Fidel y los jóvenes
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“(...) cuando en el futuro se hable de esta obra revolucionaria, se hablará de una sola generación, porque en este minuto histórico se han unido todas las generaciones, en este minuto histórico somos una sola generación en pie de lucha, obligados todos a poner nuestro esfuerzo, obligados todos a hacer lo que esté al alcance de nuestras manos, obligados todos a luchar, porque se está defendiendo lo que ustedes quisieron hacer, se está defendiendo lo que quisieron hacer nuestros mambises, se está defendiendo lo que quiere hacer nuestra juventud”.
Discurso pronunciado en el almuerzo ofrecido por los miembros del Directorio Estudiantil de 1930, en Río Cristal, 26 de junio de 1960
“¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. ¿Una juventud, acaso, que sea revolucionaria por imitarnos a nosotros? ¡No!, sino una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su pensamiento.
¿Y por qué creemos que se desarrollará esta juventud revolucionariamente? Sencillamente, porque tiene todas las condiciones para lograrlo, tiene todas las condiciones que le permitirán desarrollarse revolucionariamente, pensar y actuar revolucionariamente. No decimos que el ejemplo no valga; el ejemplo influye, el ejemplo vale, pero aun más que la influencia del ejemplo, vale la propia convicción, vale el pensamiento propio. Y nosotros sabemos que esta juventud será revolucionaria, sencillamente porque creemos en la Revolución, porque tenemos fe en las ideas revolucionarias, y porque sabemos que esas ideas se ganarán el pensamiento y se ganarán el corazón de esta juventud”.
Discurso en el acto homenaje a los mártires del asalto al Palacio Presidencial, en la escalinata de la Universidad de La Habana, 13 de marzo de 1962
“Creemos en los jóvenes, creemos en los jóvenes. Y lo repito porque creer en los jóvenes es una actitud, creer en los jóvenes significa un pensamiento.
Creer en los jóvenes determina una conducta, y nuestra conducta de dirigentes revolucionarios no sería la misma si no tuviésemos fe en los jóvenes. Si no creyésemos en los jóvenes, nuestra conducta y nuestra actitud serían distintas, nuestro trabajo con los jóvenes sería distinto y los resultados, de no creer o de creer, serían también muy distintos.
Es necesario que creamos en los jóvenes. Creer en los jóvenes no es ver en los jóvenes a la parte del pueblo simplemente entusiasta, no es ver en los jóvenes a aquella parte del pueblo entusiasta pero irreflexiva, llena de energía pero incapaz, sin experiencia. Creer en los jóvenes no es ver a los jóvenes simplemente con ese desdén con que muchas veces las personas adultas miran a la juventud.
Creer en los jóvenes es ver en ellos, además de entusiasmo, capacidad; además de energía, responsabilidad; además de juventud, ¡pureza, heroísmo, carácter, voluntad, amor a la Patria, fe en la Patria! ¡Amor a la Revolución, fe en la Revolución, confianza en sí mismos, convicción profunda de que la juventud puede, de que la juventud es capaz, convicción profunda de que sobre los hombros de la juventud se pueden depositar grandes tareas!”
Discurso pronunciado en la Clausura del Congreso de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, 4 de abril de 1962
“A los revolucionarios más jóvenes, especialmente, recomiendo exigencia máxima y disciplina férrea, sin ambición de poder, autosuficiencia, ni vanaglorias. Cuidarse de métodos y mecanismos burocráticos. No caer en simples consignas. Ver en los procedimientos burocráticos el peor obstáculo. Usar la ciencia y la computación sin caer en lenguaje tecnicista e ininteligible de élites especializadas. Sed de saber, constancia, ejercicios físicos y también mentales.
En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve ni como instrumento. Es como un árbol con raíces podridas del que sólo brotan las peores formas de individualismo, corrupción y desigualdad. Tampoco debe regalarse nada a los que pueden producir y no producen o producen poco. Prémiese el mérito de los que trabajan con sus manos o su inteligencia.
Si hemos universalizado los estudios superiores, debemos universalizar el trabajo físico simple, que ayuda por lo menos a realizar parte de las infinitas inversiones que todos demandan, cual si existiera una enorme reserva de divisas y de fuerza de trabajo. Cuídense en especial de los que inventan empresas del Estado con cualquier pretexto y administran después las fáciles ganancias cual si hubiesen sido capitalistas toda la vida, sembrando egoísmo y privilegios”.
Reflexión: “Regalo de reyes”, 14 de enero de 2008
“Aspiramos a que nuestros jóvenes sean más educados, más revolucionarios, entregados, dignos, capaces de la heroicidad cotidiana y de las más grandes hazañas, solidarios, conscientes del valor de las ideas que defendemos, preparados para combatir al enemigo en todos los terrenos e implacables con la corrupción.”
Intervención en el Sexto Aniversario de la Batalla de Ideas, 6 de diciembre de 2009