nos encontramos las cajas vacías, nos encontramos que aquí todo era un desorden y un relajo y, luego, no resulta nada fácil, hay muchos intereses poderosos Tiene uno que ir llevando un trabajo lento, que es muy difícil.
 
 Intervención de la Cuban Telephone Company
 
El 3 de marzo el líder cubano recibe una medalla con la inscripción: “El pueblo argelino en lucha, al libertador de Cuba, Fidel Castro”.
 
En esta misma fecha, Fidel dirige la sesión extraordinaria del Consejo de Ministros en la cual se aprueba la promulgación de la ley No. 122 de 1959, que dispone la intervención de la empresa Cuban Telephone Company y la derogación del decreto presidencial No. 552, de 13 de marzo de 1957, que había aumentado las tarifas del servicio telefónico. El monopolio de esa empresa había estado en poder del capital norteamericano desde el año 1909. Esta, la primera empresa norteamericana que interviene el Gobierno Revolucionario, estaba implicada en turbios negocios con la tiranía.
 
 El primer sueldo que percibo del Estado
 
El 3 de marzo Fidel envía su contribución monetaria a la reforma agraria, que acompaña con una carta dirigida a Miguel Ángel Quevedo, director de la revista Bohemia, donde agradece al Movimiento Patriótico de Apoyo Económico a la Reforma Agraria y al Desarrollo Industrial que ha iniciado la revista. Le dice: “Como cada cual da lo que puede, yo le envío el primer sueldo que percibo del Estado: mis haberes como primer ministro desde que tomé posesión el mes pasado. Con los próximos podré cubrir el pequeño déficit que esto ocasione en mis escasos gastos con rebaja de sueldo y todo…Cuando se trabaja mucho se gasta poco”.[3]
 
 Consuma productos cubanos
 
El propio día 3, el Partido Socialista Popular emite una resolución en apoyo al llamamiento de Fidel a consumir productos nacionales, por lo que es necesario una propaganda persistente que la extienda y la grabe en la mente nacional, que forme el ambiente general necesario a su más completa y eficaz aplicación. “Consuma productos cubanos” debe convertirse en una frase popular, en algo así como un saludo con que se identifiquen los amigos y conocidos.
 
Y convocó a que  en las publicaciones del partido, en periódicos y revistas, en manifiestos y hojas sueltas, deberá figurar siempre el lema: Consuma productos cubanos.
 
 Fidel visitará los Estados Unidos
 
Se hace pública la información que Fidel Castro hará una visita a los Estados Unidos, la primera después del triunfo revolucionario. George W. Healy Jr., presidente de la Sociedad Norteamericana de Directores de Periódicos, dijo la noche del 3 de marzo, que había recibido una aceptación definitiva de Fidel Castro de la invitación que le cursó la sociedad para hablar en su reunión anual, en Washington. El cablegrama de Fidel recibido por Healy, dice: “ Acepto la cordial invitación que me envió usted en nombre de la Sociedad Norteamericana de Periódicos para hablar en su convención en Washington, el 17 de abril.La embajada cubana en Washington le proporcionará la información que solicita usted sobre las personas que me acompañarán, tan pronto como sea posible”.[4]
 
 Opuestos a que se comercie con nombres y figuras venerados
 
El periódico Revolución publica el 4 de marzo la oposición del Movimiento 26 de Julio a que sean aprobadas marcas y patentes con motivos revolucionarios. Tratando de aprovecharse del heroísmo de los hombres de la Revolución y sus hechos más destacados, para popularizar marcas e invenciones, numerosos comerciantes sin escrúpulos han presentado en la Dirección de la Propiedad Industrial del Ministerio de Comercio solicitudes de modalidades y patentes, que tienen como fondo hechos de la Revolución.
 
Fabricantes de tabacos, productores de condimentos o sazonadores de comida, fabricantes de hojas de afeitar y maquinillas, tratan de lucrar con la gesta heroica y piden, entre otras cosas, que se les admita un modelo industrial con la figura de un combatiente rebelde del 26 de Julio; apropiarse de la marca “Granma”; utilizar el emblema del 26 de Julio; apoderarse de la marca “Sierra Maestra”; utilizar el rótulo “26” .Llega al extremo de la audacia un titulado comerciante al solicitar se le adjudique la marca “Fidel”.
 
El periódico recalca que el Movimiento 26 de Julio y la Revolución se oponen terminantemente a que se comercie con sus nombres y figuras más venerados.
 
 Desconcertada la Casa Blanca con visita de Fidel
 
La anunciada visita de Fidel Castro a los Estados Unidos ha causado desconcierto al gobierno de ese país, según el New York Times. El despacho dice en una de sus partes que la Casa Blanca y el Departamento de Estado están desconcertados por la próxima visita, porque el primer ministro Castro, un jefe de Gobierno, fue invitado por una organización privada.
 
No hubiera habido tal descontento si el dirigente revolucionario todavía fuera comandante de las Fuerzas Armadas, el cargo que primero ocupó. Tal visita hubiera sido considerada completamente extraoficial.
 
En el Ministerio de Transporte, Fidel Castro acompañado del titular del ramo, informa que en la última reunión del Consejo de Ministros se acordó la intervención de la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) y la empresa Autobuses Modernos.
 
 Justicia para la gran masa del pueblo
 
Al mediodía del 6 de marzo Fidel comparece por CMQ Televisión. Habla durante casi cuatro horas sobre los problemas nacionales. Días atrás, en el juicio celebrado a los aviadores de la tiranía, habían sido absueltos. En diversas partes de su exposición Fidel aludió a estos criminales de guerra, que ametrallaron al pueblo, especialmente a la población campesina.
 
En la comparecencia, Fidel explica que “[…]  no puede haber honor militar sin honor político, sin un sentido de la justicia social y un sentido de la justicia en general. Porque justicia es una palabra que se emplea mucho, pero cada cual quiere arrimar la brasa a su sardina. Existe la justicia que el pueblo demanda y existe la justicia de la que hablan los hipócritas, de la que hablan los privilegiados: los que hablan de una justicia que les ha servido a ellos para lucrar ellos, mientras han mantenido en la ignominia y en la miseria al resto de la nación. La justicia de que yo hablo es aquella justicia que interesa al pueblo de verdad, que hace justicia a la gran masa, a la gran mayoría del país. Para mí, ninguna ley, ningún principio que favorezca a minorías, es justo”.
 
Desde los primeros días del triunfo revolucionario era enarbolada la consigna de “Oriente Federal”, por algunos residentes de esa región del país pertenecientes a los sectores más privilegiados, con el objetivo de alimentar los más turbios sentimientos regionalistas y localistas para debilitar la unidad del pueblo.
 
Fidel analiza la esencia de esta consigna, y expresó que salía de aquellos núcleos que están mirando a la Revolución como el instrumento del pueblo que los va a privar de los privilegios. Contra los que tratan de enfrentar la religión a la Revolución. Fidel también tiene una justa y oportuna respuesta, pues quieren crearle conflictos religiosos al Estado cubano.
 
Pudiera decirse que uno de los centros de la exposición de Fidel se desenvolvió en torno al tema “Revolución o contrarrevolución”. A este tema volvió una y otra vez, como pivote de todas sus respuestas.
 
Manifestó que toda esa agitación reaccionaria tenía una base social y apuntó, en primer lugar, a los latifundistas, como los de Oriente, con miles de caballerías, y a todos aquellos sectores que habían sido perjudicados por la reforma agraria y los nuevos rumbos que se abrían por la patria.
 
 Medida que beneficia a todas las clases sociales
 
La noche del 6 de marzo el Consejo de Ministros aprueba varias leyes y decretos. La más popular es la ley de Rebaja de los Alquileres, con la cual se  rebaja los alquileres en un cincuenta por ciento. En todas las calles y lugares de reunión pública, al conocerse la medida revolucionaria se dio muestras de una espontánea satisfacción por la justa medida que beneficia a todas las clases sociales, pero de manera preferente a los más humildes. Esta medida, que favorece a la población urbana, suscita una verdadera conmoción en los medios burgueses.
 
 Mis dos grandes condecoraciones
 
En la madrugada del 7 de marzo, en una asamblea de los trabajadores telefónicos, Fidel subraya algunos asuntos de la política de la Revolución. Lo más importante de su intervención fue la denuncia de elementos contrarrevolucionarios y reaccionarios que conspiraban y se armaban  en Estados Unidos, con la tolerancia cómplice del FBI (Buró Federal de Investigaciones).
 
En efecto, ratifica la denuncia existente ya acerca de esa conspiración y afirma tener conocimiento de los alijos de armas que realizan elementos masferreristas y batistianos. Añadió que “no eran molestados en esas actividades” y que “ni uno solo de ellos había sido detenido por el FBI”, como es sabido que sistemáticamente ocurría con los revolucionarios cubanos en el exilio estadounidense.
 
Definiendo su reacción personal ante esos ataques expresó que las dos más grandes condecoraciones que había recibido eran la medalla que le habían concedido los patriotas argelinos y los ataques de Time; y agregó “eso indica que voy por buen camino. Malo fuera que Time hablará bien de mí […]  son capaces de hacerlo para confundir”.
 
 Oriente Federal, ¿quién entiende eso?
 
Durante varios días, en Santiago de Cuba se convoca a una concentración en apoyo a la política del gobierno y las leyes revolucionarias, que contará con la presencia de Fidel Castro. Con este propósito, Fidel viaja hacia la capital de la provincia oriental el 11 de marzo. Su vuelo hace escala en Camagüey, donde charla durante un rato con los trabajadores del aeropuerto.
 
En horas de la noche, medio millón de personas reunidas en la santiaguera Alameda de Michelson esperan las palabras del líder de la Revolución. Muchos portan carteles en los que pueden leerse frases como estas: “Pedimos revisión de la concesión de la Base Naval de Guantánamo”, “Fidel: te apoyamos. Adelante con las medidas revolucionarias”, “Saludamos la rebaja de alquileres y la intervención de los teléfonos”, “Adelante la reforma agraria”.
 
En su intervención, Fidel destaca la situación social del país y el interés de los politiqueros en no mejorarla, para así mantener al pueblo ignorante y esclavo de los favores que tenía que pagar con sus votos.
 
En respuesta a los intentos de las campañas divisionistas, Fidel esclarece que ha oído hablar de un Oriente Federal, ¿quién entiende eso?, se preguntó.
 
¿Por qué querer una patria más chiquita, en vez de querer una patria más grande? ¿Por qué? Porque necesitamos de todos juntos. Yo dije que estos deben ser intrigantes reaccionarios, que no pueden hablarle nada a los campesinos, no pueden irle a hablar de ningún problema, y han empezado a agitar pasiones regionalistas, y decía que no trataran de crear una división regionalista para dividir al pueblo, para debilitar la Revolución y entonces dicen: no porque a Oriente lo han abandonado, han hecho obras en La Habana, nos robaron la Revolución; nos robaron… posiblemente no salió ninguno de su casa. Yo he estado seis veces ya en Santiago, en dos meses, he estado seis veces en Santiago, he tenido una atención constante puesta en la provincia. ¿Por ser oriental?, no, porque las provincias todas tienen mis preocupación. El que no se haya podido hacer muchas cosas no quiere decir que no las vayamos a hacer; yo me impaciento pensando en esas cosas, pero me consuelo pensando que dentro de tres o cuatro meses estarán todas hechas. […].
 
Ahora se va a construir para el pueblo, aquí, allá, en todas partes, porque el pueblo es uno solo, aquí y allá. Tan cubano es el de aquí como es el de allá, tan hermano es el de aquí como el de allá, tan patriota es uno como el otro, todos luchamos, todos fuimos los primeros y ese es nuestro motivo de satisfacción, de orgullo, pero nadie tiene que venir a explotar ese orgullo para dividir a los cubanos. Debe ser una satisfacción haber peleado más que en otras provincias, haber hecho mucho más que los demás, pero nunca son razones para que sintamos desprecio sobre los demás, para que nos dividamos de los demás, porque tan hermanos son los de allá como los de aquí, tanto sufrió el de allá como el de acá, y tanto es un hombre de la patria el de allá como el de acá, y cuando haya que defender la patria peleará el de allá como el de acá. Así que nunca admitan que vengan a decirles cosas, a despertar pasiones divisionistas.
 
Yo dije que los que se habían opuesto a nuestras campañas eran unos mentecatos; se pusieron bravos y empezaron a decir que estaban atacando a los orientales. Ellos, los que están haciendo esa campaña no son los orientales; atacarlos a ellos no quiere decir que ataque a los orientales, pero como les dije lo que les duele vienen a decir que estamos atacando a los orientales.
 
No solo digo que es una mentecatada, que no es una palabra muy fuerte que digamos, sino que es perder el tiempo. ¿Qué me van a pelear con los orientales? A mí, ¡yo que soy tan oriental como el que más y tan patriota como el que más!
 
Ahora todos tienen que ayudar a Oriente, porque Oriente necesita de todos. Mañana se va a poner la primera piedra de la ciudad que se va a construir aquí y vamos a poner la primera piedra en La Habana. Pastorita Núñez va a poner la primera aquí y yo otra primera allá.[5]
 
 No quiero estatuas, ni en esta vida ni después de muerto
 
En su intervención, Fidel reitera cuál es el sentido de su vida:
 
Yo no estoy lucrando aquí por la gloria. Hay quien lucha por la gloria, por vanidad, para que le hagan una estatua. No estoy luchando por estatuas, lucho porque lo siento, porque cada uno tiene que cumplir con un deber en esta vida y mi deber me tocó a mí como pudiera haberle tocado a cualquier otro, y yo cumplo con mi deber con un sentimiento. No quiero estatuas, ni en esta vida ni después de muerto, no quiero nada, no lucho ni por interés material ni por interés moral, ni porque me aplaudan ni nada, lucho porque estimo que este es mi deber.
 
Mi premio es cada vez que le haga un bien a alguien sentirme satisfecho, mi premio es cada vez que vea a una familia feliz, sentirme satisfecho, cada vez que vea una escuela nueva que se levante, sentirme satisfecho, cada vez que vea un hospital nuevo […].
 
Mi premio no puede ser jamás dinero, mi premio no pueden ser jamás honores, no podrá ser otra cosa mi premio que la satisfacción infinita de ver al hombre sano, limpio, noble, honesto. La política no me importa, los cargos no me importan, me da lo mismo ser premier que no ser nada, la presidencia no me interesa […].
 
A mí no me interesa más que una cosa: cumplir con mi deber, mi deseo es hacerlo bien, como humano sé que no lo puedo hacer perfecto, como humano sé que puedo cometer errores, errores cometeré, pero nunca actuaré de mala fe, me podrán decir, se equivocó, pero no es un sinvergüenza. Me podrán decir que no lo haya hecho todo, pero no que no haya hecho todo lo que haya podido, porque haré todo lo que pueda, haré todo lo mejor que pueda, y cuando no haga más o no lo haga mejor será porque no pueda, entonces vendrán otros y lo harán mejor, yo haré mi tarea, otros vendrán después.
 
Yo hablo así aquí como no he hablado nunca, con estos sentimientos, y es justo que lo haga porque mi corazón, mi vida están unidos a esta tierra, están unidos a esta provincia, están unidos a esta ciudad. Vine aquí mucho antes del 10 de marzo, hice una promesa y le dije al pueblo, mientras manos mercenarias tengan fusiles para oprimir al pueblo, a nuestra patria, cambiaremos las escobas por fusiles e iremos a combatir. Vine a Oriente con Eduardo Chibás, he venido siempre.[6]
 
 Aquí hago estas confesiones que me salen del alma
 
Antes de terminar, Fidel ratifica que Oriente le da nuevos ánimos para la lucha:
 
Un especial sentimiento me invade cuando estoy aquí, una especial emoción me invade cuando estoy aquí entre los santiagueros y aquí hago estas confesiones que me salen del alma. Aquí hago estas confesiones que no hago en ninguna otra parte. Aquí tengo que decir lo que siento por el pueblo. Aquí tengo que expresar toda la tristeza que siento al no poder hacer más, ante la convicción que tengo de que es imposible que todo salga bien y perfecto, pero tengo que decir todo eso aquí, ante los limpios orientales, ante los cívicos orientales, tengo que decir aquí que este oriental que nació en Oriente, que luchó en Oriente, que inició la Revolución en Oriente y que tiene en sus manos grandes responsabilidades, será siempre un hombre digno aquí y allá, hoy y siempre. […].
 
Me marcho de Oriente como siempre me he marchado de Oriente: con más fe y con más entusiasmo. Me voy, llevándome de Oriente, lo que siempre me he llevado: el espíritu de lucha, la rebeldía, la energía, la fuerza. Me voy de Oriente llevándome lo que siempre vendré a buscar a Oriente cuando esté triste, cuando esté desanimado, si es que algún día pueda estarlo, vendré a buscar fuerza, porque aquí nací, en esta provincia luché, en esta provincia fui derrotado, en esta provincia volví a la lucha, en esta provincia vencí y en esta provincia vendré a luchar cuantas veces sea necesario, y si es preciso vendré a morir a esta provincia cuando tenga que morir.
 
Quiero a los orientales y con ellos quiero más a todos los cubanos. Y cuando les digan que se han robado a la Revolución, digan ustedes: es mentira, la Revolución está en el corazón de los que la hicieron y los que han sabido mantenerla en alto y dirigirla hacia la victoria; y cuando les digan que nosotros estamos en La Habana, digan que es mentira, porque su pensamiento y su corazón jamás abandonaron a Oriente.[7]
 
 Entierro simbólico de los procedimientos de la tiranía
 
En la otrora Ciudad Militar Columbia, la mayor fortaleza de Cuba durante casi sesenta años, el comandante Camilo Cienfuegos inicia la demolición de la posta seis. Son las dos y cuarenta de la madrugada del 12 de marzo. Con los muros cae toda una época de horror. En su lugar, se alzan las puertas de Ciudad Libertad.
 
De regreso a la capital coloca la primera piedra de las viviendas que se construirán en La Habana del Este, al tiempo que Pastorita Núñez, presidenta del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, lo hace en las construcciones de Santiago de Cuba.
 
Fidel dijo al echar la primera paletada de mezcla que al mismo tiempo que se enterraba esa piedra con el acta correspondiente, también se enterraban simbólicamente los contratos y procedimientos de la época de la tiranía, para dar paso a la etapa revolucionaria que muy pronto facilitará un hogar a cada familia cubana, con todas las comodidades necesarias para vivir con el confort y la higiene que el pueblo se merece.
 
 Intervención quirúrgica, pues con mercurocromo se muere la república
 
En homenaje a la acción del 13 de Marzo, Fidel Castro marcha en horas de la mañana junto al pueblo de Cárdenas en sentida peregrinación hasta el cementerio donde reposan los restos de José Antonio Echeverría. Allí, a solicitud de los familiares de este, el Comandante en Jefe habla del querido dirigente estudiantil y su inolvidable gesta.
 
En horas de la tarde, en el parque frente al Palacio Presidencial, participa en un acto en recordación a quienes asaltaron la guarida del tirano. Los comandantes Raúl Castro y Faure Chomón hacen uso de la palabra. No está previsto que Fidel hable, sin embargo, respondiendo a la petición unánime del pueblo allí congregado, el líder de la Revolución les dirige la palabra.
 
Manifestó que con motivo de aquel hermoso homenaje del pueblo se veía obligado a recordar la impúdica demostración de adhesión que el tirano recibiera allí mismo por haber salido indemne del ataque a Palacio en 1957. Exclamó: “Que no se vaya a pensar que somos un país de tan poca memoria, porque esta vez vamos a tener la necesaria”. Aclaró que esas palabras suyas no eran ociosas y tenían que ver con ciertas manifestaciones emitidas contra la rebaja de alquileres, la ocupación de bienes malversados, la reforma agraria, las leyes revolucionarias, la regulación del valor de los solares.
 
Fidel se refiere a las críticas malintencionadas que comienzan a aflorar.
 
¿Qué creían? ¿Que con poner letreritos de “Gracias Fidel” en los edificios, en los automóviles ya estaba todo resuelto? ¿Querían que dejáramos todo aquí igual que estaba antes? ¿Para qué? ¿Para qué dentro de cinco o seis años tuviéramos otra tiranía, y estuviera el país hundido en la miseria, en la guerra civil, en el caos?
 
¿Creían que esto no iba a cambiar nunca? Pues más vale que se vayan acostumbrando a esta idea, señores. Es hora que se den cuenta que una Revolución está teniendo lugar en Cuba.
 
Ya empiezan algunos a escribir dando consejos de que vamos un poco apurados, que hay que tener cuidado. Y cuidado ¿con qué?, ¿por qué?, ¿para qué? Yo les digo que esos consejos realmente se los agradecemos muchísimo, pero que están de más. ¿Qué quieren, que no cortemos por lo sano? A la república hay que hacerle una buena operación quirúrgica, y si nos ponemos a untarle mercurocromo, la república se nos muere.[8]
 
 El pueblo dijo “¡no!” a las elecciones
 
Motivado por la labor de confusión que fomenta la reacción y la necesidad de que el pueblo esté alerta para descubrir sus maniobras, Fidel pregunta: ¿Por qué si la Revolución no se ha metido con la religión se ataca a la Revolución con pretextos religiosos? ¿Qué tiene que ver la Revolución con la religión? Luego aludió al tópico de las elecciones y preguntó “¿Quieren elecciones?” [el pueblo respondió con un prolongado “¡Nooooooo!”].
 
El líder revolucionario terminó invitando al pueblo a ir en ese mismo instante en dirección hacia la universidad y descendiendo de la tribuna encabezó el desfile popular, que emprendió la marcha hacia la Colina del Alma Mater.
 
El Comandante en Jefe camina varias cuadras acompañado por la multitud. Luego toma un ómnibus de la ruta 28, que lo lleva cerca del estadio universitario, donde se celebrará el acto organizado por la FEU.
 
Esta noche la temperatura desciende rápidamente en la capital y el frío se hace sentir. Varios oradores dejan escuchar su palabra. Cuando Fidel comienza su discurso, gran parte del público se ha marchado. Pasea la mirada por la concurrencia y dice:
 
Quedan pocos aquí, pero buenos. Así nos pasará cuando la cosa se ponga dura. Los que tengan frío, los que les entre el frío, se marcharán y quedarán los buenos. Los que estén por embullo se marcharán y quedarán nada más que los buenos. Los débiles, los que les gusta que otros lo hagan por ellos, los que les gusta ir en la retaguardia, esos se marcharán también. Quedarán solo los buenos. Yo sé que los buenos estarán siempre junto a nosotros. Y basta porque les puedo asegurar que vale mucho más tener pocos buenos que tener muchos malos.
 
El pueblo pide a Fidel que haga venir a Camilo junto a él y Fidel los complace. Instantes después llega el comandante Camilo Cienfuegos y se para junto a Fidel en la tribuna.
 
Cada ciudadano es un soldado de la Revolución
 
El primer ministro Fidel Castro y Manuel Urrutia Lleó, presidente de la república, arriban el 16 de marzo a Santa Clara por invitación de la Universidad Central. Pocos minutos después Fidel pregunta al rector cuáles son las necesidades del alto centro de estudios.
 
Luego de consultar con los decanos, el rector informa que pueden resolverse con un millón de pesos. Fidel determina proponer al Gobierno Revolucionario otorgarle dos millones y medio solo para empezar, ya que la Revolución concederá atención especial a los altos centros docentes del país. Con posterioridad inauguran el edificio de la biblioteca general.
 
En los parques y jardines de la ciudad universitaria, los profesores, estudiantes y pueblo en general reclaman la presencia y la palabra del jefe de la Revolución, quien accede gustoso. Y entre sus palabras recordó que nadie podrá derrotarnos por las armas. Cada ciudadano es un soldado de la Revolución.
 
Ese mismo 16 de marzo, Fidel Castro sobrevuela en un avión la Ciénaga de Zapata. Al ver a un grupo de hombres junto a un horno de carbón da la orden de aterrizar. Dentro de una choza, con el mapa de la región extendido sobre un camastro de sacos, tres kilómetros al sur de la Laguna del Tesoro, se habló de la transformación de los pantanos.
 
La ideología del Movimiento 26 de Julio es la justicia social
 
En su edición del 16 de marzo de 1959, el semanario estadounidense US News & World Report publica una entrevista a Fidel Castro realizada por el editor Clark H. Galloway en el Palacio Presidencial. Está dirigida a esclarecer los rumores que corren en los Estados Unidos acerca del Gobierno Revolucionario. A una de las preguntas sobre qué opina acerca del intercambio con la Unión Soviética, Fidel responde:
 
Pienso que podríamos venderles si ellos nos compran. Porque, ¿qué debemos hacer si tenemos excedentes y ellos quieren adquirirlos? Eso es lo que hacen Estados Unidos, Inglaterra y todos los otros países.
 
Pregunta: ¿Ve para Cuba un peligro en ello?
 
Respuesta: No puede haber peligro si hacemos lo que quieren los cubanos, si les proporcionamos justicia social y resolvemos los sustanciales problemas sociales de todos los cubanos en un clima de libertad, de respeto por los derechos individuales, de libertad de prensa y, por supuesto, de democracia, de libertad para elegir nuestro propio gobierno. La Revolución que estamos haciendo ofrece al pueblo cubano cosas que ningún otro régimen social puede ofrecerle en el mundo de hoy. ¿Comprende usted? No tengo temor de ninguna otra ideología. La ideología del Movimiento 26 de Julio es la ideología de la justicia social dentro de la democracia, de la libertad y de los derechos humanos, que es lo más bello que puede prometérsele a un hombre. ¿Por qué tendríamos que temer? No debemos tener miedo.[9]
 
 Si por no perseguir a nadie nos quieren llamar comunistas, que nos llamen comunistas
 
En el Colegio Médico Nacional, la madrugada del 17 de marzo, la Asamblea del Comité Conjunto de Instituciones Cívicas —representada por delegados de los colegios profesionales, logias, religiones, sociedades culturales y otras instituciones—, sostiene un intercambio de impresiones con el líder de la Revolución. En una parte del intercambio el Comandante en Jefe declara:
 
Hay quien no quiere reconocer que nuestra Revolución tiene raíces cubanas y busca comparaciones imposibles. Nuestra Revolución es de nuestra patria y figurará entre los grandes acontecimientos de la humanidad. Frente a las ideologías que se disputan la hegemonía, surge la Revolución Cubana con sus ideas nuevas y acontecimientos nuevos.
 
No creo que con campañas falsas van a confundir al pueblo llamándonos comunistas, porque eso lo dijo la dictadura durante siete años y nadie lo creyó. Y esos que lo dicen no tardarán en darse un abrazo con los Batistas, los Masferrer, los Otto Meruelo y los Díaz Balart.
 
Llamarnos comunistas, ¿por qué? Llamarnos comunistas, ¿para qué? Acaso para asociarse a intereses extranjeros. Acaso gritan para que nuestra isla sea víctima de agresiones extranjeras. Si por no perseguir a nadie nos quieren llamar comunistas, que nos llamen comunistas.[10]
 
 Crear el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos
 
El 17 de marzo Fidel pronuncia un discurso ante la asamblea de los obreros ferroviarios de La Habana. Horas más tarde preside una sesión del Consejo de Ministros en la que se aprueban leyes muy importantes. La prensa publica:
 
El Consejo de Ministros acordó crear el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos por estimar que el cine constituye un instrumento de opinión y formación de la conciencia individual y colectiva y puede contribuir a hacer más profundo y diáfano el espíritu revolucionario y a sostener su aliento creador.
 
En el decreto que le da vida se dispone que tendrá por finalidad organizar, establecer y desarrollar la industria cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos, enmarcados en la tradición cultural cubana, y en los fines de la Revolución que la hace posible y garantiza el actual clima de libertad creadora. […]
 
Otro de los acuerdos tomados por el Consejo de Ministros fue prohibir en parques, plazas, avenidas y demás lugares públicos la erección o construcción de monumentos, estatuas, bustos, así como la colocación de tarjas conmemorativas y otras formas similares de homenaje a personalidades nacionales no fallecidas.
 
Queda igualmente prohibido colocar o fijar en las oficinas públicas o cualquier otra dependencia del Estado, las provincias, los municipios u organismos autónomos, retratos y bustos de personas no fallecidas como se acostumbraba a hacer en épocas pretéritas.[11]
 
En estos tiempos es muy difícil hallar un hombre que dedique su vida a una causa
 
Esta edición de Bohemia también publica los resultados de una encuesta que recoge las opiniones de los norteamericanos sobre Fidel Castro. La indagación, llevada a cabo durante un mes se realizó con personas cuyo único interés es el salario semanal que ganan con el sudor de su frente.
 
Eddy Weiss, vendedor de periódicos y revistas: Muy pocos individuos pueden hacer lo que él hizo. No sé nada de política, pero cuando una persona al frente de dieciocho hombres logra un triunfo como el suyo, quiere decir que tienen algo bueno y podrán hacer otras cosas más grandes.
 
Frederick Crotona, veterano de la Segunda Guerra Mundial: ¡Es el hombre más grande de los últimos trescientos años! Representa los anhelos de progreso, justicia e igualdad de la humanidad. Es al mismo tiempo una esperanza, porque en estos tiempos es muy difícil hallar un hombre que dedique su vida a una causa.
 
Jack Dempsey, excampeón heavyweight del mundo y propietario de un restaurante en Broadway: Su pueblo lo quiere y eso es lo importante.
 
Dorothy Johnson, camarera de un pequeño restaurante: No me importa lo que digan contra él, sé que hace lo que cree que es bueno para los cubanos. Es un tipo valiente y los valientes siempre tienen enemigos. Castro y sus hombres tienen algo de santidad.
 
Al Bachman, impresor: De todo lo que he visto y leído he hecho este juicio: no veremos otro hombre como él hasta dentro de cien años.
 
Berta Georges, modista. Escribió una nota para que se le entregaran a Fidel: Usted defiende la libertad y ha sido una inspiración virtuosa. Espero que a través del tiempo defienda esa gran inspiración. Sea para cada nación un faro de libertad y muestre solo el buen camino a aquellos que tienen fe, para que todos puedan contemplar un futuro lleno de esperanzas y decir que los que perdieron la vida no murieron en vano. No deje que sus almas sigan penando y proporcióneles descanso, porque ellos ya han hallado la paz.[12]
 
 ¿Toldos, para qué? ¡A mojarse todos!
 
El domingo 22 de marzo, frente al Palacio Presidencial, se realiza el primer desfile de trabajadores y pueblo en general en apoyo a la Revolución. Al frente avanzan las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, en demostración de que, por primera vez en la historia de Cuba, existe plena identificación entre los institutos armados y el pueblo.
 
 Durante horas y horas, desde las once de la mañana hasta la caída de la noche, cuando se concedió el primer turno oratorio del acto, Fidel Castro permaneció de pie. Saludaba a todos con la mano, atendía celosamente todas las incidencias del desfile, de los que desfilaban llamaba a muchos por sus nombres, los hacía traer a la presidencia para hablar con ellos.
 
Un emocionante diálogo se entabló entre los manifestantes y Fidel. Fidel les respondía a viva voz. Este diálogo es expresión de la profunda comunicación e identificación entre los anhelos de las masas y los pronunciamientos y decisiones de Fidel.
 
En su empeño de registrar el contenido de todas las demandas que allí se exhibían, Fidel designó a una de sus secretarias para que tomara las anotase. También brindaba especial atención a los papeles que le hacían llegar a sus manos.
 
La lluvia amenazó varias veces con deslucir el acto. A las primeras gotas el público, con gesto instintivo de protección, refluyó sobre los portales colindantes con la ancha avenida. En la tribuna, Fidel ordenó:
 
–¡Ah! ¡Esto no puede ser! Que la lluvia caiga pareja para todos… Toldos, ¿para qué?
 
La escolta, con el brío de una operación comando, treparon a la armazón de lonas y maderas sin pérdida de tiempo. Los filosos cuchillos desgarraron el toldo y en cuestión de minutos la plataforma se transformó en un esqueleto.
 
 Si también nos dividimos en blancos y negros, nos fragmentaremos
 
Tres días después, el 25 de marzo, Fidel Castro en el programa Conferencia de Prensa del Canal 12 de la televisión, analiza ante un panel de periodistas el problema de la discriminación racial y otros tópicos de interés.
 
El problema de la discriminación racial es, desgraciadamente, uno de los problemas más complejos y más difíciles de los que la Revolución tiene que abordar. El problema de la discriminación racial no es el problema del alquiler, no es el problema de las medicinas caras, no es el problema de la Compañía de Teléfonos, no es ni siquiera el problema del latifundio, que es uno de los problemas serios que nosotros tenemos que encarar.
 
Quizás el más difícil de todos los problemas que tenemos delante, quizás la más difícil de todas las injusticias de las que han existido en nuestro medio ambiente, sea el problema que implica para nosotros el poner fin a esa injusticia que es la discriminación racial, aunque parezca increíble.
 
Hay problemas de orden mental que para una revolución constituyen valladares tan difíciles como los que pueden constituir los más poderosos intereses creados. Nosotros no tenemos que luchar solamente contra una serie de intereses y de privilegios que han estado gravitando sobre la nación y sobre el pueblo; tenemos que luchar contra nosotros mismos, tenemos que luchar muy fuertemente contra nosotros mismos.[13].
 
Con mucho énfasis, Fidel subraya el peligro que puede acarrear la división para el proceso revolucionario.
 
Somos un pueblo pequeñito, tenemos enemigos de todas clases dentro y fuera; nuestra Revolución es amenazada por poderosos intereses; la oligarquía internacional la calumnia; tratan de presentarnos ante el mundo como si fuésemos una manada de lobos feroces para debilitarnos. Somos un pueblo pequeño, ¿y encima vamos a estar divididos? Somos un pueblo pequeño, que necesitamos todos unos de otros, necesitamos el esfuerzo de todos, ¿y vamos a dividirnos ahora entre blancos y negros? ¿Vamos a dividirnos por un color? ¿Por más rubio, menos rubio; más trigueño, menos trigueño; más prieto y menos prieto? ¿Eso para qué serviría sino para debilitar a la nación, para debilitar a Cuba? ¿Conque somos pocos y además nos vamos a dividir? ¿Conque somos débiles y además nos vamos a dividir por el color?
 
¿Y qué es la nación cubana? Es un producto de la historia. Unos y otros componentes de nuestra sociedad son producto de la historia. Y el cubano no es ninguna raza especial —y nadie se lo crea—, no es ninguna raza pura. Porque ni en España eran puros. Entre visigodos y ostrogodos y celtas y cartagineses y moros y razas germánicas y tribus primitivas de allí de España, aquello era una mezcla de razas. ¡Y no hay razas puras! […].
 
Vamos a pedirle al pueblo una nueva cosa; vamos a pedirles a todos, a blancos y a negros; vamos a hacernos una promesa, vamos a ganar una batalla más, lo mismo que hemos ganado otras; vamos a invitar a una mayor comprensión, vamos a invitar a una mayor fraternidad, vamos a invitar a un mejor trato, vamos a invitar a una mayor amistad entre los hombres de un color y de otro. […][14]
 
 En estos tres meses hemos vivido tres años de emociones
 
Miles de campesinos de Güines, San Nicolás, Nueva Paz, Güira de Melena y otros lugares cercanos se concentran el domingo 29 de marzo en el parque central de Güines. A las cuatro y cuarto de la tarde, el grito ensordecedor de la multitud anuncia la llegada del líder de la Revolución.
 
Fidel Castro se dirige a los presentes, y cuando lleva hablando varios minutos, el locutor le pide que haga un alto en su discurso para que pueda pasar la columna integrada por los tractores donados a la reforma agraria. El líder de la Revolución responde:
 
Bueno, vamos a dejar pasar la columna. Después, al final, vamos a pedir al pueblo que haga un claro para que pasen por aquí las divisiones blindadas de la reforma agraria, que son los tractores y los arados. Vamos a someter a votación esto aquí.
 
¿Cuándo pasan los tractores, ahora o luego? [el pueblo grita que “luego”]. El pueblo ya votó, así que avísenle al locutor que van a desfilar después, que parece que no ha oído. Es materialmente imposible pasar ahora frente a la tribuna, y yo voy a hablar poco, vamos a esperar a después. […][15]
 
 La Revolución está marchando más deprisa que el pueblo
 
Ante los obstáculos y trabas que ponen a la Revolución los egoístas, ambiciosos y confundidos, Fidel tiene una justa respuesta. Una vez más, como lo viene haciendo desde el triunfo revolucionario, dedica su tiempo a sembrar los mejores valores en el pueblo.
 
[…] yo voy a decir una cosa, porque tengo en estos días una espinita por dentro, pensando que el pueblo no esté completamente maduro todavía, que el pueblo no esté completamente preparado todavía y les voy a decir una cosa: que no nos vayan a dejar embarcado al Gobierno Revolucionario, porque aquí antes los gobernantes embarcaban al pueblo, ahora que el pueblo no vaya a dejar embarcado al Gobierno Revolucionario.
 
Y les voy a decir por qué digo esto. Porque yo tuve una experiencia muy amarga en días recientes y fue porque planteé una injusticia más de las que se han cometido y con el mismo sentido y la misma claridad con que he hablado de todos los problemas y con el mismo espíritu revolucionario con que he hablado del latifundio y de otras ideas revolucionarias, planteé el problema de la discriminación racial. Y hablé claro, planteé el problema serenamente. Lo planteé claro, expliqué sus causas, dije bien claramente que era una cuestión fundamentalmente de educación. Y sin embargo, me encuentro con una triste realidad, que mucha gente no me había entendido, que mucha gente me criticaba. Y yo desde luego dije que si por hablar con justicia me tenían que criticar y me tenían que hacer lo que me tenían que hacer, jamás renunciaría a hablar con justicia.
 
Y yo me pregunté, entre otras cosas, por qué no me comprendió mucha gente cuando planteé este problema. ¿No era una injusticia igual que las demás? [Gritos de “sí”]. Y, ¿por qué gente que aplaudía cuando rebajamos los alquileres o cuando hablamos de proscribir el latifundio me criticaron cuando planteé el problema de la injusticia de la discriminación racial?
 
Lo triste es que había hasta gente del pueblo. Los humildes, no de la high life, sino de los low life, porque hay gente a las que les están poniendo la bota encima y están protestando de la bota que le tienen puesta, y sin embargo, no protestan de la bota que le están poniendo al lado al vecino, y el problema no es protestar de las cosas que nos duelen, sino protestar también de las cosas que les duelen a los otros, porque el hombre no puede ser egoísta y mucho menos puede ser egoísta el hombre del pueblo. Por eso yo digo que el que es humilde y tiene prejuicios, pertenece a la low life. Pero eso, ¿por qué? Señores, ¿por qué hay prejuicios? Porque el pueblo no ha sido educado. ¿Por qué? Sencillamente porque los gobernantes anteriores no hicieron absolutamente nada por poner fin a los prejuicios.
 
Cuando yo planteé el problema de la discriminación racial, salió la gente de algunos lugares aristocráticos —no autocráticos— a intrigar. Era como si hubiera revuelto todos los prejuicios que yacen en el fondo del pueblo, porque los hemos heredado a través de los siglos. Planteé una cosa tan justa como esa, porque todos los cubanos deben tener un derecho por igual a trabajar. ¿Puede plantearse algo más justo? [Gritos de “no”]. Y, sin embargo, hubo gente que se confundió y se dejó confundir.
 
¿Qué me demostró eso a mí? Pues me demostró que el pueblo no estaba todavía tan preparado, que el pueblo tiene todavía muchos prejuicios; que el pueblo tiene todavía en sus mentes muchas ideas viejas y tuve la sensación de que la Revolución estaba marchando más deprisa que el pueblo y tuve la preocupación de si nosotros nos habíamos hecho con el pueblo más ilusiones de las que debíamos habernos hecho, porque los únicos que se aprovechan de estas ideas viejas y de estos prejuicios, los únicos que salen ganando con estos prejuicios, son los enemigos de la Revolución, son los grandes intereses creados, son los que quieren debilitar y dividir al pueblo, son los que quieren destruir el espíritu de hermandad y de confraternidad que debe unir a todos los cubanos.[16]
 
El ómnibus es como una mesa redonda
 
Convocados por el sindicato de la Cooperativa de Ómnibus Aliados, los obreros del sector se reúnen con Fidel Castro la noche del 30 de marzo. Pasada la medianoche, Fidel ocupa los micrófonos para tratar diversos temas de interés relacionados con el transporte y recabar la ayuda de los trabajadores. Les habló claro, no sin antes expresarles que iba a serles sincero, y recordarles que allí en el transporte, antes del primero de marzo, había líderes que eran pistoleros. Eran líderes que se cogían a punta de pistola los sindicatos. Pero ahora nadie puede ser más guapo que el pueblo, pues el tiempo de las pistolas se acabó ya.
 
Se refirió a la emoción cuando vio a treinta y cuatro tractores en el desfile, manejados por guagüeros. Alguien le rectificó la cifra:
 
—No, Fidel, eran más, eran 82, pagados por los trabajadores como una contribución a la reforma agraria.
 
La tónica del primer ministro cobró perfiles didácticos:
 
—Si se monta una dama hay que darle el asiento porque estamos en tiempos modernos y lo cortés no quita lo valiente… Parar en todas las esquinas es un trabajo duro; yo sé lo que es hacer los cambios con el calor que hace en Cuba, pero se pueden poner paradas cada dos cuadras. Esto debe regularse junto con las leyes del tránsito.
 
Risueño, Fidel dice:
 
—El ómnibus es como una mesa redonda. A veces yo pregunto qué es lo que se habla en las guaguas para conocer la situación del país.

 


 
[1] Bohemia, (9), La Habana 1 de marzo de 1959, p. 98.
 
[2] Ibídem, pp. 70-71.
 
[3] Bohemia, (11) La Habana, 15 de marzo de 1959, p. 87.
 
[4] Revolución, La Habana, 4 de marzo de 1959, pp. 1 y 8.
 
[5] Revolución, La Habana, 13 de marzo de 1959, p. 11.
 
[6] Ibídem, p. 12.
 
[7] Ídem.
 
[8] Revolución, La Habana,14 de marzo de 1959, p. 13.
 
[9] Revolución, La Habana, 21 de marzo de 1959, p. 2.
 
[10] Revolución, La Habana, 17 de marzo de 1959, p. 2.
 
[11] Revolución, La Habana, 18 de marzo de 1959, p. 14.
 
[12] Bohemia, (12), La Hababa, 22 de marzo de 1959, pp. 38-40 y 124.
 
[13] Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba: El pensamiento de Fidel Castro. Selección temática, t. 1, vol, 2, pp. 395-396.
 
[14] Ibídem, pp. 569-570.
 
[15] Hoy, La Habana, 31 de marzo de 1959, p. 3.
 
[16] Revolución, La Habana, 30 de marzo de 1959, pp. 2 y 3.