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El pensamiento ético por delante

Una profunda amistad, forjada en el calor de la lucha, unió a Armando Hart y a Fidel. foto: Roberto Salas Foto: Roberto Salas
Una profunda amistad, forjada en el calor de la lucha, unió a Armando Hart y a Fidel. foto: Roberto Salas Foto: Roberto Salas

Date: 

27/11/2021

Source: 

Periódico Granma

Auteur: 

Apenas unas horas después de sentirse estremecido por la noticia del deceso del líder histórico de la Revolución, Armando Hart publicó un artículo titulado Fidel, paradigma y leyenda por siempre. Aunque dictado por la urgencia y asaeteado por las circunstancias, el político e intelectual había madurado largamente sus reflexiones. Puede afirmarse que estas comenzaron a sedimentarse desde el mismo momento en que por convicción abrazó las ideas de aquel y devino uno de los dirigentes más destacados de la etapa insurreccional contra la dictadura imperante en el país en los años 50, papel que continuaría desempeñando una vez conquistado el poder y puestas en marcha las radicales transformaciones revolucionarias.
 
Lo que Hart no podía avizorar, al momento de rendir tributo póstumo a su guía y hermano de lucha, fue que apenas le sobreviviría un año: el 26 de noviembre de 2017 se marchó. Detrás de sí  dejó  una fecunda cosecha de conceptos y argumentos de inspiración martiana y fidelista sobre los cuales debemos volver no para evocarlos en la distancia, sino para apertrecharnos en ideas y en modos de llevar estas a la práctica.
 
Justamente en ese artículo, Hart escribió que si tuviera que resumir el rasgo más característico de Fidel, no vacilaría en señalar su pensamiento ético, «el que demostró y puso a prueba en los momentos más difíciles, desde los tiempos del Moncada hasta que se convirtió en la fuerza esencial de la Revolución».
 
Al abundar sobre tal apreciación, expresó: «No olvidaré jamás que Fidel, ese hombre bueno y con decoro, llevó a José Martí en la mente y en el corazón toda la vida, y fue su mejor discípulo, porque enriqueció como nadie sus ideas, con el conocimiento y las vivencias de la práctica política, y fue también el hombre que llevó en su privilegiada conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX».
 
Si por un lado recuerda uno de los principales agujeros negros de la primera etapa republicana, en la cual sucesivos desgobiernos, infinitas tramas de corrupción y la obediencia al poder neocolonial, evidenciaron la traición de los postulados martianos, por el otro subraya el hecho no siempre tomado en cuenta de la preminencia del factor conciencia en la concreción del hecho revolucionario.
 
Dar un vuelco a estructuras económicas y sociales enquistadas, impulsar programas educacionales y culturales de vasto alcance popular, desafiar las fuerzas gravitacionales que parecían condenar irremisiblemente a toda una nación a orbitar en torno al águila imperial,  y garantizar la vida misma como el primer derecho humano, solo fue posible –y lo es– a partir de la concertación de voluntades de la vanguardia política y su capacidad para estimular la mayor participación social en el logro de tan elevados objetivos. Mucho más en un país postcolonial, pequeño, pobre y subdesarrollado.
 
Esa voluntad política y el indiscutible liderazgo encarnaron en Fidel. Cierto que pesaron el ejemplo personal, la valentía y el carisma, pero sin la permanente comunicación con todos los actores involucrados en el proceso, la fidelidad a los principios, el ejercicio efectivo de la solidaridad y la fuerza arrolladora de que en el bien, la entrega sin límites y la apuesta por hacer posible lo que parezca imposible, no hay liderazgo real ni voluntad transformadora.
 
En la clausura del II Pleno del Comité Central, Miguel Díaz-Canel Bermúdez se refirió a la profundidad con que Hart analizó la práctica revolucionaria fidelista y la catalogó como «la cultura de hacer política», con su antecedente directo en Martí. En la misma comparecencia, el Primer Secretario Comité Central del Partido insistió en una perspectiva también desarrollada por Hart, «saber diferenciar y, a la vez, relacionar la ideología, entendida como producción de ideas, con la ciencia, la ética y la política».
 
Teoría y práctica, pensamiento y acción: cuánto aún nos debemos a la línea de continuidad que va de Martí a Fidel, investigada, promovida y asumida por Armando Hart. Cuánto aún podemos aprender e interiorizar esa cultura de hacer política bajo la ética martiana, fidelista y socialista.